Antología de Textos

EUCARISTIA

1. Cuando llegó la hora se puso a la mesa; y los apóstoles con Él. Y díjoles: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer, porque os digo que no la comeré más hasta que sea cumplida en el reino de Dios.
Tomando el cáliz, dio gracias y dijo: Tomadlo y distribuidlo entre vosotros; porque os digo que desde ahora no beberé del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios.
Tomando el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: Este es mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en memoria mía.
Asimismo el cáliz, después de haber cenado, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros (Lc 22, 14-20).
El ritual judío de la cena pascual permite que, incluso después de comer el cordero, sigan los comensales comiendo y hablando. Así debió de ocurrir también en esta Última Cena de Jesús. Los discípulos esperan la señal de levantarse y entonar las oraciones finales. Y es ahora, mientras estaban cenando (Mt y Mc) todavía, muy probablemente al final, cuando Jesús se recoge en su interior, toma esa actitud trascendente que los Apóstoles conocen bien, guarda silencio unos momentos y realiza la institución de la Sagrada Eucaristía. Es difícil situarnos en el clima de intimidad y de amor en el que se efectúa este inefable prodigio. "Todos los modos de decir resultan pobres, si pretenden explicar, aunque sea de lejos, el misterio del Jueves Santo. Pero no es difícil imaginar en parte los sentimientos del Corazón de Jesucristo en aquella tarde, la última que pasaba con los suyos, antes del sacrificio del Calvario.
"Considerad la experiencia, tan humana, de la despedida de dos personas que se quieren. Desearían estar siempre juntas, pero el deber -el que sea- les obliga a alejarse. Su afán sería continuar sin separarse, y no pueden. El amor del hombre, que por grande que sea es limitado, recurre a un símbolo: los que se despiden se cambian un recuerdo [...].
"Lo que nosotros no podemos, lo puede el Señor. Jesucristo, perfecto Dios y perfecto Hombre, no deja un símbolo, sino la realidad: se queda Él mismo. Irá al Padre, pero permanecerá con los hombres. No nos legará un simple regalo que nos haga evocar su memoria, una imagen que tienda a desdibujarse con el tiempo [...]. Bajo las especies del pan y del vino está Él, realmente presente: con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad" (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 83).
Se nos da para fortalecer nuestra esperanza, para despertar nuestro recuerdo, para acompañar nuestra soledad, para socorrer nuestras necesidades, y como testimonio de nuestra salvación y de las promesas contenidas en el Nuevo Testamento. "Amorosamente preocupado por el futuro de su Iglesia, y ya a las puertas de su pasión y de su muerte, no hacía otra cosa sino encomendar y ordenar las cosas de modo que no faltase nunca ese pan hasta el fin del mundo" (L. DE LA PALMA, La Pasión del Señor, p. 27). Porque Jesús no se limitó en su cena última a consagrar el pan y el vino, sino que dio a sus discípulos potestad para repetir el portento con sus propias manos, con su propia boca, hasta la consumación de los siglos. Haced esto en memoria mía (Lc 22, 19; 1Co 11, 24). Junto con la Eucaristía, que ha de durar hasta que el Señor venga (1Co 11, 26), queda instituido el sacerdocio.
Jesús se da a Sí mismo, se entrega sin límites a los hombres: Este es mi cuerpo, que es entregado por vosotros. Toda Su vida ha sido una donación continuada, porque el Hijo del hombre no vino sino para dar su vida (cfr. Mt 20, 28) y ahora ha llegado la hora de la consumación. San Pablo describirá muchas veces su muerte en la Cruz con estas simples palabras: Se dio a sí mismo, se entregó (cfr. Ga 1, 4; cfr. 2, 20; Ef 5, 2; 1Tm 2, 6; Tt 2, 14).
2. La Sagrada Eucaristía contiene al mismo Cristo que nació, vivió, murió y resucitó. Los demás sacramentos solo existen como tales mientras se administran, en la Eucaristía está presente Cristo mientras duran las especies sacramentales; mientras los restantes sacramentos son directamente eficaces para las personas que los reciben, de la Eucaristía se beneficia toda la Iglesia. La necesidad de este sacramento la expresó el Señor en el discurso de Cafarnaúm: En verdad, en verdad os digo que, si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré en el último día (Jn 6, 53-55).
3. Jesús se queda con nosotros para siempre en la Sagrada Eucaristía con una presencia personal y sustancial. Jesús es el mismo en el Cenáculo y en el Sagrario. En aquella noche, los discípulos habían gozado de la presencia palpable de Jesús, que se había entregado a ellos en la intimidad del Cenáculo: había estado a su disposición solícito y emotivo para todos. Su presencia en aquellos momentos era de un valor excepcional para ellos: la del Amigo que se despide para siempre de sus íntimos. Pero Jesús se queda. En el Cenáculo y en el Sagrario está igualmente presente.
En la Sagrada Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y, por consiguiente, Cristo entero.
Se dice, además, que es presencia real permanente el modo de presencia del Señor en la Sagrada Eucaristía porque, acabada la Santa Misa, queda el Señor en cada una de las formas y partículas consagradas no consumidas. La afirmación contraria es frontalmente opuesta a la fe católica (Dz 886).
Vamos ante el Sagrario y nos encontramos de nuevo con Él, y nos ve y nos reconoce. Podemos hablarle, como hacían sus discípulos, y contarle lo que nos ilusiona y nos preocupa. Y siempre lo encontraremos atentísimo hacia lo nuestro. Jamás hallaremos un oyente tan atento, tan bien dispuesto para lo que le contamos o pedimos.
4. Igualmente hemos de cuidar con esmero todas las manifestaciones de piedad eucarística con que la Iglesia, a lo largo de los siglos, nos ha enseñado a tratar a Jesucristo en este Sacramento: visitas al Santísimo, genuflexiones llenas de fe y de amor, procesiones, exposiciones... Da pena pensar en el abandono en que los hombres dejamos a veces al Señor, a pesar de que Él quiso quedarse en la Sagrada Eucaristía precisamente porque le necesitamos. Por eso le adoramos, le agradecemos que se haya quedado entre nosotros, le pedimos perdón por nuestras infidelidades y olvidos, y queremos desagraviarle por nuestros pecados y por tantos que le ofenden o que no le conocen. Por quienes pasan por delante de una iglesia sin acordarse de que muy cerca está Cristo.

