– Ex 34, 29-35: Al ver el rostro iluminado de Moisés no se atrevieron a acercarse a él. San Pablo alude a esto en su carta segunda a los Corintios 2Co 3, 18: en la nueva Alianza, los discípulos reflejan como en un espejo la gloria del transformado en su misma imagen. Moisés aparece como un hombre de Dios, capaz de un acercamiento especial con Yavé y su misterio y sembrando con ello su misión de mediador. Comenta San Juan Crisóstomo:
" El cristiano, purificado por el Espíritu Santo en el sacramento de la regeneración es transformado, según la expresión del Apóstol, en imagen del mismo Jesucristo. No solamente contempla la gloria del Señor, sino que toma para sí mismo algunos rasgos de esta gloria divina... El alma regenerada por el Espíritu Santo recibe y difunde a su alrededor el resplandor de la gloria celeste que le ha sido comunicado " (Homilía sobre 2 Cor,7).
– Rezamos con el Salmo 98: " Santo eres, Señor, Dios nuestro... Moisés y Aarón, con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor y Él respondía. Dios les hablaba desde la columna de nube, oyeron sus mandatos y la ley que les dio ".
Ciertamente, Moisés, Aarón y Samuel fueron tres grandes siervos de Dios que tuvieron con Él una gran intimidad; pero el cristiano tiene un privilegio mayor y es que puede conocer a Dios trascendente en la Persona de Cristo, como dice San Juan: " A Dios nadie le vio jamás, Dios unigénito que está en el seno del Padre, Ése lo ha dado a conocer " (Jn 1, 18).
– Jr 15, 10.16-21: ¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga? Si vuelves, estarás en mi presencia. Jeremías manifiesta su gran amargura y sufrimiento, por las contradicciones que tiene que soportar. Dios lo consuela y responde a sus plegarias prometiéndole una gran fuerza para continuar su misión profética.
Poner fin a la duda negando a Dios o rompiendo los compromisos contraídos con Él no es digno del misterio de Dios. Es menester permanecer firmes en las noches oscuras del sentido y del espíritu y ver venir la luz, tener confianza en Dios y esperar que la solución vendrá sin duda alguna. Estar en vela como aquellos centinelas de que trata el profeta Isaías.
– Un canto que inspira confianza es el Salmo 58 y de él se han escogidos algunos versos como Salmo responsorial: " Dios es mi refugio en el peligro... líbrame de mi enemigo, protégeme de mis agresores, líbrame de los malhechores y de los hombres sanguinarios.. Porque Tú, oh Dios, eres mi Alcázar ". La verdadera felicidad del hombre sólo se encuentra en la fidelidad a Dios, que es Padre amoroso. Apartarse de Él, equivale a ir al dolor, a la angustia, a la muerte. Con Él tenemos seguridad en medio de los muchos peligros en que podemos encontrarnos y, de hecho, nos encontramos. Nada más doloroso que la pasión de Cristo, pero Él resucitó y está sentado a la derecha del Padre. A sus discípulos no les faltarán sufrimientos, pero del mismo modo también para ellos vendrán la gloria, la luz esplendorosa y el triunfo.
– Mt 13, 44-45: Vende todo lo que tiene y compra el campo. Son dos parábolas casi idénticas: perla y tesoro. Al hallar eso el buen mercader vende todo lo que tiene para comprar algo de mucho más valor. San Hilario de Poitiers escribe:
" Con la parábola del tesoro en el campo, Él muestra las riquezas de nuestra esperanza puesta en Él. Efectivamente, Dios ha sido encontrado en un hombre; para comprarlo deben ser vendidas todas las riquezas de este mundo. Así adquiriremos las riquezas eternas, el tesoro celestial, dando vestido, comida y bebida a quienes de ello tengan necesidad. Mas es necesario observar que el tesoro se ha encontrado escondido... El tesoro ha estado escondido porque debía ser comprado también el campo. En efecto, con el tesoro en el campo, como hemos dicho, se entiende Cristo encarnado, que se encuentra gratuitamente. La enseñanza de los Evangelios es de suyo completa. Pero no hay otro modo de utilizar y poseer este tesoro con el campo si no es pagando, ya que no se poseen las riquezas celestiales sin sacrificar el mundo " (Comentario al Evangelio de San Mateo 13, 7).
San Agustín dice que la piedra preciosa es la caridad:
" También vuestra sociedad es un negocio de cosas espirituales, para ser semejante a los mercaderes que buscan la piedra preciosa. Esta no es otra que la caridad, que será derramada en vuestros corazones por el Espíritu Santo que os será dado " (Sermón 212, 1).