1ª semana del Tiempo Ordinario, viernes

Años impares –Hb 4, 15.11: Esforcémonos en entrar en el descanso del Señor. Para llegar a ello es menester evitar los ejemplos de incredulidad del antiguo Israel. Es necesario adherirnos por la fe al mensaje de salvación que Cristo nos enseñó con su palabra, su vida, su muerte y resurrección. Entrar en el " descanso " es entrar en la intimidad de Dios. La paz interior del hombre es don de la gracia de Dios recibida en una colaboración ascética fiel. Comenta San Juan Crisóstomo:" Pensemos que nuestra vida no es otra cosa que un combate, y nunca buscaremos el reposo. Nunca consideremos la aflicción como algo extraordinario. Hemos de parecemos al atleta, que no mira la lucha como algo inesperado. No es todavía tiempo de descansar; hace falta que nos perfeccione el sufrimiento " (Homilía sobre Hebreos 5).Así llegaremos a la unión con Dios. Por la cruz a la luz, por el combate a la paz eterna, al gozo espiritual.-Todo el Antiguo Testamento se escribió para lección nuestra. La historia del pueblo de Israel fue la historia de su negativa a los beneficios de Dios. Por eso, no entraron en su descanso. Se olvidaron de los preceptos del Señor. No cumplieron sus mandatos. Ahora nosotros tenemos acceso a la íntima unión con Dios gracias a Cristo, siguiendo sus ejemplos, obedeciendo su doctrina.Así lo confesamos en el Salmo 77: " No olvidéis las acciones de Dios. Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor y su poder. Que lo cuenten a sus hijos, para que guarden Sus mandamientos. Para que no imiten a sus padres, generación rebelde y pertinaz, generación de corazón inconstante, de espíritu infiel a Dios ".

Años pares

1S 8, 4-7.10-22: Gritaréis contra el rey, pero Dios no os responderá. El pueblo quiere tener un rey, pero Samuel ve ese deseo con reticencia: Yavé es el único rey de Israel. De hecho, la monarquía sólo se impuso y consolidó con David. También nosotros hemos de poner nuestra confianza en la autoridad del Señor, ejercitada en las autoridades de la Iglesia, evitando apoyar nuestra esperanza en poderes humanos. Escuchemos la exhortación de San Ireneo:" Siendo nuestros argumentos de tanto peso, no hay para qué ir a buscar de otros la verdad que tan fácilmente se encuentra en la Iglesia, ya que los Apóstoles depositaron en ella, como en una despensa opulenta, todo lo que pertenece a la verdad, a fin de que todo el que quiera pueda tomar de ella la bebida de la vida. Y ésta es la puerta de la vida; todos los demás son salteadores y ladrones. Por esto hay que evitarlos, y en cambio hay que poner suma diligencia en amar las cosas de la Iglesia y en captar en ella la tradición de la verdad " (Tratado contra las herejías 3, 4).La misma doctrina viene dada por San Vicente de Lerin:" El verdadero y auténtico católico es el que ama la verdad de Dios y a la Iglesia, cuerpo de Cristo; aquel que no antepone nada a la religión divina y a la fe católica. No les antepone la autoridad de un hombre, ni el amor, ni el genio, ni la elocuencia, ni la filosofía; sino que, despreciando todas estas cosas y permaneciendo sólidamente firme en la fe, está dispuesto a admitir y a creer solamente lo que la Iglesia siempre y universalmente ha creído " (Conmonitorio 20).-A pesar de la contumacia del pueblo, que exige un rey humano, Yavé será eternamente el Rey de Israel. Ése es el gran privilegio del Pueblo elegido, por haber pactado una alianza con Dios. Pero Israel muchas veces es infiel a la alianza con Dios, y en la plenitud de los tiempos no acoge al Mesías, Cristo Jesús. Para el nuevo Israel, la Iglesia, no hay mayor honor y bienaventuranza que tener a Cristo como Señor, pastor y guía. Así lo rezamos en el Salmo 88:" Cantaré eternamente tus misericordias, Señor. Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro. Tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. Porque Tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo y el Santo de Israel, nuestro Rey ".

Evangelio

Mc 2, 1-12: El Hijo del hombre tiene potestad para perdonar los pecados. Él es Dios. El vino para eso, para quitar el pecado del mundo. Por eso nosotros nos presentamos ante el Señor como pecadores, como pobres paralíticos, cargados de pecados. Y Cristo nos sana y nos perdona. El establece en la Iglesia un sacramento: el de la penitencia o reconciliación, para perdonar los pecados de todos los que con buena disposición se acerquen al sacerdote. Comenta San Ambrosio:" El Señor es grande: a causa de unos perdona a otros, y mientras prueba a unos, a otros les perdona sus faltas. ¿Por qué, oh hombre, tu compañero no puede nada en ti, mientras que en cambio ante el Señor su siervo tiene un título para interceder y un derecho para impetrar? Tú que juzgas, aprende a perdonar; tú que estás enfermo, aprende a implorar. Si no esperas el perdón de faltas graves, recurre a los intercesores, recurre a la Iglesia, que ora por ti y, en atención a ella, el Señor te otorgará lo que El ha podido negar." Hemos de creer que el cuerpo de este paralítico ha sido curado verdaderamente, y reconocer también la curación del hombre interior, a quien le han sido perdonados sus pecados. Por su parte, los judíos, afirmando que solo el Señor puede perdonar los pecados, confesaron vigorosamente la divinidad del Señor, y con su juicio traicionaron su mala fe, puesto que a la vez exaltan la obra y niegan la persona." Es, pues, gran locura que este pueblo infiel, habiendo conocido que sólo Dios puede perdonar los pecados, no crea en [Cristo] cuando perdona los pecados. El Señor, que quiere salvar a los pecadores, demuestra claramente su divinidad por su conocimiento de las cosas ocultas y por sus acciones prodigiosas " (Comentario a San Lucas lib. 5, 11-12).