2ª semana del Tiempo Ordinario, sábado

Años impares

Hb 9, 2-3.11-14: Entró una vez para siempre en el Santuario con su sangre. Gran diferencia entre el sacerdocio de Cristo y el sacerdocio de Aarón: no hay en la Cruz sangre de cabritos, sino la suya; no se ofrece muchas veces el sacrificio, sino una sola vez. Es la eficacia infinita del sacerdocio y sacrificio de Cristo. Comenta San León Magno:" Oh admirable poder de la Cruz... En ella está el tribunal del Señor, el juicio del mundo, el poder del Crucificado. En ella "atrajiste a todos hacia Ti", Señor, a fin de que el culto de todas las naciones del orbe, celebrara, mediante un sacrificio pleno y manifiesto, lo que se realizaba en el Templo de Judea como sombra y figura. Ahora, en efecto, es más ilustre el orden de los levitas, más alta la dignidad de los ancianos, más sagrada la unción de los sacerdotes; porque tu Cruz es la fuente de toda bendición, el origen de toda gracia. Por ella, los creyentes reciben de la debilidad la fuerza, del oprobio la gloria y de la muerte la vida " (Sermón octavo sobre la Pasión 4).-La lectura anterior nos mueve a cantar con el Salmo 46 la exaltación de Cristo en la Cruz. Es el Misterio Pascual: Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión del Señor a los cielos. Jesús se anonadó y Dios lo exaltó: " Dios asciende entre aclamaciones, al son de trompetas... Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con grito de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra..., porque el Señor es el Rey del mundo: tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones. Dios se sienta en su trono sagrado ".

Años pares

2S 1, 1-4.11-12.19.23-27: Lealtad de David ante la muerte de Saúl y Jonatán. Emotiva y bella elegía de David: " ¡cómo cayeron los valientes! "... Saúl es y sigue siendo el ungido del Señor, y es gravemente escandaloso que un hombre elegido por Dios tenga semejante destino. Serán necesarios todavía muchos siglos antes de que la humanidad aprenda a unir en Jesucristo unción divina y muerte escandalosa. Pero, en realidad la muerte de Jesús no es vergonzosa, sino sublime. Reina Cristo desde la Cruz. Destruye en ella el pecado y la muerte. San Teodoro Estudita escribe:" La Cruz es el madero al cual subió Cristo, como un Rey a su carro de combate, para desde allí, vencer al demonio, que ostentaba el poder de la muerte, y librar al género humano de la esclavitud del tirano " (Sobre la Cruz).-Israel entendió siempre sus desgracias como castigo de Dios por sus infidelidades. La voz de los elegidos se alza entonces en un grito de socorro. El mismo pueblo, aunque humillado y castigado, continúa siendo el pueblo de Dios. La misericordia de Dios prevalecerá sobre la miseria de su pueblo, y lo sacará de la desgracia. Su misericordia y fidelidad son eternas, como lo cantamos en el Salmo 79:" Que brille tu rostro, Señor, y nos salve. Pastor de Israel, escucha; Tú que guías a José como a un rebaño; Tú que te sientas sobre querubines, resplandece, ante Efraín, Benjamín y Manasés. Despierta tu poder y ven a salvarnos. Señor, Dios de los Ejércitos ¿hasta cuándo estarás airado mientras tu pueblo te suplica? Le diste a comer llanto, a beber lágrimas a tragos: nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos, nuestros enemigos se burlan de nosotros ".Así oraba Israel. Pero nosotros sabemos que Cristo vence y que con Él venceremos también nosotros en todos nuestros peligros.

Evangelio

Mc 3, 20-21: Su familia decía que no estaba en sus cabales. Un grupo de familiares de Jesús sale a su encuentro, porque corría la voz de que estaba loco. Esa misma calumnia vuelve a ser aludida en ese mismo Evangelio. Oigamos a San Gregorio Magno:" Un sector del pueblo enjuicia peyorativamente la obra y el mensaje de Cristo. Al no aceptar con sencillez su excelsa doctrina lo juzgan como a un iluso. Hasta allí llegó la humillación del Salvador, que se agrandará en la hora de la Pasión y Muerte. Hemos de aprender de la entereza de Cristo al sufrir tan gran difamación y calumnia." ¿Qué importa que los hombres nos deshonren, si nuestra conciencia nos defiende? Sin embargo, de la misma manera que no debemos excitar intencionadamente las lenguas de los que injurian para que no perezcan, debemos sufrir con ánimo tranquilo las movidas por su propia malicia, para que crezca nuestro mérito. Por eso se dice: "gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es muy grande en los cielos" (Mt 5, 12) " (Sermones sobre el Evangelio 17).