Antología de Textos

SACRAMENTOS

1. Jesús dispuso los medios para que, en cualquier tiempo y lugar, pudiéramos recibir todas las gracias necesarias: instituyó los sacramentos, canales divinos por los que fluye la gracia. Cada vez que los recibimos nos ponemos en contacto vital con Cristo, fuente de toda gracia. Por los sacramentos, los méritos infinitos que Cristo nos ganó pueden llegar a todos los hombres de todas las épocas y son para todos firme esperanza de vida eterna.
Como "al hombre le es natural llegar a las cosas inteligibles por medio de las cosas sensibles" (Suma Teológica, 2-2, q. 60, a. 4 c), la Verdad de Dios se ha revestido de formas bien sensibles que nos manifiestan la eficacia redentora de la Cruz. Cada sacramento, tomando una forma sensible, representa ante los ojos lo que de un modo invisible realiza la gracia en el alma. Cada uno de ellos remedia una necesidad particular y son una muestra especial de la acción misericordiosa de Jesús.

2. Todos los sacramentos contienen y confieren la gracia santificante a quienes no ponen obstáculo; además comunican la gracia sacramental, que es un auxilio divino para conseguir el fin específico de cada uno de ellos.
Nuestra Madre la Iglesia procura que ese ropaje sencillo que Jesús puso a los sacramentos -agua, aceite, palabras- vaya acompañado de vistosos adornos, cuando sea posible: vasos sagrados de metales preciosos, ornamentos, luces, música, canto y toda una rica gama de ceremonias, gestos, etc., que forman parte de la liturgia.

3. Es una manifestación de fe y una buena preparación para recibir un Sacramento el esfuerzo que se ponga en vivir bien todas estas indicaciones litúrgicas, haciendo bien la señal de la Cruz, una genuflexión, una inclinación de cabeza, etc. Son expresiones externas y una ayuda para recibirlos digna y fructuosamente.
Todos los sacramentos son ocasión de un encuentro personal con el Señor. A través de ellos, sucede lo que escribe el Evangelista: salía de él una virtud que daba la salud a todos. Y Jesús espera que nos acerquemos con fe y con deseos de ser curados.

4. Los sacramentales son ciertas cosas o acciones instituidas por la Iglesia a semejanza de los sacramentos, para obtener por su impetración efectos principalmente espirituales. Entre ellos se encuentran bendiciones (agua bendita), rogativas (p. ej., para pedir lluvia para el campo), los exorcismos, etc. Los sacramentales no producen la gracia por sí mismos como los sacramentos, pero por la intercesión de la Iglesia nos obtienen muchos beneficios, sobre todo espirituales.

Citas de la Sagrada Escritura

Bautismo
En verdad te digo que quien no renaciere del agua y del Espíritu Santo no puede entrar en el reino le Dios. Jn 3
Yo (Juan Bautista) os he bautizado con agua, más (Jesús) os bautizará con el Espíritu Santo. Mc 1, 8; Mt 3, 2; Jn 1, 33
Id pues y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Mt 28, 19; Mc 16, 15-16
Jesús fue con sus discípulos a la Judea, y allí moraba con ellos y bautizaba. Jn 3, 22; Jn 4, 2
Llegaron (Felipe y el Eunuco) a un paraje en que había agua, y dijo el Eunuco: Aquí hay agua, ¿qué me impide el ser bautizado? [...], y bajaron ambos al agua y Felipe le bautizó. Hch 8, 36-38
Entonces dijo Pedro: ¿Quién puede negar el agua del bautismo a los que, como nosotros, han recibido el Espíritu Santo? Hch 10, 47
Cristo santificó a su Iglesia, limpiándola en el bautismo del agua con la palabra de vida. Ef 5, 26
Ellos (los Efesios) dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Pues ¿con qué bautismo, les replicó (Pablo), fuisteis bautizados? Hch 19, 2-3
Luego que creyeron la palabra de Dios que Felipe (diácono) les anunciaba, hombres y mujeres se hacían bautizar. Hch 8, 12
Todos los que estáis bautizados en Cristo estáis revestidos de Cristo. Ya no hay distinción de judío, ni de griego; ni de siervo, ni de libre; ni de hombre ni de mujer. Ga 3, 27-28
El Señor abrió el corazón de Lidia para recibir bien las cosas que Pablo decía, y fue bautizada ella y su familia. Hch 16, 14-15
Recibió luego el bautismo, él (el carcelero de Filipos) y toda su familia. Hch 16, 33
Crispo, Jefe de la Sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia, y muchos ciudadanos de Corinto, oyendo a Pablo, creyeron, y todos fueron bautizados. Hch 18, 8
Dios nos ha salvado por el Bautismo de regeneración y renovación del Espíritu Santo. Tt 3
Todos los que habéis sido bautizados en Cristo estáis revestidos de Cristo. Ga 3, 27
En el Bautismo hemos quedado sepultados con Cristo, a fin de que así como Cristo resucitó de muerte a vida 1..] así también nosotros vayamos con nueva vida. Rm 6, 4
Sea bautizado cada uno de vosotros [...] para remisión de vuestros pecados. Hch 2, 38
Cristo amó a su Iglesia, y se sacrificó por ella para santificaría, limpiándola con el bautismo del agua con la palabra de vida. Ef 5, 25-26
Aquellos que recibieron su doctrina fueron bautizados, y se añadieron aquel día (a la Iglesia) cerca de tres mil personas. Hch 2, 41
Todos nosotros hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para componer un solo cuerpo. 1Co 12, 13

