Amigos de Dios
Porque verán a Dios
Lugar en el libro: 11ª
Datación: 12-III-1954
Primera edición: VI-1976
Orden de edición: 12ª
1. Nota histórica
El texto original de la homilía Porque verán a Dios fue cursado a España desde Roma el 25 de abril de 1976 1, un par de semanas después del envío anterior 2. Era la cuarta homilía inédita destinada a la imprenta, para formar parte más adelante del segundo volumen. Llegó acompañada de las recomendaciones habituales 3. Su fecha de datación era el 12 de marzo de 1954, litúrgicamente viernes después de Ceniza. Ocupaba catorce folios mecanografiados a doble espacio, con veintisiete notas a pie de página, la mayoría (salvo las bíblicas) incompletas 4.
En el original conservado en Roma, se advierten diversos retoques con líquido corrector y texto rescrito encima, así como frases o párrafos mecanográficos pegados sobre los anteriores 5. No es posible saber, normalmente, lo que estaba escrito antes. Son correcciones que, como otras que encontramos en estos originales, proceden de indicaciones puntuales de san Josemaría, realizadas por él oralmente durante la revisión final del texto, que le leían en voz alta Álvaro del Portillo y Javier Echevarría 6.
Mientras se preparaba la primera edición, y como fruto de un ulterior repaso del texto, fueron advertidas en Roma cinco pequeñas erratas, que se comunicaron rápidamente a los editores 7. Es patente el empeño, tantas veces recalcado, de extremar el cuidado en la publicación de los escritos inéditos de san Josemaría 8.
En la elaboración del texto de la homilía, san Josemaría tuvo presentes, como base de referencia, las transcripciones (procedentes de apuntes no literales de los oyentes) de dos meditaciones suyas sobre la virtud de la castidad, predicadas en Roma, a los alumnos del Colegio Romano de la Santa Cruz, en fechas distintas. La primera se remonta al 15 de abril de 1954, jueves de Pasión, y tuvo lugar durante un curso de retiro 9. La segunda, del 8 de marzo de 1962, jueves después de Ceniza, tuvo también como marco unos días de retiro espiritual10.
En el dossier donde se encuentran los materiales correspondientes a la primera de esas meditaciones se conserva también una fotocopia de la anotación correspondiente a ese día del Diario del Colegio Romano de la Santa Cruz11. El redactor del Diario ha querido dejar amplia constancia de la predicación, y ofrece una versión suya, que valdrá la pena tener también en cuenta en una futura edición crítica de esa meditación. Aquí nos limitamos a transcribir en nota algunos de sus párrafos12.
La homilía Porque verán a Dios apareció por vez primera en Madrid, en las páginas de la revista Mundo Cristiano, n. 161, junio de 1976, pp. 25-30. Era un número especial, en el primer aniversario del fallecimiento de san Josemaría13. La redacción de la revista la presentaba con la siguiente entradilla:
"El día 26 de este mes de junio se cumple un año del fallecimiento, en olor de santidad, de Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador y primer Presidente General del Opus Dei. Ante sus restos mortales –que descansan en la cripta del Oratorio de Santa María de la Paz, en la sede central del Opus Dei, en Roma– han pasado a rezar, durante estos meses, muchos miles de personas de todos los continentes y condiciones sociales. También nosotros –movidos por nuestro amor a la Iglesia– queremos testimoniar en este primer aniversario nuestro agradecimiento por la herencia de santidad y de afán apostólico que Monseñor Escrivá de Balaguer –presente, desde el Cielo, entre nosotros– ha legado a la Iglesia universal. Abre estas páginas el texto, inédito hasta ahora, de la homilía pronunciada por Monseñor Escrivá de Balaguer el 12 de marzo de 1954 sobre la virtud de la santa pureza. Su claro y profundo magisterio iluminará nuestra lucha diaria para vivir mejor esta virtud cristiana".
2. Líneas teológico-espirituales de fondo
La castidad, condición necesaria para el diálogo con Dios
En la sexta bienaventuranza proclamada por el Señor en el Sermón de la Montaña ("Bienaventurados los que tienen puro su corazón, porque ellos verán a Dios", Mt 5, 8), la virtud de la castidad se aúna a lo más alto que puede ser pensado y deseado: ver a Dios. La lucha para mantener limpios, por amor a Dios, el alma y el cuerpo es camino real para encontrarse con Él al final de esta vida, pero lo es también para poder contemplarle de frente en esta, y sostener humildemente su amorosa mirada.
