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Sacramentos
Comunión de enfermos
Comunión fuera de la Misa
Penitencia
Unción de enfermos
Sacramentos en peligro de muerte
Varios
Antes y después de oír confesiones
Collationes
Completas en examen de la noche
Veneración reliquia San Josemaría
Antes y después propia confesión
Bendiciones
Oraciones por los difuntos

Sacramentos

  Comunión de enfermos

Ritos iniciales

La paz del Señor a esta casa y a todos los que habitan en ella.
Que la gracia y la paz de Cristo Jesús reine en la familia N.
Y con tu espíritu.

Coloca el Sacramento sobre la mesa, lo adora. Después rocía con agua bendita la habitación y los presentes, mientras dice:

Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección.
Amén.

El ministro exhorta al enfermo y a los presentes a hacer el acto penitencial diciendo:

Hermanos: para participar con fruto en esta celebración, comencemos por reconocer nuestros, pecados.

Se hace una breve pausa de silencio. Después, todos a la vez hacen la confesión:

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

El ministro concluye:

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén.

Lectura breve de la palabra de Dios

El ministro, si es sacerdote o diácono, dice:

Lectura del Santo Evangelio según San Juan (Jn 6, 54-58)
Gloria a Ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús: El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y Yo en él. Lo mismo que me ha enviado el Padre, que vive, y Yo vivo por el Padre, también el que coma vivirá por Mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.

Rito de la comunión

El ministro, con estas o parecidas palabras, introduce la recitación del Padre nuestro:

Y ahora, todos juntos, invoquemos a Dios con la oración que el mismo Cristo nos enseñó.

Todos recitan la oración dominical:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Luego el ministro presenta el Santísimo Sacramento diciendo:

Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

El enfermo y los que van a comulgar, responden:

Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

El ministro se acerca al enfermo y teniendo la hostia o el cáliz un poco elevado, dice:

El Cuerpo de Cristo (La Sangre de Cristo).
Amén.

Y comulga. Los presentes que van a comulgar reciben el Sacramento como de costumbre. Terminada la distribución de la Comunión, el ministro purifica en la forma habitual.

Si parece oportuno se guardará algún tiempo de sagrado silencio. Luego el ministro reza una de la siguiente oración conclusiva:

Oremos. Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, te suplicamos con fe viva que el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que nuestro hermano (nuestra hermana) acaba de recibir, le conceda la salud corporal y la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

En Tiempo Pascual:

Oremos: Padre misericordioso, lavados de las manchas del hombre viejo, te pedimos que el Sacramento que hemos recibido nos transforme en nueva criatura. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Rito de conclusión

El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
Amén.

  Comunión fuera de la Misa

Ritos iniciales

El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.

Hermanos, para participar con fruto en esta celebración, comencemos por reconocer nuestros pecados.

Todos:

Yo confieso ante Dios Todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén.

Lectura breve de la palabra de Dios

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según San Juan (Jn 6, 54-58)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Rito de la comunión

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

Todos:

Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Luego el ministro presenta el Santísimo Sacramento diciendo:

Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los llamados a la cena del Señor.
Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

Los presentes que van a comulgar reciben el Sacramento como de costumbre. El sacerdote va diciendo a cada uno:

El Cuerpo de Cristo.
Amén.

Terminada la distribución de la Comunión, el ministro purifica y dice la siguiente oración:

Oremos: Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

En Tiempo Pascual:

Oremos: Derrama, Señor, sobre nosotros tu Espíritu de caridad, para que vivamos siempre unidos en tu amor los que hemos participado en el mismo Sacramento pascual. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Rito de conclusión

El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.

La Bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros.
Amén.

  Cartela de la Confesión

El penitente dice el saludo acostumbrado ("Ave María Purísima..."), y se santigua. El sacerdote dice:

El Señor esté en tu corazón para que te puedas arrepentir y confesar humildemente tus pecados.

El sacerdote o el penitente puede leer o decir de memoria algunas palabras de la Sagrada Escritura sobre la misericordia de Dios y el arrepentimiento, p. ej.:

Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero. (Jn 21, 17).

El penitente se acusa de sus pecados. El sacerdote le da los consejos oportunos y le impone la penitencia. El sacerdote invita al penitente a manifestar la contrición. El penitente puede decir, p.ej.:

Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy un pecador.

El sacerdote da la absolución:

Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo, y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.

El sacerdote prosigue:

La pasión de Nuestro Señor Jesucristo, la intercesión de la Bienaventurada Virgen María y de todos los Santos, el bien que hagas y el mal que puedas sufrir, te sirvan como remedio de tus pecados, aumento de gracia y premio de vida eterna. Vete en paz.