Confirmación
Yo voy a enviaros el que mi Padre os ha prometido: entre tanto permaneced en la ciudad, hasta que seáis revestidos de la fortaleza de lo alto. Lc 24, 49
Vosotros habéis de ser bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días. Hch 1
El Espíritu Santo aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautízados en nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo. Hch 8, 16-17
Oído esto se bautizaron (los efesios) en nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles Pablo impuesto las manos descendió sobre ellos el Espíritu Santo. Hch 19, 5-6

Eucaristia
Yo soy el pan vivo que he bajado del cielo. Quien comiere este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi misma carne para la vida del mundo. Jn 6, 51-52
Mi carne verdaderamente es comida, y mi sangre verdaderamente es bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre en mi mora y yo en él. Jn 6, 56-57
Estando cenando, tomó Jesús el pan, y lo bendijo, lo partió, y se lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed, éste es mí cuerpo. Y tomando el cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed todos de él, porque ésta es mi sangre del Nuevo Testamento. Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24; Lc 22, 19-20;1Co 11, 24-26
Yo aprendí del Señor [...] que el Señor Jesús, la noche misma en que había de ser entregado, tomó el pan y dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo [...] haced esto en memoria mía. Y de la misma manera el cáliz, después de haber cenado, diciendo: Este cáliz es el Nuevo Testamento en mí sangre: haced esto cuantas veces lo bebiereis, en memoria mía. 1Co 11, 23-25; Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24 y Lc 22, 19-20
Quien comiere este pan, o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del cuerpo y de la sangre del Señor [...], porque quien lo come y bebe indignamente se traga y bebe su propia condenación.] 1Co 11, 27-29
Si no comiereis la carne del Hijo del hombre y no bebiereis su sangre no tendréis vida en vosotros. Jn 6, 54
Trabajad para tener no tanto el manjar que se consume, sino el que dura hasta la vida eterna, el cual os dará el Hijo del hombre. Jn 6, 27
He venido para que tengan vida y la tengan en más abundancia. Jn 10, 10
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Quien come este pan vivirá eternamente. Jn 6, 55-59

Penitencia
Como mi Padre me envió así os envió yo a vosotros [...]. Recibid el Espíritu Santo; quedan perdonados los pecados a aquellos a quienes los perdonareis y quedan retenidos a quienes se los retuviereis. Jn 20, 21-23
Os empeño mí palabra, que todo lo que atareis sobre la tierra será eso mismo atado en el cielo; y todo lo que desatareis sobre la tierra será eso mismo desatado en el cielo. Mt 18, 18
Si dijéremos que no tenemos pecado, nosotros mismos nos engañamos [...]; pero si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para perdonárnoslos y lavarnos de toda iniquidad. 1Jn 1, 8-9
Hijos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; mas si alguno pecare, tenemos por abogado para con el Padre a Jesucristo, que es la víctima de propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo. 1Jn 2, 1-2

