Antología de Textos

CORRESPONDENCIA A LA GRACIA

1. La vida espiritual depende en muy buena medida de la docilidad a las mociones e inspiraciones del Espíritu Santo, en todo momento y en cualquier forma y modo en que se nos presenten. Inspiraciones son todos los impulsos, reproches, luces y conocimientos que Dios obra en nosotros, a fin de despertarnos, empujarnos y atraernos al amor de Dios, y apartarnos del pecado.
2. De varias maneras se producen estas inspiraciones divinas. Los mismos pecadores las reciben, impulsándoles a la conversión; pero para el justo, en quien habita el Espíritu Santo, es perfectamente connatural el recibirlas a cada momento. El Espíritu Santo, mediante ellas, ilumina nuestra mente para que podamos ver lo que hay que hacer y mueve nuestra voluntad para que podamos y queramos cumplirlo: Dios es el que obra en nosotros el querer y el obrar según su beneplácito (Flp 2, 13). El Espíritu Santo inspira y obra en el alma del justo cuando quiere y como quiere (Jn 3, 8). Unas veces ilumina solamente (en los casos dudosos para resolver la duda); otras mueve (a que el alma realice aquella buena acción que ella misma estaba pensando); otras -y es lo más frecuente- ilumina y mueve a la vez. A veces se produce la inspiración en medio del trabajo, como de improviso, cuando el alma estaba enteramente distraída y ajena al objeto de la inspiración; otras muchas se produce en la oración, en la Sagrada Comunión, en momentos de recogimiento y de fervor. El Espíritu Santo rige y gobierna al cristiano tanto en las cosas ordinarias de la vida cotidiana como en las de gran importancia.
El Espíritu Santo no siempre nos inspira directamente por sí mismo. A veces se vale del Ángel de la Guarda, de un sacerdote, de un buen libro, de un amigo.
3. Corresponde al cristiano ser dócil a lo que le pide el Señor. Él nos da constantemente su gracia para ayudarnos en la santificación del deber de cada momento, algo así como el aire que entra incesantemente en nuestros pulmones. Y de modo semejante a cómo debemos respirar para introducir en los pulmones ese aire con el oxígeno que renueva nuestra sangre, así hemos de desear positivamente y con docilidad recibir la gracia que regenera nuestras energías espirituales para caminar en busca de Dios. Quien no respira, acaba por morir de asfixia; quien no recibe con docilidad la gracia, terminará por morir de asfixia espiritual. Por eso dice San Pablo: Os exhortamos a no recibir en vano la gracia ele Dios (2Co 6, 1). Preciso es responder a esa gracia y cooperar generosamente con ella. Es esta una verdad elemental que, practicada sin desfallecimiento, nos levantaría hasta la santidad (cfr. R. GARRIGOU-LAGRANGE, Las tres edades de la vida interior, P. l.ª 3, 5).
4. En la economía ordinaria y normal de su Providencia, Dios tiene subordinadas las gracias posteriores que ha de conceder a un alma al buen uso de las anteriores. La infidelidad a la gracia puede cortar las que Dios nos hubiera ido concediendo sucesivamente, ocasionándonos una pérdida irreparable. En el Cielo veremos cómo la inmensa mayoría de los que no llegaron a ser santos -mejor dicho, absolutamente todos ellos- se malograron por una serie de infidelidades a la gracia -acaso veniales en sí mismas, pero plenamente voluntarias-, que paralizaron la acción del Espíritu Santo. Por el contrario, las almas santas son aquellas que fueron fieles a los impulsos que recibieron de parte de Dios.

Citas de la Sagrada Escritura

Al que tiene se le dará y al que no tiene, lo poco que parece tener se le quitara. Mt 13, 12
Parábola de la higuera estéril: Lc 13, 6-9
Jesús se lamenta por la falta de correspondencia de los habitantes de Jerusalén: Mt 23, 37-39
Parábola de los viñadores: Lc 20, 9-14
Los que están a lo largo del camino son los que oyen; pero en seguida viene el diablo y arrebata de su corazón la palabra para que no crean y se salven. Los que están sobre peña son los que, cuando oyen reciben con alegría la palabra; pero no tienen raíces, creen por algún tiempo y en el momento de la tentación sucumben. Lo que cae entre espinas son aquellos que, oyendo, van y se ahogan en los cuidados, la riqueza y los placeres de la vida y no llegan a madurez. Lo caldo en buena tierra son aquellos que, oyendo con corazón generoso y bueno, retienen la palabra y dan fruto por la perseverancia. Lc 8, 12-15
Por quien (por Jesucristo) en virtud de la fe hemos obtenido también el acceso a esta gracia en que nos mantenemos y nos gloriamos, en la esperanza y la gloria de Dios. Y no solo esto, sino que nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabedores de que la tribulación produce la paciencia; la paciencia una virtud probada, y la virtud probada, la esperanza. Y la esperanza no quedara confundida, pues el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por virtud del Espíritu Santo, que nos ha sido dado. Rm 5, 2-5
Mas por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que me confirió no resulto vana, antes bien, me he afanado mas que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. 1Co 15, 10
Vosotros, pues, amados, que de antemano sois avisados, estad alerta, no sea que, dejandoos llevar del error de los libertinos, vengáis a decaer en vuestra firmeza. Creced mas bien en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El la gloria así ahora como en el día de la eternidad. 2P 3, 17-18

