– Hb 12, 1-4: Corramos la carrera que nos toca, sin desfallecer. Con " los ojos fijos en Jesús ", corramos en el estadio de esta vida, sin retirarnos. Progresemos con la gracia divina cada día en nuestra vida interior. San Cipriano dice:" Pedimos y rogamos por nosotros, que fuimos santificados en el bautismo, para que perseveremos en esta santificación inicial. Y esto lo pedimos cada día. Necesitamos, en efecto, esta santificación cotidiana, ya que todos los días delinquimos, y por esto necesitamos cada día ser purificados mediante esta continua y renovada santificación " (Tratado sobre la oración 11-12).Y Casiano afirma:" Éste debe ser nuestro principal objetivo y el designio constante de nuestro corazón: que nuestra alma esté continuamente unida a Dios y a las cosas divinas. Todo lo que aparte de esto, por grande que pueda parecernos, ha de tener en nosotros un lugar puramente secundario o, por mejor decir, el último de todos. Incluso debemos considerarlo como un daño positivo " (Colaciones 1).-Animados por " la cantidad ingente de testigos " que nos contempla, nos vemos en el estadio muy estimulados en nuestra carrera hacia la perfección cristiana. Corremos confiando plenamente en Dios, y así lo proclamamos con el Salmo 21: " Te alabarán, Señor, los que te buscan. Cumpliré mis votos delante de tus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre. Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos... Me hará vivir para Él ". Éste ha de ser nuestro deseo constante.
– 2S 18, 9-10.14.24-25: ¡Hijo mío, Absalón, ¡ojalá hubiera yo muerto en vez de ti!. Grande es el dolor de David por la muerte de su hijo Absalón, que se había rebelado contra él. ¡Y grande es también la lección que nos da sobre el perdón de las injurias! San Cipriano dice:" Es imposible alcanzar el perdón de los pecados si nosotros no actuamos de modo semejante con los que nos han hecho alguna injuria. Por ello dice también el Señor en otro lugar: "con la medida que midáis se os medirá a vosotros" (Mt 7, 2). Aquel siervo del Evangelio, a quien su amo había perdonado toda la deuda y que no quiso luego perdonar a su compañero, fue arrojado a la cárcel. Por no haber querido ser indulgente con su compañero, perdió la indulgencia que había conseguido de su amo " (Tratado sobre la oración 23-24).-El drama del corazón de David, en cuanto padre, pone en nuestros labios el Salmo 85, que es la oración de un desgraciado que pide la protección de Dios ante una prueba extrema. El Señor, que es bueno y misericordioso, escucha la oración de los humildes que lo invocan: " Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado, protege mi vida que soy un fiel tuyo, salva a tu siervo que confía en Ti. Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti estoy llamando todo el día. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia Ti. Porque Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica ". Sigue San Cipriano:" "Perseveraban unánimes en la oración" (Hch 2, 42), manifestando con esta asiduidad y concordia de su oración que sólo Dios admite en la Casa divina y eterna a los que oran unidos en un mismo espíritu " (Tratado sobre la oración 8-9).
–Mc 5, 21-43: Jesús resucita a la hija de Jairo y cura a la mujer enferma. Ninguno de los males del hombre puede resistirse al poder maravilloso de Cristo Salvador. Los milagros que realiza son los signos de su mesianismo, de su bondad, de su misericordia, de su amor. Comenta San Jerónimo:El Señor " pregunta, mirando en derredor, para descubrir a la que lo había tocado. ¿O sabía el Señor quién lo había tocado? Entonces, ¿para que preguntaba por ella? Lo hacía como quien lo sabe, pero queriendo ponerlo de manifiesto. Si no hubiese preguntado y hubiese dicho: "¿quién me ha tocado?", nadie hubiera sabido que se había realizado un signo. Habrían podido decir: "no ha hecho ningún signo, sino que se jacta y habla para gloriarse". Por ello pregunta, para que aquella mujer confiese y Dios sea glorificado..." Cristo es la Verdad. Y como había sido curada por la Verdad, la mujer confesó la verdad... Resucitó la Iglesia y murió la Sinagoga. Aunque la niña había muerto, le dice, no obstante, el Señor, al jefe de la sinagoga: "no temas, ten sólo fe". Digamos también nosotros hoy a la Sinagoga, digamos a los judíos: "ha muerto la hija del jefe de la Sinagoga, mas creed y resucitará"...Dice el Maestro: " "la niña que ha muerto para vosotros, vive para Mí: para vosotros está muerta, para Mí duerme. Y el que duerme puede ser despertado"... He aquí que Cristo, cuando iba a resucitar a la hija del jefe de la sinagoga, echa fuera a todos, para que no pareciera que lo hacía por jactancia. Y "la niña se levantó inmediatamente y echó a andar". Que nos toque también a nosotros Jesús y echaremos a andar. Aunque seamos paralíticos, aunque poseamos malas obras y no podamos andar, aunque estemos acostados en el lecho de nuestros pecados y de nuestro cuerpo, si nos toca Jesús, al instante quedaremos curados " (Comentario al Evangelio de San Marcos 5, 21).