CARTA DE SAN JUDAS

Después de las cartas vinculadas a las columnas de la Iglesia, Santiago, Pedro y Juan, se encuentra la de Judas. El género epistolar y su contenido escatológico, con elementos propios de la apocalíptica judía, hacen que sea un puente entre las cartas y el Apocalipsis de San Juan, que le sigue. Frente a falsos doctores, que sostenían que la libertad ante la Ley libera al cristiano de la obligación moral, esta breve carta exhorta a la fidelidad en la fe y muestra las implicaciones morales del Evangelio.

Dejando aparte algunas posibles alusiones en la Didaché y en la Carta a losFilipenses de San Policarpo, la Carta de Judas está incluida en el Canon de Muratori (fines del siglo II), que la enumera entre los escritos canónicos del Nuevo Testamento. A los testimonios de Orígenes 1 y Tertuliano 2, se añade el de Clemente de Alejandría, que –además de citarla en sus obras 3– escribió un comentario sobre ella 4. También los papiros P72 y P78 sugieren que la carta era utilizada como Escritura Sagrada en el siglo III-IV. En el siglo IV, San Atanasio 5 y San Cirilo de Jerusalén 6, entre otros, atestiguan su canonicidad. Eusebio de Cesarea expone que era admitida por la mayoría como canónica, aunque existían también algunas voces contrarias; por ello la sitúa entre los escritos «discutidos» 7. El motivo principal de estas dudas lo conocemos por San Jerónimo: «Judas, hermano de Santiago, dejó una breve epístola, que está entre las siete epístolas católicas y es rechazada por muchos por el hecho de citar el testimonio del libro de Henoc, un apócrifo; sin embargo, por su antigüedad y por el uso que se ha hecho de ella, no ha carecido de autoridad y se sitúa entre las Sagradas Escrituras» 8. Desde mediados del siglo IV, figura en todas las listas de libros inspirados. Su canonicidad, junto con la de los demás libros del Antiguo y Nuevo Testamento, fue declarada solemnemente en el Concilio de Trento.

1. ESTRUCTURA Y CONTENIDO

La estructura es bastante clara. Además del saludo inicial (vv. 1-2) –seguido del motivo de la carta (vv. 3-4)– y de una solemne doxología final (vv. 24-25), el cuerpo del escrito tiene dos secciones principales dirigidas a desenmascarar a los falsos doctores (vv. 5-16) y a exhortar a los fieles a vivir según la fe (vv. 17-23). En la primera sección, tras mostrar con algunos ejemplos bíblicos el castigo que espera a esos impíos (vv. 5-7), recrimina su conducta blasfema y perversa (vv. 8-13), para terminar recordando el juicio divino (vv. 14-16). En la sección exhortativa recuerda que, ya en su primera predicación, los Apóstoles habían anunciado la aparición de falsos maestros (vv. 17-19), y estimula a fundamentar la vida sobre la fe, la oración, la caridad y la esperanza (vv. 20-21). Por fin, les indica cuál ha de ser el comportamiento con quienes se han dejado influir por las enseñanzas impías (vv. 22-23).

2. COMPOSICIÓN

El autor se presenta a sus lectores como «Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago» 9. La indicación «hermano de Santiago» le sirve como referencia de autoridad para sus destinatarios, pues Santiago había estado al frente de la iglesia de Jerusalén (cfr Introducción a la Carta de Santiago). El nombre de Judas (no el Iscariote) aparece junto con el de Santiago y otros «hermanos» de Jesús, es decir, como uno de los parientes del Señor, en Mt 13, 55 y Mc 6, 3, y posiblemente a éste hay que atribuirle la carta. Algunos Padres lo identifican con uno de los Doce, el llamado Judas de Santiago o Judas Tadeo10.

Sobre los destinatarios inmediatos de esta carta nos faltan indicaciones precisas, ya que el saludo inicial emplea una designación genérica, válida para todos los cristianos: «A los que han recibido la llamada divina»11. Se puede pensar que se trataba –por lo menos en su mayoría– de cristianos convertidos del judaísmo. Esto explicaría también las alusiones a tradiciones judías extrabíblicas y a escritos apócrifos. Posiblemente el hecho de que no se mencionen destinatarios concretos, motivó su inclusión entre las «cartas católicas», ya desde Orígenes12. La referencia explícita a Santiago podría indicar que la carta se dirigía al mismo grupo de lectores que la de Santiago, entre los cuales éste debió de gozar de especial autoridad.

