2ª semana del Tiempo Ordinario, jueves

Años impares

Hb 7, 25-8, 6: Cristo, ofreciéndose a sí mismo, ofreció su sacrificio de una vez para siempre. En clara distinción respecto del sacerdocio del Antiguo Testamento, Jesús, único y eterno Sacerdote, que vive por siempre junto al Padre para interceder en favor de nosotros, ofreció un sacrificio único, la ofrenda que hizo de sí mismo en el Calvario. San Fulgencio de Ruspe dice muy bellamente:" Él es quien en Sí mismo hace lo que era necesario para que se efectuara nuestra redención. Es decir, Él mismo es el sacerdote y el sacrificio; es Dios y templo; es el sacerdote por cuyo medio nos reconciliamos y el Dios con quien nos hemos reconciliado. Ten, pues, por absolutamente seguro y no dudes en modo alguno, que el mismo Dios unigénito, Verbo hecho carne, se ofreció por nosotros a Dios en olor de suavidad, como sacrificio y hostia. " El mismo, en cuyo honor, en unidad con el Padre y el Espíritu Santo, los patriarcas, profetas y sacerdotes ofrecían en tiempos del Antiguo Testamento sacrificio de animales; Él mismo es aquél a quien ahora, en el tiempo del Nuevo Testamento, en unidad con el Padre y el Espíritu Santo, con quienes comparte la misma y única divinidad, la santa Iglesia católica no deja nunca de ofrecer por todo el universo de la tierra, como sacrificio del pan y del vino, con fe y caridad " (De fide ad Petrum 22).-Como en días anteriores, también hoy empleamos el Salmo 109: Oh Cristo, " tú eres sacerdote eterno, según el orden de Melquisedec ".

Años pares

1S 18, 6-9; 1S 19, 1-7: Mi padre, Saúl, te busca para matarte. Saúl siente envidia del éxito logrado por David entre el pueblo. Pero Jonatán, su hijo, que es amigo íntimo de David, le previene del peligro. Sobre la amistad nos ofrece el Beato Elredo estas palabras:" Esta es la verdadera, perfecta, la estable y constante amistad: la que no se deja corromper por la envidia; la que no se enfría por las sospechas; la que no se disuelve por la ambición; la que, puesta a prueba, no cede; la que a pesar de tantos golpes, no cae; la que batida por tantas injurias, se muestra inflexible " (Tratado sobre la amistad espiritual 3).Y San León Magno:" Amándonos Dios, nos restituye a su imagen. Y para que halle en nosotros la imagen de su bondad, nos concede que podamos hacer lo que Él hace, iluminando nuestras inteligencias e inflamando nuestros corazones, a fin de que no solamente le amemos a Él, sino también a cuanto Él ama. Si entre los hombres se da una firme amistad cuando los ha unido la semejanza de costumbres (aunque sucede muchas veces que la conformidad de costumbres y deseos conduce a malos afectos), ¡cuánto más debemos desear y esforzarnos por conformarnos con aquellas cosas que Dios ama! " (Sermón 12, 1 sobre el ayuno del mes de diciembre).-Por muy grande que sea la persecución y por mucho que aumenten las dificultades, el alma piadosa confía siempre en Dios. Confesamos, por eso, con el Salmo 55: " En Dios confío y no temo. Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me cercan todo el día; todo el día me hostigan mis enemigos, me atacan en masa. Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío... En Dios, cuya promesa alabo, en Dios confío y no temo. ¿Qué podrá hacerme un hombre? Te debo, Dios mío, los votos que hice; los cumpliré con acción de gracias ".Esa confianza inalterable, aún en medio de las mayores angustias, se fundamenta en la amistad del alma con Dios. Así dice San Gregorio Magno:" ¡Qué grande es la misericordia de nuestro Creador! Ni siquiera somos siervos dignos suyos, y nos llama amigos. ¡Qué grande es la dignidad del hombre al ser amigo de Dios! " (Homilía 27 sobre los Evangelios).

Evangelio

Mc 3, 7-12: Los espíritus inmundos gritaban: " Tú eres el Hijo de Dios ". Aquellos espíritus, reconociendo su derrota, manifestaban el poder salvífico de Jesucristo. ¿Reconocen ese poder cuando nos tientan a nosotros? ¿Por qué permite Dios nuestras tentaciones? Porque nos son útiles. Oigamos a San Juan Crisóstomo:Permite Dios que seas tentado, " primero, para que te des cuenta de que ahora eres ya más fuerte. Luego, para que tengas moderación y humildad y no te engrías por los dones recibidos, pues las tentaciones pueden muy bien reprimir tu orgullo. Además de eso, la malicia del demonio, que acaso duda de si realmente le has abandonado, por las pruebas de las tentaciones puede tener certidumbre plena que te has apartado de él definitivamente. Hay un cuarto motivo: las tentaciones te hacen más fuerte que el hierro mejor templado. Y un quinto: te hacen comprobar mejor lo preciosos que son los tesoros que se te han confiado, porque si no viera el demonio que estás ahora constituido en más alto honor, no te hubiera atacado " (Homilía 13 sobre San Mateo).El Pastor de Hermas dice que" el diablo no puede dominar a los siervos de Dios que de todo corazón confían en El. Puede, sí, combatirlos, pero no derrotarlos " (Hermas 2).Nosotros no confiemos en sus halagos y fascinaciones. A veces " el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz " (2Co 11, 14).