19ª semana del Tiempo Ordinario, miércoles

Años impares

Dt 34, 1-12: No surgió otro profeta como Moisés. Moisés sube al monte Nebo, desde donde el Señor le hace ver la tierra prometida. Después de la muerte de aquél, le sucedió Josué, ya que por la imposición de las manos había recibido el espíritu de sabiduría (Nm 27, 18-23).

Para Israel es Moisés el profeta sin igual (Dt 34, 10 ss), por el que Dios liberó a su pueblo, selló con él su alianza, le reveló su ley. Es el único al que, juntamente con Cristo da el Nuevo Testamento el nombre de " mediador ". Pero, al paso que por la mediación de Moisés (Ga 3, 19), su siervo fiel (Hb 3, 5), dio Dios la ley al solo pueblo de Israel, a todos los hombres los salva por la mediación de Cristo (1Tm 2, 4ss), su Hijo (Hb 3, 6); " la ley nos fue dada por Moisés; la gracia y la verdad nos han venido por Jesucristo " (Jn 1, 17). Este paralelismo entre Moisés y Jesucristo pone en evidencia la diferencia de los dos Testamentos.

– Con el Salmo 65 cantamos un himno de acción de gracias por la liberación: " Bendito sea Dios, que nos ha devuelto la vida ". Por eso se invita a toda la tierra a cantar a Dios, a tocar para su nombre, a ver las obras de Dios, sus proezas en favor de los hombres. " Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas... "

Las liberaciones que tuvieron lugar en el pueblo de Israel eran figuras y señales de una liberación más completa, que se llevaría a cabo con Cristo Redentor. Por eso también nosotros cantamos y nos llenamos de júbilo y queremos que todos los pueblos aclamen al Señor. Para todos ha venido la liberación, con la Encarnación de Cristo. Son muchos los beneficios que debemos a Dios, tanto en el orden de la naturaleza, como en el orden sobrenatural. Bien podemos decir también nosotros: " Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo: a Él gritó mi boca y lo ensalzó mi lengua ".

Años pares

Ez 9, 1-7.10.18-22: Ezequiel ve abatirse el castigo sobre el templo mancillado con todo género de ídolos. Son asolados los moradores de Jerusalén, mas gracias a la intervención de Ezequiel, queda perdonado un " resto ": aquéllos que permanecieron fieles y fueron marcados con el sello de Dios. La gloria del Señor abandona luego el templo para dirigirse a Oriente. Comenta San Agustín:

" Interesa sobremanera saber dónde lleva el hombre la señal de Cristo, si solo en la frente o en la frente y en el corazón. Oísteis lo que decía hoy el santo profeta Ezequiel; cómo Dios, antes de enviar al exterminador del pueblo malvado, mandó delante a quien había de sellar diciéndole: "Vete y señala en la frente a quienes gimen y se afligen por los pecados de mi pueblo que se cometen en medio de ellos "[contra los donatistas]. Pero gimen y se duelen y por ello son señalados en la frente, en la frente del hombre interior, no en la del exterior. Pues hay una frente en el rostro y otra en la conciencia.

" A veces cuando se toca la frente interior, se ruboriza la exterior; en ella fueron sellados los elegidos para evitar el exterminio, pues aunque no corregían los pecados que se cometían en medio de ellos, se dolían y ese mismo dolor los separaba de los culpables. Estaban separados a los ojos de Dios y mezclados a los de los culpables. Son señalados ocultamente para no ser dañados abiertamente... ¡Cuán gran seguridad se os ha dado, hermanos míos, a vosotros que gemís en este pueblo y os doléis de las iniquidades que se comenten en medio de vosotros, sin cometerlas vosotros! " (Sermón 107, 7).

– Con el Salmo 112 decimos: " La gloria del Señor se eleva sobre el cielo ". Es muy adecuado a la lectura anterior, pues con él se comienza los Salmos del Hallel o de la alabanza y se cantaba durante la Pascua. El motivo de esta alabanza es la trascendencia de Dios sobre la naturaleza y sobre la historia humana. Yahvé sobrepasa en grandeza a todos los pueblos. Pero lo más admirable es que este Dios sublime no se digna comprometerse con los más humildes, que parecen sus favoritos. Dios baja hasta lo más profundo de la mi-seria humana, sin que por eso pierda su transcendencia. " ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre el cielo... Bendito el nombre del Señor ahora y por siempre ".

Tenemos nosotros más motivos para alabar al Señor que los israelitas, por las inmensas maravillas que ha realizado con nosotros: la redención, los sacramentos, la doctrina de Jesucristo, la Iglesia y, sobre todo, la Eucaristía...

Evangelio

Mt 18, 15-20: Si te hace caso has salvado a tu hermano. La paz entre todos los miembros de la comunidad. El tema importante de este pasaje evangélico es el perdón. San Jerónimo escribe:

" Si nuestro hermano ha pecado contra nosotros y nos ha perjudicado en algo, tenemos la posibilidad, más bien la obligación, de perdonarlo, porque se nos ha prescrito que perdonemos sus deudas a nuestros deudores (Mt 6, 12); pero si alguien hubiera pecado contra Dios, no depende de nosotros... Nosotros, indulgentes con las injurias que se hacen a Dios, manifestamos odio por las ofensas que nos hacen. Y debemos corregir al hermano en privado, no sea que, si ha perdido una vez el pudor y la vergüenza, permanezca en pecado.

" Y, si nos escucha, ganamos su alma y por la salud de otro procuramos también la nuestra. Pero si se niega a escucharnos, que se llame a un hermano; si se niega a escuchar a éste, llámese a un tercero, ya sea para tratar de corregirlo ya para amonestarlo delante de testigos. Pero si tampoco a ellos quisiere escucharlos, entonces hay que decirlo a muchos para que lo detesten y el que no pudo ser salvado por la vergüenza se salve por las afrentas " (Comentario al Evangelio de Mateo 18, 17).

San Agustín comenta:

" Debemos reprender con amor; no con deseo de dañar, sino con afán de corregir... Si corriges por amor propio nada haces. Si lo haces por amor hacia él, obras excelentemente... Considera por las mismas palabras por amor de quien debes hacerlo, si por el tuyo o por el de él... ¿Cómo no vas a pecar contra Cristo, si pecas contra un miembro de Cristo? " (Sermón 82, 1-5).