Nuestra correspondencia es necesaria para la propia salvación

1405 Dios, que te creo sin ti, no te salvara si ti (SAN AGUSTÍN, Sermón 169).

1406 Sabemos que Dios proporciona a cada cual ocasión de salvarse: a unos, de una manera, y a otros, de otra. Pero el responder esforzada o remisamente a esa voluntad de salvación depende de nosotros (CASIANO, Colaciones, 3, 12).

1407 Acudid al medico mientras podéis, no sea que después queráis y no podáis (SAN JUAN DE NÁPOLES Sermón 7).

1408 Ninguno desprecie el llamamiento, no sea que, excusándose al ser invitado, no pueda entrar cuando quiera (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 16 sobre los Evang.).

Docilidad a las inspiraciones y mociones del Espíritu Santo

1409 Llamamos inspiraciones a todos los atractivos, movimientos, reproches y remordimientos interiores, luces y conocimientos que Dios obra en nosotros, previniendo nuestro corazón con sus bendiciones (Sal 21, 4), por su cuidado y amor paternal, a fin de despertarnos, excitarnos, empujarnos y atraernos a las santas virtudes, al amor celestial, a las buenas resoluciones; en una palabra, a todo cuanto nos encamina a nuestro bien eterno (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 11, 18).

1410 Si estas dormido y tu corazón no esta en vela, se marcha sin haber llamado; pero si tu corazón esta en vela, llama y pide que se le abra la puerta (SAN AMBROSIO-Coment. sobre el Salmo 18).

1411 Porque no conociste el tiempo de tu visita. De muchos y muy distintos modos acostumbra el Señor a visitar el alma descarriada. Pues frecuentes veces la visita por medio de los preceptos, otras por los castigos, algunas veces también por los milagros, para que oiga las verdades que ignoraba, y por si aun permanece soberbia y orgullosa, o se arrepiente por el castigo o, abrumada por los beneficios, se avergüence del mal que hizo (SAN GREGORIO MAGNO, Hom 39 sobre los Evang.).

1412 El Padre y yo vendremos a fijar en el nuestra morada. Que cuando venga encuentre, pues, tu puerta abierta. Ábrele tu alma para que pueda contemplar en ella riquezas de rectitud, tesoros de paz, suavidad de gracia [...]. Si cierras la puerta de tu alma, dejas afuera a Cristo. Aunque tiene poder para entrar, no quiere sin embargo ser inoportuno, no quiere obligar a la fuerza (SAN AMBROSIO, Coment. sobre el Salmo 18).

1413 (Hablando de la plena correspondencia de San Pablo, dice Santo Tomas): el cuerpo estaba desde luego vivificado y movido por el alma de Pablo; pero su alma lo estaba por Cristo (SANTO TOMÁS, Sobre la Epístola de S. Pablo a los Gálatas, 2, 20).

La correspondencia diaria

1414 Despertémonos ya de una vez, obedientes a la llamada que nos hace la Escritura: Ya es hora de que despertéis del sueño. Y abiertos nuestros ojos a la luz divina, escuchemos bien atentos la advertencia que nos hace cada día la voz de Dios: Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón (SAN BENITO, Regla de S. Benito, Prologo).

1415 Si te das como El quiere, la acción de la gracia se manifestara en tu conducta profesional, en el trabajo, en el empeño para hacer a lo divino las cosas humanas, grandes o pequeñas, porque por el Amor todas adquieren una nueva dimensión (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 60).

"Las oportunidades de Dios no esperan"

1416 Las oportunidades de Dios no esperan. Llegan y pasan. La palabra de vida no espera; si no nos la apropiamos, se la llevara el demonio. El no es perezoso, antes bien, tiene los ojos siempre abiertos y esta siempre preparado para saltar y llevarse el don que vosotros no usáis (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo de Sexagésima: Llamadas de la gracia).

