14ª semana del Tiempo Ordinario, lunes

Años impares

Gn 28, 10-22: Vio una escalinata y a ángeles de Dios que subían y bajaban y a Dios que hablaba. Es el sueño de Jacob: una escalera que une el cielo y la tierra. Dios renueva sus promesas. Explica San Agustín:

" Cuando Jacob ungió la piedra que había puesto como cabecera para dormir, ocasión en la que tuvo un gran sueño, es decir, unas escaleras que llegaban de la tierra al cielo y a unos ángeles que bajaban y subían por ellas, apoyándose sobre las mismas el Señor, comprendió que debía simbolizar algo; con el gesto de la unción nos manifiesta que él no fue ajeno a la comprensión de aquella visión y revelación: la piedra simbolizaba a Cristo. No te extrañe de la unción, puesto que Cristo recibió este nombre de ella " (Sermón 89, 5).

Y añade en otro texto:

" Él, en efecto, es la Piedra rechazada por los edificadores, que vino a ser cabeza de esquina... Se tropezó contra la Piedra en la tierra, y vendrá de arriba cuando llegue de las alturas para juzgar a vivir y muertos. ¡Ay de los judíos por haber tropezado en Cristo, cuando era un pobre canto rodado!... ¡Insensato! ¡Te ríes de ver la piedra en el suelo! Mas te ríes por estar ciego, y, por estar ciego, tropiezas, y porque tropiezas, te haces añicos, y hecho añicos caiga sobre ti para reducirte a polvo. ¿Ungió, pues, Jacob la piedra para convertirla en ídolo? No; para convertirla en símbolo " (Sermón 122, 2).

– Con el Salmo 90 decimos: " Dios mío, confío en ti ". Se trata de un himno triunfal de la confianza en Dios. Es una especie de tratado sobre la Providencia manifestada amorosamente en aquellos que confían en Dios, como lo fue con Jacob, cuando salió de Bersaba y se dirigió a Harán. Dios es fiel a sus promesas y ampara a sus elegidos. De modo especial hay que ver este salmo cumplido en Cristo: "Él habita al amparo del Altísimo y se confió totalmente en las manos del Padre". Los versos 11-12 se aplican a Cristo (cf. Mt 4, 6).

Estos sentimientos de Cristo han pasado a los miembros de su Cuerpo místico, a la Iglesia que, no obstante las persecuciones, los obstáculos y las contradicciones triunfará. " Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella ". Lo mismo también a los cristianos a los que se refiere también este Salmo. Ellos confían plenamente en Dios a pesar de las pruebas y dificultades. Nos sugiere este Salmo el abandono confiado en las manos del Señor, el cual, por otra parte, no nos impide actuar de modo responsable y poner de nuestra parte todo lo que podamos.

Años pares

Os 2, 14-16.19-20: Me casaré contigo en matrimonio perpetuo. El próximo exilio es comparado por el profeta como un retorno al desierto. Israel volverá a encontrar el amor de su primera juventud en la fidelidad al amor de Dios.

" Todo lo que está escrito son misterios, porque Cristo quiere también desposarse contigo, ya que te habla por el profeta diciendo: Te desposaré conmigo para siempre, te desposaré en la fe y en la misericordia, y conocerás al Señor " (Os 2, 19).

Yavé se presenta aquí como un Esposo que ha atraído a su infiel esposa, Israel, y la lleva al desierto, aislándola de las influencias paganas de la vida sedentaria de Canaán. La vida sencilla de Israel en las peregrinaciones por las estepas del Sinaí era nostálgicamente recordada por los profetas como la época ideal de la historia de Israel, pues en el " desierto " Israel, totalmente impotente, vivía de la providencia especialísima de su Dios. Toda la perícopa es un símbolo de la íntima unión con su pueblo, con la Iglesia, con las almas que han llegado a un grado elevado en la vida interior, como nos lo describen los autores místicos: " Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada " (Jn 14, 21). A esto hemos de aspirar todos.

– Con el Salmo 144 proclamamos: " el Señor es clemente y misericordioso ". El salmista tiene necesidad de bendecir y alabar al Señor por siempre jamás y el alma que ha llegado a una unión tan íntima con Dios también siente la misma necesidad. La alabanza que brota al contacto con Dios vivo, despierta al hombre entero y lo arrastra a una renovación de vida. El hombre, para alabar a Dios, se entrega con todo su ser. La alabanza, si es sincera, es incesante, es explosión de vida. Pero son los corazones rectos, los humildes, los que pueden comprender la grandeza de Dios y entonar sus alabanzas. Alabar a Dios es exaltarlo, magnificarlo, es reconocer su superioridad única, ya que es el que habita en lo más alto de los cielos, puesto que es el Santo. La alabanza brota de la conciencia exultante por esta santidad de Dios, que el alma ha percibido en la unión transformante con Él y a la vez esta exultación muy pura y muy religiosa une más profundamente con Dios.

Evangelio

Mt 9, 18-26: Mi hija acaba de morir. Pero ven Tú y vivirá. Jesús es la Vida por excelencia y la da. San Juan Crisóstomo dice:

" Considerad, os ruego, no sólo la resurrección, sino el mandato que da el Señor de no decir nada a nadie. Y aprendamos siempre la lección que nos da de humildad y de modestia. Después de esto, pensemos también que el Señor echó fuera a toda aquella chusma del duelo y los declaró indignos de presenciar el milagro de la resurrección de la niña. Por vuestra parte, no os salgáis con los tañedores de flauta, sino quedaos dentro juntamente con Pedro, con Juan y con Santiago. Porque, si entonces arrojó afuera a aquéllos, mucho más los arrojará ahora. Entonces no era aún claro que la muerte fuera sólo un sueño; mas ahora esta verdad es más clara que el sol.. Mas, ¿me objetas que el Señor no ha resucitado ahora a tu hija? Pero la resucitará con absoluta certeza y con más gloria que ahora. La hija del presidente de la sinagoga, después de resucitar, volvió otra vez a morir; mas la tuya, cuando resucite, permanecerá inmortal para siempre. Nadie haga, pues, duelo, nadie se lamente y rebaje así la gloria de Cristo. Porque Cristo ha vencido a la muerte. ¿A qué, pues, lamentarse inútilmente? La muerte se ha convertido en un sueño " (Homilía 31, 3, sobre San Mateo).