Para confesarse bien son necesarias cinco cosas: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia.
1. ¿He dudado o negado las verdades de la fe católica?
2. ¿He practicado la superstición o el espiritismo?
3. ¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento?
4. ¿He blasfemado? ¿He jurado sin necesidad o sin verdad?
5. ¿Creo todo lo que enseña la Iglesia Católica?
6. ¿Hago con desgana las cosas que se refieren a Dios?
7. ¿He faltado a Misa los domingos o días festivos? ¿He cumplido los días de ayuno y abstinencia?
8. ¿He callado en la confesión por vergüenza algún pecado mortal?
9. ¿Manifiesto respeto y cariño a mis padres y familiares?
10. ¿Soy amable con los extraños y me falta esa amabilidad en la vida de familia?
11. ¿He dado mal ejemplo a las personas que me rodean? ¿Les corrijo con cólera o injustamente?
12. ¿Me he preocupado de la formación religiosa y moral de las personas que viven en mi casa o que dependen de mí?
13. ¿He fortalecido la autoridad de mi cónyuge, evitando reprenderle, contradecirle o discutirle delante de los hijos?
14. ¿Me quejo delante de la familia de la carga que suponen las obligaciones domésticas?
15. ¿Tengo enemistad, odio o rencor contra alguien?
16. ¿Evito que las diferencias políticas o profesionales degeneren en indisposición, malquerencia u odio hacia las personas?
17. ¿He hecho daño a otros de palabra o de obra?
18. ¿He practicado, aconsejado o facilitado el grave crimen del aborto?
19. ¿Me he embriagado, bebido con exceso o tomado drogas?
20. ¿He descuidado mi salud? ¿He sido imprudente en la conducción de vehículos?
21. ¿He sido causa de que otros pecasen por mi conversación, mi modo de vestir, mi asistencia a algún espectáculo o con el préstamo de algún libro o revista? ¿He tratado de reparar el escándalo?
22. ¿He sido perezoso en el cumplimiento de mis deberes? ¿Retraso con frecuencia el momento de ponerme a trabajar o a estudiar?
23. ¿He aceptado pensamientos o miradas impuras?
24. ¿He realizado actos impuros? ¿Solo o con otras personas? ¿Del mismo o distinto sexo? ¿En cuántas ocasiones? ¿Hice algo por impedir las consecuencias de esas relaciones?
25. Antes de asistir a un espectáculo o de leer un libro, me entero de su calificación moral?
26. ¿He usado indebidamente el matrimonio? ¿Acepto y vivo conforme a la doctrina de la Iglesia en esta materia?
27. ¿He tomado dinero o cosas que no son mías? ¿En su caso, he restituido o reparado?
28. ¿He engañado a otros cobrando más de lo debido?
29. ¿He malgastado el dinero? ¿Doy limosna según mi posición?
30. ¿He prestado mi apoyo a programas de acción social o política inmorales o anticristianos?
31. ¿He dicho mentiras? ¿He reparado el daño que haya podido seguirse?
32. ¿He descubierto, sin causa justa, defectos graves de otras personas?
33. ¿He hablado o pensado mal de otros? ¿He calumniado?
34. ¿Soy ejemplar en mi trabajo? ¿Utilizo cosas de la empresa en provecho propio o faltando a la justicia?
35. ¿Estoy dispuesto a sufrir una merma en mi reputación profesional antes de cometer o cooperar formalmente en una injusticia?
36. ¿Me preocupo de influir -con naturalidad y sin respetos humanos- para hacer más cristiano el ambiente a mi alrededor? ¿Sé defender a Cristo y a la doctrina de la Iglesia?
37. ¿Hago el propósito de plantearme más en serio mi formación cristiana y mis relaciones con Dios?
El propósito de la enmienda consiste en decidirse firmemente a no volver a pecar; en estar dispuestos a evitar el pecado, cueste lo que cueste. Se puede manifestar de muchos modos, también a través de alguna oración, como la que sigue.
Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido; y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Se puede añadir la siguiente oración, para implorar el perdón en la próxima Confesión:
Señor, Tú que no quieres la muerte del pecador sino la penitencia de sus pecados, mira benigno la fragilidad de nuestra condición humana y haz que por esta confesión, a la que nos acercamos para obtener el perdón, obtengamos la absolución de nuestras culpas y el premio de la penitencia.
Después de la Confesión de los pecados y recepción de la absolución, hay que cumplir la penitencia que nos impone el sacerdote, con la intención de reparar los pecados cometidos. Es obligatorio cumplir la penitencia, porque es parte del mismo sacramento. También se puede añadir alguna oración de acción de gracias, por haber obtenido el perdón de Dios, como la que sigue.
Gracias, oh Padre Celestial, gracias infinitas os doy, por el inmenso beneficio que acabáis de concederme. Habéis purificado mi pobre alma con la Sangre preciosísima de vuestro divino Hijo, mi buen Salvador.
Os ofrezco esta mi confesión y mi penitencia en unión con todos los actos de penitencia que hicieron todos los santos y en especial la de nuestro Señor Jesucristo, su santísima Madre y San José, pidiendo a vuestra bondad paternal que os dignéis aceptarlos y hacerlos meritorios para mi eterna salvación. Lo que haya podido faltar a la sinceridad de mi preparación, a mi contrición y a la acusación de mis pecados, lo pongo todo en el Corazón adorable de mi buen Jesús, tesoro infinito de todo bien y de todas las gracias.
Recibe mi confesión, clementísismo y piadoso Señor Jesucristo, única esperanza para la salvación de mi alma. Te pido que me des (a mí, sacerdote tuyo,) contrición de corazón y lágrimas en mis ojos, para que yo pueda llorar día y noche todas mis negligencias con humildad y pureza de corazón. Oh Señor, Dios mío, recibe mis súplicas.
Salvador del mundo, buen Jesús, que te entregaste a la muerte de Cruz para salvar a los pecadores, mírame a mí, miserable pecador, invocando tu Nombre, y no mires mis pecados de modo que olvides tus bondades; y si he pecado, de modo que merezca la condenación, tú no pierdas lo que has decidido salvar. Sé propicio conmigo, Tú que eres mi Salvador, y ten misericordia de mi alma pecadora. Rompe mis cadenas, cura mis heridas.
Piadosísimo Señor, por los méritos de la purísima e Inmaculada siempre Virgen y Madre tuya María, que Tú nos dejaste como Madre (, especialmente de los sacerdotes), y de todos los Santos, envía tu luz y tu verdad a mi alma, para que todos mis defectos aparezcan claros ante mí, aquellos que debo confesar, y que ello me ayude y enseñe a manifestarlos plenamente con un corazón contrito. Tú, oh Dios, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Oh Dios, por los méritos de la siempre Bienaventurada Virgen y Madre tuya María y de todos los Santos, te suplico te sea grata y aceptable esta confesión mía. Tu piedad y misericordia suplan lo que me hubiese faltado de suficiente contrición, pureza o integridad en esta o anteriores confesiones mías y, según tu misma piedad y misericordia, me hagas digno de la perfecta y plena absolución en el cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.