Ez 1, 2 Joaquín, hijo de Joaquim y nieto de Josías, fue deportado a Babilonia el 597 a.C. (véase 2R 24, 12. 15). También las otras dataciones del libro se refieren a este acontecimiento. Se le conoce aquí, en 2Cro y en Jeremías con el nombre de Jeconías.
Ez 1, 12 Los cuatro seres vivientes tienen aspecto humano en la posición del cuerpo erguido, y rasgos animales: el rostro, las alas y las plantas de los pies. La rica iconografía mesopotámica conoce seres semejantes a estos. Es imposible determinar exactamente la disposición de los rostros, punto de partida de los símbolos de los evangelistas.
Ez 1, 22 El término hebreo designa en Gn 1, 6. 20 la plataforma que separa las aguas de la bóveda del cielo. La visión de Ezequiel sugiere una nueva creación.
Ez 2, 1 La expresión hijo de hombre, que Ezequiel usa noventa y tres veces, señala la distancia entre la Gloria de Dios y la debilidad humana, pero al mismo tiempo la comunión que crea el hecho de que Dios sea «como un hombre» y el profeta un «hijo de hombre».
Ez 2, 7 La conciencia que tiene el profeta de no ser escuchado lo llevará a numerosos gestos que deben llamar la atención del pueblo, y a una constante repetición de temas y expresiones.
Ez 3, 17 Antes de comenzar su actividad, el profeta es instruido sobre su responsabilidad de transmitir fielmente la palabra del Señor y sobre la exigencia de que el justo actúe coherentemente. Sobre ambos problemas retornará el profeta con mayor detalle en Ez 33, 1-9 (imagen del centinela) y Ez 33, 12-20.
Ez 3, 27 El día en que comienza el asedio de Jerusalén (Ez 24, 2), el Señor anuncia al profeta que un fugitivo le traerá el mensaje de la caída de la ciudad y concluirá entonces su mudez (Ez 24, 26ss). Ez 33, 21ss relatará los dos hechos. Estos tres momentos (mudez, anuncio del final de la misma y final efectivo) articulan idealmente la actividad del profeta. De acuerdo con Ez 3, 27 y la repetida orden de hablar («di»: véase además Ez 11, 13), la mudez no es absoluta y continuada, sino intermitente y tal vez durante largas temporadas. En todo caso, simboliza el silencio de Dios que no desea seguir ofreciendo una palabra que es rechazada.
Ez 5, 10 El castigo supone la táctica de la guerra antigua, con asedios interminables que llevaban a la muerte por hambre y a los horrores ligados a ella.
Ez 6, 2 Después de haber anunciado el castigo contra Jerusalén, ahora se dirige contra todo el país, ciudades y comarcas. La mención de los montes puede estar condicionada por su frecuente caracterización como sitio de santuarios idolátricos (6, 4).
Ez 6, 6 Vuestras obras en este contexto se refiere también a las estatuas idolátricas, obra de manos humanas.
Ez 7 Este capítulo no se integra en un desarrollo progresivo de la profecía de Ezequiel. Es una dramática proclamación de castigo para Israel de tono apocalíptico, que resume muchas de las fórmulas de castigo presentes en todo el libro.
Ez 7, 26 El último nivel de la destrucción es la falta de autoridades que puedan guiar, aconsejar, consolar al pueblo.
Ez 8, 13-14 Las acciones detestables se resumen en la adoración de los ídolos. Tamuz, divinidad conocida en Sumer como Dumuzi, fue incorporada al panteón de Asiria y Babilonia y llegó a Grecia como Adonis. Es un dios pastor, más que de la vegetación. Cuando Tamuz desciende a la morada de los muertos, su esposa Innana/Astarté, prescribe una celebración anual de duelo por el esposo. A este rito, ejecutado por mujeres, parece referirse aquí Ezequiel.
Ez 9, 4 Como en Ex 12, 13, una señal distingue a los que serán castigados de los que serán liberados del castigo.
Ez 11, 1 De la visión precedente se pasa a un encuentro real, o incluso en una visión, con un grupo de notables de la ciudad. La muerte de uno de ellos (Ez 11, 13) será el signo de que el castigo ha comenzado ya.
