1801 Una de las cosas mas arduas y dificultosas que hay en esta vida es saber ir a Dios y tratar familiarmente con el. Y por esto no se puede este camino andar sin alguna buena guía (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Tratado de la oración y meditación, 2, 5).
1801b Como decía el Cardenal Montini, futuro Pablo VI, "la dirección espiritual tiene una función hermosísima y, podría decirse, indispensable para la educación moral y espiritual de la juventud, que quiera interpretar y seguir con absoluta lealtad la vocación, sea cual fuese, de la propia vida; esta conserva siempre una importancia beneficiosa en todas las edades de la vida, cuando, junto a la luz y a la caridad de un consejo piadoso y prudente, se busca la revisión de la propia rectitud y el aliento para el cumplimiento generoso de los propios deberes. Es medio pedagógico muy delicado, pero de grandísimo valor; es arte pedagógico y psicológico de grave responsabilidad en quien la ejerce; es ejercicio espiritual de humildad y de confianza en quien la recibe. (JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Pastores dabo vobis, n. 81).
1802 Y adviértase que para este camino, a lo menos para lo mas subido de el y aun para lo mediano, apenas se hallara un guía cabal según todas las partes que ha menester, porque, demás de ser sabio y discreto, es menester que sea experimentado. Porque para guiar el espíritu, aunque el fundamento es el saber y la discreción, si no hay experiencia de lo que es puro y verdadero espíritu, no atinara a encaminar al alma en el, cuando Dios se lo da, ni aun lo entenderá (SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama de amor viva, canc. 3, 30).
1803 Si quiere o pretende ser contemplativa ha menester para ir muy acertada dejar su voluntad con toda determinación en un confesor que sea tal. Porque esto es ya cosa muy sabida, que aprovechan mas de esta suerte en un ano que sin esto en muchos (SANTA TERESA, C. de perfección, 18, 8).
1804 Cuando os sintáis aguijoneados por la contrición os daréis cuenta de la laboriosidad y esfuerzo que supone el salvar la propia alma. Se afianzara en vosotros la profunda convicción de que, lejos de poder enseñar a los demás, tenéis todavía necesidad de la ayuda de un maestro (CASIANO, Colaciones, 24).
1805 Hay quienes son tentados de mudar de confesor por curiosidad, para ver como los gobernaría otro; se cansan de oír siempre los mismos consejos, especialmente si son de cosas que no agradan a su natural; por inconstancia, porque no pueden perseverar por mucho tiempo en los mismos ejercicios; por soberbia, porque quieren ir con el director mas afamado o mas en candelero, o gustan de que les regalen los oídos; por cierta especie de inquietud, que es causa de que jamas estén contentos con el que tienen y de que estén siempre soltando en una perfección imaginaria; por un deseo desordenado de manifestar su interior a diversos confesores para que estos se interesen por ellos o para asegurarse mas; por falsa vergüenza, para ocultar al confesor ordinario ciertas flaquezas humillantes. Estos motivos son a todas luces insuficientes, y hemos de rechazarlos si queremos adelantar sin tregua en el camino del espíritu (TANQUEREY, Teología ascética y mística, 556).
1806 Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la doctrina, la corriente de gracia de los Sacramentos; y ha dispuesto que haya personas para orientar, para conducir, para traer a la memoria constantemente el camino (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 34).
1807 Aquellas palabras que el Señor dijo a Jeremías: Ecce constitui te super gentes... ut evellas. .. et dissipes et aedifices et plantes (Jr 1, 10), las esta repitiendo a todos los confesores; los cuales no solo deben arrancar los vicios del alma, sino también plantar virtudes (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, La practica del confesor, 1. c., 99).
