– Hb 10, 1-10: Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad. Desde la Encarnación Cristo ha llevado a la práctica estas palabras del salmista (Sal 39, 7-8), en las que se anuncia que Él había de cumplir en todo la voluntad de Dios, en lo cual consiste el sacrificio perfecto. Así establece Jesucristo un nuevo y definitivo culto, en el que hay ofrenda de la voluntad interna y oblación externa. Una vez más, la Antigua Alianza aparece como figura de la Nueva. Cristo es la Víctima perfecta por la oblación total de su naturaleza humana. San León Magno enseña:" Para reconciliar a los hombres había de ser ofrecida una víctima que fuera de nuestra raza, pero ajena a nuestra corrupción. Por eso, el plan de Dios, que era borrar el pecado del mundo, había de extenderse a todas las generaciones, a todos los siglos y a los misterios, según las diversas épocas " (Sermón 23, 3). " La sangre inocente vertida en favor de los culpables fue, en efecto, tan poderosa para conseguir la gracia, tan rica para pagar la deuda, que, si todos los cautivos creyesen en su Redentor, ninguno se vería retenido por las cadenas del tirano... Digan ellos con qué sacrificio han sido reconciliados, con qué sangre han sido redimidos... ¿Qué sacrificio fue alguna vez más sagrado que aquel que el auténtico Pontífice realizó sobre el altar de la cruz, inmolando sobre ella su propia carne?... Podemos, pues, gloriarnos del poder del que, en la debilidad de nuestra carne, se ha enfrentado con un enemigo soberbio, y ha hecho partícipe de su victoria a aquellos en cuyo cuerpo ha triunfado " (Sermón 64, 3).-Oremos, pues, con Cristo las palabras del Salmo 39: " Yo esperaba con ansia al Señor; Él se inclinó y escuchó mi grito: me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: "Aquí estoy". He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. No he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad, ante la gran asamblea. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad ". Éste Salmo señala el que es también nuestro camino. Así seguimos a Cristo en todo, para hacer en todo la voluntad del Padre.
– 2S 6, 12-15.17-19: Iban llevando los israelitas el arca del Señor entre vítores a la Ciudad de David. Por el camino van ofreciendo muchos sacrificios. Y el mismo rey David danza ante el arca... Si esto se hizo ante el arca, ¿qué no hemos de hacer ante la sagrada Eucaristía?... Dice Orígenes:" Conocéis vosotros, los que soléis asistir a los misterios divinos, cómo cuando recibís el Cuerpo del Señor lo guardáis con toda cautela y veneración, para que no caiga ni un poco de él, ni desaparezca algo del don consagrado. Pues os creéis reos, y rectamente por cierto, si se pierde algo de él por negligencia " (Homilía 13 sobre el Exodo).Lo mismo dicen también Tertuliano, San Gregorio de Nisa, San Cirilo de Jerusalén, San Agustín y otros muchos Padres. Todos muestran gran veneración por el Cuerpo y la Sangre del Señor, por su presencia eucarística. ¿Y nosotros?-Con el Salmo 23 cantamos la gloriosa presencia del Señor, que invade el Santuario. Si el arca era signo de esa presencia, mucho más aún lo es la sagrada Eucaristía: " ¿Quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor en persona. ¡Portones! alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso, el Señor, héroe de la guerra. ¡Portones! Alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos: Él es el Rey de la gloria ".Esta devota veneración por lo sagrado, tan propia de Israel, hemos de tenerla nosotros, cristianos, por todo lo sagrado, pero muy especialmente por la Eucaristía, la suprema sacralidad cristiana, que contiene al Santo de los Santos, el mismo Jesucristo, nuestro Señor. San Juan Crisóstomo decía:" Los ángeles rodean al sacerdote. Todo el Santuario y el espacio que circunda al altar están ocupados por las potencias celestes, para honrar a Aquél que está presente en el altar " (Homilía 6 sobre el sacerdocio).
–Mc 3, 31-35: El que cumple la voluntad de Dios ése es mi hermano y mi hermana y mi madre. Éste fue un elogio grande que Jesús hizo de la Virgen María, pues ninguna persona humana ha cumplido la voluntad de Dios como Ella. Su fiat fue sumamente meritorio y eficaz para la salvación de los hombres. Dice San Bernardo:" Ya que en Su voluntad está la vida, no podemos dudar lo más mínimo de que nada encontraremos que nos sea más útil y provechoso que aquello que concuerda con el querer divino. Por tanto, si en verdad queremos conservar la vida de nuestra alma, procuremos con solicitud no desviarnos en lo más mínimo de la voluntad de Dios " (Sermón 5)Y San Agustín afirma:" El Señor conoce mejor que el hombre lo que conviene en cada momento, lo que ha de otorgar, añadir, quitar, aumentar, disminuir, y cuándo lo ha de hacer " (Carta 138).El abandono en Dios lleva consigo una confianza en Él sin límites. Por él se ve a Dios, como un Padre providente, en todos y en cada uno de los momentos de la propia existencia, también en la cruz y en la tribulación. Eso es lo único que puede guardar siempre nuestras vidas en una gran paz y alegría.