1417 Por eso os digo que os será quitado el reino y será entregado a un pueblo que rinda sus frutos (Mt 21, 43). La viña fue entregada a otro, como sucede con el don de la gracia, que el soberbio menosprecia y el humilde recoge (RABANO MAURO, en Catena Aurea vol. III, p. 48).

1418 (Al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que parece tener le será quitado). Es lo mismo que hacemos nosotros. Si vemos que se nos escucha de mala gana y, por mucho que roguemos que se nos preste atención, no lo conseguimos, optamos por guardar silencio, puesto que, obstinándonos en hablar, solo lograríamos aumentar la falta de atención. Pero cuando hay quien tiene interés en saber, a ese si nos lo atraemos y sobre el derramamos cuanto tenemos. Y muy bien dijo el Señor: lo que parece tener, puesto que ni siquiera esto lo tiene de veras (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 45).

Los frutos dependen, en buena parte, de nuestra correspondencia a las gracias que Dios nos da continuamente

1419 La tierra era buena, el sembrador el mismo, y las simientes las mismas; y sin embargo, ¿como es que una dio ciento, otra sesenta y otra treinta? Aquí la diferencia depende también del que recibe, pues aun donde la tierra es buena, hay mucha diferencia de una parcela a otra. Ya veis que no tiene la culpa el labrador, ni la semilla, sino la tierra que la recibe; y no es por causa de la naturaleza, sino de la disposición de la voluntad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 44).

1420 Lo único que a nosotros importa es no ser camino, ni pedregal, ni cardos, sino tierra buena. Que nuestro corazón se halle sazonado para dar el 30, o el 60, o el 100, o el 1.000, cifras estas menores unas y otras mayores; pero todo es trigo. NO sea el corazón camino donde el enemigo se lleve, como el pájaro, la semilla pisada por los transeúntes; no peñascal donde la poca tierra haga germinar en seguida lo que ha de agostar el sol; ni abrojal de pasiones humanas y cuidados de la vida disoluta (SAN AGUSTÍN, Sermón 101).

1421 Dios ha hecho un cielo nuevo, una tierra nueva, como dice el Profeta. ¿Que cielo? El firmamento de la fe en Cristo. ¿Que tierra? El corazón bueno, dice el Señor, que se empapa de la lluvia que cae del cielo y que produce numerosas espigas. En esta creación, el sol, sin duda, es la pureza de la vida; las estrellas son las virtudes; el clima, una vida limpia; el mar, la profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia; las hierbas y los brotes, la doctrina buena donde el pueblo, rebaño de Dios, va como a pastar y a pacer (SAN GREGORIO DE NISA, Homilía de Pascua).

1422 Así pues, encarecidamente os suplico que no lo atribuyáis todo a Dios, entregandoos al sueño y a la negligencia, ni que, cuando estéis vigilantes, creáis que todo se debe a vuestro trabajo. Dios no nos quiere desidiosos ni que nos echemos boca arriba, sino que nos pide alguna cosa; ni tampoco que nos dejemos llevar por la arrogancia, por lo cual no todo nos lo ha confiado a nosotros [...] (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 82).

La eficacia en los demás

1423 Si el que comienza se esfuerza, con el favor de Dios, a llegar a la cumbre de la perfección, creo jamas va solo al Cielo, siempre lleva mucha gente tras si; como a buen capitán, le da Dios quien vaya en su compañía (SANTA TERESA, Vida, II, l).

1424 De que tu y yo nos portemos como Dios quiere –no lo olvides– dependen muchas cosas grandes (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 755).

El corazón se endurece y la vida se vuelve ineficaz cuando no se corresponde

1425 Cuando el corazón esta endurecido, los pájaros arrebatan la semilla divina. No la devuelven: se la llevan para siempre (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo de Sexagésima: Llamadas de la gracia).

1426 El camino (cfr. Mt 13, 1 ss.) es la mente tan trillada por los continuos malos pensamientos que no puede germinar en ella la semilla de la palabra de Dios, y por eso perece y es arrebatada por los demonios la que cae cerca de este camino: Y vinieron las aves del cielo y la comieron (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 95).

1427 ¡Oh almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas!, ¿que hacéis?, ¿en que os entretenéis? ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma; pues para tanta luz estáis ciegos, y para tan grandes voces sordos! (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 39).

1428 Muchos se parecen al camino donde cayo la semilla: negligentes, tibios y desdeñosos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 45).

1429 Ellos fueron los primeros que se quitaron la vista y el oído, tapándose las orejas y cegándose los ojos y endureciendo su corazón. Porque no solo no oían, sino que oían mal. Y así lo hicieron por temor de que se conviertan y yo los cure; con lo que significa su extrema malicia y como muy de propósito se apartaron de Dios (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 45).

