24ª semana del Tiempo Ordinario, sábado

Años impares

1Tm 6, 13-16: Fidelidad a la profesión de fe cristiana. El pastor de almas no puede ejercer su misión más que en un incesante combate, que debe librar con vigor si quiere permanecer fiel a su compromiso bautismal y al mandamiento solemne de la Iglesia. San Gregorio de Nisa dice:

" Dios se deja contemplar por los que tienen el corazón purificado. "A Dios nadie lo ha visto jamás", dice San Juan (Jn 1, 18); y San Pablo confirma esta sentencia con aquellas palabras tan elevadas: "a quien ningún hombre ha visto ni puede ver" (1Tm 6, 16). Ésta es aquella piedra leve, lisa y escarpada, que aparece como privada de todo aguante intelectual; de ella afirmó también Moisés en sus decretos que era inaccesible, de manera que nuestra mente nunca puede acercarse a ella por más que se esfuerce en alcanzarla, ni puede nadie subir por sus laderas escarpadas " (Homilía 7 sobre las bienaventuranzas).

El pastor ideal es ante todo el que dirige los combates de la fe. Esto es fundamental en la doctrina paulina. Lo esencial en ese combate no es la lucha contra los enemigos de la fe; la fe es un combate en la medida en que la creencia lleva automáticamente consigo la fidelidad y la constancia, la lucha consigo mismo para obtener la victoria personal y la preocupación por la fe y la salvación de los demás, sobre todo cuando se es responsable de una comunidad. Por eso ha de ser constante nuestra oración por los que rigen la Iglesia o algunas de sus partes.

– La doxología paulina a Cristo, Rey de reyes y Señor de los señores, que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, ha sugerido el Salmo 99 para aclamar al Señor, para servirle con alegría y entrar en su presencia con vítores. " El Señor es Dios. Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. Entremos por sus puertas con acción de gracias, con himnos y bendiciendo su nombre. El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades ". A Él le debemos la fe, y todo lo que con ella nos ha otorgado, gracias a la predicación de los apóstoles y la de sus mismos sucesores. Todos nos ayudamos en el combate de la fe con la oración, con el ejemplo, con las palabras sinceras.

Años pares

1Co 15, 35-37.42-49: Se siembra lo corruptible, y resucita lo incorruptible. Escuchemos a San Cirilo de Alejandría:

" Uno murió por todos para que todos vivamos por Él. Cuando la muerte tragó al Cordero muerto por todos, en Él y con Él nos vomitó a todos. Destruido el pecado, ¿cómo no quedaría destruida también la muerte, que viene de él? Muerta la raíz, ¿cómo quedaría el tallo en pie? Muerto el pecado, ¿qué causa habrá para que muramos nosotros? Así, pues, con solemne exultación, digamos ante la muerte del Cordero: "¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde tu aguijón?" (1Co 15, 35). Como dice el Salmista: a toda maldad se le tapa la boca (Sal 106, 42); no podrá acusar ya a los pecadores por su enfermedad. Dios es el que purifica (Rm 8, 33). Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho maldito por nosotros; para que todos huyamos de la maldición del pecado (Ga 3, 13) " (Comentario al Evangelio de San Juan 2). Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

– Con el Salmo 55 decimos: " Caminamos en presencia de Dios a la luz de la vida. Confiamos en el Señor cuya promesa alabamos, en Él confiamos y no tememos. Doy gracias al Señor porque libró mi alma de la muerte, mis pies de la caída ". Él nos resucitará. " El primer hombre, hecho de tierra era terreno; el segundo hombre es del cielo ".

Evangelio

Lc 8, 4-15: Parábola del Sembrador. Hemos de ser tierra buena que acoge la semilla de la palabra de Dios, que colabora con la gracia divina, que con un corazón noble y generoso da a los demás el trigo bueno y sabroso de la vida espiritual intensa, para hacer que todos se conviertan también en tierra buena y generosa, para hacer lo mismo. Escribe San Gregorio de Elvira:

" La Escritura testifica que el campo es el mundo... ¿Cuáles son estos hijos e hijas entre los que el Señor se dice Lirio entre espinas? Llama hijo e hijas a los creyentes. Mas como en la Iglesia hay muchos que engendran abrojos y espinas, por lo deseos mundanos, por las riquezas, los honores y ambiciones dice el Evangelio: andando entre los afanes, riquezas y placeres de la vida no llegan a madurar (Lc 8, 14)? La Iglesia vive entre ellas, ya que, por cierto, la mayor parte de los creyentes se dedica a los cuidados seculares. Mas el que llegue a despreciarlos brillará como lirio entre los otros, a los que llama espinas " (Tratado sobre el Cantar de los Cantares 3).