Citas de la Sagrada Escritura

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Quien comiere de este pan, vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi misma carne para la vida del mundo. Jn 6, 51-52
Mi carne verdaderamente es comida, y mi sangre verdaderamente es bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre en mi mora y yo en el. Jn 6, 56-57
Estando cenando, tomo Jesús el pan, y lo bendijo, y partió y diósele a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed, este es mi cuerpo. Y tomando el cáliz dio gracias, y se lo dio diciendo: Bebed todos de el, porque esta es mi sangre del Nuevo Testamento. Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24; Lc 22, 19-20; 1Co 11, 24-26
Quien comiere este pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del cuerpo y de la sangre del Señor [...], porque quien le come y bebe indignamente se traga y bebe su propia condenación. 1Co 11, 27-29
Si no comiereis la carne del Hijo del hombre y no bebiereis su sangre no tendréis vida en vosotros. Jn 6, 54
Trabajad para tener no tanto el manjar que se consume, sino el que dura hasta la vida eterna, el cual os dará el Hijo del hombre. Jn 6, 27
He venido para que tengan vida y la tengan en mas abundancia. Jn 10, 10

Sacrificio y Sacramento

2093 Jesús quiso que la inmensidad de este amor quedase grabada en lo mas profundo del corazón de los creyentes. Por eso, en la ultima Cena, después de celebrar la Pascua con sus discípulos y a punto de pasar de este mundo al Padre, instituyo este sacramento como memorial perpetuo de su Pasión, como realización de las antiguas figuras, como el mayor milagro que habla hecho y el mayor consuelo para aquellos que dejarla tristes con su ausencia (SANTO TOMÁS, Sermón para la fiesta del Cuerpo de Cristo).

