943 Dios todopoderoso permitió que aquel a quien tenía preparado para cabeza visible de toda la Iglesia tuviera miedo de las palabras de una criada y lo negase. Sabemos que sucedió esto por especial providencia de su alta piedad, para que el que habla de ser el Pastor de la Iglesia aprendiese en su culpa a ser misericordioso con los demás. Esto es, primeramente le hizo conocerse a si mismo, y después le puso al frente de los demás, para que aprendiera por su flaqueza con cuanta misericordia habla de mirar las flaquezas ajenas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 21 sobre los Evang.).
944 Conviene también que uno proceda en las cosas que le afectan como juez inexorable; y en las que afectan a sus subordinados, debe ser bueno y comprensivo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt III, p. 100).
945 Le habían sido entregadas las llaves del reino de los cielos. Le había sido confiada una innumerable multitud de pueblos, metida en el pecado. San Pedro estaba muy fuerte, como lo indica la oreja cortada del criado del príncipe de los sacerdotes. Este hombre, tan endurecido y tan severo, si hubiese obtenido el don de no pecar, ¿como hubiera podido perdonar a los pueblos? Pero la Providencia divina permitió que cayese el primero, para que fuese condescendiente con los demás, recordando su propia caída (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, volt VI, p. 474).
946 Convivir con los paganos no es tener las mismas costumbres. Convivimos con todos, nos alegramos con ellos por la comunidad de naturaleza, no de supersticiones. Tenemos la misma alma, pero no el mismo comportamiento, somos coposesores del mundo, no del error (TERTULIANO, Sobre la idolatría, 1).
947 Si la regla de conducta del maestro debe ser siempre perseguir el vicio para corregirle, es muy conveniente que conozcamos que debemos ser firmes con los vicios, pero compasivos con el hombre (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 33 sobre los Evang.).
948 Un discípulo de Cristo jamas tratara mal a persona alguna; al error le llama error, pero al que esta equivocado le debe corregir con afecto: si no, no le podré ayudar, no le podré santificar (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 9).
949 Tanto los predicadores del Señor como los fieles, deben estar en la Iglesia de tal manera que compadezcan al prójimo con caridad, pero no se separen de la vía del Señor por falsa compasión (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).
950 El espíritu de dulzura es el verdadero espíritu de Dios; el de sufrimiento es el del Crucificado. Compartidlos; puede hacerse comprender la verdad y amonestarse, siempre que se haga con dulzura. Hay que sentir indignación contra el mal y estar resuelto a nunca transigir con el; sin embargo, hay que convivir dulcemente con el prójimo (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. l 10, l.c., p. 744).
951 El Salvador crucificado, no pudiendo absolutamente excusar el pecado de los que le habían puesto en la cruz, trata sin embargo de aminorar la malicia, alegando su ignorancia. Cuando no podamos nosotros excusar el pecado, juzguémosle a lo menos digno de compasión, atribuyéndolo a la causa mas tolerante que pueda aplicársele, como lo es la ignorancia o la flaqueza (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 28).
952 Procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros, y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados. Es una manera de obrar que, aunque luego no se haga con perfección, se viene a ganar una gran virtud, que es tener a todos por mejores que nosotros, y comiénzase a ganar por aquí el favor de Dios (SANTA TERESA, Vida, 13, 6).
953 Aunque vierais algo malo, no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino mas bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención, si no podéis excusar la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si la cosa es tan clara que no podéis disimularla, aun entonces procurad creerlo así, y decid para vuestros adentros: la tentación habrá sido muy fuerte (SAN BERNARDO, Sermón 40 sobre el Cantar de los Cantares).
954 Para no ser juzgado es necesario no juzgar a los demás y juzgarse a si mismo... Pero, ¡oh, Dios!, todo lo hacemos al revés; continuamente estamos juzgando al prójimo, que es lo que se nos prohibe, y jamas queremos juzgarnos a nosotros mismos, como se nos manda (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 28).
955 La caridad lleva siempre a la comprensión (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homil. sobre S Mateo, 73).
956 Más que en " dar ", la caridad esta en " comprender ".-Por eso busca una excusa para tu prójimo –las hay siempre–, si tienes el deber de juzgar (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 463).
957 Lo que mejor define la ley de Cristo es la caridad, y esta caridad la practicamos de verdad cuando toleramos por amor las cargas de los hermanos (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 10).
958 Date cuenta, pues, de como atempera su reprensión el Señor a Pedro después de las negaciones con gran indulgencia, lo cual es muy propio del que ama (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la 2. a carta a los Corintios, 13).
959 Piensa que cualquier otro que hubiera tenido la gracia que tu tuviste lo hubiera hecho mucho mejor y no habría cometido tantas imperfecciones (J. PECCI –León XIII–, Practica de la humildad, 45).
960 Es mucho mas digno de compasión el que hace el mal que quien lo sufre (SAN LEON MAGNO, Sermón 95 sobre las bienaventuranzas).
961 Si eres tan miserable, ¿como te extraña que los demás tengan miserias? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 446).
962 La amistad se basa en buena parte en la comprensión de los defectos y de las opiniones contrarias del amigo
(Puede haber entendimiento entre personas que tienen distinto criterio sobre algo, pero jamas podrá existir verdadera armonía donde impera la discrepancia de voluntades (CASIANO, Colaciones, 16).
963 Nadie puede ser conocido sino en función de la amistad que se le tiene (SAN AGUSTÍN, Sermón 83).
964 [...] es esta paciencia la que nos impulsa a ser comprensivos con los demás, persuadidos de que las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 78).