1808 Bendito seáis vos, Señor, que tan inhábil y sin provecho me hicisteis. Mas alaboos muy mucho, porque despertáis a tantos que nos despierten. Había de ser muy continua nuestra oración por estos que nos dan luz. ¿Que seriamos sin ellos entre tan grandes tempestades como ahora tiene la Iglesia? Si algunos ha habido ruines, mas resplandecerán los buenos. Plegue al Señor los tenga de su mano y los ayude para que nos ayuden (SANTA TERESA, Vida, 13, 10).
1809 Los mas hábiles médicos no suelen limitarse a curar las enfermedades presentes. Su sagacidad les hace ver mas allá y se emplean en prevenir ulteriores males por medio de diagnósticos y medicamentos saludables. Cosa pareja hacen estos auténticos médicos de las almas. Con antelación curan, como con un antídoto sobrenatural, las dolencias del corazón, cuyos sintamos aparecerán mas tarde, e impiden que se desarrollen en el alma. Y es que, descubriendo a los jóvenes las causas de las pasiones que les amenazan, les brindan a la vez los remedios para sanarlas (CASIANO, Instituciones, 11).
1810 En la propia vida no faltan las oscuridades e incluso debilidades. Es el momento de la dirección espiritual personal. Si se habla confiadamente, si se exponen con sencillez las propias luchas interiores, se sale siempre adelante, y no habrá obstáculo ni tentación que logre apartaros de Cristo (JUAN PABLO II, Carta a los seminaristas de España, Valencia 8-XI-1982).
1811 En el camino de la vida espiritual no os fiéis de vosotros mismos, sino que, con sencillez y docilidad, pedid consejo y aceptad la ayuda de quien, con sabia moderación, puede guiar vuestra alma, indicaros los peligros, sugeriros los remedios oportunos, y en todas las dificultades internas y externas os puede dirigir rectamente y encaminaros a ser cada día mas perfectos [...]. Sin esta prudente guía de la conciencia, de modo ordinario, es muy difícil secundar convenientemente los impulsos del Espíritu Santo y de la gracia divina (Pío XII, Menti nostrae, 23-IX-1950).
1812 Uno comprende enseguida la culpa de otro, pero con dificultad se da cuenta de la suya; un hombre es imparcial en causa ajena, pero se perturba en la propia (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 132).
1813 Conviene que conozcas esta doctrina segura: el espíritu propio es mal consejero, mal piloto, para dirigir el alma en las borrascas y tempestades, entre los escollos de la vida interior. Por eso es Voluntad de Dios que la dirección de la nave la lleve un Maestro, para que, con su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 59).
1814 Nadie esta autorizado, por sabio que sea, a creer que podrá prescindir de los consejos de su hermano. Las ilusiones de Satanás le llevaran a engaño y no escapara a los lazos que le tenderán la presunción y la soberbia. ¿Quien podría arrogarse tal independencia sin incurrir en daños irreparables? (CASIANO, Colaciones, 16).
1815 Aquel que obedece a su inspiración personal y fía demasiado en su propio juicio no podré alcanzar las cimas de la perfección. Es imposible que no sucumba a las peligrosas ilusiones que urde el demonio por doquier (CASIANO, Colaciones, 2).
1816 Convéncete de que no eres buen consejero de ti mismo y, por eso, teme y desconfía de tus opiniones, que tienen una raíz mala y corrompida. Con esta persuasión, aconsejase, en lo posible, de hombres sabios y de buena conciencia, y prefiere ser gobernado por uno que sea mejor que tu a seguir tu propio parecer (J. PECCI –León XIII–, Practica de la humildad, 28).
1817 El que solo quiere estar, sin arrimo y guía, será como el árbol que esta solo y sin dueño en el campo, que por mas fruta que tenga, los viadores se la cogerán y no llegara a sazón. El árbol cultivado y guardado con los buenos cuidados de su dueño, da la fruta en el tiempo que de el se espera. El alma sola sin maestro, que tiene virtud, es como el carbón encendido que esta solo; antes se ira enfriando que encendiendo (SAN JUAN DE LA CRUZ, Dichos de luz y de amor, 1. c., pp. 958-964).
