Antología de Textos

CRISTIANOS

1. El discípulo debe reconocer a Jesús como el Cristo, el Mesías: Vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro le dijo: Tú eres el Mesías (Mc 8, 29). Esa fe en la divinidad de Jesucristo Redentor es el fundamento de las exigencias de entrega del cristiano: ha de estar dispuesto a renunciar a cualquier cosa que le separe de Cristo o que dificulte su misión de darle a conocer a los hombres.
Desde el momento de su encuentro con Jesucristo, los cristianos hacen de Jesús el centro y el contenido de su existencia, de una manera que trasciende su vida, y se deciden a transformar el mundo, llevándolo de nuevo a Dios.
Esa decisión equivale a poner de manifiesto en qué consiste verdaderamente el ser discípulo o seguidor de Cristo. San Juan nos muestra que la fe es lo que define al cristiano. Por eso repite con frecuencia la expresión los discípulos creyeron en Jesucristo (cfr. Jn 2, 11; 6, 65 ss, etc.).

2. El encuentro con Cristo es ahora tan real como cuando recorrió las ciudades y lugares de Palestina. En la Iglesia, y mediante los sacramentos, Cristo se hace presente y nos incorpora a su destino y a su misión: Con Cristo hemos sido sepultados por el bautismo para participar en su muerte, para que, como El resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva (Rm 6, 4).
Si procuramos ser buenos cristianos, no nos debe extrañar que los demás noten en nuestra vida algo que atrae e ilumina. Para eso el Señor, con su gracia, nos ha hecho luz y nos ha dejado el mandato de llevar a Él todas las cosas. Es deber nuestro hacer que quienes nos rodean se acerquen más a Dios. Hemos de considerar con frecuencia si nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, familiares, etc., al presenciar nuestras acciones pueden glorificar realmente a Dios, ver en ellas un reflejo de Cristo.

3. La fe no puede quedar escondida. Es preciso manifestarla, y para ello obrar bien, no solo delante de Dios, sino también delante de los hombres (Rm 12, 7).
Sin nada que no sea propio de fieles corrientes, podemos mostrar lo que significa seguir de verdad al Señor. Nos han de saber leales, sinceros, alegres, trabajadores; nos hemos de comportar como personas que cumplen con rectitud sus deberes y saben actuar en todo momento como hijos de Dios. Nuestra vida constituirá así una señal por la que juzgarán nuestro espíritu cristiano.
Para ser luz de Cristo hemos de practicar también las normas corrientes de la convivencia. Muchas personas viven estas normas como algo exterior y solo las practican porque facilitan el trato social. Para nosotros han de ser, a la vez, fruto de la caridad, manifestaciones externas de una actitud interior de interés por los demás.
El Señor aplica a cada cristiano estas palabras dirigidas a sus discípulos: ninguno después de encender una antorcha la tapa con una vasija ni la mete debajo de la cama, sino que la pone sobre un candelero para que dé luz a los que entran (Lc 8, 16).
Los cristianos deberán ser la sal para toda la tierra: darán un sentido más alto a todos los valores humanos, evitarán la corrupción, traerán con su palabra la sabiduría al mundo, dándole un sentido a lo que acontece. Por eso, la familia, la sociedad, la humanidad necesitan del cristiano. La misión del apóstol no se puede suplir con nada. Cuando está ausente Cristo, los mismos valores humanos se vuelven insípidos, sin trascendencia alguna y, muchas veces, se corrompen.

Citas de la Sagrada Escritura

Origen del nombre: Hch 11
La caridad, señal por la que serán reconocidos: Jn 13, 35
Ungidos y sellados en el Espíritu Santo: 2Co 1, 21-22
Han nacido a una nueva vida por medio del Bautismo: Jn 3, 3; Sal 2, 20; Rm 6, 11
Llamados a la santidad: Ef 4, 18
Hijos de Dios y coherederos con Jesucristo: Rm 8, 15-17; Sal 3, 5; 1Jn 3, 1
Sal y luz del mundo: Mt 5, 13-14
Tienen como modelo al mismo Cristo: 1P 2, 21
Lucha ascética: Flp 3, 12; Jn 9, 4
Llamados al apostolado en medio del mundo: Jn 17, 18; Mc 16, 15
Necesidad de estar unidos con Jesucristo: Jn 15, 4-5
Templos de Dios: 2Co 6, 16
Han de cargar con la cruz de cada día: Lc 9, 23
Los cristianos deben ser humildes:
- en la ciencia: Rm 12, 3-5
- en los dones: Rm 12, 6
- en los oficios: Rm 12, 7-8
Deberes de los cristianos para con la potestad civil: Rm 13, 1-7
Deberes de los cristianos para con los débiles: los fuertes y los flacos no deben juzgar a nadie, eso toca solo a Dios: Rm 14, 1-13
Los cristianos en medio del mundo pagano:
- como deben comportarse en todo momento: 1P 2, 25; 1P 3, 1-12
- como deben comportarse en la persecución: 1P 3, 13-22; 1P 4, 1-9
El cristiano debe mortificar las pasiones: Col 3, 5-9
El cristiano debe practicar todas las virtudes, en particular la caridad: Col 3, 12-17; Col 4, 1 ss

