Misas para diversas necesidades
Lecturas

Para dar gracias a Dios

Primera Lectura

Lectura del primer libro de los Reyes (1R 8, 55-61)
En aquél tiempo, Salomón se puso en pie para bendecir a toda la asamblea de Israel, diciendo en alta voz: "Bendito sea Yahveh que ha dado reposo a su pueblo Israel, según todas sus promesas; no ha fallado ninguna de las palabras de bien que dijo por boca de Moisés su siervo. Que Yahveh, nuestro Dios, esté con nosotros como estuvo con nuestros padres, que no nos abandone ni nos rechace. Que incline nuestros corazones hacia él para que andemos según todos sus caminos y guardemos todos los mandamientos, los decretos y las sentencias que ordenó a nuestros padres. Que estas palabras con que he suplicado ante Yahveh permanezcan día y noche junto a Yahveh, nuestro Dios, para que dé lo justo a su siervo y justicia a su pueblo Israel, según las necesidades de cada día, para que todos los pueblos de la tierra sepan que Yahveh es Dios y no hay otro, y vuestros corazones estarán enteramente con Yahveh, nuestro Dios, para caminar según sus decretos y para guardar sus mandamientos como hoy."
Palabra de Dios.Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

1 Cro 29, 10bc.11.12
R/. Alabamos, Señor, tu nombre glorioso.
Laudámus nomen tuum ínclitum, Dómine.

Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Jacob, desde siempre y para siempre.

Alabamos, Señor, tu nombre glorioso.
Laudámus nomen tuum ínclitum, Dómine.

Tuya es la grandeza y el poder, el honor, la majestad y la gloria, porque tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra.

Alabamos, Señor, tu nombre glorioso.
Laudámus nomen tuum ínclitum, Dómine.

Tuyo, Señor, es el reino, tú estás por encima de todos los reyes. De ti provienen las riquezas y la gloria.

Alabamos, Señor, tu nombre glorioso.
Laudámus nomen tuum ínclitum, Dómine.

Tú gobiernas todo, en tu mano están la fuerza y el poder y de tu mano proceden la gloria y la fortaleza.

Alabamos, Señor, tu nombre glorioso.
Laudámus nomen tuum ínclitum, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 49
Aleluya, aleluya, aleluya
El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.
Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.
Aleluya

Evangelio

¡Dichosa tú que has creído!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 39-47)
Gloria a Ti, Señor.
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:
¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
¡Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá!
María dijo:
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

 Por el obispo I

Primera Lectura

Antes de formarte en el vientre, te escogí
Lectura del libro de Jeremías (Jr 1, 4-10)
En los días de Josías, el Señor me dirigió la palabra:
«Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones».
Yo repuse:
«¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que solo soy un niño».
El Señor me contestó:
«No digas que eres un niño, pues irás adonde yo te envíe y dirás lo que yo te ordene. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte» –oráculo del Señor–.
El Señor extendió la mano, tocó mi boca y me dijo:
«Voy a poner mis palabras en tu boca. Desde hoy te doy poder sobre pueblos y reinos para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para reedificar y plantar».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 95
R/. Entremos en la presencia del Señor dándole gracias.
Accedámus in conspectu Dómini cum láudibus

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, vitoreándole al son de instrumentos.

Entremos en la presencia del Señor dándole gracias.
Accedámus in conspectu Dómini cum láudibus

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en sus manos las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo; la tierra firme que modelaron sus manos.

Entremos en la presencia del Señor dándole gracias.
Accedámus in conspectu Dómini cum láudibus

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

Entremos en la presencia del Señor dándole gracias.
Accedámus in conspectu Dómini cum láudibus

Evangelio

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

 Por el obispo II

Primera lectura

Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño
Lectura del libro del profeta Ezequiel (Ez 34, 11-16)
Esto dice el Señor:
«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré.
Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones.
Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar –oráculo del Señor Dios–.
Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.3-4.5. 6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señorpor años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Evangelio

El buen pastor da su vida por las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 11-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.