1818 Que no hay quien tan bien se conozca a si como conocen quienes nos miran, si es con amor y cuidado de aprovecharnos (SANTA TERESA, Vida, 16, 4).
1819 El sacramento de la Penitencia, por cuanto lleva consigo de ejercicio de humildad y de sinceridad, por la fe que profesa in actu exercito [...], por la esperanza que incluye, por el atento examen de la conciencia que exige, no solo es instrumento directo para destruir el pecado [...], sino también ejercicio precioso de virtud, expiación, escuela insustituible de espiritualidad, profunda labor de regeneración de las almas [...]. En este sentido, la Confesión bien llevada es ya, por si misma, una forma altísima de dirección espiritual (JUAN PABLO II, A la Sagrada Penitenciaria y a los penitenciarios romanos, 30-1-1981).
1820 Yendo con limpia conciencia y con obediencia, nunca el Señor permite que el demonio tenga tanta mano que nos engañe de manera que pueda afanar el alma; antes viene el a quedar engañado (SANTA TERESA, Fundaciones, 4, 2).
1821 Grandemente le conviene al alma que quiere ir adelante en el recogimiento y perfección mirar en cuyas manos se pone, porque cual fuere el maestro, tal será el discípulo, y cual es el padre, tal el hijo (SAN JUAN DE LA CRUZ, Llama de amor viva, canc. 3, 30).
1822 También a San Pablo le llamo Cristo por si mismo y le hablo. Mas, pudiendo revelarle en el acto el camino de la santidad, prefirió encaminarlo a Ananias y le ordeno que aprendiera de sus labios la verdad: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que has de hacer (CASIANO, Colaciones, 2).
1823 Si no levantarías sin un arquitecto una buena casa para vivir en la tierra, ¿como quieres levantar sin Director el alcázar de tu santificación para vivir eternamente en el cielo? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 60).
1824 Dios ha dispuesto que, de forma ordinaria, los hombres se salven con la ayuda de otros hombres; y así, a los que El llama a un grado mas alto de santidad les proporciona también a unos que les guíen hacia esta meta (LEON XIII, Testem benevolentem, 22-1-1899).
1825 El hombre necesita aconsejarse cuando esta atribulado, como precisa el enfermo la orientación de los médicos. Por consiguiente, estando enfermos todos por el pecado, hemos de pedir consejo para curarnos (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, 1. c., 153).
1826 Nunca afirmaron los santos que habían encontrado por si solos el camino que anduvieron para aprovechar en la virtud y garantizar su posesión (CASIANO, Colaciones, 3).
1827 Dicen que los hombres se convierten en simples maquinas y pierden la dignidad de la naturaleza humana cuando se guíen por la palabra de otro. Y me gustarla saber lo que llegarían a ser siguiendo su propia voluntad. Yo apelo a una persona sincera y pregunto si no reconocerla que, en general, el mundo seria mucho mas feliz, los individuos mucho mas felices si se dejaran llevar por un consejo amigo. Por cada persona que ha sido perjudicada por seguir la dirección de otro, cientos de personas se han arruinado guiándose por su propia voluntad (CARD. J.H. NEWMAN, Sermón para el Dom. 1 de Cuaresma: Entrega a Dios).
1828 Tratad con el con toda sinceridad y fidelidad, manifestándole claramente vuestros bienes y vuestros males, sin fingimiento ni disimulo (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 4).
1829 Esa trepidación de tu espíritu, la tentación, que te envuelve, es como una venda sobre los ojos de tu alma. Estas a oscuras. -No te empeñes en andar solo, porque, solo, caerás. -Ve a tu Director –a tu superior– y el hará que oigas aquellas palabras de Rafael Arcángel a Tobías: "Forti animo esto, in proximo est ut a Deo cureris" -Ten animo, que pronto te curara Dios. -Se obediente, y caerán las escamas, caerá la venda de tus ojos, y Dios te llenara de gracia y de paz (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 715).