Transformados por el Bautismo

1452 Cuando llegues a la fuente del bautismo [...], entonces también tu, por ministerio de los sacerdotes, atravesaras el Jordán y entraras en la tierra prometida, en la que te recibirá Jesús, el verdadero sucesor de Moisés, y será tu guía en el nuevo camino (ORIGENES, Hom. sobre el libro de Josué, 4).

1453 No pienses que aquellas hazañas son meros hechos pasados y que nada tienen que ver contigo, que los escuchas ahora: en ti se realiza su místico significado. En efecto, tu, que acabas de abandonar las tinieblas de la idolatría y deseas ser instruido en la ley divina, eres como si acabaras de salir de la esclavitud de Egipto (ORIGENES, Hom. sobre el libro de Josué, 4).

1453b Seguir a Cristo no es una imitación exterior, porque afecta al hombre en su interioridad más profunda. Ser discípulo de Jesús significa hacerse conforme a Él, que se hizo servidor de todos hasta el don de sí mismo en la cruz (cfr. Flp 2, 5-6). Mediante la fe, Cristo habita en el corazón del creyente (cfr. Ef 3,17), el discípulo se asemeja a su Señor y se configura con Él; lo cual es futo de la gracia, de la presencia operante del Espíritu Santo en nosotros. Inserido en Cristo, el cristiano se convierte en miembro de su Cuerpo, que es la Iglesia (cfr. 1Co 12, 13. 27). Bajo el impulso des Espíritu, el Bautismo configura radicalmente al fiel con Cristo en el misterio pascual de la muerte y resurrección, lo "reviste" de Cristo (cfr. Ga 3, 27) (JUAN PABLO II, Enc. Veritatis splendor, n. 21).

La sal de la tierra y la luz del mundo

1454 Vosotros sois la sal de la tierra. Es como si les dijera: " El mensaje que se os comunica no va destinado a vosotros solos, sino que habéis de transmitirlo a todo el mundo. Porque no os envió a dos ciudades, ni a diez, ni a veinte; ni tan siquiera os envió a toda una nación, como en otro tiempo a los profetas, sino a la tierra, al mar y a todo el mundo, y a un mundo por cierto muy mal dispuesto ". Porque al decir: Vosotros sois la sal de la tierra, enseña que los hombres han perdido su sabor y están corrompidos por el pecado. Por ello exige sobre todo de sus discípulos aquellas virtudes que son mas necesarias y útiles para el cuidado de los demás (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).

1455 La virtud de esta luz no esta solo en brillar, sino también en conducir a los que la siguen (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).

1456 Nosotros, los cristianos, en comparación con los infieles, somos ya luz, como dice el Apóstol: Un tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 35).

1457 Hijos de Dios, hermanos del Verbo hecho carne, de Aquel de quien fue dicho: en el estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres (Jn 1, 4). Hijos de la luz, hermanos de la luz: eso somos. Portadores de la única llama capaz de encender los corazones hechos de carne (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 66).

1458 Somos como lamparas que han sido encendidas con la luz de la verdad, y las hace arder el espíritu de la caridad, y no les falta nunca el aceite de la gracia de Dios (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 23).

Sin complejos de inferioridad

1459 Los cristianos amilanados –cohibidos o envidiosos– en su conducta, ante el libertinaje de los que no han acogido la Palabra de Dios, demostrarían tener un concepto miserable de nuestra fe. Si cumplimos de verdad la Ley de Cristo –si nos esforzamos por cumplirla, porque no siempre lo conseguiremos–, nos descubriremos dotados de esa maravillosa gallardía de espíritu, que no necesita ir a buscar en otro sitio el sentido de la mas plena dignidad humana (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 38).

1460 (Refiriéndose a los filósofos de su tiempo, decía San Justino): Cuanto de bueno esta dicho en todos ellos, nos pertenece a nosotros los cristianos, porque nosotros adoramos y amamos, después de Dios, al Verbo, que procede del mismo Dios ingénito e inefable; pues El, por amor nuestro, se hizo hombre para participar de nuestros sufrimientos y curarlos (SAN JUSTINO, Apología 2, 13).

Dignidad del cristiano

1461 Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo (Carta a Diogneto, cap. 6, 1).

