Antología de Textos

GENEROSIDAD

1. La generosidad es la virtud de las almas grandes, que encuentran la mejor retribución en el haber dado: habéis recibido gratis, dad gratis (Mt 10, 8). La persona generosa sabe dar cariño, comprensión, ayudas materiales..., y no busca a cambio que la quieran, la comprendan, la ayuden... Da y se olvida que ha dado. Ahí está su riqueza. Ha comprendido que es mejor dar que recibir (Hch 20, 35).
El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con más capacidad de amar. El egoísmo empequeñece, hace el propio horizonte más pequeño. Cuanto más damos, más nos enriquecemos interiormente.
Es propio de la generosidad: saber olvidar con prontitud los pequeños agravios que se producen durante la convivencia diaria; juzgar con medida ancha y comprensiva a los demás; saber sonreír y hacer la vida más amable a los demás, aunque se estén padeciendo contradicciones; adelantarse en los servicios menos agradables del trabajo y de la convivencia; perdonar con prontitud todo y siempre; aceptar a los demás como son...
Podemos dar: ante todo, la fe, que es el don más grande que hemos recibido. Facilitar el camino a quienes nos rodean para que se acerquen más a Cristo. Y esto con la oración, el ejemplo y la palabra. También podemos dar alegría, cordialidad, un pequeño elogio, escuchar con interés y atención, hablar con oportunidad y con visión positiva de las personas y de las cosas, limosna, ayuda en el trabajo, facilitar la amistad a una persona que le cuesta el trato, abrir horizontes -humanos y sobrenaturales- a nuestros amigos...
2. El cristiano siempre debe ver detrás de estos detalles a Cristo que los recibe y que dice: lo que hicisteis con uno de estos más pequeños, conmigo lo hicisteis.
Se cuenta en la vida de S. Martín que, estando el santo dormido, vio a Cristo vestido con la mitad de la capa que había dado a un pobre. Miró atentamente al Señor y reconoció el traje. Después oyó que Jesús decía a los ángeles que le acompañaban: "Martín, que solo es catecúmeno, me ha cubierto con este vestido". El Señor recordaba las palabras que un día había pronunciado: Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos... (Mt 25, 40). Esta visión llevó a Martín a recibir el bautismo.
De modo especial hemos de ser generosos con los más necesitados. "Tenemos que mostrar una bondad más generosa con los pobres y con los que sufren diversas debilidades, para que puedan elevarse a Dios más voces en acción de gracias, y que nuestros ayunos contribuyan al alivio de los que se encuentran necesitados. El sacrificio de los creyentes más agradable a Dios es el que redunda en beneficio de los pobres: donde Dios ve el desvelo de la misericordia, reconoce la imagen de su bondad" (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 48, 2-5).
3. Él pagará aquí, y luego en el cielo, nuestra generosidad, pero siempre colmando la medida, con mayor generosidad aún.
En la Sagrada Escritura encontramos múltiples testimonios de la generosidad sobreabundante de Dios en relación a la del hombre. La viuda de Sarepta dio un puñado de harina... y un poco de aceite (1R 17, 10 ss) y recibe harina y aceite inagotables. La viuda del Templo echa dos monedas pequeñas, y Jesús comenta: ha echado en el cepillo más que nadie (Mc 12, 38 ss). El siervo que procuró hacer rendir los talentos recibidos, oirá de boca del Señor: Puesto que has sido fiel en lo poco, recibirás el gobierno de diez ciudades (Lc 19, 16-17).
Un día, Pedro le dijo: Ya ves que nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido. Y Jesús le contestó: En verdad os digo que ninguno que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por amor al reino de Dios, dejará de recibir mucho más en este siglo y la vida eterna en el venidero (Lc 18, 28-30).
Estas palabras son aplicables también a todo aquel que pueda decir, como Pedro, que realmente lo ha dejado todo por amor a Jesús, aunque se siga administrando lo que se ha dejado, porque Dios así lo quiera. Quien tiene en cuenta hasta la más pequeña de nuestras acciones, ¡cómo olvidaría un seguimiento de día tras día! Quien hizo aquel milagro y multiplicó panes y peces por una multitud que le sigue unos días, ¡qué no hará por los que hayan dejado todo para seguirle siempre! Si estos un día necesitaran una gracia especial para seguir adelante, ¿cómo podrá negarse Jesús? Él es buen pagador. Y nos dice por boca de San Juan Crisóstomo: "El oro que piensas prestar, dámelo a mí, que te pagaré con mayor rédito y más seguro. El cuerpo que piensas alistar en la milicia de otro, alístalo en la mía, porque yo supero a todos en la retribución...
"... Su amor es grande. Si deseas prestarle, Él está dispuesto. Si quieres sembrar, Él vende la semilla; si construir, Él te está diciendo: edifica en mis solares. ¿Por qué corres tras los hombres que nada pueden? Corre en pos de Dios, que por cosas pequeñas te da otras que son grandes" (Hom. sobre S. Mateo, 76).
Jesús da el ciento por uno por cada cosa dejada de verdad por su amor. Además quien sigue a Jesús así, no solo se está enriqueciendo cien veces en esta vida, sino que está predestinado. Si sigue adelante oirá la voz de Jesús: Ven, bendito de mi Padre, al cielo que te tenía prometido. Por oír estas palabras de bienvenida a la eternidad ya habría compensado con creces todo lo que hemos dado. Se entra en la eternidad de la mano de Jesús.

