– Hb 5, 1-10: A pesar a ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. La perfecta humanidad de Cristo entre los hombres se subraya ahora con la definición de " sacerdote ", que solo en Él se verifica plenamente. En efecto, Jesucristo, elegido por Dios entre los hombres, los representa en el culto a Dios, y ofrece dones y sacrificios por los pecados. El sacrificio de Cristo fue en realidad el que consiguió el perdón de los pecados, y Él no lo ofreció por Sí mismo, pues no tenía pecado alguno. Oigamos a Orígenes:" Fijémonos en nuestro verdadero y sumo sacerdote, el Señor Jesucristo. Él, habiendo tomado la naturaleza humana, estaba con el pueblo todo el año, aquel año, a saber, del cual dice Él mismo: "Me envió a evangelizar a los pobres y a proclamar el año de gracia del Señor". Y una vez durante este año, el día de la expiación, "entró en el Santuario"; es decir, cumplida su misión, penetró en los cielos, y entró en la presencia del Padre, para hacerle propicio al género humano y para interceder en favor de todos los que creen Él..." En el Antiguo Testamento se celebraba el rito de la propiciación ante Dios; pero tú, que has venido a Cristo, verdadero sumo sacerdote, que con su sangre te hizo a Dios propicio y te reconcilió con el Padre, transciende con tu mirada la sangre de las antiguas víctimas y considera más bien la sangre de Aquél que es la Palabra, escuchando lo que Él mismo te dice: "Esta es mi sangre, que será derramada por vosotros para el perdón de los pecados"." El hecho de rociar el lado oriental tiene también su significación. De Oriente nos viene la propiciación, pues de allí procede el varón cuyo nombre es Oriente, el que ha sido constituido Mediador entre Dios y los hombres. Ello te invita a que mires siempre hacia el Oriente, de donde sale para ti el sol de justicia, de donde te nace continuamente la Luz para que no camines nunca en tinieblas, ni te sorprenda en tinieblas aquel día último; para que no se apodere de ti la noche y la oscuridad de la ignorancia, sino que vivas siempre en la Luz de la Sabiduría, en el pleno día de la fe, bajo la Luz de la caridad y de la paz " (Homilía 9 sobre el Levítico 5, 10).-Con el Salmo 109 proclamamos el sacerdocio de Cristo. Constituido por Dios Sumo y Eterno Sacerdote, Él ha realizado en su vida, compartida con la de sus hermanos, los hombres, el puente de unión entre el cielo y la tierra. Él, víctima de su propio ofrecimiento, se ha convertido para todos en autor de la salvación eterna:Dios le dice por eso: " "tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec". Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro: somete en la batalla a los enemigos. "Eres príncipe desde el día de tu nacimiento; entre esplendores sagrados yo mismo te engendré como rocío, antes de la aurora" ", antes de la aurora del mundo, desde toda la eternidad.Cuanto más miserables seamos por nosotros mismos, más debemos volvernos hacia Él, más debemos unirnos a sus súplicas, a su alabanza, a su acción de gracias. Y el Señor, haciéndonos suyos, nos escuchará y nos librará. Depositemos todo en Él: nuestro yo, nuestra esperanza y nuestros temores, nuestro presente, nuestro pasado y nuestro porvenir... Él es Sacerdote eterno.
– 1S 15, 16-23: Obedecer vale más que un sacrificio. El Señor rechaza como rey a Saúl, que le ha sido infiel. San Agustín dice:" La obediencia con toda verdad ha de decirse la virtud propia de la criatura racional, que actúa bajo la potestad de Dios. Y también ha de decirse que el primero y el mayor de todos los vicios es el orgullo, que lleva al hombre a querer más potestad para su ruina, y tiene el nombre de desobediencia " (Tratado sobre el Génesis 8).El cristiano ha de rechazar la tentación de interpretar la obediencia como un sometimiento indigno del hombre, propio de personas con escasa madurez. Quienes piensan así no han considerado que Cristo " se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz " (Flp 2, 8). -La sinceridad de vida es el mejor sacrificio. La Escritura y los Padres insisten una y otra vez en que el culto externo sin interioridad de corazón no es por Dios querido, sino rechazado. Por eso el Señor nos dice en el Salmo 49: " No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante Mí. Pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños. ¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre mi alianza en tu boca, tú que detestas mis enseñanzas y te echas a la espalda mis mandatos? Esto haces ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara. El que me ofrece acción de gracias ése me honra; al que sigue el buen camino le haré ver la salvación de Dios ".Es verdad que nuestra ofrenda, Cristo, es infinitamente más preciosa que todos los costosos sacrificios del Antiguo Testamento; pero no olvidemos aquellas palabras: " no todo el que dice: "Señor, Señor"... " Hemos de sacrificar a Dios todo lo que no sea compatible con Su voluntad. Hemos de ofrecerle sacrificios que nos cuesten algo real y sensible. Hemos de morir a nosotros mismos, al pecado, y procurar " tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús " (Flp 2, 5).
–Mc 2, 18-22: El novio está con ellos. La observancia de la ley mosaica no está ya vigente para los discípulos de Cristo, que son amigos del Esposo. El ministerio salvador de Jesús proclama unos principios fundamentales de vida, que no encajan en el sistema religioso entonces vigente entre los judíos.La doctrina de Jesús tiene una gran fuerza renovadora. Cristo declara aquí su divinidad y llama a sus discípulos " los amigos del Esposo ", sus amigos. Están con Él y por eso no necesitan ayunar. Sin embargo, cuando no esté Él presente visiblemente, será necesario el ayuno y la mortificación para poder verle con los ojos del alma. Dice San Agustín:" La penitencia purifica el alma, eleva el pensamiento, somete la propia carne al espíritu, hace al corazón contrito y humillado, disipa las nebulosidades de la concupiscencia, apaga el fuego de las pasiones y enciende la verdadera Luz de la castidad " (Sermón 73).Y San Basilio:" Al ser nocivo para el cuerpo el demasiado cuidado y un obstáculo para el alma, es locura manifiesta servirle y mostrarse sumiso con él " (Discurso a los jóvenes 3).Con razón, pues, dice la Iglesia al Señor en un prefacio de Cuaresma: " con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espíritu, nos das fuerza y recompensa ".