Ez 12, 22 El tema de las visiones del profeta es tan recurrente que la gente no las toma en serio y hasta se burla de ellas. El Señor mismo responde ahora dos veces con el anuncio de su cumplimiento: Ez 12, 21-25. 26-28.
Ez 13, 2 La falta de fe en las visiones la condicionan también los muchos profetas que actúan por iniciativa propia, sin haber recibido una palabra del Señor (Ez 13, 6ss). La gente incluye a Ezequiel entre ellos, y el Señor sale en su defensa.
Ez 14, 12-23 Extensa explicación sobre la responsabilidad personal. Solamente el justo se podrá salvar; su justicia no aprovecha ni a sus hijos ni a sus hijas. Hay un último momento de responsabilidad ante el Señor donde no sirven los intercesores.
Ez 16 Con lenguaje muy crudo cuenta Ezequiel la historia de Israel, sintetizada en Jerusalén: su nacimiento, su crecimiento y belleza, su infidelidad y caída. La imagen de la prostitución expresa la infidelidad del pueblo por el culto a los ídolos, pero también por las relaciones con otras naciones, que hacían perder a Israel su identidad de pueblo elegido por el Señor. Jerusalén se ha vuelto una ciudad infiel como Samaría y Sodoma.
Ez 17, 1-10 En el estilo barroco de Ezequiel no todos los elementos de esta parábola alegórica resultan coherentes. La pregunta retórica del v.9 es ya una respuesta: la vid se secará; más aún, será despojada de sus frutos por el águila en cuya protección confiaba.
Ez 17, 22-24 Se añade una tercera interpretación. El cedro es ahora imagen de Israel. De la rama de un cedro y de sus brotes (¿el pueblo todo?) el Señor elegirá una vez más una rama tierna y la plantará para que dé fruto.
Ez 18 La nueva disputa sobre la responsabilidad personal comienza también esta vez citando un dicho popular. La inocencia o culpabilidad lo determina el cumplimiento de las leyes (mandamientos, código de la alianza, prescripciones sacerdotales). La argumentación presentará sucesivamente tres casos: un hombre justo, su hijo injusto, su nieto justo.
Ez 19, 10 La imagen de la vid aplicada a la madre confirma la hipótesis de que se habla de Jerusalén, de Judá, de la nación y su gente.
Ez 20, 5 En los versos siguientes se relata la historia de cuatro generaciones: la primera es la de Egipto, el éxodo y la marcha por el desierto; la segunda, la de la ocupación de la tierra; la tercera, la de la época del exilio en Babilonia, y, finalmente, la cuarta, la del tiempo de Ezequiel.
Ez 21, 9 La decisión, casi escandalosa después de la doctrina propuesta en Ez 18, se explica como expresión de totalidad (todos), con la cual se indica la magnitud de la catástrofe que se acerca. Es realista, por otra parte. El profeta sabe que la responsabilidad de unos pocos lleva al sufrimiento de una mayoría.
Ez 22 El capítulo se presenta como un resumen de los crímenes de Jerusalén y sus habitantes.
Ez 23 Con un lenguaje crudo similar al de Ez 16, la alegoría compara la historia y el destino de Samaría y Jerusalén. La imagen de la prostitución tiene en este caso connotaciones políticas y religiosas: la sumisión a otro país y cultura, que implicó muy pronto la infidelidad religiosa.
Ez 25, 1-7 Amón fue un estado enemigo de Israel desde tiempos de David, quedó sometido a este hasta la primera mitad del s. IX a.C. Luego no vuelve a mencionarse hasta tiempos de Amós (Am 1, 14), a mediados del s. VIII a.C. Amón, y su capital Rabá, son amonestados por los profetas por haber pretendido sacar provecho de las crecientes dificultades políticas de Judá (Jr 49, 2; Ez 21, 25).
Ez 25, 15-17 Este texto y Jr 13, 19 permiten pensar que el reino filisteo de Gaza aprovechara la caída de Jerusalén para apoderarse del Negueb junto con Edón.
Ez 26, 1-28, 19 Es probable que Ezequiel conociera el poderío y riqueza de Tiro solo por la tradición. En tiempos del profeta, había sido sometida a Nabucodonosor, que la ocupó del 585 al 573/2 a.C. Tenía ciudades vasallas en el continente.