Citas de la Sagrada Escritura

Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, arrojad a los demonios; gratis lo recibís, dadlo gratis. Mt 10, 8
En todo os he dado ejemplo, mostrándoos cómo, trabajando así, socorráis a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que El mismo dijo: "Hay más dicha en dar que en recibir". Hch 20, 35
Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis. Mt 25, 40
Otra cayó en tierra buena, y, nacida, dio un fruto céntuplo. Dicho esto, clamó: El que tenga oídos para oír, que oiga. Lc 8, 8
Zaqueo, en pie, dijo al Señor: Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si a alguien he defraudado en algo, le devuelvo el cuádruplo. Lc 19, 8
Pedro le dijo: Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré por ti mi vida. Jn 13, 37
En esto hemos conocido la caridad, en que El dio su vida por nosotros, y nosotros debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos. 1Jn 3, 16
Pues os digo: El que escaso siembra, escaso cosecha; el que siembra con largueza, con largueza .cosechará. Cada uno haga según se ha propuesto en su corazón, no de mala gana ni obligado, que Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para acrecentar en vosotros todo género de gracias, para que, teniendo siempre y en todo lo bastante, abundáis en toda buena obra, según que está escrito: "Con largueza repartió, dio a los pobres; su justicia permanecerá para siempre". 2Co 9, 6-9
Porque al que tiene, se le dará más y abundará; y al que no tiene, aun aquello que tiene le será quitado. Mt 13, 12
Díjole Pedro: Pues nosotros, dejando todo lo que teníamos, te hemos seguido. El les dijo: En verdad os digo que ninguno que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por amor al reino de Dios dejará de recibir mucho más en este siglo y la vida eterna en el venidero. Lc 18, 28-30

Generosidad de Dios con el hombre

2688 Nunca se cansa de dar ni se pueden agotar sus misericordias; no nos cansemos nosotros de recibir (SANTA TERESA, Vida, 19, 6).

2689 Dios no se deja nunca ganar en generosidad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 40).

2690 Los beneficios divinos son siempre completos y abundantes, no circunscritos a un bien pequeño, sino rebosando abundancia (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. V, p. 21).

2691 Siempre da más de lo que le pedimos (SANTA TERESA, C. de perfección, 37, 4).

2692 [...] su amor es grande. Si deseas prestarle, El está dispuesto. Si quieres sembrar, El vende la semilla; si construir, El te está diciendo: edifica en mis solares. ¿Por qué corres tras los hombres, que nada pueden? Corre en pos de Dios, que por cosas pequeñas te da otras que son grandes (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 76).

