5ª semana del Tiempo Ordinario, martes

Años impares

Gn 1, 20-2, 4: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. La obra de Dios llega a su culmen en la creación del hombre. El Señor, por una decisión especial, lo hace a su imagen y lo establece como rey de la creación. Comenta San Agustín:" Amadísimos, mucho nos insiste Dios en la unidad entre todos. Fijáos bien en que al principio de la creación, cuando hizo todas las cosas, los astros en el firmamento y en la tierra las hierbas y los árboles, Dios dijo: "produzca la tierra, y aparecieron los árboles y cuanto verdea"... Pero llegó a la creación del hombre, y creó solo uno, y de ese uno, todo el género humano. Y ni siquiera quiso hacer dos, varón y mujer, por separado, sino uno solo, y de ese primer hombre hizo una sola mujer." ¿Por qué así? ¿Por qué el género humano tomó comienzo de un solo hombre, sino porque así se intima la unidad del género humano? También Cristo, el Señor, nació de solo una mujer, pues la unidad es virginal: conserva la unidad y se mantiene incorruptible " (Sermón 268, 3).-Entre todas las obras de la creación sobresale el hombre. Así lo proclamamos con el Salmo 8: " ¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies ".

Años pares

1R 8, 22-23.27-30: Dios no puede ser encerrado en un lugar, por muy digno que éste sea. Dios lo trasciende todo. Salomón suplica al Señor que escuche benigno las súplicas y oraciones que le dirija su pueblo en el Templo. Clemente de Alejandría escribe:" Dice Juan el apóstol, refiriéndose al invisible e inexpresable seno de Dios: "a Dios nadie le vio jamás, pero el Dios unigénito, que está en el seno del Padre, éste lo manifestó" (Jn 1, 18). Por eso algunos lo llamaron Abismo, pues aunque abarcando y conteniendo en su seno todas las cosas, es en sí mismo ininvestigable e interminable." Que Dios es sumamente difícil de aprehender se muestra en el discurso siguiente: si la causa primera de cualquier cosa es difícil de descubrir, la causa absoluta y suprema y más originaria, siendo la causa de la generación y de la continuada existencia de todas las demás cosas, será muy difícil de describir. Porque, ¿cómo podrá ser expresable lo que no es ni género ni diferencia, ni especie, ni individuo, ni número, así como tampoco accidente o sujeto de accidentes?" No se le puede llamar adecuadamente el Todo, porque el todo se aplica a lo extenso, y Él es más bien el Padre de todo. Ni se puede decir que tenga partes, porque lo Uno es indivisible, y por ello es también infinito, no en el sentido de que sea ininvestigable al pensamiento, sino en el de que no tiene extensión o límites. Como consecuencia, no tiene forma ni nombre. Y aunque a veces le demos nombres, estos no se aplican en el sentido estricto: cuando le llamamos Uno, Bien, Inteligencia, Ser en sí, Padre, Dios, Creador, Señor, no le damos propiamente un nombre, sino que, no pudiendo hacer otra cosa, hemos de usar esas apelaciones honoríficas a fin de que nuestra mente pueda fijarse en algo y no ande errante en cualquier cosa. Cada una de estas apelaciones no es capaz de designar a Dios, aunque tomadas todas ellas en su conjunto muestran la potencia del Omnipotente." Las descripciones de una cosa se dicen con referencia a las cualidades de la misma, o a las relaciones de ésta con otras; pero nada de esto puede aplicarse a Dios. Dios no puede ser aprehendido por ciencia demostrativa, porque ésta se basa en verdades previas y ya conocidas, pero nada es previo al que es ingénito. Sólo resta que el Desconocido llegue a ser conocido por la gracia divina y por la Palabra que de Él procede " (Stromata 5, 12, 81).-Dios, que no cabe en el cielo ni en la tierra, ha querido manifestar algo de su gloria en el antiguo templo de Jerusalén, y de un modo más especial en nuestras iglesias, con la Eucaristía. El Salmo 83 nos ofrece ideas sublimes sobre esta realidad: " ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor; mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una casa y la golondrina un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Fíjate, oh Dios, en nuestro escudo, mira el rostro de tu Ungido. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados ".Todo esto se realiza más exactamente en nuestras iglesias, con la presencia real de Cristo Sacramentado, con la celebración de la Eucaristía y los demás sacramentos, con la oración litúrgica y extralitúrgica.

Evangelio

Mc 7, 1-13: Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres. La base de la religiosidad está en la limpieza del corazón, en el amor al Padre y en la expresión de este amor en la convivencia humana. Dice San Juan Crisóstomo:" Cuando escribas y fariseos quieren presentar a los discípulos como transgresores de la ley, Él les demuestra que son ellos los verdaderos transgresores, mientras que sus discípulos están exentos de toda culpa. Porque no es ley lo que los hombres ordenan. De ahí que Él la llama "tradición", y tradición de hombres transgresores de "la ley". Y como no lavarse las manos no era realmente contrario a la ley, les saca a relucir otra tradición de ellos que era francamente opuesta a ella. De este modo viene a decirles que, bajo apariencia de religión, ellos enseñaban a los jóvenes a despreciar a sus padres..." Habiendo, pues, demostrado el Señor a escribas y fariseos que estaban acusando sin razón [a sus discípulos] de transgredir la tradición de los ancianos -ellos, que pisoteaban la ley de Dios-, les demuestra ahora lo mismo por el testimonio del profeta. Ya les había rebatido fuertemente, y ahora prosigue adelante. Es lo que hace siempre, aduciendo también el testimonio de las Escrituras, y demostrando de este modo su perfecto acuerdo con Dios." ¿Y qué es lo que dice el profeta? "Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí" (Is 29, 13). ¡Mirad con qué precisión concuerda la profecía con las palabras del Señor, y cómo ya desde antiguo denuncia la maldad de escribas y fariseos! " (Homilías sobre San Mateo 51, 2).