– Lv 25, 1.8-17: Año jubilar. Cada cincuenta años hay que celebrar un jubileo a las deudas. Jesús, comentando una página del profeta Isaías en la sinagoga de Nazaret, proclamará el año de gracia del Señor, que traerá el perdón de los pecados (Lc 4, 21). Será un año jubilar espiritual. Cristo enfoca su ministerio como un verdadero año jubilar. Lo pone de manifiesto en muchas ocasiones (Mt 11, 2-6; Lc 1, 77; cf. Ef 1, 7). Lo manifiesta de modo particular por su poder de perdonar los pecados, cosa que irrita a sus enemigos (Mt 9, 6). El ministerio público de Jesucristo será, en efecto, una serie ininterrumpida de liberaciones, curaciones, perdón de deudas y de pecados. Esto mismo confía a sus apóstoles y a sus sucesores: obispos y presbíteros. El sacramento de la penitencia es un gran regalo hecho por Cristo a su Iglesia. Hemos de acercarnos frecuentemente a él con verdadero espíritu, con dolor de haber ofendido a Dios, con arrepentimiento de todos los pecados.
– Esto debe movernos a dar gracias a Dios y alabarlo como se hace con el Salmo 66: " Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben... El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros... que canten de alegría las naciones... que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe ".
Es como el padrenuestro del Antiguo Testamento. Lo que se pretende con este Salmo es que Dios sea reconocido como Señor universal de toda la tierra. Es lo que pedimos en el padre ha mostrado al Padre. Rostro misericordioso y sereno que ilumina a cuantos creen en Él. En Cristo hemos conocido la benignidad de Dios, su infinita misericordia, siempre dispuesta al perdón. Todos los pueblos están llamados a dar gracias al Señor a alabarlo, porque a todos llama Él a la salvación y los hace partícipes de sus bendiciones.
– Jr 26, 11-16.24: El profeta enviado por Dios a predicar. No tiene temor alguno de confesar la misión para la que ha sido elegido por el Señor. Él es inocente. Es sólo instrumento escogido por Dios en favor de su pueblo.
Tres razones: Es profeta de Dios, sus palabras expresan la voluntad divina y esas palabras producirán no obstante la oposición y la contradicción de los hombres. Es lo mismo que siglos más tarde dirán los apóstoles y discípulos de Cristo. Esto mismo hemos de hacer hoy, aunque el mundo sea adverso a la doctrina del Evangelio y hemos de hacerlo con la palabra y el testimonio de una vida totalmente evangélica. Cristo y su Espíritu ayudan siempre, como lo vemos en tantos apóstoles santos, que proclaman sin cesar el mensaje salvador de Jesucristo, aunque por ello tengan que sufrir e incluso derramar su propia sangre.
– Oramos con el Salmo 68: " Escúchame, Señor, el día de tu favor... que no me hunda en el cieno, líbrame de las aguas sin fondo... "
Es una súplica impresionante para que Dios socorra al que se encuentra abandonado y lo salve del borde de la muerte, ya que es objeto de todas las injurias de los hombres. Sin embargo, no deja de confiar en Dios, aun en esa situación extrema, sino que espera verse libre de sus enemigos e incluso que sirva de ejemplo para que se alegren los humildes. En el Nuevo Testamento se aplican a Cristo muchos versos de este salmo. De los labios de Cristo pasa esta súplica a los de la Iglesia, tantas veces atribulada con persecuciones, cismas, herejías, desobediencias e insurrección. Ayuda este Salmo a entrar en el espíritu de Cristo paciente y nos ofrece una saludable meditación sobre la pasión del Señor.
– Mt 14, 1-12: Juan decapitado por Herodes. Sus discípulos acuden a Cristo ". El Bautista muere como víctima de la prioridad de lo político sobre lo espiritual, del instinto sobre el espíritu. San Jerónimo dice:
" Juan Bautista, que había venido con el espíritu y la fuerza de Elías, quien había reprendido a Ajab y a Jezabel, reprocha a Herodes y Herodías, por haber contraído matrimonio ilícito, porque en vida de su hermano no le estaba permitido casarse con la hermana de éste. Prefirió arriesgarse a perder el favor del rey antes que adularlo olvidando los preceptos de Dios... Temía una sedición del pueblo a causa de Juan, sabía Herodes que él había bautizado a numerosas multitudes en el Jordán, pero lo vencía el amor de la mujer cuyo ardor le había hecho descuidar los preceptos de Dios...
" Herodías, temiendo que un día Herodes se arrepintiera o que se reconciliara con su hermano Filipo y que un repudio dejara sin efecto su matrimonio ilícito, aconseja a su hija que pida de inmediato en pleno banquete la cabeza de Juan: digno premio de sangre por la digna obra de una bailarina... Excusa su crimen pretextando el juramento; bajo el manto de la piedad deviene el impío... Quiere que todos participen en su crimen para que se presenten alimentos sangrientos en el banquete de la lujuria y la impureza... La que bailó pide como precio sangriento la cabeza del profeta, para tener en su poder la lengua que censuraba un matrimonio ilícito. Esto sucedió literalmente. Pero nosotros hasta hoy vemos en la cabeza del profeta Juan a Cristo, Cabeza de profetas, a quien los judíos hicieron perecer " (Comentario al Evangelio de Mateo 1-11).