Este es el propósito de las páginas que siguen, declarado desde su inicio por el Autor: "Deseo hablaros de una virtud que sin ser la única ni la primera, sin embargo actúa en la vida cristiana como la sal que preserva de la corrupción, y constituye la piedra de toque para el alma apostólica: la virtud de la santa pureza. Ciertamente, la caridad teologal se nos muestra como la virtud más alta; pero la castidad resulta la condición sine qua non, un medio imprescindible para lograr ese diálogo íntimo con Dios; y cuando no se guarda, si no se lucha, se acaba ciego; no se ve nada, porque el hombre animal no puede percibir las cosas que son del Espíritu de Dios (1Co 2, 14)" (175b-c).
Establecida la intención de fondo de la homilía, comienza el despliegue de las ideas que contiene, ordenadas en torno a seis argumentos.
El ejemplo de Cristo (nn. 176-177)
El ejemplo de Cristo a lo largo de toda su vida terrena es, una vez más, la primera y principal fuente de luz acerca de los rasgos básicos que han de configurar la vida y las obras de sus discípulos. Y Él, destacará el Autor, no solo ha querido dejar para siempre la imagen indeleble de su vida casta, sino que ni siquiera ha permitido que alguien pudiera contradecirla: "Permite que le apostrofen como bebedor y comilón… Deja que le acusen de todo, menos de que no es casto. Les ha tapado la boca en eso" (176b). La razón de ese comportamiento es patente para san Josemaría: el Señor "quiere que nosotros conservemos ese ejemplo sin sombras: un modelo maravilloso de pureza, de limpieza, de luz, de amor que sabe quemar todo el mundo para purificarlo" (ibid.). Para quien, con la gracia de Dios, se siente atraído por tan alto ejemplo y se esfuerza "por un impulso de Amor" en mantener el corazón limpio, sea cual sea su estado en esta vida y dentro de sus circunstancias personales, la castidad "no resulta un peso molesto" sino más bien todo lo contrario: "una afirmación gozosa" (177d), unas alas para volar alto y ayudar a volar a los demás (cfr. 177e).
Llevar a Dios en nuestros cuerpos (nn. 178-179)
Los diversos razonamientos del Autor en estos números podrían quedar enunciados, con ideas suyas y palabras nuestras, así: toda la persona humana, alma y cuerpo, corazón e inteligencia, pasiones y potencias, ha sido creada para gozar primero en la tierra y luego en el cielo de la amistad y del amor de Dios, y en consecuencia, para dejarse libremente atraer por la verdad y el bien (que lo son porque reflejan al Creador), y para admirar la belleza que Él ha querido imprimir, también como imagen suya, en las criaturas. En la castidad de alma y cuerpo, en la lucha por vivirla, todas esas cualidades se engarzan y fortalecen mutuamente. Es virtud de toda la persona: no anida en el alma si no alumbra también en el cuerpo; no está en la inteligencia si no halla sitio en el corazón. Su presencia es fuente de alegría; su ausencia, de infelicidad.
La castidad es posible (nn. 180-182)
Lo es, ciertamente. Cristo, la Santísima Virgen, San José y todos los santos, innumerables hombres y mujeres de todos los tiempos, casados y solteros, personas corrientes, perseverantes en la lucha, fieles a Dios, son testimonio fehaciente, histórico y actual.
Es posible ser alegremente casto, si se es humilde: "Hijos: humildad, humildad; aprendamos a ser humildes. Para custodiar el Amor se precisa la prudencia, vigilar con cuidado y no dejarse dominar por el miedo. (…) Si fomentáis en vuestras almas la humildad, es seguro que evitaréis las ocasiones, reaccionaréis con la valentía de huir; y acudiréis diariamente al auxilio del Cielo, para avanzar con garbo por este sendero de enamorados" (180c).
Para el cristiano es posible la castidad en cualquier estado de vida si se ponen los medios: ante todo, oración, sacramentos y sinceridad: "Cada uno de nosotros debe invocar al Señor, a la Madre de Dios, y rogar que nos conceda la humildad y la decisión de aprovechar con piedad el divino remedio de la Confesión. No permitáis que en vuestra alma anide un foco de podredumbre, aunque sea muy pequeño. Hablad. Cuando el agua corre, es limpia; cuando se estanca, forma un charco lleno de porquería repugnante" (181a).