2094 La Iglesia católica rinde este culto latreutico al Sacramento Eucarístico, no solo durante la Misa, sino también fuera de su celebración, conservando con la máxima diligencia las hostias consagradas, presentándolas a la solemne veneración de los fieles cristianos, llevándolas en procesión con alegría de la multitud del pueblo cristiano (PABLO VI, Mysterium Fidei, 3-1X-1965).

2095 Y con la Sagrada Eucaristía, sacramento –si podemos expresarnos así– del derroche divino, nos concede su gracia, y se nos entrega Dios mismo: Jesucristo, que esta realmente presente siempre –y no solo durante la Santa Misa– con su Cuerpo, con su Alma, con su Sangre y con su Divinidad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 80).

2096 Tenemos con nosotros el " pan de los peregrinos ", el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, que se nos ofrece como fuente inagotable, para sacar de ella fuerza, serenidad, confianza en cada momento de la existencia (JUAN PABLO II, Hom. Roma, 1 1-11-1981).

Presencia real y substancial de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía

2097 Si alguno negare que en el santísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo y, por tanto, Cristo entero, sino que dijere que solo están en el como en signo o en figura, o por su eficacia, sea anatema (CONC DE TRENTO, Cánones sobre la S. Eucaristía, Sesión XIII, cap. 8; Dz 1651).

2098 Tal presencia se llama real, no por exclusión, como si las otras no fueran reales, sino por antonomasia, porque es también corporal y substancial, pues por ella ciertamente se hace presente Cristo, Dios y hombre, entero e integro (PABLO VI, Mysterium Fidei, 3-1X-1965).

2099 Lo que nosotros no podemos, lo puede el Señor Jesucristo, perfecto Dios y perfecto Hombre, no deja un símbolo, sino la realidad: se queda El mismo. Ira al Padre, pero permanecerá con los hombres. No nos legara un simple regalo que nos haga evocar su memoria, una imagen que tienda a desdibujarse con el tiempo, como la fotografía que pronto aparece desvaída, amarillenta y sin sentido para los que no fueron protagonistas de aquel amoroso momento. Bajo las especies del pan y del vino esta El, realmente presente: con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 83).

2100 Es preciso adorar devotamente a este Dios escondido: es el mismo Jesucristo que nació de María Virgen; el mismo que padeció, que fue inmolado en la Cruz; el mismo de cuyo costado traspasado mano agua y sangre (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 84).

2101 Se mantienen alejados de la Eucaristía y de la oración (los docetas), por no confesar que la Eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, la que padeció por nuestros pecados, la que el Padre en su bondad ha resucitado (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a los de Esmirna, 7).

2102 ¿Por que tratas tu irrespetuosamente al sacramento tremendo (venerando)? ¿No sabes que en el momento en que el sacramento viene al altar se abren arriba los cielos y Cristo desciende y llega, que los coros angélicos vuelan del cielo a la tierra y rodean el altar donde esta el santo sacramento del Señor y todos son llenos del Espíritu Santo? [...]. Por eso vosotros, sacerdotes, vosotros los ministros y los dispensadores del santo sacramento, acercaos con temor, custodiadlo con ansia, administradlo santamente y servidle con esmero (JUAN MANDAKUNI, Homilías, 1. c., pp. 224-225).

2103 Este cuerpo que consagramos procede y es de la Virgen [...]; verdadera carne de Cristo era la que fue crucificada, la que fue sepultada: por consiguiente, verdaderamente es el sacramento de aquella carne (SAN AMBROSIO Sobre los misterios. 53).

2104 Esto que hay en el cáliz es aquello que mano del costado, y de ello participamos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 24 sobre La Epístola a los Corintios).