Orden sacerdotal
Tomad y comed; éste es mí cuerpo que por vosotros será entregado (a la muerte); haced esto en memoria mía [...] Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre; haced esto cuantas veces lo bebiereis en memoria mía. 1Co 11, 24-25
A mi se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra 1..]. íd, pues, e instruid a todas las naciones (...] enseñándolas a observar todas las cosas que yo os he mandado. Mt 28, 18-20
Los elegidos (para Diáconos) fueron presentados a los Apóstoles, los cuales, haciendo oración, les impusieron las manos. Hch 6, 6
Habiendo (San Pablo y San Bernabé) ordenado sacerdotes en cada una de las Iglesias, después de oraciones y ayunos, los encomendaron al Señor. Hch 14, 22
Te exhorto a que avives la gracia de Dios que reside en ti por la imposición de mis manos. 2Tm 1, 6
La causa por la que te dejé en Creta es para que [...] establezcas en cada ciudad presbíteros, conforme yo te prescribí. Tt 1, 6

Unción De Los Enfermos
Habiendo convocado a los doce, comenzó a enviarlos de dos en dos [...]. De esta suerte salieron a predicar [...] y lanzaban muchos demonios, y ungían a muchos enfermos con óleo y los sanaban. Mc 6, 12-13
¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia y oren por él, ungiéndole con el óleo en el nombre del Señor, y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le aliviará, y si se halla con pecados se le perdonarán. St 5, 14-15

Matrimonio
Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se juntará con su mujer y serán los dos una carne. Sacramento es este grande, hablo con respecto a Cristo y a la Iglesia. Ef 5, 31-32
Vosotros, esposos, amad a vuestras mujeres así como Cristo amó a su Iglesia y se sacrificó por ella para santificaría. Ef 5, 25
Jesús les dijo: ¿No sabéis que Aquel que al principio crió al linaje humano crió un hombre y una mujer y dijo: Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá con su mujer, y serán los dos una sola carne? Mt 19, 4-5; Mc 10, 6-8
Viva cada uno con su mujer, y cada una con su marido. 1Co 7, 2
Cualquiera que desechase a su mujer y tomare otra, comete un adulterio contra ella. Y si la mujer se aparta de su marido y se casa con otro, es adúltera. Mc 10, 11-12; Mt 19, 9
Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio; y lo comete también el que se casa con la repudiada por su marido. Lc 16, 18
Una mujer casada está ligada por la ley (del matrimonio) al marido, mientras éste vive [...], pero si el marido muere, queda libre del vinculo y puede casarse con otro sin ser adúltera. Rm 7, 2-3; 1Co 7, 39
A las personas casadas mando, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe del marido; que si se separa, no pase a otras nupcias o bien reconcíliese con su marido. Ni tampoco el marido repudie a su mujer. 1Co 7, 10-11

"Canales de la gracia"

4739 Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero en cuanto signos, también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que a la vez la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas; por eso se llaman sacramentos de la fe. (CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum concilium, 59).

4740 [...] aunque nos concede su gracia de muchos otros modos, ha instituido expresa y libremente –sólo El podía hacerlo– estos siete signos eficaces, para que de una manera estable, sencilla y asequible a todos, los hombres puedan hacerse participes de los méritos de la Redención. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 78).

4741 Los Sacramentos son acciones de Cristo, que los administra por medio de los hombres. Y asilos sacramentos son santos por si mismos y por la virtud de Cristo; al tocar los cuerpos, infunden gracia en las almas. (PABLO VI, Mysterium fidei, 3-IX-1965).

4742 Cuando una persona se pone enferma, ocurre en ocasiones que no se logra encontrar la medicina. En lo sobrenatural, no sucede así. La medicina está siempre cerca: es Cristo Jesús, presente en la Sagrada Eucaristía, que nos da además su gracia en los otros Sacramentos que instituyó. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 160).