1462 Así como hay algunos que tienen un sobrenombre, ya sea heredado de sus padres, ya sea adquirido por méritos personales, para nosotros el mayor titulo de gloria es el ser cristianos y ser con tal nombre reconocidos (SAN GREGORIO NACIANCENO, Disertación 43, 15).

1463 Reconoce, oh cristiano, tu dignidad y, ya que ahora participas de la misma naturaleza divina, no vuelvas a tu antigua vileza con una vida depravada. Recuerda de que cabeza y de que cuerpo eres miembro. Ten presente que has sido arrancado del dominio de las tinieblas y transportado al reino y a la claridad de Dios. Por el sacramento del bautismo te has convertido en templo del Espíritu Santo; no ahuyentes, pues, con acciones pecaminosas a un huésped tan excelso, ni te entregues otra vez como esclavo del demonio, pues el precio con que has sido comprado es la sangre de Cristo (SAN LEON MAGNO Sermón 1, en la Natividad del Señor).

1464 (El cristiano) no ignora a imagen de quien ha sido creado, de que grandeza es capaz, ni admite una pequeña ventaja que pueda hacerle perder inmensas ganancias (SAN BERNARDO, Sermón 17).

1464b La dignidad de cada hombre y su vocación correspondiente encuentran su realización definitiva en la unión con Dios. María -la mujer de la Biblia- es la expresión más completa de esta dignidad y de esta vocación. En efecto, cada hombre -varón o mujer- creado a imagen y semejanza de Dios, no puede llegar a realizarse fuera de la dimensión de esta imagen y semejanza (JUAN PABLO II, Carta Apost. Mulieris dignitatem, 15-VIII, 1988, n. 5).

Ejemplares en todas sus obras

1465 Por amor a Dios, por amor a las almas y por corresponder a nuestra vocación de cristianos, hemos de dar ejemplo. Para no escandalizar, para no producir ni la sombra de la sospecha de que los hijos de Dios son flojos o no sirven, para no ser causa de desedificacion ..., vosotros habéis de esforzaros en ofrecer con vuestra conducta la medida justa, el buen talante de un hombre responsable. Tanto el campesino que ara la tierra mientras alza de continuo su corazón a Dios, como el carpintero, el herrero, el oficinista, el intelectual –todos los cristianos– han de ser modelo para sus colegas, sin orgullo, puesto que bien claro queda en nuestras almas el convencimiento de que únicamente si contamos con El conseguiremos alcanzar la victoria [...] (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 70).

1466 Entre nosotros es fácil hallar gentes sencillas, artesanos y viejitas, que si de palabra no son capaces de poner de manifiesto la utilidad de su religión, la demuestran con las obras. Porque no se aprenden discursos de memoria, sino que manifiestan acciones buenas: no herir al que los hiera, no perseguir en justicia al que los despoja, dar todo al que les pide, amar al prójimo como a si mismo (ATENAGORAS, Legación en favor de los cristianos, 11).

1467 Cualquier espiritualidad que impidiese u obstaculizase a un fiel cristiano el cumplimiento de sus propios deberes de estado seria, para ese fiel cristiano, y en tanto siguiese teniendo esos deberes, una espiritualidad desordenada, inconveniente, contraria a la voluntad de Dios (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 122).

1467b Se ha promulgado un edicto de César Augusto, que manda empadronarse a todos los habitantes de Israel. Caminan María y José hacia Belén... -¿No has pensado que el Señor se sirvió del acatamiento puntual a una ley, para dar cumplimiento a su profecía?
Ama y respeta las normas de una convivencia honrada, y no dudes de que tu sumisión leal al deber será, también, vehículo para que otros descubran la honradez cristiana, fruto del amor divino, y encuentren a Dios (SAN JOSEMARÍA ESCRIVA, Surco, n. 322).

El "consuelo de Dios" en el mundo

1468 No soy, ni he sido nunca pesimista, porque la fe me dice que Cristo ha vencido definitivamente y nos ha dado, como prenda de su conquista, un mandato, que es también un compromiso: luchar. Los cristianos tenemos un empeño de amor, que hemos aceptado libremente, ante la llamada de la gracia divina: una obligación que nos anima a pelear con tenacidad, porque sabemos que somos tan frágiles como los demás hombres. Pero a la vez no podemos olvidar que, si ponemos los medios, seremos la sal, la luz y la levadura del mundo: seremos el consuelo de Dios (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 74).

1469 Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida (Carta a Diogneto, 5, 13-17).

1469b Ante Pilato, Cristo proclama que había "venido al mundo: para dar testimonio de la verdad" (Jn 18, 37). El cristiano no debe "avergonzarse de dar testimonio del Señor" (2Tm 1, 8). En las situaciones que exigen dar testimonio de la fe, el cristiano debe profesarla sin ambigüedad, a ejemplo de san Pablo ante sus jueces. Debe guardar una "conciencia limpia ante Dios y ante los hombres" (Hch 24, 16) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2471).

