Ba 1, 15 En esta confesión de los pecados, las razones que justifican el castigo están muy en consonancia con la predicación de los profetas preexílicos y exílicos, pero sobre todo con los oráculos de Jeremías.
Ba 2, 3 El recurso a la carne de los cadáveres para sobrevivir era una práctica bastante habitual en los asedios prolongados de una ciudad. Véanse las amenazas de Lv 26, 29 y Dt 28, 53; y la realidad de Lm 2, 20.
Ba 3, 5 La petición supone una extrema lógica religiosa: si Dios sigue sin hacer nada ante la situación de esclavitud de su pueblo, ¿qué pensarán de él los otros pueblos?, ¿dónde quedará su fama de poderoso salvador?
Ba 4, 1 Probable identificación de la sabiduría divina con la ley mosaica, como puede verse también en Si 24, 23.
Ba 4, 5 Este primer grito de ánimo, que resuena hasta Ba 4, 20, arrastra consigo una serie de expresiones de dolor y de abandono que recuerdan muy de cerca al libro de las Lamentaciones.
Ba 5, 1 La visión de sus hijos volviendo del destierro (Ba 4, 37; véase Ba 5, 5) hace que la madre-Jerusalén cambie el luto, imagen de su situación de desamparo, por las galas de la justicia y la gloria de Dios.
Ba 6 El contexto histórico de esta Carta parece ser la segunda y definitiva deportación (586 a.C.).
Ba 6, 2 La cifra, con el número siete, es más bien convencional y simbólica. El destierro en Babilonia no duró más de cuarenta años.