Entrada: " Nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo: en Él está nuestra salvación, vida y resurrección; Él nos ha salvado y liberado " (cf. Ga 6, 14).
Colecta (de nueva composición): " Señor Dios nuestro, nos has convocado hoy (esta tarde) para celebrar aquella misma memorable Cena en que tu Hijo, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor, el sacrificio nuevo de la Alianza eterna; te pedimos que la celebración de estos santos misterios nos lleve a alcanzar plenitud de amor y de vida ".
Ofertorio: " Concédenos, Señor, participar dignamente en estos santos misterios, pues cada vez que celebramos este memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención ".
Comunión: " Este es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía " (1Co 11, 24-25).
Postcomunión: " Concédenos, Dios todopoderoso, que la Cena de tu Hijo, que nos alimenta en el tiempo, llegue a saciarnos un día en la eternidad de tu reino ".
En este día santo Cristo Jesús, adelantando en su Corazón el misterio de su Pasión, quiso celebrar en el Cenáculo su propia Pascua. Con esa celebración estaba dando plenitud real y salvífica a la Pascua judía e instituyendo la realidad sacramental de la Pascua cristiana o Nueva Alianza en su Sangre. Cristo instituye en la Última Cena los sacramentos del Sacerdocio y de la Eucaristía.
– Ex 12, 1-8.11-14: Prescripciones sobre la cena pascual. El sacrificio del cordero pascual fue realizado por vez primera por el pueblo de Dios en la noche en que lo libró de la esclavitud de Egipto. En la Antigua Alianza la cena con ese sacrificio era el signo que garantizaba el amor de Dios a su pueblo.
– Con el Salmo 115 proclamamos que el cáliz que bendecimos es la comunión de la Sangre de Cristo. " ¿Como pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré el cáliz de la salvación, invocando su nombre... Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor... "
– 1Co 11, 23-26: Cada vez que coméis el Pan y bebéis del Cáliz, proclamáis la muerte del Señor. Nuestra Pascua es Cristo, perpetuada sacramentalmente en nosotros por el sacrificio eucarístico, que actualiza en el tiempo y en el espacio su Pasión y Muerte Redentora y sigue realizando su salvación pascual hasta que vuelva. Es el memorial perenne de la Nueva Alianza en la Sangre de Cristo.
– Jn 13, 1-15: Los amó hasta el extremo. La Eucaristía es signo y testimonio del Amor sin límites con que Jesucristo nos ha amado y nos sigue amando. Es urgencia de caridad con la que deben amarse sus discípulos. El lavatorio fue y sigue siendo el impresionante testimonio del Amor real de Cristo a los hombres, sus hermanos.
San Efrén admira las acciones de Cristo en la Última Cena:
" Fue una tarde perfectísima, en la cual Cristo llevó a cabo la verdadera Pascua; fue una tarde, la última de las tardes, en la cual selló Cristo su doctrina; tarde, cuyas tinieblas fueron iluminadas... En aquella tarde, en la cual los judíos usaban los ázimos, Jesús constituyó a la Iglesia heredera en el mundo de su Sangre. ¡Oh tarde gloriosa, en la cual se realizaron los misterios, se selló el pacto antiguo, se enriqueció la Iglesia de las Gentes! Tarde bendita, tiempo bendito, en el que la Cena fue consagrada; mesa bendita que fue altar para los Apóstoles. En aquella Cena llevó a término el Señor el alimento espiritual y mezcló la bebida celestial... " (Sermones de la Semana Santa 4, 7).
" ¡Oh dichoso lugar! Nunca ha sido preparada una mesa como la tuya, ni en casa de los reyes, ni en el tabernáculo, ni en el Sancta Sanctorum. En ti fue partido el pan de las primicias, tú fuiste la primera Iglesia de Cristo y el primer altar; en ti se vio la primera de todas las oblaciones " (Himno de la Crucifixión 12).
Y también Cirilona dice:
" ¡Oh milagro asombroso! Fíjate bien, oyente: pescadores y recaudadores de contribuciones se sientan con Él a la mesa, mientras los ángeles y arcángeles están temblando ante Él. Los hombres han sido hechos comensales de Dios. ¡Oh bienaventurados Apóstoles, de cuán alto honor habéis sido hechos dignos! Ellos comieron la Pascua antigua y dieron cumplimiento a la Ley " (Himnos 1).