2.I

Primera Lectura

Lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 2, 22-28)
Queridos hermanos: ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre.
En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre; y esta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna.
Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros. Y en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas -y es verdadera y no mentirosa-, según os enseñó, permaneced en él.
Y ahora, hijos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su venida.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 98, 1.2-3ab.3cd-4
R/. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Viderunt omnes termini terrae salutare Dei nostri.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Viderunt omnes termini terrae salutare Dei nostri.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Viderunt omnes termini terrae salutare Dei nostri.

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Viderunt omnes termini terrae salutare Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Hb 1, 1-2
En muchas ocasiones habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo.
Multifarie olim Deus loquens patribus in prophetis, novissime diebus istis locutus est nobis in Filio.

Evangelio

El que viene detrás de mí
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 1, 19-28)
Gloria a ti, Señor.
Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: ¿Tú quién eres?
Él confesó y no negó; confesó: Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron: ¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?
Él dijo: No lo soy.
¿Eres tú el Profeta?
Respondió: No.
Y le dijeron: ¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?
Él contestó: Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías.
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió: Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  3.I

Primera Lectura

Todo el que permanece en él no peca
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 2, 29-36)
Queridos hermanos: Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él.
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.
Todo el que comete pecado quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley.
Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay pecado.
Todo el que permanece en él no peca. Todo el que peca no lo ha visto ni conocido.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 98, 1.3cd-4.5-6
R/. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 1, 14 a.12a
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros; a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios.
Verbum caro factum est, et habitávit in nobis. Quotquot recepérunt eum, dedit eis potestátem fílios Dei fíeri.

Evangelio

Este es el Cordero de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 1, 29-34)
Gloria a ti, Señor.
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.
Y Juan dio testimonio diciendo: He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  4.I

Primera Lectura

No puede pecar, porque ha nacido de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 3, 7-10)
Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo.
Quien comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo.
Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.
En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 98, 1.7-8.9
R/. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

Al Señor, que llega
para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
Vidérunt omnes términi terræ salutáre Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Hb 1, 1-2
En muchas ocasiones habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo.
Multifárie olim Deus loquens pátribus in prophétis, novíssime diébus istis locútus est nobis in Fílio.

Evangelio

Hemos encontrado al Mesías
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 1, 35-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: Este es el Cordero de Dios.
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: ¿Qué buscáis?
Ellos le contestaron: Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?
Él les dijo: Venid y veréis.
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo). Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro).
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  5.I

Primera Lectura

Hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 3, 11-21)
Queridos hermanos: Este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros.
No seamos como Caín, que procedía del Maligno y asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo asesinó? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran justas.
No os sorprenda, hermanos, que el mundo os odie; nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva permanentemente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestro corazón ante él, en caso de que nos condene nuestro corazón, pues Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo. Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

cfr. Sal 99 y ss
R/. Aclama al Señor, tierra entera.
Iubiláte Dómino, omnis terra.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Aclama al Señor, tierra entera.
Iubiláte Dómino, omnis terra.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Aclama al Señor, tierra entera.
Iubiláte Dómino, omnis terra.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.

Aclama al Señor, tierra entera.
Iubiláte Dómino, omnis terra.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.

Aclama al Señor, tierra entera.
Iubiláte Dómino, omnis terra.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Nos ha amanecido un día sagrado; venid, naciones, adorad al Señor, porque hoy una gran luz ha bajado a la tierra.
Dies sanctificátus illúxit nobis: veníte gentes, et adoráte Dóminum: quia hódie descéndit lux magna super terram.
Aleluya.

Evangelio

Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 1, 43-51)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: Sígueme.
Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret. Natanael le replicó: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?
Felipe le contestó: Ven y verás.
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.
Natanael le contesta: ¿De qué me conoces?
Jesús le responde: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
Natanael respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.
Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.
Y le añadió: En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  6.I

Primera Lectura

El Espíritu, el agua y la sangre
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 5, 5-13)
Queridos hermanos: ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo.
No solo en el agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Porque tres son los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre, y el testimonio de los tres es único.
Si aceptamos el testimonio humano, mayor es el testimonio de Dios. Pues este es el testimonio de Dios, que ha dado testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo.
Quien no cree a Dios lo hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 148, 12-13.14-15.19-20
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda Ierúsalem, Dóminum.

Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda Ierúsalem, Dóminum.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda Ierúsalem, Dóminum.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda Ierúsalem, Dóminum.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 9, 7
Se abrieron los cielos y se oyó la voz del Padre: Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo.
Cæli apérti sunt et vox Patris intónuit: Hic est Fílius meus caríssimus; audíte illum.

Evangelio

Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (opción 1) (Mc 1, 7-11)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, proclamaba Juan: Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.
Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  7.I antes de Epifanía

Primera Lectura

Nos escucha en lo que le pedimos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 5, 14-2 1)
Queridos hermanos: En esto consiste la confianza que tenemos en el Hijo de Dios, en que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le hayamos pedido. Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y Dios le dará vida –a los que cometan pecados que no son de muerte, pues hay un pecado que es de muerte, por el cual no digo que pida–.
Toda injusticia es pecado, pero hay pecado que no es de muerte. Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios lo guarda, y el Maligno no llega a tocarlo. Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero yace en poder del Maligno.
Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna.
Hijos míos, guardaos de los ídolos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b
R/. El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sion por su Rey.

El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca.
Es un honor para todos sus fieles.

El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 7, 16
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
Propheta magnus surréxit in nobis, et Deus visitávit plebem suam.

Evangelio

Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 2, 1-11)
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: No tienen vino.
Jesús le dice: Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora.
Su madre dice a los sirvientes: Haced lo que él os diga.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice: Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice: Sacad ahora y llevadlo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  7.I después de Epifanía

Primera Lectura

Examinad si los espíritus vienen de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 3, 22-4, 6)
Queridos hermanos: Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Queridos míos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo.
En esto podréis conocer el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo.
Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios.
Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha.
En esto conocemos el Espíritu de la verdad y el espíritu del error.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

cfr. Sal 2, 1 y ss
R/. Te daré en herencia las naciones.
Dabo tibi gentes hereditátem tuam.

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones;
en posesión, los confines de la tierra.

Te daré en herencia las naciones.
Dabo tibi gentes hereditátem tuam.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando.

Te daré en herencia las naciones.
Dabo tibi gentes hereditátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 23
Jesús proclamaba el evangelio del reino, y curaba toda dolencia del pueblo.
Prædicábat Iesus Evangélium regni, et sanábat omnem infirmitátem in pópulo.

Evangelio

Está cerca el reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 4, 12-17.23-25)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.
Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curó.
Y lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  8.I

Primera Lectura

Dios es amor
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 4, 7-10)
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 72, 2.3-4ab.7-8
R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre.

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

En sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus, prædicáre captivis remissiónem.

Evangelio

Al multiplicar los panes Jesús se manifiesta como profeta
Lectura del santo Evangelio según san Marcos. (Mc 6, 34-44)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer.
Él les replicó: Dadles vosotros de comer.
Ellos le preguntaron: ¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?
Él les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.
Cuando lo averiguaron le dijeron: Cinco, y dos peces.
Él les mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.
Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.
Los que comieron eran cinco mil hombres.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  9.I

Primera Lectura

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 4, 11-18)
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor tiene que ver con el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 72, 2.10.12-13
R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
póstrense ante él todos los reyes,
y sírvanle todos los pueblos.

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres.

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Aclamación antes del Evangelio

1Tm 3, 16
Gloria a ti, Cristo, proclamado en las naciones; gloria a ti, Cristo, creído en el mundo.
Glória tibi, Christe, prædicáto géntibus; glória tibi, Christe, crédito in mundo.

