PROVERBIOS

Pr 1, 7 Estos necios (y sus sinónimos), mencionados con mucha frecuencia en el libro, se oponen a los «sabios» (y sus sinónimos). Ninguno de los términos correspondientes se limita sin más al aprendizaje, sino que tienen una clara dimensión ética, hasta el punto de ser calificados de «malvados» y «justos» respectivamente.

Pr 2, 1 La palabra hijo no apunta aquí necesariamente a la enseñanza paterna, pues los maestros de sabiduría solían dirigirse así a los jóvenes que frecuentaban sus escuelas.

Pr 2, 16 Esta mujer extraña, mencionada con frecuencia hasta el cap. 9, suele ser identificada con la adúltera (puede haber una alusión a la prostitución sagrada practicada en los templos cananeos). De todos modos, tiene un evidente valor simbólico, en cuanto que se contrapone, como figura, a la sabiduría personificada. Ambas se disputan la audiencia masculina (cabe recordar que las escuelas de sabiduría eran frecuentadas únicamente por chicos).

Pr 3, 19s Estos versículos cumplen la función de integrar sabiduría y yahvismo. Se adelantan aquí algunos elementos desarrollados en Pr 8, 22ss.

Pr 4, 19 Luz y tinieblas son símbolos, el primero, de una vida feliz y plena, y el segundo, de una vida fracasada y autodestructiva.

Pr 5, 5 Muerte y Abismo son sinónimos, pero no se trata de la muerte física, sino de una vida frustrada y abocada necesariamente al fracaso humano personal y social.

Pr 8, 22-36 Texto importantísimo en el desarrollo de la tradición hebrea sobre la sabiduría. De una sabiduría pragmática, prudencial e intramundana se pasó a considerar la sabiduría como una criatura primordial, testigo excepcional de la creación y, por tanto, de la sabiduría divina. De ahí su privilegiado estatus magisterial y cuasi divino, diríamos. La Patrística lo aplicó al Logos (Jesús), en consonancia con el comienzo del Evangelio de Juan. La liturgia cristiana ha visto también en esta figura de la sabiduría a la Virgen María.

Pr 9, 1 La vocación intramundana de la sabiduría se concreta en este habitar entre los seres humanos, a los que invita a participar en su «banquete». Es evidente que, en el plano literario, la sabiduría es la contrincante de la «mujer extraña» de los poemas anteriores, calificada como necedad en Pr 9, 13-18.

Pr 10, 1-22, 16 Nos encontramos aquí en otro mundo literario. Si en los caps. 1-9 predominan el discurso y la instrucción, esta parte del libro está hecha de proverbios aislados. En ocasiones pueden aparecer, a lo sumo, racimos de sentencias con variaciones sobre un mismo tema.

Pr 13, 22 Proverbio exponente de la doctrina de la retribución. Se trata de dar respuesta a la dolorosa pregunta de la gente honrada: ¿cómo es posible que Dios permita que el pecador prospere?

Pr 14, 13 Aforismo de excelente factura psicológica, que cuestiona de algún modo el esquema binario de la antigua sabiduría: sabiduría o necedad; prosperidad o desgracia; alegría o duelo.

Pr 15, 3 La frecuente mención del Señor en estas colecciones de sentencias (en Pr 15, 3. 8ss. 11. 16. 25ss. 29. 33) da a entender que sabios y necios, honrados y malvados no son meros prototipos humanos, al margen de lo trascendente; y que, en definitiva, la retribución viene del Señor.

Pr 16, 1 Las personas tenemos buena disposición o capacidad para pensar correctamente, para elaborar proyectos. Sin embargo, del Señor depende la formulación de los planes. La importancia del uso correcto (es decir, eficaz) de la palabra es un lugar común en la literatura sapiencial. Este proverbio, relativo a la correcta formulación, es completado con el siguiente: correcta intención.

Pr 16, 11 El telón de fondo del proverbio es la inmoralidad en las relaciones comerciales. La estafa en la venta fue siempre condenada en la tradición bíblica.

Pr 17, 28 Aguda observación social, que matiza la linealidad del aforismo anterior. La ambigüedad de las situaciones implica la existencia de aforismos aparentemente contradictorios.

Pr 19, 18 Este aforismo no encaja en nuestra sensibilidad actual. Simplemente remite a usos pasados de una cultura ajena a la nuestra (véase Pr 19, 29).

Pr 20, 12 Implica este aforismo que el hombre participa de algún modo en la perspicacia divina de cara al discernimiento ético. Por eso son inexcusables los comportamientos desviados.

Pr 21, 12 La retribución del malvado tendrá lugar tarde o temprano, pero llegará.

Pr 22, 28 Los linderos antiguos (o tradicionales) eran los mojones que establecían los límites de las heredades de los israelitas, una tierra concedida por Dios, según la tradición.

Pr 25, 2 Dios se reserva una parcela de misterio en sus planes y decisiones. En el antiguo Israel, el rey participaba de algún modo de ese misterio que rodea a la divinidad (Pr 25, 3).

Pr 28, 8 La usura fue frecuentemente condenada en Israel (Ex 22, 24; Lv 25, 36; Dt 23, 20), pues atentaba contra los miembros más pobres de la comunidad y, por tanto, contra el orden establecido por Dios, que acabará poniendo las cosas en su sitio.

Pr 29, 13 Proverbio «abierto», como Pr 22, 2. Pero quizá asome aquí la doctrina de la retribución: tarde o temprano, el Señor se hará cargo del usurero. No tomemos la justicia por nuestra mano.

Pr 30, 10 Según la concepción israelita de la eficacia de la palabra, las maldiciones, lo mismo que las bendiciones, acababan alcanzando al destinatario o a sus descendientes.

Pr 30, 19ss Camino vale aquí por «relación». Lo que sorprende al poeta es la falta de huellas en el cielo (águila), en la roca (serpiente), en el mar (la estela que deja el barco desaparece) y en la mujer: aunque ha pasado algo, parece que no ha pasado nada. Esta es la interpretación más probable, a juzgar por 30, 20. Al no quedar rastro de su relación sexual, piensa que no hay responsabilidad moral: se equipara impureza exterior con impureza interior. Sobre la imagen de la boca en este contexto, véase Si 26, 12.

Pr 31, 10-31 El final del libro es un típico poema acróstico (ordenado según las letras del alefato), que recurre a una figura femenina. La elección no es arbitraria ni azarosa, pues empalma claramente con la presentación de la sabiduría personificada en Si 1-9. La mujer fuerte conduce a su familia y su hacienda a la plenitud; la sabiduría (divina) conduce al ser humano a su perfección, a la cumbre de su proyecto vital.