Es, en fin, felizmente posible, si además de esos medios se mantiene la lucha (principalmente contra uno mismo), interior y exterior: "Y te pregunto ahora: ¿cómo afrontas esta pelea? Bien conoces que la lucha, si la mantienes desde el principio, ya está vencida. Apártate inmediatamente del peligro, en cuanto percibas los primeros chispazos de la pasión, y aun previamente. Habla además enseguida con quien dirija tu alma; mejor antes, si es posible, porque, si abrís el corazón de par en par, no seréis derrotados. Un acto y otro forman un hábito, una inclinación, una facilidad" (182c).
Todo el corazón entregado (n. 183)
No cabe una vida verdaderamente humana sin afectos, sin amores: sin corazón. No hay existencia verdaderamente cristiana si el corazón, abierto a los amores, se cierra al Amor. Así suena la amable insistencia del Autor: "La existencia del cristiano –la tuya y la mía– es de Amor. Este corazón nuestro ha nacido para amar. Y cuando no se le da un afecto puro y limpio y noble, se venga y se inunda de miseria. El verdadero amor de Dios –la limpieza de vida, por tanto– se halla igualmente lejos de la sensualidad que de la insensibilidad, de cualquier sentimentalismo como de la ausencia o dureza de corazón" (183d).
Amor humano y castidad (n. 184)
No ha dejado de decirlo a lo largo de la homilía, pero en este apartado, casi final, desea san Josemaría dejar firmemente asentada la enseñanza que ha querido específicamente exponer en esta homilía con ayuda de la fe y de la razón: amor humano y castidad ni se excluyen ni se oponen, sino que se llaman, se necesitan, se dan mutuo apoyo. Y por eso: "En cualquier caso, cada uno en su sitio, con la vocación que Dios le ha infundido en el alma –soltero, casado, viudo, sacerdote– ha de esforzarse en vivir delicadamente la castidad, que es virtud para todos y de todos exige lucha, delicadeza, primor, reciedumbre, esa finura que solo se entiende cuando nos colocamos junto al Corazón enamorado de Cristo en la Cruz. No os preocupe si en algún momento sentís la tentación que os acecha. Una cosa es sentir, y otra consentir. La tentación se puede rechazar fácilmente, con la ayuda de Dios. Lo que no conviene de ningún modo es dialogar" (184e).
Los medios para vencer (nn. 185-189)
También han sido ya mencionados de distintas maneras, pero, al acabar la lectura de un texto lleno de sugerencias, vale la pena recordar con el Autor la necesidad de (por destacar algunos): afinar la conciencia por medio de la formación, la oración, la Confesión y el trato asiduo con el Señor en la Eucaristía; cuidar, con la castidad, las virtudes que la acompañan y salvaguardan: el pudor y la modestia; tener la valentía de huir de las ocasiones; frecuentar los sacramentos; ser plenamente sinceros en la dirección espiritual; fomentar el espíritu de penitencia y reparación; poner la lucha en puntos en los que se puede y se debe vencer; trabajar con intensidad; fomentar la presencia de Dios… "Y todo ungido con una tierna devoción a Nuestra Señora, para que Ella nos obtenga de Dios el don de una vida santa y limpia" (185e).
Notas
1 com/cg/25-IV-1976, en AGP, A.3, 109-1-3.
2 El 7 de abril había sido remitido el original de El trato con Dios (com/cg/7-IV-1976, en AGP, A.3, 109-1-1).
3 Las mismas que acompañaban a estos escritos inéditos desde que, el 21-XII-1975, había sido enviado el primero (La libertad, don de Dios), y que ya conocemos.
