31ª semana del Tiempo Ordinario, lunes

Años impares

Rm 11, 29-36: Dios tiene misericordia de todos. La incredulidad temporal de los judíos no es sino una etapa histórica misteriosa, que precede a su conversión final y a la instauración definitiva del Reino de Dios. También ellos, dice el Apóstol, " alcanzarán misericordia ". Y entonces, unidos en la fe judíos y gentiles, " Dios será todo en todos " (1Co 15, 28). Mientras tanto, todo es gracia, gracia de Dios gratuitamente concedida. Comenta San Agustín:

" ¿Qué hemos dado a Dios, si todo lo que tenemos y somos lo recibimos de Él? Nada le hemos dado. En este sentido, no podemos considerar a Dios como deudor, según dice el Apóstol (Rm 11, 34-35)... El único título que tenemos para exigir algo a nuestro Señor es decirle: "cumple lo que prometiste, puesto que hicimos lo que mandaste, aunque también esto es obra tuya, pues ayudaste a quien se esforzaba".. ¿Qué diste a Dios, cuando ni siquiera existías para poder dárselo? ¿Qué hizo Dios cuando predestinó a quien no existía?... Demos gracias a Dios, porque cuando no existíamos nos predestinó, porque alejados, nos llamó y porque siendo pecadores nos justificó " (Sermón 152, 2-3).

– Con el Salmo 68 decimos: " Que me escuche, Señor, tu gran bondad. Soy un pobre malherido, tu salvación me levante, Dios mío. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. Miradlo los humildes y alegraos, buscad al Señor y vivirá vuestro corazón, que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. El Señor nos salvará "... Él nos prepara una ciudad celeste en la gloria, la habitaremos en posesión por su infinita misericordia, la estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella.

Años pares

Flp 2, 1-4: Manteneos unánimes, con un mismo pensar y un mismo sentir. Esto es lo que quería el Apóstol. Es una invitación a vivir en el amor fraterno, en unidad y en humildad. Cristo nos ha dado ejemplo en su encarnación, en su vida entera, en su pasión y muerte, en la cruz. Comenta San Agustín:

" Pensad en la unidad, hermanos míos, y ved que si os agrada la multitud es por la unidad que existe en ella... Engrandeced al Señor conmigo y ensalcemos su nombre todos juntos. Una sola cosa es necesaria: aquella unidad celeste, la unidad por la que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola cosa. Ved cómo se nos recomienda la unidad... Las tres Personas no son tres dioses, ni tres omnipotentes, sino un solo Dios omnipotente. La misma Trinidad es un solo Dios, porque "una sola cosa es necesaria". Y la consecución de esta única cosa nos lleva el tener los muchos "un solo corazón" " (Sermón 103, 4).

– Con el Salmo 130 proclamamos: " Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros, no pretendo grandezas que superan mi corazón. Yo acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. Espere Israel en el Señor ahora y por siempre ".

Evangelio

Lc 14, 12-14: No hagamos el bien buscando sobre todo el agradecimiento. Obremos por amor, generosamente, buscando el bien de nuestros hermanos. Comenta San Agustín:

El Señor " te mostró con quién tienes que ser generoso..., con los necesitados, que no tienen nada que devolverte. ¿Pierdes con eso acaso? Se te recompensará cuando se recompense a los justos... Cuando Él nos lo devuelva, ¿quién nos lo quitará?... Cuando aún éramos pecadores, nos donó la muerte de Cristo; ahora que vivimos justamente, ¿nos va a decepcionar? Pero Cristo no murió por los justos, sino por los impíos. Si a los malvados les dio la muerte de su Hijo, ¿qué reservará para los justos?... El mismo Hijo, pero en cuanto Dios, como objeto de gozo, no en cuanto hombre, sometido a la muerte. Ved a lo que nos llama Dios. Mas de la misma manera que te fijas en el destino, dígnate mirar también el camino, dígnate mirar también el cómo " (Sermón 339, 6).