1830 Asi como entre las enfermedades corporales hay algunas que no las sienten quienes están enfermos de ellas, sino que mas bien dan crédito a lo que dicen los médicos, sin tener en cuenta su propia insensibilidad, así el alma, que no percibe sus pasiones ni conoce sus pecados, debe dar crédito a quienes pueden dárselos a conocer (SAN BASILIO en Catena Aurea, vol. VI, p. 442).
1831 Es una nota de sabiduría contar con otras personas que puedan ayudarnos (SANTO TOMÁS S.Th. II-II, q. 129, a. 9).
1832 Y téngase este aviso, que si no obedeciere a lo que el confesor le dijere y se dejare guiar por el, que o es mal espíritu, o terrible melancolía. Pues aunque el confesor no atinase, ella atinara mas en no salir de lo que se le dice, aunque sea ángel de Dios el que habla; porque Su Majestad le dará luz u ordenara como se cumpla; y es sin peligro hacer esto, y en hacer otra cosa puede haber muchos peligros y muchos danos (SANTA TERESA, Fundaciones, 8, 5).
1833 (La actitud de quien no es sincero es como la de quien acudiendo a la consulta del medico para ser curado perdiera el juicio y la conciencia de a que ha ido, y mostrase los miembros sanos y ocultase los enfermos [...]: Dios es quien debe vendar las heridas, no tu, porque si tu, por vergüenza, quieres ocultarlas con vendajes, no te curara el medico. Has de dejar que sea el medico quien te cure y vende las heridas, porque el las cubre con medicamentos. Mientras que con el vendaje del medico las llagas se curan, con el vendaje del enfermo se ocultan. ¿Y a quien las ocultas? A quien conoce todas las cosas (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 31).
1834 La soberbia inclina a los principiantes a huir de los maestros que no aprueban su espíritu, y aun terminan por tenerles aborrecimiento (SAN JUAN DE LA CRUZ, Noche oscura, 1, 2).
1835 En esa dirección espiritual mostraos siempre muy sinceros: no os concedáis nada sin decirlo, abrid por completo vuestra alma, sin miedos ni vergüenzas. Mirad que, si no, ese camino tan llano y carretero se enreda, y lo que al principio no era nada, acaba convirtiéndose en un nudo que ahoga (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 15).
1836 Más andando con humildad, procurando saber la verdad, sujetas al confesor y tratando con el con verdad y llaneza, que –como esta dicho– con lo que el demonio pensaba daros la muerte os da la vida, aunque mas cocos e ilusiones os quiera hacer (SANTA TERESA, C. de perfección, 40, 4).
1837 Rasgando el velo con que la falsa vergüenza querría cubrirlos, manifestemos a nuestros mayores todos los secretos de nuestra alma, y vayamos con confianza a buscar en ellos el remedio a nuestras heridas y el ejemplo de una vida santa (CASIANO, Colaciones, 2).
1837b Conviene que para lo que toca al regimiento de vuestra conciencia toméis por guía y padre alguna persona letrada y experimentada y ejercitada en las cosas de Dios [...]. No le escondáis cosa buena ni mala; la buena, para que la examine y os avise, y la mala, para que la corrija. Y cosa de importancia no hayáis sin su parecer, teniendo confianza en Dios, que es amigo de la obediencia, que pondrá en el corazón y lengua de vuestro guía lo que conviene a vuestra salud. Y de esta manera huiréis de dos malos extremos: uno de los que dicen: "No he menester consejo de hombre; Dios me rige y me satisface". Otros están sujetos al hombre, sin mirar otra cosa sino que es hombre, y a estos se les aplica aquella maldición que dice: "Maldito el hombre que confía en el hombre". Sujetaos vos al hombre, y habréis escapado del primer peligro; y no confiéis en saber y fuerzas de hombres, más en Dios, que os favorecerá y hablará por medio del hombre; y así habréis evitado el segundo peligro. Y tened por cierto que, aunque mucho busquéis, no
hallaréis otro camino tan cierto ni tan seguro para hallar la voluntad del Señor como este de la humilde obediencia, tan aconsejado por todos los santos (SAN JUAN DE ÁVILA, Reglas muy provechosas [...], n. 9).
