21ª semana del Tiempo Ordinario, martes

Años impares

1Ts 2, 1-8: Entrega total de Pablo por las almas. Responde a las acusaciones que han formulado contra él: mientras estuvo en Tesalónica no buscó otra cosa que agradar a Dios, predicar el evangelio de Jesucristo y estar dispuesto a entregarse por todos, sin ser carga para nadie. San Juan Crisóstomo pone en boca de San Pablo estas palabras:

" Es verdad que os he predicado el Evangelio para obedecer un mandato de Dios. ¡Pero os amo con un amor tan grande que habría deseado poder morir por vosotros! Tal es el modelo acabado de un amor sincero y auténtico. El cristiano que ama a su prójimo debe estar animado por estos sentimientos. Que no espere a que se le pida entregar su vida por su hermano, antes bien debe ofrecerla él mismos " (Homilía sobre I Tes.).

– Oramos con el Salmo 138: " Señor, Tú me sondeas y me conoces... De lejos penetras mis pensamientos... Todas mis sendas te son familiares... Tanto saber me sobrepasa; es sublime y no lo abarco ". Es un himno a la omnisciencia y omnipresencia de Dios. Se lo ha calificado como la cumbre de la teodicea inspirada. Encaja perfectamente con la lectura anterior. Hay que tener confianza en Dios, a pesar de las contradicciones que puedan presentarnos los hombres. Dios penetra hasta el fondo de la conciencia. Por eso San Pablo pudo decir que Dios prueba sus intenciones. Vivir en la presencia de Dios como consecuencia lógica de nuestra fe.

Años pares

2Ts 2, 1-3.13-16: Conservad las tradiciones. Sobre la segunda venida de Cristo no hay que dejarse engañar, ni andar preocupados. Pero hay que estar siempre vigilantes, guardando fidelidad a Dios. San Gregorio Magno dice sobre esto:

" Quiso el Señor que se nos ocultase el tiempo de nuestra muerte, para que la misma incertidumbre de aquel momento nos obligue a estar siempre dispuestos " (Comentarios a Job lib. 12c, 38).

– Esta confianza es la que se respira en todo el Salmo 95, escogido como responsorial: " El Señor llega a regir la tierra: Decid a los pueblos: El Señor es Rey, Él afianzó el orbe y no se moverá; Él gobierna a los pueblos rectamente ". Todo esto invita a la alabanza divina: " Retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos; porque el Señor rige el orbe con justicia y los pueblos con equidad ".

Evangelio

Mt 23, 23-36: Siguen las maldiciones del día anterior. La enseñanza doctrinal de Cristo es clara: la fidelidad en las cosas mínimas hace posible un cuidado grande para las cosas fundamentales. Pero no sucedía así en los fariseos del tiempo de Jesucristo. Esto puede darse ahora también, si cuidamos el cumplimiento minucioso de cosas mínimas y dejamos de cumplir los mayores preceptos del Señor, sobre todo los referentes a la caridad. Las cosas pequeñas tienen gran valor, con tal que se hagan por amor de Dios. Ahí está el valor de todas nuestras actuaciones. Se ha escrito que todos los días tenemos que escoger entre el dolor de amar o el dolor, mucho más grande, de no amar. Y solo se ama si se vive en la verdad. " Purifiquemos primero el corazón ", como decía San Agustín (Sermón 38).