2105 El Cristo eucarístico se identifica con el Cristo de la historia de la eternidad. No hay dos Cristos, sino uno solo. Nosotros poseemos, en la Hostia, al Cristo de todos los misterios de la Redención: al Cristo de la Magdalena, del hijo prodigo y de la Samaritana, al Cristo del Tabor y de Getsemani, al Cristo resucitado de entre los muertos, sentado a la diestra del Padre [...]. Esta maravillosa presencia de Cristo en medio de nosotros deberla revolucionar nuestra vida [...]; esta aquí con nosotros: en cada ciudad, en cada pueblo [...] (M. M. PHILIPON, Los sacramentos en la vida cristiana, p. 116).

2106 Confesión de fe que la Iglesia pidió a Berengario en el siglo XI: " Yo, Berengario, creo en mi corazón y mis labios confiesan: que el pan y el vino que se ponen en el altar, por el misterio de la declaración sagrada y de las palabras de nuestro Redentor, se convierten sustancialmente en la carne verdadera, propia y vivificante y en la sangre de Jesucristo, Nuestro Señor; que después de la consagración esta el verdadero cuerpo de Cristo, que nació de la Virgen y que fue colgado de la Cruz, ofrecido por la salvación del mundo, que esta sentado a la derecha del Padre, así como la verdadera sangre de Cristo que salió de su costado; que todo eso se hace no solo en símbolo y en virtud espiritual del Sacramento, sino en la realidad propia de la naturaleza de las cosas, y en la verdad de su sustancia, como esta escrito en esta nota, como os he leído y como lo comprendéis. En eso creo, y no daré ninguna enseñanza mas contra esta creencia. A eso me ayuden Dios y los santos Evangelios de Dios " (Dz, 335).

2106b "La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento "no se conoce por los sentidos, dice Santo Tomás, sino solo por la fe, la cual se apoya en la autoridad de Dios". Por ello, comentando el texto de San Lucas Lc 22, 19: "Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros", San Cirilo declara: "No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque él, que es la verdad, no miente"" (S. TOMÁS DE AQUINO, S. Th. 3, 75, 1, citado por Pablo VI, MF 18; San Cirilo, Lucam 22, 19):
Adoro Te devote, latens Deitas,

Quae sub his figuris vere latitas:
T ibi se cor meum totum subjicit,
Quia te contemplan totum deficit.
Visus, gustus, tactus in Te fallitur,
Sed auditu solo tuto creditur;
Credo quidquid dixit Dei Filius:
Nihil hoc Veritatis verbo verius.
(Adórote devotamente, oculta Deidad,
que bajo estas sagradas especies te ocultas verdaderamente:
A ti mi corazón totalmente se somete,
pues al contemplarte, se siente desfallecer por completo.
La vista, el tacto, el gusto, son aquí falaces,
solo con el oído se llega a tener fe segura;
Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada más verdadero que esta palabra de Verdad.)
(AHMA 50, 589) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1381).

La transubstanciación

2107 Antes, pues, que se realice la consagración, el pan es pan; pero cuando sobre el descienden las palabras de Jesucristo, que dice: "Esto es mi cuerpo", el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo (SAN AGUSTÍN Trat. Evang. S. Juan, 27).

2107b Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, San Juan Crisóstomo declara que:
"No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas" (Prod. Iud. l, 6).

Y San Ambrosio dice respecto a esta conversión:
"Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada" (myst. 9, 50). "La palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela" (myst. 9, 52). (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1375).

2108 Después de la consagración del pan y del vino, se contiene verdadera, real y substancialmente nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y hombre, bajo la apariencia (especie) de aquellas cosas sensibles. Porque no son cosas que repugnen entre si que el mismo Salvador nuestro este siempre sentado en el cielo a la diestra de Dios Padre, según su modo natural de existir, y en muchos otros lugares este sacramentalmente presente en su substancia, según un modo de existir que si bien apenas podemos expresar con palabras, sin embargo con pensamiento ilustrado por la fe podemos alcanzar que es posible a Dios, y debemos creerlo siempre y de modo constante (CONCILIO DE TRENTO, Denz. Schon., 1636).