1469c El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia los impulsa a actuar como testigos del Evangelio y de las obligaciones que de él se derivan. Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras. El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad (cfr. Mt 18, 16):
"Todos [...] los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación" (AG 11) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2472).

Testigos de Cristo en el mundo

1470 Cristo nos ha dejado en la tierra para que seamos faros que iluminen, doctores que enseñen; para que cumplamos nuestro deber de levadura; para que nos comportemos como ángeles, como anunciadores entre los hombres; para que seamos adultos entre los menores, hombres espirituales entre los carnales, a fin de ganarlos; que seamos simiente y demos numerosos frutos. Ni siquiera seria necesario exponer la doctrina, si nuestra vida fuese tan irradiante; ni seria necesario recurrir a las palabras, si nuestras obras dieran tal testimonio. Ya no habría ningún pagano, si nos comportaremos como verdaderos cristianos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 10 sobre la 1.° Epístola a Timoteo).

1470b Esta es tu tarea de ciudadano cristiano: contribuir a que el amor y la libertad de Cristo presidan todas las manifestaciones de la vida moderna: la cultura y la economía, el trabajo y el descanso, la vida de familia y la convivencia social (SAN JOSEMARÍA ESCRIVA, Surco, n. 302).

1471 Su casa se lleno con la fragancia del perfume, y el mundo se llena con la buena fama porque la buena fama es como un olor agradable. Por eso los que se llaman cristianos y viven mal, insultan a Cristo; de ellos se dice que por su causa es blasfemado el nombre de Dios (Rm 2, 24). Pero si por esos es blasfemado, por los buenos cristianos es alabado su santo nombre. Escucha lo que dice el Apóstol: en todas partes somos el buen olor de Cristo (2Co 2, 14) (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 50).

1472 Convivir con los paganos no es tener sus mismas costumbres. Convivimos con todos, nos alegramos con ellos porque tenemos en común la naturaleza, no las supersticiones. Tenemos la misma alma, pero no el mismo comportamiento; somos coposeedores del mundo, no del error (TERTULIANO, Sobre la idolatría, 1, 4-5).

1473 [...] ser testigo de Cristo supone, antes que nada, procurar comportarnos según su doctrina, luchar para que nuestra conducta recuerde a Jesús, evoque su figura amabilísima. Hemos de conducirnos de tal manera, que los demás puedan decir, al vernos: este es cristiano, porque no odia, porque sabe comprender, porque no es fanático, porque esta por encima de los instintos, porque es sacrificado, porque manifiesta sentimientos de paz, porque ama (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 122).

1474 Yo mismo, cuando seguía las enseñanzas de Platón, oía repetir todo linaje de calumnias contra los cristianos; sin embargo, al contemplar como iban intrépidos a la muerte y soportaban todo lo que se tiene por mas temible, empece a considerar ser imposible que hombres de ese temple vivieran en la maldad y en el amor del placer. Y efectivamente, ¿quien dominado de ese amor o incontinente, quien que tenga por cosa buena devorar carnes humanas, puede recibir con gusto la muerte que ha de privarle de todo lo que el tiene por bienes? Lo natural es que trate de vivir, y el mayor tiempo posible, en la presente vida y esquivar la persecución de los príncipes, sin que se le pase por la cabeza entregarse el a si mismo para que le quiten la vida (SAN JUSTINO, Apología 2, 12).

1475 Después de haber participado en la Misa, cada uno ha de ser solicito en hacer buenas obras, en agradar a Dios y vivir rectamente, entregado a la Iglesia, practicando lo que ha aprendido y progresando en el servicio de Dios, trabajando por impregnar al mundo del espíritu cristiano y también constituyéndose en testigo de Cristo en toda circunstancia y en el corazón mismo de la convivencia humana (PABLO VI, Eucharisticum Mysterium, 13).

1476 Vivís, sentís, entendéis, sois hombres. Pero ¿que beneficio puede compararse a este: sois cristianos? Faltos de este beneficio, ¿que nos aprovecharía ser hombres? Mas somos cristianos, a Cristo pertenecemos. Enfurézcase el mundo; no nos quebranta, porque pertenecemos a Cristo. Halagüeños el mundo; no nos seduce, pertenecemos a Cristo (SAN AGUSTÍN, Sermón 130).

1477 Que los oradores guarden su elocuencia, los filósofos su sabiduría, los reyes sus reinos; para nosotros, la gloria, las riquezas y el reino son Cristo; para nosotros, la sabiduría es la locura del Evangelio, la fuerza es la debilidad de la carne, y la gloria es el escándalo de la cruz (SAN PAULINO DE NOLA, Carta 38, 3-4, 6).