4 La cita de santa Teresa de Jesús en la nt. 21 del original mecanografiado decía simplemente: "Santa Teresa de Jesús, Vuestra soy, para vos nací". En el texto publicado se añadió: "Poesías, 5, 9". En la presente edición –ateniéndonos a una edición de las obras de santa Teresa contemporánea a la redacción de la homilía– incluimos la referencia completa: SANTA TERESA DE JESÚS, Poesías, 5, en Obras completas, transcripción, introducciones y notas de Efrén de la Madre de Dios, OCD y Otger Steggink, O. Carm., 2ª ed., Madrid, BAC, 1967, p. 501. Por otra parte, la cita de san Juan de la Cruz en la nt. 22, aparecía en el original mecanografiado como: "Romancero y Cancionero Sagrados, Madrid 1950, n. 713". La referencia estaba probablemente tomada de una reedición del libro de J. SANCHA (et al.), Romancero y cancionero sagrados. Colección de poesías cristianas, morales y divinas, sacadas de las obras de los mejores ingenios españoles, Madrid, M. Rivadeneyra Impresor-Editor, 1855 (que a su vez cita la obra: SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras místicas y espirituales, Madrid 1649, que debe ser: Obras del venerable Padre Fray Juan de la Cruz, Madrid, Gregorio Rodríguez, 1649). En el texto publicado de la homilía, esa nt. 22 dice así: "S. Juan de la Cruz, Otras canciones a lo divino de Cristo y el alma. Poesías, 10". Una referencia más completa –la que incluimos en la presente edición– es: SAN JUAN DE LA CRUZ, Obras completas. Editadas y anotadas por el P. Silverio de Santa Teresa, OCD, Tomo IV, p. 323 (Poesías, VII: "Otras canciones a lo divino de Cristo y el alma"), Burgos, Tipografía de "El Monte Carmelo", 1931.
5 Se encuentra archivado en AGP, A.3, 109-1-3.
6 Serán anotadas oportunamente en el texto comentado. No obstante, las dejamos indicadas aquí en conjunto:
Corrección en el texto original – Lugar al que corresponde en el libro
p. 3, una línea sustituida – 177a: "corazón!, un corazón grande, fuerte y tierno y afectuoso y delicado, "
p. 4, dos palabras sustituidas – 178b: "anonadamiento"
178c: "no emponzoñemos"
p. 6, dos palabras sustituidas – 179d: "brota una"; 180c: "Hijos"
p. 8, una frase sustituida – 182b: "y, de que, como tal, "
p. 8, un párrafo sustituido – 183a: "Hasta las cosas más corrientes que traen un poquito de felicidad, y que son lícitas, se pueden volver entonces amargas como la hiel, agrias"
p. 9, una palabra sustituida – 183e: "alicaídas"
p. 9, una frase sustituida – 184a: "trasladamos a lo divino ese"
p. 10, línea sustituida – 184e: "Pero, en cualquier caso, cada uno en su sitio, con la vocación que"
p. 11, una palabra retocada – 185e: "Confesión" (en lugar de "confesión")
p. 13, una frase sustituida, que aún se puede leer: "pasaremos por encima" – 188a: "lograremos superar"
p. 13, una palabra sustituida que aún se puede leer: "logró" – 188d: "obtuvo"
p. 14, una frase sustituida – 189a: "de modo que entre el sol de Dios"
7 com/cg/1-V-1976, en AGP, A.3, 109-1-3. Las cinco erratas comunicadas son estas:
Lugar en el original – Dice – Debe decir
p. 1 (actual 175a) – "hijo" – "Hijo"
p. 2, nt. 6 (actual 176a) – "Mt IX, 11" – "Cfr. Mt IX, 11"
p. 5 (actual 178d) – "fuísteis" – "fuisteis"
p. 12 (actual 187a) – "soberbia, …–, " – "soberbia…–, "
p. 13 (actual 188d) – "tercero que" – "tercero, que"
8 En AGP, A.3, 110-2-11 se conserva una copia del original, en la que se han incorporado a posteriori, manualmente, todas las correcciones que hemos indicado; también han sido escritos los números marginales definitivos del texto (175-189), tachando los antiguos (198-212).