Evangelio

Lo vieron andar sobre el mar
Lectura del santo Evangelio según san Marcos. (Mc 6, 45-52)
Gloria a ti, Señor.
Después de haberse saciado los cinco mil hombres, Jesús enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar.
Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra.
Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo.
Ellos, viéndolo andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos lo vieron y se asustaron.
Pero él habló enseguida con ellos y les dijo: Animo, soy yo, no tengáis miedo.
Entró en la barca con ellos y amainó el viento.
Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque tenían la mente embotada.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  10.I

Primera Lectura

Quien ama a Dios, ame también a su hermano
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 4, 19-5, 4)
Queridos hermanos: Nosotros amemos a Dios, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.
Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano.
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 72, 2.14.15bc.17
R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.
Recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol; él sea la bendición de todos los pueblos, y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Adorábunt te, Dómine, omnes gentes terræ.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus, praedicáre captivis remissiónem.

Evangelio

Hoy se ha cumplido esta Escritura
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 4, 14-22a)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca.
Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor.
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  11.I

Primera Lectura

El Espíritu, el agua y la sangre
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 5, 5-13)
Queridos hermanos: ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo.
No solo en el agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Porque tres son los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre, y el testimonio de los tres es único.
Si aceptamos el testimonio humano, mayor es el testimonio de Dios. Pues este es el testimonio de Dios, que ha dado testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo.
Quien no cree a Dios lo hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 148, 12-13.14-15.19-20
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sion.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 23
Jesús proclamaba el evangelio del reino, y curaba toda dolencia del pueblo.
Predicábat Iesus Evangélium regni, et sanábat omnem infirmitátem in pópulo

Evangelio

Y enseguida la lepra se le quitó
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 5, 12-16)
Gloria a ti, Señor.
Sucedió que, estando Jesús en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús, cayendo sobre su rostro, le suplicó diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Y extendiendo la mano, lo tocó diciendo: Quiero, queda limpio.
Y enseguida la lepra se le quitó.
Y él le ordenó no comunicarlo a nadie; y le dijo: Ve, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación según mandó Moisés, para que les sirva de testimonio.
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírlo y a que los curara de sus enfermedades.
Él, por su parte, solía retirarse a despoblado y se entregaba a la oración.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  12.I

Primera Lectura

Nos escucha en lo que le pedimos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan. (1Jn 5, 14-21)
Queridos hermanos: En esto consiste la confianza que tenemos en el Hijo de Dios, en que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le hayamos pedido.
Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y Dios le dará vida –a los que cometan pecados que no son de muerte, pues hay un pecado que es de muerte, por el cual no digo que pida–.
Toda injusticia es pecado, pero hay pecado que no es de muerte. Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios lo guarda, y el Maligno no llega a tocarlo. Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero yace en poder del Maligno.
Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la vida eterna.
Hijos míos, guardaos de los ídolos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 149, 1-2.3-4.5-6a y 9b
R/. El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sion por su Rey.

El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca.
Es un honor para todos sus fieles.

El Señor ama a su pueblo.
Beneplácitum est Dómino in pópulo suo.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 16
El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.
Pópulus qui sedébat in ténebris vidit lucem magnam, et sedéntibus in regióne umbræ mortis lux orta est eis.

Evangelio

El amigo del esposo se alegra con la voz del esposo
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 3, 22-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, fue Jesús con sus discípulos a Judea, se quedó allí con ellos y bautizaba.
También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque había allí agua abundante; la gente acudía y se bautizaba. A Juan todavía no le habían metido en la cárcel. Se originó entonces una discusión entre un judío y los discípulos de Juan acerca de la purificación; ellos fueron a Juan y le dijeron: Rabí, el que estaba contigo en la otra orilla del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ese está bautizando, y todo el mundo acude a él.
Contestó Juan: Nadie puede tomarse algo para sí si no se lo dan desde el cielo. Vosotros mismos sois testigos de que yo dije: “Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado delante de él”. El que tiene la esposa es el esposo; en cambio, el amigo del esposo, que asiste y lo oye, se alegra con la voz del esposo; pues esta alegría mía está colmada. Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.