  Unción de enfermos

La paz del Señor a esta casa y a todos los aquí presentes.

Luego, si es oportuno, rocía con agua bendita al enfermo y a la habitación, diciendo esta fórmula:
Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección.

Seguidamente puede decir la siguiente oración:
Señor, Dios nuestro, que por medio de tu apóstol Santiago nos has dicho: "¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará y, si ha cometido pecado, lo perdonará".
Escucha la oración de quienes nos hemos reunido en tu nombre y protege misericordiosamente a N., nuestro hermano enfermo (y a todos los otros enfermos de esta casa). Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.

El sacerdote invita a los fieles a la penitencia:
Hermanos: para participar con fruto en esta celebración, comencemos por reconocer nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio. Después, todos juntos, hacen la confesión:

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V/. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según San Mateo (Mt 15, 29-31).
En aquel tiempo, Jesús bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió mucha gente llevando consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

A continuación se recitan las letanías:

V/. Tú, que soportaste nuestros sufrimientos y aguantaste nuestros dolores, Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.

V/. Tú, que te compadeciste de la gente y pasaste haciendo el bien, y curando a los enfermos, Cristo, ten piedad.
R/. Cristo, ten piedad.

V/. Tú que mandaste a los apóstoles imponer las manos sobre los enfermos, Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.

Si se ha de bendecir el óleo . Si está ya bendecido:

V/. Bendito seas Dios, Padre todopoderoso, que por nosotros y por nuestra salvación enviaste tu Hijo al mundo.
R/. Bendito seas por siempre, Señor.

V/. Bendito seas, Dios, Hijo unigénito, que te has rebajado haciéndote hombre como nosotros, para curar nuestras enfermedades.
R/. Bendito seas por siempre, Señor.

V/. Bendito seas Dios, Espíritu Santo Defensor, que con tu poder fortaleces la debilidad de nuestro cuerpo.
R/. Bendito seas por siempre, Señor.

V/. Mitiga, Señor, los dolores de este hijo tuyo, a quien ahora, llenos de fe, vamos a ungir con el óleo santo; haz que se sienta confortado en su enfermedad y aliviado en sus sufrimientos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.

El sacerdote toma el santo óleo y unge al enfermo en la frente y en las manos, diciendo una sola vez:

Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo.
R/. Amén.

Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en la enfermedad.
R/. Amén.

Oremos. Te rogamos, Redentor nuestro, que por la gracia del Espíritu Santo, cures el dolor de este enfermo, sanes sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo sufrimiento de su cuerpo y de su alma y le devuelvas la salud espiritual y corporal, para que, restablecido por tu misericordia, se incorpore de nuevo a los quehaceres de su vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amén.

V/. Y ahora, todos juntos, invoquemos a Dios con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:
Padre nuestro, que estás en el cielo...

V/. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
R/. Amén.

Se puede impartir la Bendición Apostólica

Varios

  Oraciones para el sacerdote antes y después de oír Confesiones

Oración del sacerdote antes de recibir confesiones

Dame, Señor, la sabiduría que me asista cuando me encuentro en el confesionario, para que sepa juzgar a tu pueblo con justicia y a tus pobres con juicio. Haz que utilice las llaves del Reino de los cielos para que no abra a nadie que merece que esté cerrado y no cierre a quien merece que esté abierto. Haz que mi intención sea pura, mi celo sincero, mi caridad paciente y mi trabajo fecundo.

Que sea dócil pero no débil, que mi seriedad no sea severa, que no desprecie al pobre ni halague al rico. Haz que sea amable al confortar a los pecadores, prudente al interrogarlos y experto al instruirlos. Te pido me concedas la gracia de ser capaz de alejarlos del mal, diligente en confirmarlos en el bien; que les ayude a ser mejores con la madurez de mis respuestas y con la rectitud de mis consejos; que ilumine lo que es oscuro, siendo sagaz en los temas complejos y victorioso en los difíciles; que no me detenga en coloquios inútiles ni me deje contagiar por lo que está corrompido; que, salvando a los demás, no me pierda a mí mismo. Amén.

