NAHUM

El libro de Nahum ocupa el séptimo lugar dentro del códice de Profetas Menores, tanto en los manuscritos hebreos como en los griegos. El hecho de que aparezca siempre en el mismo lugar, después de Miqueas, refleja una tradición muy antigua, según la cual Nahum da comienzo a la relación de los libros más tardíos que abordan un solo tema, ordinariamente relacionado con el juicio de Dios y con los acontecimientos escatológicos. Todo el libro gira en torno a la caída de la capital asiria, Nínive, a manos de los babilonios (612 a.C.). El título es novedoso: «Oráculo contra Nínive. Libro de la visión de Nahum de Elcós». Falta la expresión típica de las introducciones: «Palabra» o «palabras del Señor dirigidas a…», que aparecen en libros como Oseas, Joel, Amós o Miqueas. Probablemente el redactor que introdujo el título consideraba este libro como un oráculo contra Nínive, redactado con tonos sapienciales.

Nahum se deriva de naham (consolar), raíz que aparece en otros nombres bíblicos, como Menahén o Nehemías. De todas formas es poco relevante el significado del nombre que, por otra parte, no vuelve a aparecer en la Biblia. Nada más se sabe de la personalidad del profeta ni de su vida, excepto que era originario de Elcós, una población hoy desconocida, seguramente situada en Judá. Por el contenido del libro se supone que ejerció su actividad durante el largo reinado de Manasés (698-642 a.C.).

Algunos comentaristas han designado a Nahum como profeta cultual, apoyados en que el libro, como el de Habacuc, contiene elementos rituales que inducen a considerarlo como una celebración litúrgica por la caída de Nínive. Sin embargo, ni el tono del libro, ni siquiera el poema inicial tiene las características de los salmos o de las composiciones propias del Templo. Parece más bien que es una reflexión profética en torno a la destrucción de Nínive, pues con este acontecimiento se pondría de relieve la soberanía de Dios sobre los impíos, un escarmiento para el pueblo elegido y un motivo de agradecimiento al verse libre de sus enemigos.

1. ESTRUCTURA Y SÍNTESIS DEL CONTENIDO

Como hemos señalado, el libro de Nahum ha sido redactado con un género literario específico, profético–sapiencial, que puede denominarse «disputa profética». Consiste en que el autor sagrado se propone disipar las dudas y objeciones sobre un tema concreto. En este caso, sobre el poder soberano de Dios, que es puesto en duda tanto por los judíos, que no son capaces de compaginarlo con el esplendor de Nínive, como por los mismos ninivitas, que parecen burlarse de Dios ante la impunidad de sus crímenes. La respuesta es tan contundente como poética: la destrucción inminente de la gran capital es un acto exclusivo del Señor, que hace justicia, aniquilando a Nínive y salvando al pueblo elegido. El libro, tal como está, comprende tres partes, además del título que es claramente posterior:

I. HIMNO A DIOS, JUEZ PODEROSO (Na 1, 2-8). Teofanía que ensalza el poder de Dios sobre sus enemigos.

II. ANUNCIO DE LA CAÍDA DE NÍNIVE (Na 1, 9-Na 2, 1). Es una reflexión sapiencial dirigida a Judá, para que, al comprobar la destrucción de Nínive, reconozca que se debe exclusivamente a Dios y festeje su propia elección.

III. ASALTO Y DESTRUCCIÓN DE NÍNIVE (Na 2, 2-Na 3, 19). Es también una reflexión sapiencial dirigida a los ninivitas, para que, cuando la capital asiria sea asaltada y destruida, comprendan igualmente que es sólo el Señor quien actúa.

2. COMPOSICIÓN Y MARCO HISTÓRICO

La historia de la redacción del libro sigue en discusión. Son muchos los que opinan que el himno inicial que canta el poder y la justicia soberana de Dios 1 es posterior al resto de la obra, porque es un salmo alfabético, muy elaborado, que pretende dar sentido teológico a todo el libro.

