Entrada: " La misericordia del Señor llena la tierra, la palabra del Señor hizo el Cielo. Aleluya " (Sal 32, 5-6).
Colecta: (textos del Gelasiano, Gregoriano y Sacramentario de Bérgamo): " Dios Todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo; concédenos también la alegría eterna del Reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su Pastor ".
Ofertorio (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano y del Gregoriano): " Concédenos, Señor, darte gracias siempre por estos misterios pascuales, para que esta actualización repetida de nuestra redención sea para nosotros fuente de gozo incesante "
Comunión: " Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey. Aleluya ".
Postcomunión (del Veronense, Gelasiano y Gregoriano): " Pastor bueno, vela con solicitud sobre nosotros y haz que el rebaño adquirido por la sangre de tu Hijo pueda gozar eternamente de las verdes praderas de tu Reino ".
En este Domingo pascual la Iglesia nos presenta la figura inefable de Cristo, Buen Pastor, que nos lleva al Padre, que da su vida por nosotros, que nos alimenta con los pastos ubérrimos de su Palabra y de su Cuerpo y de su Sangre, que nos defiende del lobo rapaz del demonio y de sus secuaces.
– Hch 2, 14.36-41: Dios lo ha hecho Señor y Mesías. Pedro es siempre el Primer Pastor-Vicario de Cristo que nos llama a todos, por la conversión y por la fe al redil de salvación que es la Iglesia.
Pedro les contestó: "Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo y recibiréis el Espíritu Santo". El Buen Pastor nos da al Espíritu Santo. San Basilio dice:
" De la misma manera que los cuerpos transparentes y nítidos, al recibir los rayos de luz se vuelven resplandecientes e irradian brillo, las almas que son llevadas e ilustradas por el Espíritu Santo se vuelven también espirituales y llevan a los demás la luz de la gracia. Del Espíritu Santo proviene el conocimiento de las cosas futuras, el entendimiento de los misterios, la comprensión de las verdades ocultas, la distribución de los dones, la ciudadanía celeste, la conversación con los ángeles. De Él la alegría que nunca termina, la perseverancia en Dios, la semejanza con Dios y, lo más sublime que puede ser pensado, el hacerse Dios " (Del Espíritu Santo 9, 23).
– Con el Salmo 22 decimos: " El Señor es mi Pastor nada me falta, en verdes praderas me hace recostar... "
– 1P 2, 20-25: Habéis vuelto al Pastor y guardián de vuestras vidas. Por el bautismo hemos sido incorporados al redil de salvación que es la Iglesia de Cristo. Es en ella donde podremos vivir en la autenticidad su amor de Buen Pastor que nos redime y santifica. San Bernardo, tras repasar los padecimientos de Jesucristo, decía:
" Esto me sostiene en la adversidad, me conserva humilde en la prosperidad y me hace andar con paso firme y seguro en el regio sendero de la salvación, a través de los bienes y males de la presente vida, librándome de los peligros que me amenazan a diestra y siniestra " (Sermón 43, 4 sobre el Cantar).
– Jn 10, 1-10: Yo soy la puerta de las ovejas. Cristo mismo, como Buen Pastor es el único que tiene el derecho a reunirnos en el redil del Padre. Él es siempre la única puerta de salvación. Comenta San Agustín:
" Escuchadle deciros tan encarecidamente: "Yo soy el Buen Pastor, todos los demás, todos los pastores buenos, son miembros míos", porque no hay sino una sola Cabeza y un solo Cuerpo: un solo Cristo. Sólo hay, por tanto ,un Cuerpo, un rebaño único, formado por el Pastor de los pastores, bajo el cayado del Pastor supremo. ¿No es esto lo que dice el Apóstol? "Porque lo mismo que, siendo uno mismo el cuerpo, tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un cuerpo único, así también Cristo" (1Co 12, 12). Luego, si también Cristo es así y si tiene incorporados a Él todos los pastores buenos, con razón no habla sino de uno solo al decir: "Yo soy el Buen Pastor, Yo el único; todos los demás forman conmigo una sola unidad. Quien apacienta fuera de Mí, apacienta contra Mí; quien conmigo no recoge, desparrama" " (Sermón 138, 5).
Y San Gregorio de Nisa dice al Buen Pastor:
" ¿Dónde pastoreas, Pastor Bueno, Tú que cargas sobre tus hombros a toda la grey? Muéstrame el lugar de tu reposo, guíame hasta el pasto nutritivo, llámame por mi nombre, para que yo escuche tu voz y tu voz me dé la vida eterna " (Homilía 2 sobre el Cantar).
