– Tb 11, 5-17: Si antes me castigaste, ahora me has salvado y puedo ver a mi hijo. Regresa el hijo de Tobías con su esposa. Sanación del padre. Acción de gracias. El hombre justo, que vive siempre alabando a Dios, proclama que es el Señor quien castiga y quien salva, y permanece en una continua acción de gracias. Escribe Casiano:" Cuando el alma recuerda los beneficios que antaño recibió de Dios, y considera aquellas gracias de que la colma en el presente, o cuando dirige su mirada al porvenir, sobre la infinita recompensa que prepara el Señor a quienes le aman, le da gracias en medio de transportes de alegría " (Colaciones 9).Y San León Magno:" El cielo y la tierra, el mar y todo cuanto hay en ellos, nos hablan de la bondad y omnipotencia del que los ha creado, y la admirable belleza de los elementos puestos a nuestro servicio exige de la criatura racional el justo tributo de la acción de gracias " (Sermón 44, 1).En la Santa Misa es donde se da a Dios por sus beneficios una acción de gracias de valor infinito y que a Él le complace.-Sentimos diariamente el cuidado amoroso de Dios en nuestra vida. Esto despierta nuestra alma a una inefable alabanza, que ahora hacemos con el Salmo 145: " Alaba, alma mía, al Señor; alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. Él mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza los que se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda, y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad ".
– 2Tm 3, 10-17: El que se propone vivir como buen cristiano será perseguido. San Pablo recuerda sus propios sufrimientos por Cristo, y exhorta una vez más a guardar fidelidad, buscando fuerza en la lectura de las Sagradas Escrituras. La vida cristiana ha de estar sellada con el signo de la cruz, que es su mayor garantía de autenticidad. Una vida que camina hacia la perfección pasará necesariamente por el trance de la persecución. Pero el yugo del Señor es suave y su carga ligera (Mt 11, 30). Comenta San Agustín:" Observen que los que aceptaron ese yugo con cerviz intrépida, y aceptaron esa carga con hombros magnánimos, se ven probados por tantas dificultades de este siglo, que no parecen llamados del trabajo al descanso, sino del descanso al trabajo. Por eso el Apóstol dice: "todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo, padecerán persecución" (2Tm 3, 12). Dirá, pues, alguno: "¿y cómo entonces es suave el yugo y la carga leve, puesto que el llevar ese yugo y esa carga no es otra cosa que vivir piadosamente en Cristo?... Bajo ese yugo suave y esa carga leve, oímos decir al Apóstol: "en todo nos comportamos como ministros de Dios, con mucha paciencia, en tribulaciones, necesidades, angustias, golpes" (2Co 6, 4)." Pues bien, todas esas asperezas y quebrantos que cita las padeció con frecuencia y abundancia, pero le asistía el Espíritu Santo, y éste, en la corrupción del hombre exterior, renovaba al interior de día en día, y le daba a gustar el reposo espiritual en la abundancia de las delicias de Dios, suavizando todo lo presente en la esperanza de la bienaventuranza futura y aligerando todo lo pesado. He ahí cómo llevaba el suave yugo de Cristo y la carga leve " (Sermón 70, 1-2).-El Salmo 118 nos enseña que los mandatos del Señor son motivo de paz y de sosiego en medio de las tribulaciones: " Muchos son los enemigos que me persiguen, pero yo no me aparto de tus preceptos. El compendio de tu palabra es la verdad, y tus justos juicios son eternos. Los nobles me perseguían sin motivo, pero mi corazón respetaba tus palabras. Mucha paz tienen los que aman tus leyes y nada los hace tropezar. Aguardo tu salvación, Señor, y cumplo tus mandatos. Guardo tus decretos y tú tienes presentes mis caminos ".
–Mc 12, 35-37: ¿Cómo dicen que el Mesías es hijo de David? Si Cristo está sentado a la derecha del Padre, eso significa que es divino, de la misma naturaleza del Padre. Y Cristo, en efecto, es Hijo de Dios, pues David en el Salmo 109 lo llama " su Señor ". San León Magno dice:El Verbo divino, " aunque hizo suya nuestra misma debilidad, no por esto se hizo partícipe de nuestros pecados. Tomó la condición de esclavo, pero libre de la malicia del pecado, ennobleciendo nuestra humanidad sin mermar su divinidad, porque aquel anonadamiento suyo fue una dignación de su misericordia, no una falta de poder. Por tanto, el mismo que, permaneciendo en su condición divina, hizo al hombre, es el mismo que se hace hombre, tomando la condición de esclavo " (Carta 28, 3-4).