3429 El arte cristiano tiene un carácter que casi querríamos llamar sacramental: no ciertamente en el significado propio de la palabra, pero si como medio e instrumento del que se sirve el Señor para disponer los ánimos a los prodigios de la gracia. Por él los valores espirituales se hacen como visibles, más cercanos a la mentalidad humana, que quiere ver y tocar: la armonía de las estructuras, las formas plásticas, la magia de los colores son otros tantos medios que intentan aproximar lo visible a lo invisible, lo sensible a lo sobrenatural (Juan XXIII, Aloc. 27-10-1961).
3430 Me viste celebrar la Santa Misa sobre un altar desnudo –mesa y ara–, sin retablo. El Crucifijo, grande. Los candeleros recios, con hachones de cera, que se escalonan: más altos, junto a la cruz. Frontal del color del día. Casulla amplia. Severo de líneas, ancha la copa y rico el cáliz. Ausente la luz eléctrica, que no echamos en falta
- Y te costó trabajo salir del oratorio: se estaba bien allí. ¿Ves cómo lleva a Dios, cómo acerca a Dios el rigor de la liturgia? (J. Escrivá de Balaguer, Camino, 543).
3431 ¡Oh, felices lugares –exclamaban– donde tantos prodigios se realizaron por nuestra salvación! Pero, sin ir tan 1ejos, sin tenernos que molestar en atravesar los mares y exponernos a tantos peligros, ¿no tenemos aquí, en medio de nosotros, a Jesucristo, no solamente como Dios, sino en cuerpo y alma? ¿No son tan dignas de respeto nuestras iglesias como los lugares santos que visitaban aquellos peregrinos? ¡Nuestra dicha es demasiado grande!, jamás comprenderemos su alcance. ¡Pueblo feliz, el cristiano, al ver cómo cada día se renuevan todos los prodigios que la omnipotencia de Dios obró en otro tiempo en el Calvario para salvar a los hombres! (Santo Cura de Ars, Sermón sobre el Jueves Santo).
3432 Entre las actividades más nobles del ingenio humano se cuentan, con razón, las bellas artes, principalmente el arte religioso y su cumbre, que es el arte sacro. Estos, por su naturaleza, están relacionados con la infinita belleza de Dios, que intentan expresar de alguna manera por medio de obras humanas. Y tanto más pueden dedicarse a Dios y contribuir a su alabanza y a su gloria cuanto más lejos están de todo propósito que no sea colaborar lo más posible con sus obras para orientar santamente los hombres hacia Dios
Por esta razón, la santa madre Iglesia fue siempre amiga de las bellas artes, buscó constantemente su noble servicio y apoyó a los artistas, principalmente para que las cosas destinadas al culto sagrado fueran en verdad dignas, decorosas y bellas, signos y símbolos de las realidades celestiales (Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concibium, 122).
3433 Más aún, la Iglesia se consideró siempre, con razón, como árbitro de las mismas, discerniendo entre las obras de los artistas aquellas que estaban de acuerdo con la fe, la piedad y las leyes religiosas tradicionales y que eran consideradas aptas para el uso sagrado (Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concibium, 122).
3434 (La Iglesia ha procurado siempre que los fieles sean) tan cuidadosos del culto y del honor divino que puedan con razón llamarse celosos más que amantes [...], para que imiten al mismo Jesucristo, de quien son estas palabras: el celo de tu Casa me devoró (Jn 2, 17) (Catecismo Romano, 3, 2, 27).
3435 Los artistas que, llevados por su ingenio, desean glorificar a Dios en la santa Iglesia, recuerden siempre que su trabajo es una cierta imitación sagrada de Dios Creador y que sus obras están destinadas al culto católico, a la edificación de los fieles y a su instrucción religiosa (Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum concilium, 127).
3436 Revísense cuanto antes [...] los cánones y prescripciones eclesiásticas que se refieren a la disposición de las cosas externas del culto sagrado, sobre todo en lo referente a la apta y digna edificación de los templos, a la forma y construcción de los altares, a la nobleza, colocación y seguridad del sagrario, así como también a la funcionalidad y dignidad del baptisterio, al orden conveniente de las imágenes sagradas, de la decoración y del ornato (Conc. Vat. II, Const. Sacrosantum Concilium, 128).