2693 Con esta parábola (del sembrador) quiso declarar el Señor que El habla a todos con mucha generosidad. Porque así como el labrador no distingue la tierra que va pisando con sus pies, sino que arroja natural e indistintamente su semilla, así el Señor no distingue al pobre del rico, al sabio del ignorante, al tibio del fervoroso, al valiente del cobarde (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 44).

2694 Cuando tú más recibes, más se alegra El y más dispuesto está a seguir dándote; Dios tiene por propia riqueza nuestra salvación. Y su gloria está en dar copiosamente a cuantos le piden, que es lo que declaraba San Pablo, cuando decía: Rico con todos y sobre todos los que le invocan (Rm 10, 12) (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 22).

2695 Este Señor está sobre nuestros altares, como en un trono de amor y de misericordia, para distribuirnos infinitas gracias (SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento).

Generosidad en la limosna. Ver nº. 3339-3347

2696 "Es mejor dar que recibir".
Al decir de San Pablo, existe un mandamiento del Señor, que expresa así: Porque lo ha afirmado él mismo –esto es, el Señor Jesús– : Es mejor dar que recibir. La liberalidad del que da es mejor que la pasividad del que recibe (CASIANO, Instituciones, 10, 19).

2697 Es bueno dar gloria a Dios, sin tomarse anticipos (mujer, hijos, honores...) de esa gloria, de que gozaremos plenamente con El en la Vida...Además, El es generoso... Da el ciento por uno: y esto es verdad hasta en los hijos.-Muchos se privan de ellos por su gloria, y tienen miles de hijos de su espíritu.-Hijos, como nosotros lo somos del Padre nuestro, que está en los cielos (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 779).

2698 Quien es esclavo de las riquezas, las guarda como esclavo; pero el que sacude el yugo de su esclavitud, las distribuye como señor (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 392).

2699 La liberalidad de tu misericordia redunda en abundancia para tus graneros. Mira, por tanto, que no salgas perdiendo por querer guardar para ti, antes procura recolectar a largo plazo (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 43).

2700 Da al que te pida. Puede entenderse también esto del dinero y de la doctrina: cuanto más se da, tanto más se multiplica (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 323).

El premio de la generosidad

2701 Es tan agradecido, que un alzar de ojos con acordarnos de El no deja sin premio (SANTA TERESA C. de perfección, 23, 3).

2702 Te duele que no te agradezcan aquel favor.-Respóndeme a estas dos preguntas: ¿tan agradecido eres tu con Cristo Jesús?... ¿has sido capaz de hacer ese favor, buscando el agradecimiento en la tierra? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 693).

2703 Ahora precisamente, hermano, Cristo está pasando hambre, se digna pasar hambre y sed en todos los necesitados, y lo que recibe en la tierra es lo que devolverá en el cielo (SAN CESAREO DE ARLÉS, Sermón 25, 1).

2704 ¡Que es muy buen pagador y paga muy sin tasa! (SANTA TERESA, C. de perfección, 37, 3).

2705 Sea bendito por todo, que he visto claro no dejar sin pagarme, aun en esta vida, ningún deseo bueno (SANTA TERESA, Vida, 4, 7).

2706 El pide cosas insignificantes y promete en cambio grandes dones, tanto en este mundo como en el futuro, a quienes le aman sinceramente (SAN GREGORIO NACIANCENO, Disertación 7).

2707 Habéis oído en el Evangelio la recompensa de los siervos buenos y el castigo de los malos siervos. Toda la culpa del siervo rechazado y tan duramente sancionado reducíase a esto: no quiso dar. Guardó integro lo recibido; mas el Señor quería sus intereses [...]. (SAN AGUSTÍN, Sermón'94).

2708 Aun en esta vida lo paga Su Majestad por unas vías que sólo quien goza de ello lo entiende (SANTA TERESA, Vida, 4, 2).