Los poemas sobre Nínive fueron redactados, según la opinión más generalizada, en el siglo VII a.C., entre los años 663 y 612, es decir, después de que fuera destruida la ciudad egipcia de Tebas (No-Amón, a cuya caída se alude en Na 3, 8), y antes de que la capital asiria desapareciera a manos del imperio neobabilónico. El que fueran escritos antes del 612 viene sugerido por la expresividad con que se narra el asalto de Nínive 2 y por la descripción de la crueldad de los invasores 3, que reflejan que su autor participa de los sentimientos antiasirios que caracterizaron los años anteriores a la caída de la capital asiria. Por otra parte, tres años después de la destrucción de Nínive, murió el rey Josías a manos de los egipcios (año 609), y para entonces el gran enemigo era Babilonia, por lo que ya no tenía especial sentido celebrar la caída de Nínive. Una fecha probable del oráculo es, pues, en torno al 630, cuando la muerte del rey asirio Asurbanipal enardeció el sentimiento nacionalista de los judíos. Cabe además suponer que estos poemas con su carga patriótica y de exaltación de los valores israelitas, en especial el reconocimiento de Dios como único soberano, vendrían a ser una aportación importante a la reforma religiosa y política que Josías llevó a cabo hacia el año 622.

Redactado el núcleo fundamental del libro, es probable que, a la vuelta del destierro, un autor deuteronomista introdujera algunos detalles que actualizaran los viejos oráculos contra Nínive, para poderlos aplicar contra Babilonia. El himno alfabético inicial daría un alcance más universal al conjunto, explicando que el juicio de Dios se cierne contra cualquier potencia que pretenda oprimir al pueblo elegido.

Desde el punto de vista literario, el libro es de gran interés. En la descripción de la caída de Nínive las escenas se suceden en una creciente tensión: comienza el asedio y asalto de la ciudad 4, en cuyo relato el autor se recrea con escenas convulsivas, gritos, desgracias y estragos. Sigue una lamentación cargada de ironía sobre la capital de Asíria, a la que se denomina «león» 5, y una amenaza también irónica contra la ciudad de las orgías y de la corrupción 6. La mención de Tebas, que había sido destruida precisamente por Asiria, pone de relieve que el destino de Nínive será como el de Tebas, pero más cruento 7. De nuevo el autor juega con la ironía y se burla de las potentes defensas de la ciudad: todo será consumido por el fuego 8. Los habitantes, aunque sean muchos, huirán como insectos en día de frío 9. Finalmente, un poema irónicamente fúnebre, y por eso mismo festivo, celebra la muerte del rey asirio y proclama la alegría de todos los pueblos ante la caída del coloso10.

3. ENSEÑANZA

Ha llamado la atención que el profeta no denuncie ningún defecto de Judá ni presagie ningún castigo para ellos. Parece un canto patriótico, que celebra con alborozo sólo el derrumbamiento del opresor; sin embargo, en los poemas apasionados de Nahum subyacen dos temas importantes: la soberanía de Dios sobre todos los pueblos y su especial providencia con el pueblo elegido.

a) Soberanía de Dios. Dios domina sobre la creación y sobre la historia y nadie puede levantarse contra Él11. Esta idea central del poema acróstico se actualiza en la destrucción de Nínive: en Asiria se cometían los más graves delitos, la idolatría, la magia, los crímenes, la tiranía12. Pero todo quedará reducido a pavesas: «Desolación, expoliación, devastación»13. De esta forma, el profeta interpreta la historia en clave religiosa: es Dios quien está detrás del esplendor y detrás de la caída; es Dios quien concede el imperio, pero también quien condena con severidad los delitos. La destrucción de Nínive está descrita con lenguaje propio del «día del Señor», a pesar de que la expresión como tal está ausente. Basta comparar algunas frases de Nahum con las que otros profetas más antiguos describen el juicio del Señor. Por ejemplo Na 2, 10 con Is 2, 7; Na 2, 11 con Is 13, 7 y Jr 30, 5; Na 3, 10 con Is 13, 16.

b) Providencia de Dios con el pueblo elegido. El libro canta los favores de Dios a su pueblo, en contraste con las desgracias de Nínive: si durante años Dios ha hecho pagar los delitos de su pueblo, esa situación no es para siempre14. Dios anuncia una nueva etapa de paz15, que se inicia con la destrucción del enemigo más cruel, Asiria y su capital. Los imperios pasan, mientras que el pueblo de Dios permanece.