Ez 28, 20-24 Sidón es asociado frecuentemente a Tiro; aquí lo es en el castigo. El oráculo emplea las amenazas tradicionales: peste, sangre, traspasados por la espada.
Ez 29, 1-12 Lo mismo que los pronunciados contra Tiro y su príncipe, a partir de Ez 29 y hasta Ez 32, se suceden oráculos y elegías contra y sobre Egipto y el faraón.
Ez 29, 17 Marzo del año 570 a.C. Esta fecha rompe la sucesión cronológica de los acontecimientos tal como se habían presentado hasta aquí.
Ez 30, 20 La cronología retrocede.
Ez 31 Este oráculo recuerda las elegías de Ez 19 sobre Israel.
Ez 32, 1-16 Al oráculo de condena sigue la elegía. Como en Ez 23, el león es el término de comparación, ahora para el faraón.
Ez 33, 1-9 El texto desarrolla con mayor minuciosidad los principios expresados en Ez 3, 14-21.
Ez 34 La imagen de los pastores como guías del pueblo es frecuente (Jr 10, 21; Jr 23, 1-4). Cuando los pastores no cumplen con sus obligaciones, el Señor los sustituye él mismo (Is 40, 11) o encarga a otros pastores que cuiden de su rebaño. La atención pasa de la contraposición entre los malos pastores y el rebaño a las diferencias entre oveja y oveja. Carneros y machos cabríos representan a los jefes del pueblo.
Ez 36, 1-15 Es el gran texto de la reconciliación y de las promesas a Israel. La enérgica reacción del Señor parece impulsada también por los crueles sarcasmos que ha debido soportar su pueblo y que también le alcanzan a él (véase Ez 36, 3. 5. 13. 15).
Ez 36, 16-38 La razón última de la acción del Señor es la santidad de su propio nombre, que ha sido profanado. Más allá de la purificación ritual está el corazón nuevo y el espíritu nuevo.
Ez 37, 1-14 Como en la creación del hombre (Gn 2), la resurrección de Israel se narra en dos tiempos: la creación del cuerpo y la del espíritu que da vida. Lo mismo que Ez 1 parecía suponer una nueva creación de la tierra, ahora se alude a una nueva creación del hombre.
Ez 37, 17 Judá y Efraín son los dos reinos que, antes de la división que la tradición bíblica sitúa en el s. IX a.C., formaban el único reino de Israel. La promesa de la resurrección de la nación incluye la de la reunificación.
Ez 38, 12 El texto supone que la población de Israel ha vuelto a su país, pero habita aún en medio de ruinas, en ciudades no fortificadas.
Ez 39, 24 La ayuda que el Señor presta ahora a Israel no olvida nunca la justicia de la sentencia que había sido ejecutada contra él.
Ez 40, 1-4 La gran visión, que aquí se inicia, de Ez 40-48 es el coro final de la profecía y, al mismo tiempo, un utópico proyecto sacerdotal para la reconstrucción de Israel según la voluntad del Señor. Tiene lugar en los años 573-572 a.C. y comienza el día de año nuevo según el antiguo calendario. El profeta verá el nuevo templo de Jerusalén, con todos sus detalles, aunque la descripción no se comprende siempre fácilmente.
Ez 44, 9 Es una concepción muy diferente de la que ofrece la tercera parte del libro de Isaías.
Ez 45, 8 Este principio, que anticipa en muchos siglos las normas de las monarquías constitucionales, garantiza al rey una cantidad de tierra para que no sucumba a la tentación de considerar el país como propio.
Ez 46, 16-18 Los bienes quedan así en la familia real. Se protege de esta manera su patrimonio, evitando la tentación de que aquella se apodere de otros bienes privados.
Ez 47, 1-12 La austera descripción del templo y de su organización se interrumpe ahora con una visión simbólica: el profeta ve una corriente de agua que brota de los fundamentos del templo, se vuelve cada vez más profunda y recorre el país hasta llegar al mar Muerto, cuyas aguas son saneadas. Subyace aquí una alusión al relato de la creación del mundo en Génesis (véase Gn 1, 20), que introduce la idea de una nueva creación.