9 De esta meditación –archivada en AGP, A.4, m540415a– se conservan cinco versiones con distintos formatos, procedentes de oyentes diversos: Versión A): Tres folios de extensión, mecanografiados a espacio simple, casi sin márgenes. Título: "Semana Santa, 1954", y debajo, a mano: "(15-IV-54) (Pureza)"; Versión B): Idéntica extensión y contenido, que coincide sustancialmente con el texto de la anterior; incluye, sin embargo, muchos retoques manuscritos posteriores, que lo mejoran; por ejemplo, se numeran los párrafos, se corrigen algunas erratas, se señalan al margen las referencias bíblicas, etc. Título: "PLÁTICA" y debajo "(Semana Santa 1954)". Tomamos esta versión para comparación de textos; Versión C): La misma extensión, aunque corresponde a los apuntes de otros oyentes, y es menos completa que las anteriores. Título: "De una plática sobre la santa pureza (Colegio Romano Ejercicios Espirituales. Semana Santa de 1954)"; Versión D): Comprende ocho cuartillas por las dos caras, a mano. Encabezamiento: "15-Abril-1954"; en la línea de abajo dice: "Colegio Romano. Ejercicios Espirituales. Del Padre"; y debajo se lee: "(casi literal)". Se podría averiguar quién es el oyente, porque aparece un nombre: Alberto H. Es, como los anteriores, un texto tomado a oído, pero después menos trabajado; contiene algunas imprecisiones; Versión E): Ocupa tres cuartillas mecanografiadas por una cara; es una versión muy incompleta, que contiene solo retazos de la meditación, frases aisladas. Título: "SANTA PUREZA", y al final: "Colegio Romano 15 abril 1954" (y debajo: "Ejercicios Espit."). Se conservan además numerosas fichas sueltas, recogidas en un sobre.
10 Está archivada en AGP, A.4, m620308. Se conservan también, como en el caso anterior, cinco versiones mecanografiadas, reconstruidas a partir de las anotaciones de los oyentes. Guardan gran semejanza entre sí, aunque no son idénticas. Versión A): Cinco folios mecanografiados a una cara y a espacio simple. En el encabezamiento se lee: "MEDITACIÓN DEL PADRE (8-III-62)"; encima a mano y con lápiz alguien ha escrito posteriormente, aludiendo, como es evidente, a la relación del texto con la homilía que comentamos: "Porque verán a Dios". Se conserva también una fotocopia. Sobre el texto mecanografiado se ha ido añadiendo manualmente la referencia a los textos bíblicos citados, y se han corregido algunas erratas; también contiene algunos tachones y cambios de palabras. Al margen, con lápiz, están señalados algunos párrafos: es probable que esos párrafos hayan sido usados en otras publicaciones de carácter interno, como palabras de san Josemaría, una vez revisadas por él mismo. Es la versión más completa, y la tomamos como texto básico; Versión B): Cuatro folios por una cara, a espacio simple; muy apretados. Encabezamiento: "CASTIDAD. PUREZA 8-III-62". De fuente distinta, pero muy semejante a la anterior. El texto está menos trabajado (sin referencias bíblicas, sin correcciones, etc.); Versión C): Cinco folios a una cara y a espacio simple, con tipos algo más pequeños (de otra máquina de escribir). El encabezamiento dice: "SANTA PUREZA (8-III-62)". Aunque varíe el título, el texto es prácticamente idéntico al de B: podría ser una copia; Versión D): Tres holandesas a una cara y a un espacio, encabezadas con: "8-III-62 CASTIDAD. PUREZA". Es el mismo texto de las dos anteriores: es una copia; Versión E): Es la más sencilla, menos trabajada y más breve. Tres cuartillas fotocopiadas por una cara. Encabezamiento: "SANTA PUREZA (med. del Padre. E.E. 8-III-62) (no literal)". Responde a los apuntes de un oyente, que luego los ha mecanografiado sin introducir mejoras.
11 También se conserva en ese dossier una fotocopia del texto de la meditación (semejante al de la versión A), que fue reproducido en una publicación de carácter interno (Meditaciones, vol. VI, n. 447, fiesta de Nuestra Señora de la Nieves, en AGP, Biblioteca, P06).