1838 Por eso el sacerdote debe ser exclusivamente un hombre de Dios, rechazando el pensamiento de querer brillar en campos en los que los demás cristianos no necesitan de el. El sacerdote no es un psicólogo, ni un sociólogo, ni un antropólogo: es otro Cristo, Cristo mismo, para atender a las almas de sus hermanos (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 79).
1838b A medida que voy viviendo más, veo más claramente que la dulzura es necesaria para entrar y mantenerse en los corazones y para hacerles cumplir su deber sin tiranía. Porque, en fin de cuentas, nuestras hermanas son las ovejas de Nuestro Señor; nos está permitido, al conducirlas, tocarlas con el cayado, pero no aplastarlas (SANTA TERESA DE CHANTAL, Consejos a una Superiora, vol. 3, p. 328).
1839 Si deseamos llegar realmente a la perfecci6n de las virtudes, debemos escogernos maestros y guías. Pero procuremos que no sean de aquellos que no hacen mas que publicar con vana palabrería los antojos de su imaginación; antes bien, aquellos que, amaestrados por larga experiencia, son igualmente capaces de enseñárnosla, de dirigirnos hacia ella y mostrarnos el medio seguro para obtenerla (CAISIANO, Instituciones, 12).
1839b La dirección que ha de darse a las almas no ha de depender jamás de cuestiones discutidas, sino de doctrinas admitidas comúnmente (TANQUEREY, Teología ascética y mística, n. 32 a.).
1840 Aunque para esto parece no son menester letras, mi opinión ha sido siempre, y será, que cualquier cristiano procure tratar con quien las tenga buenas, si puede, y mientras mas, mejor; y los que van por camino de oración tienen de esto mayor necesidad, y mientras mas espirituales, mas. [...] Así que importa mucho ser el maestro avisado, digo de buen entendimiento, y que tenga experiencia; si con esto tiene letras, es grandísimo negocio. Mas si no se pueden hallar estas tres cosas juntas, las dos primeras importan mas; porque letrados pueden procurar para comunicarse con ellos cuando tuvieren necesidad. Digo que a los principios, si no tienen oración, aprovechan poco las letras. No digo que no traten con letrados, porque espíritu que no vaya comenzado en verdad, yo mas le querría sin oración, y es gran cosa letras, porque estas nos enseñan a los que poco sabemos y nos dan luz, y llegados a verdades de la Sagrada Escritura, hacemos lo que debemos. De devociones a bobas nos libre Dios (SANTA TERESA, Vida, 13).
1841 Mas si en el confesor se entendiera que va encaminado a alguna vanidad, todo lo tengan por sospechoso, y en ninguna manera, aunque sean buenas platicas, las tengan con el, sino con brevedad confesar y concluir. Y lo mejor seria decir a la prelada que no se halla bien su alma con el y mudarle, que esto es lo mas acertado, si se puede hacer sin tocarle en la honra (SANTA TERESA, C. de perfección, 4, 13).
1841b Los que conducen las ovejas de Cristo como si fuesen propias y no de Cristo, demuestran que se aman a sí mismos y no al Señor (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 123).
1842 No debemos seguir las huellas ni abrazar la doctrina y consejo de aquellos cuya única reputación estriba en las canas y en los anos que han vivido. Si, en cambio, debemos guiarnos por aquellos que llevaron durante su juventud una vida irreprochable y digna de elogio, y se formaron no según sus propias luces y criterio, sino de acuerdo con las enseñanzas y doctrina de los mayores (CASIANO, Colaciones, 2).