Cristo, el Buen Pastor, es el centro vital que debe polarizar las vivencias de todas las almas integradas en su Iglesia. Signos visibles de Cristo, Príncipe de pastores (1P 5, 4) son nuestros pastores, puestos por Dios para regir nuestras almas en su Iglesia hasta que vuelva.
– Hch 4, 8-12: Ningún otro puede salvar. Pedro, el Primer Pastor-Vicario de Cristo en su Iglesia, inicia su misión de proclamar ante el mundo que sólo en Cristo, Buen Pastor, es posible nuestra salvación. Cristo es la piedra angular. En Él nos apoyamos y nos sostenemos todos. Es el gran fundamento de nuestra fe, de toda nuestra vida cristiana.
– Decimos con el Salmo 117: " Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres; mejor es refugiarse en el Señor, que fiarse de los jefes ".
– 1Jn 3, 1-2: Veremos a Dios tal cual es. Toda la autoridad redentora de Cristo y de sus Vicarios o Pastores en la Iglesia, se cifra en hacer visible la amorosa paternidad de Dios sobre nosotros sus hijos. Comenta San Agustín:
" ¿Qué mayor gracia pudo hacernos Dios? Teniendo un Hijo único lo hizo Hijo del Hombre, para que el hijo del hombre se hiciera hijo de Dios. Busca dónde está tu mérito; busca de dónde procede, busca cuál es tu justicia; y verás que no puedes encontrar otra cosa que no sea pura gracia de Dios " (Sermón 185),
También San Ambrosio lo dice:
" El que tiene el Espíritu de Dios se convierte en hijo de Dios. Hasta tal punto es hijo de Dios que no recibe un espíritu de servidumbre, sino el espíritu de los hijos, de modo que el Espíritu Santo testimonia a nuestro espíritu que nosotros somos hijos de Dios " (Carta 35, 4).
– Jn 10, 11-18: El Buen Pastor da la vida por sus ovejas. La garantía de nuestra salvación está en el Corazón de Cristo Jesús que, como Buen Pastor, dio su vida por sus ovejas. Nos amó y se entregó por nosotros (Ef 2, 4).
Véase el comentario al Evangelio en el ciclo A.
En este Domingo cuarto de Pascua se centra nuestra atención y nuestra fe agradecida en la presencia misteriosa del mismo Cristo Jesús, Pastor único y universal de nuestras almas. Cristo ha prolongado esta cualidad suya en los Pastores de su Iglesia. Hemos de descubrir a Cristo Jesús en el magisterio y en la autoridad de nuestros legítimos Pastores, en comunión con el Romano Pontífice, Vicario de Cristo. Hemos de vivir en la Iglesia el problema serio de las vocaciones consagradas. La necesidad de que los elegidos de Dios para una dedicación total al Evangelio, a la santidad y a la acción pastoral en la Iglesia sepan responder fielmente y con generosidad total a este designio divino sobre sus vidas.
– Hch 13, 14.43-52: Nos dedicamos a los gentiles. La misión y la obra salvadora de Cristo, Buen Pastor, y la de quienes hacen sus veces en la Iglesia, no pueden quedar limitadas por privilegios raciales o religiosos. Es universal, por cuanto todos los hombres necesitan, por igual, de Cristo Redentor. La Iglesia es universal y aunque los judíos hubieran aceptado el mensaje salvífico del Evangelio, la Iglesia se extendería por doquier. Comenta San Agustín:
" Admirable es el testimonio de San Fructuoso, obispo. Como uno le dijera y le pidiera que se acordara de rogar por él. El santo respondió: "Yo debo orar por la Iglesia católica, extendida de Oriente a Occidente". ¿Qué quiso decir el santo obispo con estas palabras? Lo entendéis, sin duda, recordadlo ahora conmigo: "Yo debo orar por la Iglesia Católica; si quieres que ore por ti, no te separes de aquélla por quien pido en mi oración" " (Sermón 273).
– Con el Salmo 99 decimos: " Servid al Señor con alegría; entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios; que Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades "
– Ap 7, 9.14-17: El Cordero será su Pastor y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. La Iglesia triunfante en los cielos será el fruto de una comunidad de creyentes, elegida de toda nación, raza o lengua, y santificada por la sangre universalmente redentora del Cordero. La muchedumbre vestida de túnicas blancas, lavadas en la sangre del Cordero no son únicamente los mártires de la persecución neroniana, sino también todos los fieles purificados de sus pecados por el bautismo. El sacramento del bautismo recibe de la sangre del Cordero, que es también Pastor, la virtud de lavar y purificar las almas.
– Jn 10, 27-30: Yo doy la vida eterna a mis ovejas. Fue designio del Padre hacer de su Hijo encarnado el único Pastor para el único Pueblo de elegidos para la salvación.
Véase el comentario al Evangelio en el ciclo A.