3437 "(Mi casa se llamará casa de oración)". Nadie haga cosa alguna en el oratorio, sino aquellas para las que está destinado, y de quien recibe su nombre (San Agustín, en Catena Aurea, vol. III, p. 16).
3438 Cualquiera que sea el lugar donde nos encontremos, dirijamos con alegría nuestros pensamientos, nuestros deseos, hacia donde está guardado este adorable Cuerpo, para unirnos a los ángeles que con tanto respeto lo adoran. Guardémonos de hacer como aquellos impíos que no muestran el menor respeto a los templos, tan santos, tan dignos de reverencia, tan sagrados por la presencia de Dios hecho hombre, que día y noche mora entre nosotros (Santo Cura de Ars, Sermón sobre el Jueves Santo).
3439 Los cálices sagrados y los santos lienzos y todo lo demás que pertenece a la Pasión del Señor [...], por su consorcio con el Cuerpo y la Sangre del Señor, han de ser venerados con la misma reverencia que su Cuerpo y que su Sangre (San Jerónimo, Epístola 114).
3440 Aquella mujer que en casa de Simón el leproso, en Betania, unge con rico perfume la cabeza del Maestro, nos recuerda el deber de ser espléndidos en el culto de Dios
- Todo el lujo, la majestad y la belleza me parecen poco
3441 Siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros Santos Padres y la tradición de la Iglesia Católica [...], definimos con toda exactitud y cuidado que, de modo semejante a la imagen de la preciosa y vivificante cruz, han de exponerse las sagradas y santas imágenes, tanto las pintadas como las de mosaico y de otra materia conveniente, en las santas iglesias de Dios, en los sagrados vasos y ornamentos, en las paredes y cuadros, en las casas y caminos, las de nuestro Señor y Dios y Salvador Jesucristo, de la Inmaculada Señora nuestra la santa Madre de Dios, de los preciosos ángeles y de todos los varones santos y venerables. Porque cuanto con más frecuencia son contemplados por medio de su representación en la imagen, tanto más se mueven los que éstas miran al recuerdo y deseo de los originales y a tributarles el saludo y adoración de honor, no ciertamente de latría verdadera que según nuestra fe sólo conviene a la naturaleza divina; sino que, como se hace con la figura de la preciosa y vivificante cruz, con los evangelios y con los demás objetos sagrados de culto, se las honre con la ofrenda del incienso y de luces, como fue piadosa costumbre de los antiguos. "Porque el honor de la imagen se dirige al original" (S. Basilio), y el que adora una imagen adora a la persona en ella representada (Conc.II de Nicea, Ses. VII; denz 302-304).
3442 A esta causa era tan amiga de imágenes. ¡desventurados los que por su culpa pierden este bien! Bien parece que no aman al Señor, porque si le amaran holgáranse de ver su retrato, como acá aun da contento ver el de quien se quiere bien (Santa Teresa, Vida, 9, 2).
3443 Así como los Angeles son mensajeros de Dios y le presentan nuestras plegarias, así el arte cristiano se alza por encima del velo de lo sensible para unir con Dios, acompañar sus santas inspiraciones, facilitar y orientar nuestras relaciones con El (Juan XXIII, Aloc. 27-X-1961).
3444 Este, pues, es buen tiempo para que nos enseñe nuestro Maestro, para que le oigamos y besemos los pies porque nos quiso enseñar y le supliquéis no se vaya de con nosotros
Si esto habéis de pedir mirando a una imagen de Cristo, bobería me parece dejar la misma persona por mirar el dibujo. ¿No lo sería si tuviéramos un retrato de una persona que quisiésemos mucho y la misma persona nos viniese a ver, dejar de hablar con ella y tener toda la conversación con el retrato? ¿Sabéis para cuándo es bueno y caso en que yo me deleito mucho?: para cuando está ausente la misma persona y quiere darnos a entender que lo está con muchas sequedades, es gran regalo ver una imagen de quien con u tanta razón amamos. A cada parte que volviésemos los ojos la querría ver (Santa Teresa, C. de perfección, 34, 10-11).