12 Anotación del Diario del Colegio Romano de la Santa Cruz, de 15-IV-1954 (AGP, serie M.2.2, 427-22, 13 mar-16 abr). (Las referencias bíblicas las hemos añadido nosotros): "La primera meditación del Padre, a las 12.15, fue sobre Pureza. Castidad. Santa pureza. Nosotros, sin hacer rarezas, hemos de ser modestos. (…) San Pablo a Timoteo: Te ipsum castum custodi (cfr. 1Tm 5, 22). Es muy excelente la virtud de la castidad. Para ti y para mí el modelo es Cristo, perfectus Deus, perfectus homo. / Podía tapar la boca a cualquiera de aquellos fariseos. Sin embargo, les dejó hablar de todo: ‘Se quiere alzar como rey. Quiere levantar al pueblo’ (cfr. Lc 23, 2.5). (…) ‘Daemonium habes’… (cfr. Jn 7, 20). (…) ‘Es amigo de publicanos y pecadores…’ (cfr. Mt 11, 19). ¡Como tú, naturalmente! Porque queremos convertirlos, llevarlos a Cristo. (…) ‘Se sienta a las mesas de los ricos… es comilón y bebedor’ (cfr. Lc 7, 34). Y otros le echaban en cara su posición social: ‘Es hijo de José, el carpintero…’ (cfr. Mt 13, 55). / ¡Pero de pureza, nada! Les dejó hablar de todo menos de la pureza. Ahora, si queréis, vamos a una escena evangélica. Os hablo del Evangelio casi siempre porque me gusta contemplar sus pasajes. Vivir en él como un actor más. / Lo narra san Juan en el capítulo IV. Jesús, fatigado por el camino y el trabajo apostólico –como mis hijos, porque el que puede hacer dos debe hacer cuatro– tiene sed, material y de almas. ‘Dame de beber’ (cfr. Jn 4, 7). Y conversa con una pecadora. Y vienen los apóstoles, y se quedaron admirados de que Jesucristo hablase solo con una mujer. ¡Qué cuidado tenía! ¡Cómo amaría la modestia! / Hijos de mi alma, lo sabéis bien. Es un engaño miserable el de la concupiscencia de la carne. Para un alma entregada, que ha probado el Amor de Dios, caer ahí es un timo, una canallada, porque una satisfacción momentánea, una concesión fugaz al hombre bestia que llevamos dentro, nos hunde, nos hace ineficaces, nos deja unos posos de inmensa amargura. / Si alguna vez –lo que Dios no quiera– caes, ¡arriba!, ¡adelante! Con humildad. No quiere decir que no tienes vocación, sino que somos de barro, (…). Y puedes ser, quizás, más santo que antes. / Un hombre normal tiene problemas de otro tipo. Sabe que está en la vida para algo. Tiene ambiciones nobles: profesionales, sociales… Después viene el problema de la pureza…, que lo tienen todos. Todos los hombres, de una o de otra forma, aun en edades en que la fisiología no responde. / Acordaos de las palabras de san Pablo. ‘¿Quién me liberará de este cuerpo de muerte?’ (cfr. Rm 7, 24). El ángel de satanás que le da de bofetadas (cfr. 2Co 12, 7). Son las tentaciones que le dieron la humildad. ¡Gracias, Señor, porque nos mandas tentaciones para que seamos humildes, y con ellas la gracia necesaria para que seamos vencedores! / (…) No os preocupéis ante las tentaciones. No tienen importancia. La tentación es un perro atado que ladra pero que no muerde si no nos acercamos a él. En una persona normal, en un tercer o cuarto término está la cuestión sexual. No os preocupe. No tiene importancia amando al Señor, siendo humildes, poniendo los medios. / (…) Dios Nuestro Señor ha dado a los hombres dos grandes tesoros: la inteligencia, que es un chispazo de la inteligencia divina, y el sexo, que es una participación del poder creativo de Dios. ¡Hacedles ver que un hombre polarizado a la satisfacción de lo sexual, es como una bestia! / (…) No son más viriles. Virilidad viene de vis: fuerza. Y la fuerza está en el dominio de la voluntad: en decir sí cuando hay que decir sí y en decir no cuando hay que decir no. / ¡Y Nuestra Madre! Contempla su conversación con el Arcángel. Yo la veo pura y sencilla, maravillada ante la nueva que le comunican. ¡Iba a ser Madre del Creador! Sencilla, pero… ‘Quomodo fiet istud, quoniam virum non cognosco?’ (cfr. Lc 1, 34). ‘El Espíritu Santo descenderá y te cubrirá con su sombra’ (cfr. ibíd. 35). / Solo cuando el ángel le dice que no será por obra de varón, solo entonces, Ella, la Madre de mis hijos, la que custodiará la santa pureza de mis hijos, solo entonces supo decir: fiat!".
13 Antes de editarla en la revista habían sido corregidas, previa consulta y aprobación de Roma, dos pequeñas erratas mecanográficas: a) cambiar "stimulum" por "stimulus", en el actual 180a; y b) en el 182b, sustituir "virtud, y de que, " por "virtud y de que, " (com/cr/5-V-1976, en AGP, A.3, 109-1-3). La homilía fue publicada también, poco después de su aparición en la revista, en la colección de "Cuadernos Mundo Cristiano", n. 4, julio 1976 (10.000 ejemplares).