Para ser generosos

2709 Observa de qué manera pide cosas sencillas de hacer, porque no dijo: estaba en la cárcel y no me sacasteis, estaba enfermo y no me curasteis..., sino, no me visitasteis y no vinisteis a mi casa. Además, cuando tiene hambre no pide una mesa espléndida, sino la comida necesaria [...]. Observa además: 1) la facilidad en dar lo que se pide (pues era pan); 2) la miseria del que pedía (pues era pobre); 3) la compasión hacia la misma naturaleza (pues era hombre); 4) el deseo de alcanzar lo que pedía (pues a cambio prometía el reino); 5) la dignidad del que recibía (pues era Dios por medio de los pobres); 6) la superabundancia del honor (porque se dignó recibir de mano de los hombres); 7) era justo dar (pues recibía de nosotros lo que es suyo); pero los hombres muchas veces están ciegos ante estas cosas por la avaricia (SAN JUAN CRISÓSTOMO en Catena Aurea, vol. III, p. 246).

2710 ¿No serás por ventura como un expoliador, teniendo como tuyo lo que has recibido para distribuir? Es el pan del hambriento el que tienes, el vestido del desnudo el que conservas en tu guardarropa; es del descalzo el calzado que amontonas y del necesitado la plata que escondes bajo la tierra. Cometes, pues, tantas injusticias cuantas son las cosas que puedes dar (SAN BASILIO en Catena Aurea, vol. VI, p. 82).

2711 No hay cosecha, cuando no se está dispuesto a aceptar generosamente un constante trabajo, que puede resultar largo y fatigoso: labrar la tierra, sembrar la simiente, cuidar los campos, realizar la siega y la trilla... (J.ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 158).

Generosidad con Dios

2712 El Amor... ¡bien vale un amor! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 171).

2713 ¿Por qué, pues, sois perezosos para dar, cuando lo que dais al que yace en tierra lo dais al que tiene su trono en el Cielo? (SAN GREGORIO MAGNO Hom. 40 sobre los Evang.).

2714 La razón, pues, por la que Dios desea que los hombres le sirvan es su bondad y misericordia, por las que quiere beneficiar a los que perseveran en su servicio; pues si Dios no necesita de nadie, el hombre, en cambio, necesita de la comunión con Dios. En esto consiste la gloria del hombre, en perseverar y permanecer en el servicio de Dios (SAN IRENEO Trat. contra las herejías, 4, 13).

2715 Y por esto los antiguos hombres debían consagrarle los diezmos de sus bienes; pero nosotros, que ya hemos alcanzado la libertad, ponemos al servicio del Señor la totalidad de nuestros bienes, dándolos con libertad y alegría aun los de más valor, pues lo que esperamos vale más que todos ellos; echamos en el cepillo de Dios todo nuestro sustento, imitando así el desprendimiento de aquella viuda pobre del Evangelio (SAN IRENEO Trat. contra las herejías, 4, 18).

2716 Hay un caso que nos debe doler sobre manera: el de aquellos cristianos que podrían dar más y no se deciden; que podrían entregarse del todo, viviendo todas las consecuencias de su vocación de hijos de Dios, pero se resisten a ser generosos. Nos debe doler porque la gracia de la fe no se nos ha dado para que esté oculta, sino para que brille ante los hombres (cfr. Mt 5, 15-16); porque, además, está en juego la felicidad temporal y la eterna de quienes así obran. La vida cristiana es una maravilla divina, con promesas inmediatas de satisfacción y de serenidad, pero a condición de que sepamos apreciar el don de Dios (cfr. Jn 4, 10), siendo generosos sin tasa (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 147).

Generosidad con los demás

2717 Es éste un distintivo del hombre justo: que, aun en medio de sus dolores y tribulaciones, no deja de preocuparse por los demás; sufre con paciencia sus propias aflicciones, sin abandonar por ello la instrucción que prevé necesaria para los demás, obrando así como el médico magnánimo cuando está él mismo enfermo. Mientras sufre las desgarraduras de su propia herida, no deja de proveer a los otros el remedio saludable (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 3, 3940).

