– Ex 20, 1-17: La ley se dio por medio de Moisés. Dios entregó a Moisés la ley en el monte Sinaí, en ella figuran los diez mandamientos. Cristo dijo que no vi-no a abolir la ley sino a perfeccionarla con la promulgación del programa que lleva al Reino de los cielos.
El interés del Decálogo no radica sólo en su contenido, sino ante todo en su forma. No dimana del derecho natural o del simple fenómeno étnico. Ante todo es la expresión de la voluntad de Dios. Esa es también la base de la moral cristiana. El comportamiento nace en un mandamiento de Dios que abarca los diez preceptos que se reducen al amor a Dios y al prójimo. Para el cristiano la moral natural es recibida por su yo más profundo, es decir, el que vive con Dios que se revela en Jesucristo. Todo hemos de verlo a lo que dice el Señor de Sí mismo: " Yo soy el Señor tu Dios, un Dios celoso " (Ex 20, 5). Orígenes dice:
" Ved la bondad de Dios; para instruirnos y hacernos perfectos no teme asumir la debilidad de las pasiones humanas. Entendiendo de hablar de un Dios celoso, ¿quién no se admirará en seguida viendo en ello un defecto de la humana debilidad? Pero Dios lo hace todo y lo sufre todo por nosotros y, para instruirnos, Él pone en su lenguaje las pasiones que nos son conocidas y familiares. Ved, pues, lo que Él quiere decir con esta palabra: "Dios celoso" (Homilía 8, 5 sobre el Éxodo).
– Como canto a la ley del Señor es adecuado el Salmo 18: " Señor, Tú tienes palabras de vida eterna. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulce que la miel de un panal que destila ".
– Jr 3, 14-17: Os daré pastores conforme a mi Corazón; esperarán en Jerusalén todas las naciones. Restauración del reino de Judá e Israel. En la nueva era mesiánica no será necesaria la presencia del arca, como símbolo de la presencia de Yavé. Ahora toda la ciudad de Jerusalén podrá ser llamada trono de Yavé, porque Dios se hará sentir plenamente en ella. Es más esta nueva Jerusalén será el punto de convergencia de todos los pueblos. Tenemos reflejado aquí el universalismo mesiánico, como aparece también en Isaías y en Miqueas. El profeta presenta una nueva religión basada no en lo puramente externo, sino vinculada al corazón como punto de arranque. Es bien claro la alusión a los tiempos de Cristo con su culto litúrgico, centrado principalmente en la Eucaristía.
– Como salmo responsorial se han escogido algunos versos del capítulo 31 de Jeremías, que es una invitación a celebrar el retorno glorioso de Israel, la primera de las naciones en cuanto que ha sido escogida por Dios como heredad particular para que participara de sus beneficios materiales y espirituales. Se invita a la naciones a oír la palabra de Yavé y a que la den a conocer en las islas remotas: " El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como pastor a su rebaño. Porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte. Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor. Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos; convertiré en gozo su tristeza, los alegraré y aliviaré sus penas ".
– Mt 13, 18-23: El que escucha la palabra y la entiende ése dará fruto. Explicación de la parábola del sembrador. El reino de Dios comienza ya aquí abajo con las palabras sublimes, y al mismo tiempo sencillas, de Cristo. La acogida que se dé en el espíritu nos convertirán en ciudadanos del Reino.
Jesús se plantea el problema de los fracasos y de las resistencias que se oponen a su mensaje: ceguera de los escribas, entusiasmo superficial de las masas, desconfianza de los parientes, dureza de corazón, afición a las cosas del mundo, a las riquezas, a los honores, al poder. Pretende dar un sentido a esta incomprensión y lo descubre en la oposición entre el trabajo casi infructuoso del sembrador y la rica cosecha que se recogerá en el tiempo oportuno. Jesús piensa en su misión difícil y la analiza a la luz del juicio que se acerca. Dificultades las tuvo Cristo y las ha tenido la Iglesia en toda su historia, pero también ubérrimos frutos de santidad. San Efrén comenta:
" ¿Quién es capaz, Señor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos. Porque la palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de los que la estudian. El Señor pintó con multiplicidad de colores su palabra, para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que más le plazca. Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos que concentrara su reflexión " (Comentario al Diatésaron 1, 18).