4ª semana del Tiempo Ordinario, sábado

Años impares

Hb 13, 15-17.20-21: Que el Dios de la paz, que hizo subir de entre los muertos al gran Pastor, os haga perfectos en todo bien. Comenta San Agustín:" En todas mis palabras presento un espejo. Y no son palabras mías, sino que hablo por mandato del Señor, por cuyo temor no callo. Pues, ¿quién preferiría callar y no dar cuenta de vosotros? No. Ya que aceptamos la carga, ni podemos ni debemos sacudirla de nuestros hombros." Escuchasteis, hermanos, cuando se leía la Carta a los Hebreos (Hb 13, 17)... ¿Cuándo velamos por vosotros con gozo? Cuando vemos a los hombres progresar por el camino de la palabra de Dios. ¿Cuándo trabaja con alegría el labrador en su campo? Cuando mira el árbol y ve sus frutos; cuando mira la cosecha y ve la abundancia cosechada en la era. No fue en vano su trabajo, no dobló los riñones en vano, no fue inútil el que sus manos estén encallecidas, no resultó inútil el frío y el calor soportado..." Pues a los superiores les conviene entristecerse a causa de vuestras maldades. Esa misma tristeza a ellos les resulta provechosa; pero a vosotros no os conviene... No queremos nada que nos convenga a nosotros, si no os conviene también a vosotros. Por tanto, hermanos, hagamos el bien al mismo tiempo en el campo del Señor, para que disfrutemos juntos de la recompensa " (Sermón 82, 15).-La vida cristiana, y concretamente el ministerio pastoral, puede implicar no pocas penalidades. Pero todas las sobrellevamos con buen ánimo, fiados en Cristo, el Buen Pastor, y por eso cantamos con el Salmo 22: " El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar, en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo... Preparas una mesa ante mí [la Eucaristía]... Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida. Habitaré en la Casa del Señor por años sin términos ".

Años pares

1R 3, 4-13: Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo. En respuesta a la desinteresada oración de Salomón, Dios promete al nuevo rey la sabiduría, junto con la riqueza y la gloria. Una vez más se manifiesta el gran poder de la oración. Así lo enseña San Juan Crisóstomo:" La oración es luz del alma, verdadero conocimiento de Dios, mediadora entre Dios y los hombres. Por ella, nuestro espíritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios con abrazos inefables; por ella nuestro espíritu espera el cumplimiento de sus propios anhelos, y recibe unos bienes que superan todo lo material y visible " (Homilía 6 sobre la oración).Y Orígenes:" Quien siempre ora, es siempre escuchado " (Tratado sobre la oración 13).-La oración del joven rey Salomón, pidiendo a Dios inteligencia y prudencia para saber gobernar, nos hace cantar las maravillas de la ley del Señor con el Salmo 118, 9-14: " Enséñame, Señor, tus leyes, ¿Cómo podrá un joven andar honestamente? Cumpliendo tus palabras. Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra Ti. Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes. Mis labios van enumerando los mandamientos de tu boca. Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas ". El cumplimiento de la voluntad de Dios es la norma de la sabiduría y de la prudencia. Observar sus mandatos es causa de alegría y fuente de la más alta riqueza.

Evangelio

Mc 6, 30-34: Jesús sintió lástima de la muchedumbre, viendo que andaban como ovejas sin pastor. Esta visión tan angustiosa del Corazón de Cristo le lleva a hacerse Él mismo Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas. Y el distintivo del Pastor bueno es su abnegada e incansable solicitud por el rebaño. Así escribe San Gregorio de Nisa:" ¿Dónde pastoreas, Pastor Bueno, Tú que cargas sobre tus hombros a toda la grey? Toda la humanidad que cargaste sobre tus hombros, es, en efecto, como una sola oveja. Muéstrame el lugar de tu reposo, guíame hasta el pasto nutritivo; llámame por mi nombre, para que yo escuche tu voz y tu voz me dé la vida eterna... Enséñame, pues -dice el sagrado texto-, dónde pastoreas, para que yo pueda hallar los pastos saludables y saciarme del alimento celestial, que es necesario comer para entrar en la vida eterna; para que pueda allí mismo acudir a la fuente y aplicar mis labios a la bebida divina que brota de tu costado, fuente de agua abierta por la lanza, que se ha convertido para todos los que de ella beben en "un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna" (Jn 4, 14)." Si de tal modo me pastoreas, me harás recostar al mediodía, sestearé en paz y descansaré bajo la luz, sin mezcla de sombra... Enséñame, pues, cómo tengo que recostarme y pacer, y cuál es el camino del reposo a mediodía, no sea que, por ignorancia, me sustraiga de tu guía y me junte a un rebaño que no sea el tuyo " (Homilía 2 sobre el Cantar de los Cantares).