4. EL LIBRO DE NAHUM A LA LUZ DEL NUEVO TESTAMENTO

En el Antiguo Testamento aparecen ya algunos textos que aluden a Nahum: así, por ejemplo, entre Na 2, 1 e Is 52, 1-7 hay una relación tan estrecha, que con frecuencia se ha planteado cuál de los dos es más antiguo. Todo parece indicar que es Nahum, pues contiene expresiones poco frecuentes que no cuadran en un autor contemporáneo del destierro, como sería el de la segunda parte de Isaías. En concreto, la descripción del mensajero es mucho más sobria en el texto de Nahum que en el de Isaías. El Nuevo Testamento hace referencia a estas palabras16, pero depende de Isaías más que de Nahum. La alusión a las langostas en Jl 1, 4 y su posterior explicación17 podrían tener algún punto de contacto con Na 3, 15. Nahum tabién parece influir en el libro de Tobías, que recuerda con regocijo la ruina de Nínive, aludiendo así al cumplimiento de las profecías sobre la ciudad asiria18.

En la literatura judía se interpreta el libro de Nahum en clave nacionalista. Flavio Josefo, que dató a Nahum en el siglo VIII, durante el reinado de Jotam, comenta con ironía en las Antigüedades Judías (9, 2, 3): «Todas las predicciones sobre Nínive se cumplieron después de 150 años»

En Qumrán han aparecido algunos fragmentos de un comentario19 que entiende el libro profético también en sentido patriótico y lo aplica a la lucha contra los seléucidas. Incluso menciona a Dionisio III Eukairos en su lucha contra Alejandro Janeo hacia el año 88 a.C.

La lectura nacionalista ha sido constante entre los judíos incluso entre los grandes autores medievales, como David Kimchi (†1235).

En el Nuevo Testamento el libro de Nahum no aparece citado expresamente, quizás por el excesivo nacionalismo de los comentarios de la época. Tampoco se usa en la liturgia cristiana. En la literatura patrística es el libro profético menos mencionado, junto con Ageo y Abdías, y, en todo caso, es entendido sin tintes nacionalistas, como un reconocimiento del poder de Dios y de su justicia. San Jerónimo comenta la carga consoladora del mensaje («Nahum se interpreta como consolador»), porque la justicia divina alcanza a todos: «Hay que saber que todo lo que se dice contra Nínive, se aplica de modo figurado al mundo entero»20. Un comentario más tardío del obispo de Toledo San Julián (siglo VI) aplica a Nahum los cuatro sentidos medievales: esta profecía habla «en sentido histórico, de Nínive; en sentido alegórico, de la desolación final del mundo; en sentido místico, de la reparación del género humano realizada por Cristo; en sentido moral, de la restitución del hombre a la dignidad originaria»21. Y más tarde Teofilacto (siglo XI), que escribió una Expositio sobre Nahum, aplicándolo a la universalidad de la justicia divina, señala: «A todos los mortales enseña que, siendo Dios justo, nada deja al margen de su providencia, sino que a cada uno impone la pena según sus méritos»22.

1 Na 1, 2-8.
2 Na 2, 9-11.
3 Na 3, 1-3.
4 Na 2, 4-11.
5 cfr Na 2, 12-14.
6 Na 3, 1-7.
7 Na 3, 8-11.
8 Na 3, 12-15a.
9 Na 3, 15b-17.
10 Na 3, 18-19.
11 Na 1, 8.
12 Na 2, 12-14; 3, 4-7.
13 Na 2, 11.
14 Na 1, 12-13.
15 Na 2, 1.
16 Rm 10, 15 y Mc 16, 15-16.
17 cfr Jl 2, 4-9.
18 Tb 14, 12-15.
19 4QpNah.
20 Commentarium in Nahum, Prolog.
21 Commentarium in Nahum Prophetam 1, 1.
22 Expositio super Nahum 1.