12ª semana del Tiempo Ordinario, martes

Años impares

Gn 13, 2.5-18: No haya disputas entre nosotros dos, pues somos hermanos. Un vez que Abrahán se separó de Lot, Dios le prometió una numerosa descendencia junto con la posesión del país en que reposa ". San Jerónimo exhorta también:

" Así, pues, te ruego y te aconsejo con afecto de padre: ya que has dejado Sodoma para caminar presuroso hacia los montes, no mires a tu espalda, no sueltes la mancera del arado, ni el borde del vestido del Salvador, ni sus cabellos húmedos con el rocío de la noche; nada entonces de lo que has logrado asir permitas se te escape, ni bajes tampoco del tejado de las virtudes a buscar los vestidos antiguos, no te vuelvas del campo a la ciudad, no ames como Lot los parajes llanos y amenos (Gn 13, 10), que no son regados por el cielo, como la tierra santa, sino por el turbulento río Jordán después de haber perdido la dulzura de sus aguas mezclándose con el mar Muerto " (Carta 71, 1 a Lucinio).

– En el Salmo 14 encontramos un código moral del que aspira a vivir en la intimidad con Dios en el santuario de Jerusalén: " Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda? El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal al prójimo ni di-fama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará ".

No se insiste en las purezas rituales, sino en las condiciones morales del corazón.

El Nuevo Testamento nos manifiesta que la Humanidad de Cristo es el templo de Dios. Es la tienda y el monte santo en la que Dios ha fijado su morada en medio de los hombres. Hemos de tener las virtudes necesarias para entrar en ese santuario, principalmente las obras de caridad, como lo indica el Salmo.

Años pares

2R 19, 9-11.14-21.31-36: Yo escudaré a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David. El reino de Judá no se libra del peligro de la invasión, pero la oración del rey Ezequías es acogida: El profeta Isaías le anuncia la partida inminente del enemigo y la próxima liberación de Jerusalén. Es grande el poder de la oración, como ya lo hemos expresado en diversas ocasiones. He aquí un bello texto de San Gregorio Magno:

" La mente del que pide suele reaccionar de forma diferente a la mente de Aquel a quien se dirige la petición, por eso las almas de los santos ponen su morada en el seno secreto e interior de Dios, encontrando descanso en él. ¿Cómo es posible, entonces, que se diga que clamaban si sabemos que su voluntad no discrepa en nada de la de Dios? ¿Cómo es posible que eleven su petición, si sabemos con certeza que no ignoran ni la voluntad de Dios ni lo que sucederá en el futuro?

" Se dice que presentan peticiones, aun viviendo en Él, no porque deseen algo en desacuerdo con la voluntad que conocen, sino porque cuanto más ardientemente se unen a Él con la mente tanto más reciben de Él el deseo de seguir pidiendo lo que ya saben que se les va a conceder. De Él beben lo que les hace estar más sedientos de Él, y, de forma aún incomprensible para nosotros, se sacian pregustando eso mismo que al ser pedido aumenta el hambre. No estarían de acuerdo con la voluntad del Creador si no pidieran lo que Él quiere que vean, y se unirían menos a Él si demandaran de mala gana lo que Él quiere darles " (Morales sobre Job lib. II,11).

– Con el Salmo 47 proclamamos: " Dios ha fundado su ciudad para siempre. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios. Su Monte Santo, una altura hermosa, alegría de toda la tierra. El monte Sión, vértice del cielo, ciudad del gran rey. Entre sus palacios, Dios descuella como un alcázar. Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo: como tu renombre, oh Dios, tu alabanza llega al confín de la tierra; tu diestra está llena de justicia ".

El salmista ha celebrado la grandeza de Dios en el momento del peligro. Se diría que deseaba reproducir la oración de Ezequías. La grandeza de Dios se ha manifestado en la Iglesia: Ella es su ciudad santa construida sobre el Monte santo que es Cristo. En ella elevamos a Dios nuestras súplicas y ella misma ora por todos los hombres principalmente en su liturgia sagrada.

Evangelio

Mt 7, 6, 12-14: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Es la regla de oro de la buena concordia social y cristiana. San Agustín dice:

" "Lo que no quieres que te hagan, no lo hagas tú a otro" (Tb 4, 16; Mt 7, 12). Antes de darse la ley, a nadie se permitió ignorar esto que decimos, para que así tuviesen modo de juzgar aquellos a quienes no se había dado la ley. Pero, para que los hombres no tratase de obtener algo que les faltaba, se escribió en tablas lo que no leían en los corazones. Tenían escrita la ley, pero no querían leer... Pero como los hombres, apeteciendo las cosas externas, se apartaron de sí mismos, se dio la ley escrita; no porque no estuviese escrita ya en los corazones, sino porque, habiendo huido tú de tu corazón, debías ser acogido por Aquel que está en todas partes y devuelto al interior de ti mismo " (Comentario al Salmo 57, 1).

Con respecto a otros temas de esa lectura evangélica, el mismo San Agustín comenta el respeto que hemos de tener por lo sagrado. No dar lo santo a los perros ni las piedras preciosas a los puercos.

" Perros son los que ladran calumniosamente; puercos son los manchados con el lodo de los placeres sensuales. No seamos ni perros ni puercos para merecer que el Señor nos llame hijos " (Sermón 60,A,4).

La defensa de lo sagrado nos urge siempre; no podemos participar en la liturgia santa con malas disposiciones del alma. Y se han de realizar las ceremonias sagradas tal como lo ha prescrito la competente jerarquía de la Iglesia. " Con temblor y fe " decía una antigua antífona litúrgica.