17ª semana del Tiempo Ordinario, viernes

Años impares

Lv 23, 1.4-11.15-16.27.34-37: Asambleas litúrgicas en las solemnidades del Señor. Entre los judíos se encuentran estas solemnidades litúrgicas: Pascua y los Azimos, Pentecostés, Día de Expiación y Fiesta de la Tiendas.

Las fiestas para los israelitas tienen un sentido muy preciso que supera su origen. No se trata ya de una sumisión del hombre a la naturaleza, sino de su comunión con Dios en la realización de una historia de salvación. Las fiestas judías conmemoran las principales etapas de esta colaboración de la libertad de Dios con la del hombre en la construcción del mundo y en la orientación de su historia.

Con todo, esto no llegó a su plenitud sino con Jesucristo: Él es nuestra Pascua, nuestro Pan ázimo, nuestra Nueva Alianza, nuestra promesa de felicidad. Todas las fiestas cristianas son esencialmente los misterios de Cristo reactualizados sacramentalmente, por medio de los cuales nos ponemos en contacto con su Persona y recibimos su gracia para unirnos más a Él en el amor. Si esto desaparece la fiesta carece de sentido.

– Otra vez nos encontramos con el Salmo 80 para reflexionar sobre la lectura anterior. Esto indica la solemnidad con que comienza este himno, invitando a una alegría extraordinaria, acompañada con toda clase de instrumentos músicos, panderos, cítaras, arpas, trompetas... " Aclamad a Dios nuestra fuerza... Acompañad, tocad los panderos, las cítaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena que es nuestra fiesta, porque es una ley en Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para José al salir de la tierra de Egipto... " Todo esto tiene un gran sentido religioso, porque las fiestas litúrgicas han de ser una fuente de alegría, y una afirmación rotunda de la soberanía de Dios, el Dios único. Celebramos el comportamiento bienhechor y salvífico de Dios para con el hombre y que Él es el único que puede exigir el tributo de reverencia y sumisión del hombre.

Años pares

Jr 26, 1-9: El pueblo se juntó en el templo del Señor. Nueva exhortación de Jeremías para que el pueblo se mantenga fiel a la ley de Dios, de lo contrario le vendrá la ruina y desolación. Esta exhortación le acarrea la incomprensión y el castigo por parte de los hombres que no quieren salir de su pecado y tener espíritu para un culto de mente y corazón, interior y comprometido. Pero todo eso conduce al ateísmo, como lo indicó Pablo VI: " la secularización es un terreno fértil para el ateísmo " (19-III-1971). La Constitución conciliar Sacrosanctum concilium subraya más de diez veces el carácter sagrado de la liturgia y afirma que " es acción sagrada por excelencia ".

Evangelio

Mt 13, 54-58: ¿De dónde le viene a Cristo toda su doctrina? Es la pregunta que se hacían sus paisanos. Su doctrina y su autoridad hizo estallar de admiración a sus paisanos, pero era una admiración de escándalo. Conocían a sus familiares y sabían que el Mesías nadie sabría de dónde venía. Pero, por sus hechos y doctrina podían deducir que un mero hombre no podía hacerlos. Comenta San Jerónimo:

" Observa la necedad de los nazarenos: se preguntan asombrados de dónde le viene la sabiduría a la Sabiduría y de dónde el poder al Poder. El error es evidente; pensaban que era el hijo del carpintero... El error de los judíos es nuestra salvación y la condenación de los herejes. Hasta tal punto veían en Jesucristo el hombre que pensaban que era hijo de un carpintero. ¿Te asombras de que se equivoquen con respecto a sus hermanos cuando se equivocan con respecto al padre?

" La envidia hacia un conciudadano es casi natural. No consideran las obras actuales del hombre, sino que recuerdan la debilidad de su infancia, como si ellos mismos no hubieran alcanzado la edad madura por esas mismas etapas. No allí muchos milagros a causa de su incredulidad. No porque no pudiera hacer muchos milagros también para estos incrédulos, sino para no condenar, haciendo muchos, a sus conciudadanos incrédulos.

" Asimismo puede entenderse de otra manera que Jesús haya sido despreciado en su casa y en su patria, es decir, en el pueblo judío. Por eso hizo allí pocos milagros, para que no fueran totalmente inexcusables. Pero cada día hace signos más grandes entre los gentiles por medio de sus apóstoles, no tanto sanando los cuerpos como salvando las almas " (Comentario al Evangelio de Mateo 13, 53-58).