Entrada: " He resucitado y aún estoy contigo, has puesto sobre mí tu mano: tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya " (Sal 138, 5-6). O bien: " Era verdad, ha resucitado el Señor, aleluya. A Él la gloria y el poder por toda la eternidad " (Lc 24, 34; cf. Ap 1, 6) .
Colecta (del misal anterior, completada con texto del Gelasiano): " Señor Dios, que en este día nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte; concédenos, al celebrar la solemnidad de su resurrección que, renovados por el Espíritu, vivamos en la esperanza de nuestra salvación futura ".
Ofertorio (del misal anterior, corregida con texto del Gelasiano): " Rebosantes de gozo pascual, celebramos, Señor, estos sacramentos, en los que tan maravillosamente ha renacido y se alimenta tu Iglesia ".
Comunión: " Ha sido inmolado nuestra víctima pascual, Cristo; celebremos, pues, la Pascua con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad. Aleluya " (1Co 5, 7-8)
Postcomunión (del Sacramentario de Bérgamo): " Protege, Señor, a tu Iglesia con amor paternal, para que, renovada por los sacramentos pascuales, llegue a la gloria de la resurrección ".
En la Vigilia Pascual hemos vivido el gran acontecimiento de nuestra Pascua: Cristo Resucitado. Celebramos el Misterio de Cristo-Luz que ha vencido el poder de las tinieblas y de la muerte. A todos se nos proclamó el Misterio de Vida nueva y renovamos gozosos nuestras esperanzas bautismales y la alegría de ser de Cristo. Esta gran realidad no se agota en una celebración. La Iglesia le dedica el cincuentenario pascual, para saturarnos de Cristo, muerto y resucitado con un Aleluya perenne.
– Hch 10, 34, 37-43: Nosotros hemos comido y bebido con Él después de su Resurrección. Pedro es la primera voz de la Iglesia que nos proclama y garantiza el acontecimiento de la Resurrección. Su testimonio avala nuestra fe y nos recuerda que la Resurrección es la que da sentido a toda la vida de Cristo, el Señor.
– Con el Salmo 117 cantamos alborozados: " Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo. Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para cantar las hazañas del Señor. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente ".
– Col 3, 1-4: Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo. San Pablo nos recuerda también que la resurrección del Señor es el acontecimiento que, por el bautismo, ha dado sentido divino a toda nuestra existencia de creyentes en Cristo y nos ha injertado en su condición de Hijo muy amado del Padre.
O también: 1Co 5, 6-8: Barred la levadura vieja, para ser una masa nueva. Incorporados a Cristo, por el Misterio Pascual, la autenticidad de nuestra fe tiene un signo y una urgencia insoslayable: nueva vida de santidad en Cristo.
– Secuencia: " Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Víctima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza... Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa. Amén. Aleluya ".
– Jn 20, 1-9: Él había de resucitar de entre los muertos. El acontecimiento de la Pascua y el reencuentro con Cristo Resucitado hizo que se volviera a reunir la primera comunidad eclesial -el Colegio Apostólico- rehaciendo sus vidas del escándalo de la Cruz. De la resurrección de Cristo nació de nuevo la Iglesia. San Melitón de Sardes explica las gracias que nos vienen de la resurrección de Cristo:
" Fijaos bien, queridos hermanos: el Misterio de Pascua es a la vez nuevo y antiguo, eterno y pasajero, corruptible e incorruptible, mortal e inmortal. Antiguo según la ley, pero nuevo según la Palabra encarnada. Pasajero en su figura, pero eterno en la gracia. Corruptible por el sacrificio del cordero, pero incorruptible por la Vida del Señor. Mortal por su sepultura en la tierra, pero inmortal por su Resurrección de entre los muertos. La ley es antigua, pero la Palabra es nueva. La figura es pasajera, pero la gracia es eterna. Corruptible el cordero, pero incorruptible el Señor, el cual, inmolado como Cordero, resucitó como Dios...
" Venid, pues, vosotros todos, los hombres que os halláis enfangados en el mal, recibid el perdón de vuestros pecados. Porque yo soy vuestro perdón, soy la Pascua de salvación, soy el Cordero degollado por vosotros, soy vuestra agua lustral, vuestra vida, vuestra resurrección, vuestra luz, vuestra salvación y vuestro Rey. Puedo llevaros hasta la cumbre de los cielos, os resucitaré, os mostraré al Padre celestial, os haré resucitar con el poder de mi diestra " (Homilía sobre la Pascua 2-7.100-103).