– Gn 41, 55-57; Gn 42, 5-7.17-24: Estamos pagando el delito contra nuestro hermano. José vendido por sus hermanos y convertido en el personaje más importante de Egipto por una serie de acontecimientos providenciales. Los hijos de Jacob, sin reconocerle, se postran ante su propio hermano, quien los pone a prueba a fin de que reconozcan el mal que hicieron.
San Gregorio Magno, después de narrar todo el episodio de José, dice:
" ¡Oh tormento de la misericordia! Castiga y ama. Ya vueltos, postrados en tierra y llorando, imploran el perdón; pues, acordándose de lo que acerca de él habían prometido al padre, veíanse oprimidos por una insoportable tristeza. Entonces, no pudiendo contenerse más la piedad oculta, prorrumpe, y de aquel rostro severo saca lágrimas de caridad; fue echada a un lado la aparente ira, y la misericordia, que existía y no aparecía, hízose patente. De tal manera aquel santo varón perdonó y castigó en sus hermanos el crimen, de tal manera mantuvo viva la misericordia con sus hermanos, que ni fue piadoso sin castigo ni riguroso sin piedad...
" He ahí cuál es el magisterio de la disciplina: saber perdonar discretamente las culpas y corregirlas con piedad. Pero los que no tienen espíritu de corrección, o bien perdonan los pecados de manera que no los corrigen, o bien, al corregirlos, hieren como si no los perdonaran " (Homilía 9 sobre Ezequiel).
– El Salmo 32 es como un himno a la providencia de Dios con su pueblo: " Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti... El Señor deshace los planes de las naciones; frustra los proyectos de los pueblos; pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su Corazón de edad en edad ".
Si el creyente de todos los tiempos tiene motivos para confiar alegre y esperanzado en la Palabra divina, llena de amor y misericordia, el cristiano sabe que esa Palabra se ha hecho hombre (Jn 1, 14) para llevar a cabo los proyectos del Corazón de Dios y llenar así con su misericordia toda la tierra. Es la misma Palabra que un día dirá todos los cristianos: " Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo " (Mt 28, 20).
– Os 10, 1-3.7-8.12: Es tiempo de consultar al Señor. La riqueza de Israel, en vez de contribuir a alabar a Yavé por los abundantes bienes materiales, no ha servido más que para multiplicar los lugares de culto idolátrico y vino el castigo de Dios. " Se acabó Samaria. Su rey es como espuma sobre la superficie de las aguas. Destruidos serán los altos de la impiedad ". Sólo con la conversión alcanzarán misericordia y para esto han de acudir a Dios, buscar su rostro y ser fiel a la alianza.
– A esto conduce también el Salmo 104 del responsorio. Dios ha sido fiel a sus promesas, Israel lo sea a la ley. Todo el Salmo canta la alianza de Yavé con los Patriarcas. El cristiano debe tomar conciencia de todos los prodigios realizados por Dios en la Antigua Alianza para llevar adelante las promesas hechas por Dios a Abrahán. Son prodigios que nos afectan también a nosotros, los que seguimos a Cristo. Es lo que afirma San Pablo en su Carta a los Romanos Rm 4, 16.18-25.
– Mt 10, 1-7: Id a las ovejas descarriadas de Israel. Es admirable la actitud de Jesucristo por cumplir las promesas hechas a los Patriarcas en favor del pueblo de Israel. Pero no deja de cumplir tampoco su misión universal de la salvación de todos los hombres. Las circunstancias irán perfilando la realización del plan salvífico de Dios que ya apunta en la misma predicación profética. San Juan Crisóstomo dice:
" Veamos ya a dónde y a quiénes envía Jesús sus apóstoles. ¿Quiénes son éstos? Unos pescadores y publicanos... No penséis -les viene a decir el Señor-, que, porque me injurian y me llaman endemoniado, yo los aborrezco y los aparto de mí. Justamente a ellos tengo interés y empeño en curarlos primero, y, apartándoos a vosotros de los demás, os envío a ellos como maestros y médicos. Y no sólo os prohíbo que prediquéis a otros antes que a éstos, sino que no os consiento que toquéis en los caminos que llevan a la gentilidad ni que entréis en ciudad alguna de samaritanos...
" Mirad la grandeza del ministerio, mirad la dignidad de los apóstoles. No se les manda que hablen de cosas sensibles, ni como hablaron antaño Moisés y los profetas. Su predicación había de ser nueva y sorprendente... Ninguna gracia hacéis a los que os reciben, pues no habéis recibido vuestros poderes como una paga ni como fruto de vuestro trabajo. Todo es gracia mía. De este modo, pues, dad también vosotros a aquéllos. Porque, por otra parte, tampoco es posible hallar precio digno de lo que vuestros dones merecen " (Homilía 32, 4,sobre San Mateo).