Algunos autores opinan que debió de escribirse antes del año 70, ya que no alude a la destrucción de Jerusalén. Para otros, ese silencio no prueba nada. Las fechas que se proponen van desde el 50 hasta finales del siglo I, o incluso comienzos del siglo II. Es probable que fuera escrita en Palestina, donde los parientes de Jesús gozaron de gran prestigio y estuvieron al frente de iglesias locales13.

3. ENSEÑANZA

El autor se propone exhortar a los fieles a combatir por la fe recibida14, recordándoles lo que ya habían predicho los Apóstoles sobre la aparición de hombres malvados dominados por sus pasiones15. Las noticias de que tales hombres impíos ya se habían introducido solapadamente en aquellas comunidades cristianas pudieron ser el motivo inmediato del escrito16.

Según los datos de la carta, aquellos errores se daban sobre todo en ámbito moral: son impíos «que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios»17, y que propugnan una falsa interpretación de la libertad cristiana, error que también San Pablo combatió18. Se mencionan sobre todo los vicios impúdicos y la avaricia19. En cualquier caso, parece que se trata de un movimiento aún incipiente: están produciendo divisiones20, pero todavía participan en la vida de la comunidad21, y al parecer existe la esperanza de poder salvar a una buena parte de ellos22.

El problema de los falsos maestros y su influencia perniciosa entre los fieles se aborda también en la Segunda Carta de San Pedro; entre ambas hay una gran semejanza de ideas e, incluso, de terminología, especialmente entre Judas 1, 4-18 y 2P 2, 1-2P 3, 3. La comparación de ambos textos induce a pensar que la Carta de Judas influye en la 2 Pedro, donde se elaboran y matizan algunas de las expresiones, o que las dos bebieron de una fuente común. El autor de la Carta de San Judas utiliza argumentos tomados de la tradición bíblica y extrabíblica, y cita pasajes de escritos apócrifos como la Asunción de Moisés23 y el Libro de Henoc24. Este libro era muy apreciado entre los judíos, pero no quiere decir que por ello haya que considerarlo inspirado. Ni siquiera la frase «profetizó Henoc»25, lleva a esta conclusión, puesto que refleja simplemente la costumbre de la época de llamar profeta a un personaje bíblico prestigioso. Para que un libro se pueda aceptar como inspirado se necesita que en Israel o, más tarde, en la Iglesia, se hubiera reconocido como canónico. Además Judas podía estar simplemente utilizando tradiciones judías y cristianas que no tenían por qué estar recogidas en ningún libro canónico.

1 cfr Commentarii in Romanos 5, 1.
2 cfr De cultu feminarum 1, 3.
3 cfr Paedagogus 3, 8; Stromata 3, 2.
4 cfr Eusebio de Cesarea, Historia ecclesiastica 6, 14.
5 cfr Epistula 39.
6 cfr Catecheses 4, 35.
7 cfr Historia ecclesiastica 3, 25, 3; 6, 13, 6; 14, 1.
8 De viris illustribus 4.
9 Judas 1, 1.
10 Lc 6, 16; Hch 1, 13; Mt 10, 3; Mc 3, 18. La dificultad estriba en que JDS 17 parece distinguirse de los Apóstoles.
11 Judas 1, 1.
12 cfr Introducción general a las Cartas Católicas.
13 Eusebio de Cesarea, Historia ecclesiastica 1.7.14; 3, 19, 1-20, 8.
14 cfr Judas 1, 3.
15 cfr Judas 1, 17-18.
16 cfr Judas 1, 4.
17 Judas 1, 4.
18 Cfr, por ejemplo, Rm 6, 1-15; 1Co 6, 12ss.; Ga 5, 13ss.
19 cfr Judas 1, 4.8.11.13.16.23.
20 cfr Judas 1, 19.
21 cfr Judas 1, 12.
22 cfr Judas 1, 22-23.
23 cfr Judas 1, 9.
24 cfr Judas 1, 14-15.
25 Judas 1, 14.