4743 Lo que fue visible en nuestro Redentor pasó a los sacramentos. (S. LEÓN MAGNO, Sermón 2, sobre la Ascensión).

4744 Dios nos envía amigos, ora sea un santo, ora un ángel, para consolarnos [...], nos hace sentir con mayor fuerza la eficacia de sus gracias a fin de fortalecernos y armarnos de valor. Mas, al recibir los sacramentos, no es un santo o un ángel, es El mismo quien viene revestido de todo su poder para aniquilar a nuestro enemigo. El demonio, al verle dentro de nuestro corazón, se precipita a los abismos; aquí tenéis, pues, la razón o motivo por el cual el demonio Pone tanto empeño en apartarnos de ellos, o en procurar que los profanemos. En cuanto una persona frecuenta los sacramentos, el demonio pierde todo su poder sobre ella. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Perseverancia).

Necesarios para la perseverancia

4745 Hemos abandonado también a Dios, desde el momento en que ya no frecuentamos los Sacramentos. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el pecado).

4746 Se ha de enseñar que cuando se administran, está allí para auxiliamos la gracia eficacísima del Espíritu Santo, que penetra hasta lo más intimo de nuestro corazón; asimismo, que están dotados de la virtud admirable y cierta para sanar las almas; y también que por medio de ellos se nos comunican las inmensas riquezas de la pasión del Señor. Y enseñen, por último, que todo el edificio cristiano se funda sobre el cimiento solidísimo de la piedra angular; pero que, si no se afianza por todas partes con la predicación de la palabra divina y el uso de los sacramentos, es muy de temer que, debilitado en gran parte, se venga a tierra; porque, del mismo modo que por los sacramentos Somos admitidos a la vida, así también con esta especie de alimento nos sostenemos, nos conservamos y nos enriquecemos. (Catecismo Romano, 2, 1, 32).

4747 Los sacramentos nos dan tanta fuerza para perseverar en la gracia de Dios, que jamás se ha visto a un santo apartarse de los sacramentos y perseverar en la amistad de Dios; en los sacramentos hallaron cuantas fuerzas les eran necesarias para no dejarse vencer del demonio. (SANTO CURA DE ARS, Sermón Sobre la Perseverancia).

4748 Los Sacramentos, medicina principal de la Iglesia, no son superfluos: cuando se abandonan voluntariamente, no es posible dar un paso en el camino del seguimiento de Jesucristo: los necesitamos como la respiración, como el circular de la sangre, como la luz, para apreciar en cualquier instante lo que el Señor quiere de nosotros. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 80).

4748b ¡No tengáis miedo de los riesgos! ¡La fuerza divina es mucho más potente que vuestras dificultades! Inmensamente más grande que el mal, que actúa en el mundo, es la eficacia del sacramento de la reconciliación, llamado acertadamente por los Padres de la Iglesia «segundo bautismo». Mucho más impacto que la corrupción presente en el mundo tiene la energía divina del sacramento de la confirmación, que hace madurar el bautismo. Incomparablemente más grande es, sobre todo, la fuerza de la Eucaristía (JUAN PABLO II, Carta a las familias, 2-11-1994, n. 18).

4749 Cuando Pedro bautiza, es Cristo quien bautiza [...]; cuando Judas bautiza, es Cristo quien bautiza. (S. AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 6).

4750 La fuerza espiritual del Sacramento es como la luz: llega pura a los objetos que ilumina, y no se mancha aunque pase por medios inmundos. Sin embargo, los ministros deben ser santos, y no deben buscar la propia gloría, sino la de Aquel a quien sirven. (S. AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 5).

4751 Así como sacan poca agua de una fuente los que van allí con vasos pequeños y sacan mucha quienes los llevan mayores, no distinguiendo la fuente las medidas, y como sucede también a la luz, que extiende más o menos su claridad según las ventanas que se abren, así se recibe la gracia, según la medida de las disposiciones. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 324).

4752 Como estos ministros en las funciones sagradas no representan su persona, sino la de Cristo, resulta de aquí que, ya sean buenos, ya malos, con tal que usen de la forma y de la materia que observó siempre la Iglesia católica por institución de Cristo, y tengan intención de hacer lo que hace la Iglesia en su administración, hacen y administran verdaderos sacramentos; de manera que nadie ni nada puede impedir el efecto de la gracia, a no ser que quienes los reciben quieran privarse a sí mismos de tan grande bien y resistir al Espíritu Santo, y ésta fue siempre doctrina cierta y reconocida en la Iglesia. (Catecismo Romano, 2, 25).