14ª semana del Tiempo Ordinario, viernes

Años impares

Gn 46, 1-7.28-30: Puedo morir después de haberte visto en persona. Jacob invitado a ir a Egipto por su hijo José, accede a instalarse allí con toda su familia. Con expresiones, que recuerdan el canto de Simeón, expresa su alegría por haber vuelto a ver a su hijo José.

Lo principal de este relato es que la emigración del patriarca depositario de la promesa de la tierra no es contraria al compromiso de Dios, sino que constituye la etapa necesaria de sufrimiento y de prueba antes del cumplimiento de las promesas de abundancia.

No obstante las pruebas, los sufrimientos, las amarguras y contrariedades. " Dios es quien salva a los justos ", como se dice en el Salmo responsorial.

– Salmo 36: " confía en el Señor y haz el bien... El Señor vela por los días de los buenos y su herencia durará siempre ". Todo el Salmo es una exhortación sapiencial sobre la suerte del justo y del malvado.

Frente a la concepción más o menos difusa de muchos creyentes, que confunden la religión con una especie de " seguro de vida ", el salmista pone su confianza en Dios. Su gran tesoro es poseer a Dios. Todo lo demás es accesorio. El Salmo está abierto a perspectivas mucho más amplias que las meramente sociológicas. Perspectivas profundas, pero reales, que serán puestas en toda su luz por la predicación de Cristo.

Un significado muy preciso tienen las expresiones del Salmo a la luz del misterio de Cristo. Él, el inocente, el justo por excelencia, ha aparecido en medio de nosotros pobre, humilde, perseguido por los impíos, varón de dolores, abandonado en la cruz (Sal 21, 2; Mt 27, 46). Sobre Él han caído los sufrimientos de todos nosotros. Mas en Él y en su vida, el sufrimiento de los justos se ha revelado como un misterio de salvación. Pero el camino recorrido por Cristo hacia el Calvario conduce a la derecha del Padre en la gloria celeste. La Cruz ha venido a ser el árbol de la vida. Con estas consideraciones podemos escuchar las sentencias del Salmo 36 como una exhortación de Cristo a la Iglesia. Parecen como una anticipación de las bienaventuranzas evangélicas. Recordemos la parábola del rico Epulón y Lázaro.

Años pares

Os 14, 2-10: No volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. El profeta exhorta a un retorno sincero a Dios. El pueblo responde favorablemente y Dios lo premia.

Hay que reconocer que la conversión del pueblo no es apenas desinteresada. El que Israel vuela a Dios obedece en gran parte a la búsqueda apasionada de la dicha y la abundancia. Esta mentalidad es ciertamente peligrosa cuando sólo se mira el interés. Existe ciertamente un actitud legítima de la recompensa por la obra buena hecha, con la gracia de Dios, cuando sobre todo se busca a Dios y no el premio. Ya lo dijo el poeta:

" No me tienes que dar porque te quiera, porque, aunque espero, no esperara, lo mismo que te quiero, te quisiera ".

El cristiano se convierte a Dios y se agrega al pueblo de convertidos que es la Iglesia, para ser beneficiario de la realización del plan de Dios sobre la humanidad y para permitir también a todos los recursos humanos de desplegarse correctamente a partir de su foco y su fuente: la presencia de Dios que anima a todas las cosas.

– En el responsorio rezamos el Salmo 50, que bien podemos llamarlo Salmo de la conversión, del arrepentimiento y de la penitencia. Pocos salmos como éste han servido para expresar los sentimientos de la humanidad pecadora ante Dios. Generaciones de la humanidad han encontrado en él el camino que conduce a la Casa del Padre, la gracia de una purificación que no puede venir sino de la palabra de Dios y de la alegría de la amistad con Él:

" Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa... Oh Dios, crea en mí un corazón puro... Devuélveme la alegría de tu salvación... Mi boca proclamará tu alabanza, Señor ".

Evangelio

Mt 10, 16-23: No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de nuestro Padre. Jesús anuncia las persecuciones que aguardan a sus discípulos. No deben temer, pues contarán con la ayuda de la asistencia del Espíritu de su Padre. San Agustín trata muchas veces de este pasaje evangélico:

" Ved cómo nuestro Señor Jesucristo modela a sus mártires con su disciplina. "Os envío, dice, como ovejas en medio de lobos" (Mt 10, 16). Ved lo que hace un solo lobo que venga en medio de muchas ovejas. Por muchos millares de ovejas que sean, enviado un lobo en medio de ellas, se espantan y, si no todas son degolladas, todas, al menos, se aterrorizan. ¿Qué razón había, qué intención, qué poder o divinidad para no enviar el lobo a las ovejas, sino las ovejas en medio de lobos? No dijo al confín con los lobos, sino en medio de los lobos.

" Había, pues, un rebaño de lobos: las ovejas eran pocas, para que fueran muchos lobos para dar muerte a pocas ovejas. Los lobos se convirtieron y se transformaron en ovejas... "Seréis odiados por todos los pueblos a causa de mi nombre" (Mt 10, 22). Se predijo para el futuro una iglesia extendida por todos los pueblos. Como leemos que fue prometida, así la vemos realizada. Todos los pueblos son cristianos y al mismo tiempo no cristianos. El trigo al igual que la cizaña, se halla extendido por todo el campo. Por tanto, cuando escuchéis de boca de nuestro Señor Jesucristo: seréis odiados por todos los pueblos a causa de mi nombre, escuchadlo como trigo que sois, pues está dicho para el trigo... ¡Oh pueblos todos cristianos, oh semillas católicas extendidas por todo el orbe, pensad en vosotros mismos y veréis que todos los pueblos os odian por el nombre de Cristo! " (Sermón 64, 1).