2109 El cuerpo esta verdaderamente unido a la divinidad, el cuerpo nacido de la Santísima Virgen: no porque el mismo cuerpo encarnado descienda del Cielo, sino porque el mismo pan y vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo (SAN JUAN DAMASCENO, Sobre la fe ortodoxa, 4, 14).

2110 Cristo no se hace presente en este Sacramento sino por la conversión de toda la substancia del pan en su cuerpo y de toda la substancia del vino en su sangre; conversión admirable y singular, que la Iglesia católica justamente y con propiedad llama transubstanciación (PABLO VI, Mysterium Fidei, 3-IX-1965).

2111 Adoctrinados y llenos de esta fe certísima, debemos creer que aquello que parece pan no es pan, aunque su sabor sea de pan, sino el cuerpo de Cristo; y que lo que parece vino no es vino, aunque así le parezca a nuestro paladar, sino la sangre de Cristo (SAN CIRILO DE JERUSALEN. Catequesis, 22, 1).

2112 Una vez terminadas las grandes y admirables preces, el pan se hace cuerpo y el cáliz sangre de Nuestro Señor Jesucristo (SAN ATANASIO, Sermón a los bautizados).

2113 Y dijo en modo demostrativo: Este es mi cuerpo y esta es mi sangre, para que no pienses que las cosas que aparecen son una figura (tipo), sino que por algo inefable del Dios Omnipotente las oblaciones son realmente transformadas en el cuerpo y en la sangre de Cristo; y nosotros, al participar de ellos, recibimos la fuerza vivificadora y santificadora de Cristo (SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, Coment. sobre S. Mateo).

2114 El pan, antes de la consagración, es un pan ordinario; pero cuando se le consagra, se convierte y se llama Cuerpo de Cristo (SAN GREGORIO DE NISA, Sermón sobre el Bautismo).

2115 Este es mi cuerpo, dice (el sacerdote). Esta palabra transforma las cosas ofrecidas (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre el Bautismo del Señor).

2116 El pan al principio es ordinario, pero una vez que el misterio lo consagra, se dice y se hace cuerpo de Cristo (SAN GREGORIO DE NISA, Hom. sobre el Bautismo del Señor).

2117 (Referido a la Consagración). Es mayor la fuerza de la bendición que la de la naturaleza, porque por la bendición incluso la misma naturaleza se cambia (SAN AMBROSIO, Sobre los misterios, 50).

2118 Este pan, antes de las palabras de la consagración es pan común; pero cuando se le consagra, el pan se convierte en carne de Cristo (SAN AMBROSIO. Sobre los Sacramentos, 4, 4).

La Sagrada Eucaristía y la Redención

2119 NO existe verdaderamente nada mas útil para nuestra salvación que este sacramento en que se purifican los pecados, aumentan las virtudes y se encuentra la abundancia de todos los carismas espirituales. Se ofrece en la Iglesia en provecho de todos, vivos y muertos, porque fue instituido para la salvación de todos los hombres (SANTO TOMÁS, Sermón para la fiesta del Cuerpo de Cristo).

2120 Este sacramento contiene todo el misterio de nuestra salvación; por eso se celebra con mayor solemnidad que los demás (SANTO TOMÁS, S.Th. III, q. 83, a. 4).

2121 Es el sacramento de la pasión del Señor y de nuestra redención (TERTULIANO, Epístola 63).

2122 La presencia de Jesús vivo en la Hostia Santa es la garantía, la raíz y la consumación de su presencia en el mundo (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 102).

Efectos de este Sacramento

2123 Jesús en el Sacramento es esta fuente abierta a todos, donde siempre que queramos podemos lavar nuestras almas de todas las manchas de los pecados que cada día cometemos (SAN ALFONSO M. DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 20).

