– Hb 2, 14-18: Tenía que parecerse en todo a sus hermanos para ser compasivo y Pontífice fiel. El sacerdocio de Cristo fue eficacísimo: venció al príncipe de la muerte y libró la humanidad. El plan de salvación querido por Dios no era salvar al hombre sin el hombre. Pero esto sólo pudo hacerlo Cristo: Dios y hombre al mismo tiempo.Es un sacerdocio el de Cristo muy diverso al de los judíos y al de los paganos. Cristo tomó para Sí una naturaleza humana. Comentando ese texto de los Hebreos, dice San Juan Crisóstomo:" ¿Qué quiere decir "tiende una mano" [a los hijos de Abrahán]? ¿Por qué no dijo: asumió, sino que utilizó esta expresión: tiende una mano? Porque este verbo hace referencia a los que persiguen a sus adversarios, y ponen todos los medios para capturar a los fugitivos y apresar a los que se resistan. En efecto, la naturaleza humana había huido de Él y había huido muy lejos, porque dice [el Apóstol] que estábamos muy lejos de Dios y "sin Dios en el mundo" (Ef 2, 12). Por eso Él mismo nos persiguió y nos tomó para Sí. El Apóstol hace ver que hizo todo esto por puro amor a los hombres, por caridad y por solicitud hacia nosotros " (Homilía sobre Hebreos 2).-En Jesucristo, que es el " sí " a todas las promesas, Dios nos reconcilió consigo mismo. En el realismo de su Encarnación y muerte, Dios mismo llevó la obra redentora a su perfección. Es la manifestación más definitiva y clara de la fidelidad de Dios a sus promesas. Por eso cantamos con el Salmo 104:" El Señor se acuerda de su Alianza eternamente. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos, cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro ".
– 1S 3, 1-10.19-20: Habla, Señor, que tu siervo escucha. Samuel es llamado al ministerio profético. Él fue fiel al Señor. Es admirable y ejemplar la relación de Samuel y el sacerdote Elí. Jerarquía y profetismo proceden de Dios y se completan. El profetismo insumiso, descarado y separado de la jerarquía no es de Dios. Así lo enseña San Ignacio de Antioquía:" Es conveniente obedecer sin ningún género de fingimiento, porque no es a éste o aquél obispo que vemos a quien se trataría de engañar, sino que el engaño iría dirigido contra el obispo invisible; es decir, en este caso ya no es contra un hombre mortal, sino contra Dios, a quien aun lo escondido está patente " (Carta a los Magnesios 1).Y San Bernardo: " ¿Qué más da que Dios nos manifieste su voluntad por Sí mismo o por sus ministros, ya sean ángeles, ya sean hombres? " (De los preceptos y disposiciones 9).-La vocación de Samuel es modelo de prontitud en la respuesta. Éste es el mejor sacrificio de alabanza que se puede ofrecer a Dios. Hay que ofrecer a Dios una obediencia total y sincera, y tener en Él plena confianza, total abandono en sus manos. Digamos, pues, con el Salmo 39:" Yo esperaba con ansia al Señor: Él se inclinó y escuchó mi grito. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el oído. No pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: "Aquí estoy", como está escrito en mi libro, "para hacer tu voluntad". Dios mío, llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea: no he cerrado los labios; Señor, Tú lo sabes ".
–Mc 1, 29-39: Curó a muchos enfermos de muchos males. Las curaciones milagrosas son señales del poder salvador de Cristo. Con sus milagros manifiesta Jesucristo que el reino mesiánico, anunciado por los profetas, está ya presente en su persona. Así atrae la atención a Sí mismo y hacia la Buena Nueva del Reino que Él encarna; y suscita una admiración y un temor religioso. Comenta San Jerónimo:" ¡Ojalá venga [Jesús] y entre en nuestra casa y, con un mandato suyo, cure la fiebre de nuestros pecados! Porque todos nosotros tenemos fiebre. Tengo fiebre, por ejemplo, cuando me dejo llevar por la ira. Existen tantas fiebres como vicios. Por ello, pidamos a los Apóstoles que intercedan ante Jesús para que venga a nosotros y nos tome de la mano; pues si Él toma nuestra mano, la fiebre huye al instante. Él es un médico egregio, el verdadero protomédico. Sabe tocar sabiamente las venas y escrutar los secretos de las enfermedades. No toca el oído, no toca la frente, no toca ninguna otra parte del cuerpo, sino la mano." Aquella mujer tenía la fiebre porque no poseía obras buenas. Primero, por tanto, hay que sanar las obras y luego quitar la fiebre. No puede huir la fiebre si no son sanadas las obras. Cuando nuestra mano posee obras malas, yacemos en el lecho sin podernos levantar, pues estamos sumidos totalmente en la enfermedad " (Comentario a San Marcos 3, 5).