Oración del sacerdote después de recibir confesiones

Señor, Jesucristo, dulce amante y santificador de las almas, te ruego, con la infusión del Espíritu Santo, que purifiques mi corazón de todo sentimiento o pensamiento viciado y que suplas, con tu infinita piedad y misericordia, todo lo que en mi ministerio sea causa de pecado, por mi ignorancia o negligencia. Confío a tus amabilísimas heridas todas las almas que has conducido a la penitencia y santificado con tu preciosísima Sangre, para que tú las custodies todas en el temor a ti y las conserves con tu amor, las sostengas cada día con mayores virtudes y las conduzcas a la vida eterna. Tú que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Señor, Jesucristo, Hijo del Dios viviente, recibe este mi ministerio como ofrenda por aquel amor dignísimo con el que escuchaste a Santa María Magdalena y a todos los pecadores que a ti han recurrido, y cualquier cosa haya hecho de forma negligente o con menor dignidad en la celebración de este Sacramento, súplela y satisfácela dignamente. Confío a tu dulcísimo Corazón a todos y a cada uno de los que he confesado y te ruego que los custodies y los preserves de cualquier recaída y que los conduzcas, después de las miserias de esta vida, a las alegrías eternas. Amén.

  Cartela para las Collationes

Al comenzar, todos de rodillas, el que dirige reza:

¡Ven oh Santo Espíritu!, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu y serán creados.
Y renovarás la faz de la tierra.

Oración: ¡Oh Dios que has instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo!, concédenos según el mismo Espíritu conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Ave María.
Gloria.

Al terminar, todos de rodillas, el que dirige reza:

Te damos gracias, Omnipotente Dios, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

Ave María. Gloria.

Santa María, esperanza nuestra, asiento de la Sabiduría.
Ruega por nosotros.

  Completas en examen de la noche

Comentario del Evangelio

El que está de turno lee el Comentario del Evangelio, indicando la Misa que se dirá al día siguiente, como de costumbre. A continuación comienza el sacerdote que está de turno:

Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre...

El que está de turno añade:

Hermanos: reconozcamos nuestros pecados para que podamos participar dignamente en esta sagrada celebración.
Hermanos: habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Examen de conciencia

Todos se sientan y hacen el examen de conciencia.

Cuando el que hace cabeza lo indica, todos se ponen de pie y rezan el "Acto de contrición" que incoa el sacerdote que está de turno:

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

El sacerdote que está de turno añade:

El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén.

Completas

A continuación se comienza el rezo de las Completas incoando el "Himno", que se recita de modo alternativo, todos de pie:

Cuando llegó el instante,... ( Tú, a quien he buscado,...).

El que está de turno comienza rezando la antífona del salmo del día que corresponde.

Después de recitar la antífona, todos se sientan. A continuación, de modo alternativo, se recita el salmo correspondiente. Se termina con el rezo, por todos, de la antífona.

A continuación, otro sacerdote del grupo, de pie, recita la "Lectura breve". Los demás permanecen sentados.

Se hacen unos breves instantes de meditación, y a continuación el que está de turno inicia el "Responsorio breve":

En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Tú, el Dios leal, nos librarás,
Te encomiendo mi espíritu.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Con todos de pie, el que está de turno comienza rezando la antífona del "Cántico evangélico". Después recita el primer versículo ("Ahora, Señor") y luego se alterna el cántico. Todos hacen la señal de la cruz al comenzar y todos rezan la antífona al terminar.

Ant. Sálvanos, Señor,… Ahora, Señor, según tu promesa, …

Gloria al Padre...
Como era...

Ant. Sálvanos, Señor,...

A continuación de pie, el que hace cabeza recita la "Oración":

Oremos...
Amén.

El que hace cabeza recita (y todos se santiguan):

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
Amén.

A continuación, el que hace cabeza incoa una de las "Antífonas" finales, que recitan todos:

Madre del Redentor; Salve, Reina de los cielos; Salve; Bajo tu protección; …

El que hace cabeza dice la jaculatoria final.

  Exposición y bendición con la reliquia de San Josemaría

Exposición de la reliquia
Preces
Incensación de la reliquia
Bendición con la reliquia

Antífona

Por los méritos y la intercesión de san Josemaría os conceda Dios la alegría y la paz.
Amén.

Veneración de la reliquia

Se canta Christus vincit

Oración de San Josemaría

Oremos: Oh Dios, que has suscitado en la Iglesia a san Josemaría, sacerdote, para proclamar la vocación universal a la santidad y al apostolado, concédenos, por su intercesión y su ejemplo, que en el ejercicio del trabajo ordinario nos configuremos a tu Hijo Jesucristo y sirvamos con ardiente amor a la obra de la Redención.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

Despedida

El divino auxilio permanezca siempre con nosotros.
Amén.

Se retira la reliquia