1 CORINTIOS

1Co 1, 10 La gravedad del primero de los problemas, abordado en 1Co 1, 10-4, 21, explica que Pablo lo introduzca con actitud de súplica y, sobre todo, invocando el nombre de nuestro Señor Jesucristo. En el origen de las discordias entre los corintios estaba el hecho de que grupos distintos invocaban la autoridad de uno u otro personaje significativo del cristianismo naciente (Pablo, Apolo, Cefas…).

1Co 2, 6-3, 4 El comienzo de la segunda unidad de la sección (6ss) parece contradecir lo dicho anteriormente; su sentido se entiende, sin embargo, desde lo que sigue (8ss).

1Co 3, 18-23 A la luz de estos versículos se comprende la causa de las divisiones planteadas en Corinto: algunos convertían la sabiduría humana en medida de las relaciones en la comunidad.

1Co 4, 1 El servicio de los predicadores (1Co 3, 5) se define desde Cristo y se concreta en ser administradores de los misterios de Dios.

1Co 4, 4 El principio de que la conciencia es el determinante último de la actuación humana tiene un límite: Dios, que está por encima de la conciencia.

1Co 5-6 Un sencillo se oye decir marca el comienzo de una nueva sección de la carta, que alcanza hasta 1Co 6, 20 y aborda tres comportamientos inadecuados de algunos corintios: la inmoralidad del incestuoso (1Co 5, 1-13), el recurso a tribunales civiles (1Co 6, 1-11) y la prostitución (1Co 6, 12-20).

1Co 5, 5 Expresión sin duda muy fuerte que significa de hecho la expulsión de la comunidad o excomunión (1Co 5, 2); Pablo la adopta con fines pedagógicos y con carácter transitorio (véase 2Co 13, 10).

1Co 7, 1-40 A partir de 7, 1 Pablo responde a cuestiones que le habían planteado en una carta sus cristianos de Corinto; la primera de ellas se refiere a la vivencia cristiana de la sexualidad. Algunas de sus afirmaciones, que son por lo demás muy realistas en relación con este ámbito, se entienden mejor en el marco de la polémica suscitada en la comunidad sobre este tema.

1Co 8, 1-11, 1 Nueva sección dedicada al problema de la carne de animales sacrificados a las divinidades paganas y de los banquetes sagrados celebrados en sus templos.

1Co 8, 8-13 Se aplica al caso de la carne sacrificada a los ídolos el principio enunciado en 1Co 8, 1, acentuando la actitud de los fuertes frente a los débiles. Pablo apoya su llamada a los fuertes (1Co 8, 13) en que los débiles son hermanos y, sobre todo, en que han sido redimidos por la muerte de Cristo.

1Co 10, 14-22 El discurso aborda ahora directamente el tema de la idolatría; ello explica que las instrucciones sobre la carne inmolada sean algo diferentes de las ofrecidas en 1Co 8, 1-13. La comunión con Dios que establecían los sacrificios del AT da paso en 1Co 10, 18 a la idea de la unión con los demonios, cuyo objetivo es acentuar el carácter diabólico de la idolatría. También la expresión cáliz de los demonios en 1Co 10, 21, que representa un remedo del cáliz del Señor, pretende recalcar lo abominable de los banquetes idolátricos.

1Co 11, 2-34 La alabanza a los corintios abre otra sección de la carta, que aborda sucesivamente dos problemas surgidos en el marco de las asambleas comunitarias: el velo de las mujeres (2-16) y la insolidaridad entre los que participaban en la Eucaristía (17-34).

1Co 11, 23 Recibir y transmitir eran entre los rabinos términos casi técnicos para hablar de las tradiciones. En la Iglesia, la transmisión de la tradición histórica sirve de vínculo y lazo de unión con el Señor. Por otra parte, el texto paulino sobre lo ocurrido en la noche de la pasión de Jesús (1Co 11, 23b-25), muy cercano a Lc 22, 14-20, así como el de Mc 14, 22-25 y su paralelo de Mt 26, 26-29 atestiguan la formación temprana de los textos sobre la Última Cena de Jesús con sus discípulos.

1Co 12, 31b-13, 13 Este texto muestra tal elevación lírica que parece justificado calificar el pasaje de Himno de la caridad, cuya fuente de inspiración última es el amor de Dios manifestado en Jesucristo.

1Co 13, 13 La agrupación de estas tres virtudes, llamadas teologales, aparece ya en la más antigua de las cartas paulinas (1Ts 1, 3; 1Ts 5, 8; véase también Ga 5, 5s; Rm 5, 1-5; Rm 12, 6-12). El amor es el carisma mayor (1Co 12, 31a) al que deben aspirar los cristianos.

1Co 14, 1-19 El discurso vuelve al tema del legítimo deseo de experiencias carismáticas, aunque inmediatamente se presentará la profecía como preferible al don de lenguas. En 1Co 14, 4.13, vuelve a evocarse uno de los principios de la actuación carismática enunciado en 1Co 12, 7: los dones espirituales existen para el bien común.

1Co 15 El capítulo afronta la negación de la resurrección de los muertos por parte de algunos cristianos de Corinto. El discurso se desarrolla en tres momentos: 1Co 15, 1-11, 1Co 15, 12-34 y 1Co 15, 35-58.

1Co 15, 35-49 Se plantea el modo de la resurrección o, más precisamente, el del cuerpo de los resucitados: jugando con sentidos posibles de la palabra cuerpo/carne, el Apóstol parte del mundo vegetal (1Co 15, 36-38) y pasa luego al animal y al cósmico (1Co 15, 39-41).

1Co 16, 22 Expresión aramea, que es súplica o afirmación de la fe en la venida del Señor; en cualquier caso, muestra la necesaria dimensión escatológica de toda la vida cristiana.