1430 Si eres obediente a la voz de Dios, ya sabes que te esta llamando desde el cielo; y si eres desobediente y de voluntad torcida, no te bastaría aunque la oyeras físicamente. ¿Cuantas veces no la oyeron los judíos? A los ninivitas les basto la predicación de un profeta. Aquellos, en cambio, permanecieron mas duros que piedras en medio de profetas y de milagros continuos. En la misma cruz se convirtió un ladrón con solo ver a Cristo (Lc 23, 42) y, al lado de ella, los que le habían visto resucitar muertos le insultaban (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. en honor de S. Pablo).

Responsabilidad por las gracias recibidas

1431 Aquel hombre de talento, que inclino su voluntad al pecado, en vano pedirá misericordia, porque cometió el pecado sin excusa, separándose de la voluntad divina por su malicia; pero el hombre rústico e ignorante la implorara con mas razón a su juez (SAN CIRILQ, Hom. Evang. 5. Juan, 10).

1432 De nosotros depende corresponder con frialdad o con entusiasmo a ese impulso de la gracia. Según esto, merecemos el premio o el castigo en la medida que hayamos cooperado a ese plan divino que su paternal providencia había concebido sobre nosotros (CASIANO, Colaciones, 3).

1433 Hemos de tener estas buenas disposiciones, el deseo de transformarnos de verdad, de no jugar con la gracia del Señor (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 59).

1433b Ante la grandeza de la gracia y del oficio sacerdotales, los santos doctores sintieron la urgente llamada a la conversión con el fin de corresponder mediante toda su vida a aquel de quien el sacramento los constituye ministros. Así, san Gregorio Nacianceno, siendo joven sacerdote, exclama:
"Es preciso comenzar por purificarse antes de purificar a los otros; es preciso ser instruido para poder instruir; es preciso ser luz para iluminar, acercarse a Dios para acercarle a los demás, ser santificado para santificar, conducir de la mano y aconsejar con inteligencia (Or. 2, 71). Sé de quién somos ministros, dónde nos encontramos y a dónde nos dirigimos. Conozco la altura de Dios y la flaqueza del hombre, pero también su fuerza (Or. 2, 74) [Por tanto, ¿quién es el sacerdote? Es] el defensor de la verdad, se sitúa junto a los ángeles, glorifica con los arcángeles, hace subir sobre el altar de lo alto las víctimas de los sacrificios, comparte el sacerdocio de Cristo, restaura la criatura, restablece [en ella] la imagen [de Dios], la recrea para el mundo de lo alto, y, para decir lo más grande que hay en él, es divinizado y diviniza" (Or. 2, 73).

Y el santo Cura de Ars dice: "El sacerdote continúa la obra de redención en la tierra" [...]. "Si se comprendiese bien al sacerdote en la tierra se moriría no de pavor, sino de amor" [...]. "El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús" (Sa pensée-son coeur, p. 98) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1589).

Hacemos difícil el camino cuando no correspondemos

1434 Somos nosotros los que volvemos ásperos con los guijarros de nuestros deseos los rectos y fáciles senderos del Señor. Somos nosotros quienes nos apartamos del camino real [...]. Preferimos seguir los caminos torcidos y cubiertos de matorrales. Con los ojos vendados vamos tras el encanto de los placeres de aquí abajo, arrastrándonos por esas sendas oscuras y obstruidas por las zarzas de los vicios. Y no importa que se lastimen nuestros pies ni que nuestra vestidura nupcial quede hecha jirones. Procedemos cual si estuviésemos destinados a ser pabilo de las espinas, de las serpientes y de los escorpiones que tienen allí sus guaridas. Porque escrito esta: Espinas y lazos hay en el camino del impío, el que teme al Señor se aleja de el (Pr 22, 5) (CASIANO, Colaciones, 24).

Prontitud y generosidad en seguir las llamadas del Señor

1435 No seas lento en convertirte al Señor, no lo aplaces de día en día (Si 5, 8), porque no podrás pensar en la salvación cuando estés agobiado por la enfermedad, y además porque pierdes una parte de todos los bienes que se producen en la Iglesia, e incurres en muchos males por tu permanencia en el pecado. Por otra parte, el demonio, cuanto mas tiempo posee, tanto mas difícilmente suelta (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 5, 1. c., p. 77).

1436 El Señor, cuando prepara a los hombres para el Evangelio, no quiere que interpongan ninguna excusa de piedad temporal o terrena, y por eso dice: Sígueme y deja a los muertos que entierren a sus muertos (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 7).

La alegría de la correspondencia

1437 Da gracias a Dios, que te ayudo, y gózate en tu victoria:-¿Que alegría mas honda, esa que siente tu alma, después de haber correspondido! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 992).