– Ex 40, 14-19.32-36: La gloria de Dios en el santuario. Una nube cubría la tienda levantada por Moisés, según las órdenes de Dios. En la Nueva Alianza el verdadero templo de Dios es Cristo.
El tabernáculo, el arca y el sacerdocio aseguran al pueblo la presencia de Dios. No se trata, sin embargo, de una presencia automática. Se percataban de que Yavé sólo está presente donde reinan la fidelidad y la conversión y, sobre todo, con los que son " pobres de Yahvé ", como aparece en los capítulos 56, 57, 60, 63 y 66 de Isaías.
La Biblia y la Tradición cristiana son unánimes en encarecer la eficacia santificadora del ejercicio de la presencia de Dios: " anda en mi presencia y sé perfecto ", dice Dios a Abrahán (Gn 17, 1). Quien está plenamente convencido de que Dios le está mirando, se esforzará en evitar todo lo que pueda ofenderle y procurará estar recogido y hacer todo como corresponde a un hijo de Dios. San Columbano explica:
" Dios está en todas partes, es inmenso y está cerca de todos, según atestigua Él mismo: "Yo soy un Dios cercano, no lejano". El Dios que buscamos no está lejos de nosotros, ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esa presencia " (Instrucciones sobre la fe,1).
Para San Ignacio de Antioquía:
" Nada hay escondido para el Señor, sino que aún nuestros secretos más íntimos no escapan a su presencia. Obremos, pues, siempre conscientes de que Él habita en nosotros, para que seamos templos suyos y Él sea nuestro Dios en nosotros, tal como es en realidad y tal como se manifiestará ante nuestra faz; por esto tenemos motivos más que suficientes para amarlo " (Carta a los Efesios).
– Lógicamente se han escogido algunos versos del Salmo 83 para Salmo responsorial: " ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los Ejércitos! Mi alma anhela los atrios del Señor... Dichosos los que viven en tu casa alabándote siempre... Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa... " Esto es más cierto en las iglesias cristianas, donde se tiene a Cristo realmente presente en la sagrada Eucaristía. Este Salmo expresa la alegría y el abandono en Dios del que vive en su gracia. Expresa también la felicidad de pertenecer a la Iglesia y poder gozar en las celebraciones litúrgicas los beneficios del amor de Cristo. Los que anhelan la perfección espiritual y la unión con Dios encuentran aquí, en este Salmo, la plegaria que mejor cuadra a sus aspiraciones.
– Jr 18, 1-6: Como el barro en manos del alfarero. Soberanía total de Dios sobre el pueblo de Israel y todo el mundo. San Pablo también usa esa imagen de la elección. Este tema subraya la iniciativa de Dios en su designio sobre el hombre. Todo esto se conjuga con la propia libertad del hombre que el mismo Dios le ha otorgado. Dios quiere que el hombre corresponda, por voluntad propia, por amor, a los designios de amor por parte de Dios. Esto se corresponde mejor con la visión de Cristo en la Cruz, donde se patentiza el supremo amor de Dios y la libertad del hombre. Cristo en la Cruz oró por sus verdugos.
– La lectura anterior nos ofrece una total confianza en manos de Dios, abandono en su divina providencia, aunque nosotros tengamos el deber de hacer todo lo que podamos por nuestra parte. Por eso decimos en el Salmo 145: " Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob... Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él ".
– Mt 13, 47-55: Selección de los peces buenos y abandono de los malos. Es una descripción del juicio final como la que hace San Jerónimo:
" Una vez cumplida la profecía de Jeremías que dice : "He aquí que os envío a muchos pescadores". Andrés, Santiago y Juan, hijos del Zebedeo oyeron estas palabras: "seguidme y os haré pescadores de hombres" (Mt 4, 19), entretejieron tomando del Antiguo y Nuevo Testamento la red de las doctrinas evangélicas y la arrojaron al mar de este siglo. Hasta el día de hoy está tendida en medio de las olas y recoge todo lo que cae de estos abismos salados y amargos, es decir, hombres buenos y malos, peces mejores y peores. Cuando llegue la consumación y el fin del mundo, como Él mismo lo explica más claramente a continuación, la red será sacada a la orilla; entonces se mostrará el juicio verdadero, la selección de los pescados. Como en un puerto muy tranquilo, los buenos serán puestos en los recipientes de las mansiones celestiales. Pero el fuego de la gehenna recibirá a los malos para quemarlos y calcinarlos " (Comentario al Evangelio de Mateo 13, 47-49).