2718 Pero considerad, os ruego, aquí también la reverencia de Pedro para con el Señor. Porque, teniendo en casa a su suegra enferma y con alta fiebre, no forzó a que fuera a verla, sino que esperó a que El terminara toda su instrucción y a que todos los otros fueran curados y sólo entonces, dentro ya de casa, le ruega por ella. De esta manera aprendía Pedro, desde el principio, a poner los intereses de los otros por delante de los suyos propios (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 27).

2719 Deberías estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha concedido, al no ser tú quien ha de importunar a la puerta de los demás, sino los demás quienes acuden a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi inaccesible, rehuyes el encuentro con los demás, para no verte obligado a soltar ni una pequeña dádiva. Sólo sabes decir: "No tengo nada que dar, soy pobre". En verdad eres pobre y privado de todo bien; pobre en amor, pobre en humanidad, pobre en confianza en Dios, pobre en esperanza eterna (SAN BASILIO MAGNO, Hom. sobre la caridad, 3, 6).

2720 Dios, en este mundo, padece frío y hambre en la persona de todos los necesitados, como dijo el mismo: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. El mismo Dios que se digna dar en el cielo quiere recibir en la tierra (SAN CESAREO DE ARLÉS, Sermón 25, 1).

2721 Y no me refiero sólo a los ricos, sino también a los pobres, a los que viven mendigando; no hay pobre, por muy pobre que sea, que no tenga dos céntimos que dar (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la Epístola a los Hebreos 3, 2).

2722 Eres calculador.-No me digas que eres joven. La juventud da todo lo que puede: se da ella misma sin tasa (J.ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 30).

2723 Con nuestros haberes, fruto de nuestro sudor y de nuestro trabajo, debemos ayudar a los necesitados (CASIANO. Instituciones, 10, 18).

2724 Mas como nada les pusisteis en las manos (a quienes os necesitaban), nada habéis hallado en Mí (SAN AGUSTÍN, Sermón 18).

Dar con alegría

2725 Debes demostrar que das con alegría y gusto; para esto no hace falta que esté esperando una hora el que se dirige a ti, porque cuando el pobre espera, casi se arrepiente de haber pedido. Un vaso de agua ofrecido con alegría y rapidez agrada más que una garrafa de vino dada con poco agrado y a disgusto. (SAN BERNARDINO DE SIENA, Sermón sobre la limosna).

2726 Ve un hombre a su prójimo que no tiene pan ni medios para procurarse el alimento indispensable y, en vez de apresurarse a ofrecerle su ayuda para rescatarle de la miseria, lo observa como quien observa una planta verde que se está agostando lastimosamente por falta de agua. Y, sin embargo, este hombre abunda en riquezas y podría ayudar a muchos con sus bienes. Lo mismo que el caudal de una sola fuente puede regar una vasta extensión de terreno, así la abundancia de un solo hogar puede librar de la miseria a un gran número de pobres, si no lo impiden la tacañería y la avaricia del hombre, como acontece con una roca que cae en el arroyo y desvía la corriente (SAN GREGORIO DE NISA, Sermón 1, sobre el amor a los pobres).

2727 Da tu limosna con alegría. Que todo lo que hagas por amor de Dios sea con alegría y no con fastidio. Porque está escrito: El espíritu abatido seca los huesos (Pr 17, 22). Lo cual significa que cuando el pobre viene a tu puerta y le das una limosna gruñendo, tu mérito se ha esfumado aun antes de que franquee el umbral. La tienes que convertir en alegre con tu corazón, tus palabras, tus obras. Cuando el mendigo llega a tu casa y pide una limosna por amor de Dios, respóndele con agrado: "Sé bienvenido". Así le testimonias que tu don va hecho con alegría por tus palabras, tu corazón, tu aspecto simpático y tu rapidez. Una palabra junto con la limosna consuela más de lo que crees (SAN BERNARDINO DE SIENA, Sermón sobre la limosna).