2124 En la santísima Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, a saber, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan vivo por su carne, que da la vida a los hombres, vivificada y vivificante por el Espíritu Santo (CONC. VAT. II, Decr. Presbyterorum ordinis, 5).

2125 El efecto que este sacramento produce en el alma de quien lo recibe debidamente es la unión del hombre con Cristo. Y puesto que por la gracia el hombre es incorporado a Cristo y unido a sus miembros, es lógico que por este sacramento se aumente la gracia de quienes lo reciben dignamente. Todos los efectos que el alimento y la bebida materiales producen sobre la vida del cuerpo: sustento, crecimiento, reparación y placer, este sacramento los produce para la vida espiritual (CONC. DE FLORENCIA, Decr. Pro Armeniis).

2126 Quiere El, para el bien de las criaturas, que su cuerpo, su alma y su divinidad se hallen en todos los rincones del mundo, a fin de que podamos hallarle cuantas veces lo deseemos, y así en El hallemos toda suerte de dicha y felicidad. Si sufrimos penas y disgustos, El nos alivia y nos consuela. Si caemos enfermos, o bien será nuestro remedio, o bien nos dará fuerzas para sufrir, a fin de que merezcamos el cielo. Si nos hacen la guerra el demonio y las pasiones, nos dará armas para luchar, para resistir y para alcanzar victoria. Si somos pobres, nos enriquecerá con toda suerte de bienes en el tiempo y en la eternidad (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Jueves Santo).

2127 Es medicina de inmortalidad, antídoto para no morir, re-medio para vivir en Jesucristo para siempre (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Epístola a los Efesios, 90).

2127b La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo (cfr. Cc. de Trento: DS 1641) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1377).

Jesucristo se contiene en cada una de las sagradas especies

2128 Debe saberse, sin embargo, que todo Jesucristo se contiene en cada una de las especies; bajo la especie de pan se contiene también la sangre con el cuerpo, y bajo la especie de vino se contiene el cuerpo con la sangre (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. III, p. 291).

2129 El sacerdote realiza este sacramento hablando en nombre de Cristo. En virtud de las palabras, la sustancia del pan se cambia en el cuerpo de Cristo y la sustancia del vino en su sangre. De tal modo, no obstante, que Cristo entero se halla bajo la especie del pan y entero bajo la especie de vino; Cristo esta contenido en toda porción de hostia y de vino consagrados, después de la separación de las especies (CONC. DE FLORENCIA, Decr. Pro Armeniis).

2130 Esta costumbre (la de comulgar bajo una sola especie) con razón fue introducida para evitar algunos peligros y escándalos. Aunque en la Iglesia primitiva los fieles recibían la comunión bajo las dos especies, mas tarde ha sido recibida bajo las dos especies por los que celebran, y bajo una sola por los laicos. Hay que creer con toda firmeza y no se puede dudar de ninguna manera que el cuerpo y la sangre de Cristo en su integridad están realmente presentes tanto bajo la especie de pan como bajo la de vino (CONC. DE CONSTANZA, Decr. Sobre la Comunión bajo una sola especie).

La Sagrada Eucaristía, una especial manifestación del amor de Dios hacia los hombres

2131 Siendo el pan una comida que nos sirve de alimento y se conserva guardándole, Jesucristo quiso quedarse en la tierra bajo las especies de pan, no solo para servir de alimento a las almas que lo reciben en la sagrada Comunión, sino también para ser conservado en el sagrario y hacerse presente a nosotros, manifestándonos por este eficacísimo medio el amor que nos tiene (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 2).

2132 El amor de la Trinidad a los hombres hace que, de la presencia de Cristo en la Eucaristía, nazcan para la Iglesia y para la humanidad todas las gracias (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 86).

Esta muy cerca de nosotros

2133 Aquí es Cristo en persona quien acoge al hombre, maltratado por las asperezas del camino, y lo conforta con el calor de su comprensión y de su amor. En la Eucaristía hallan su plena actuación las dulcísimas palabras: Venid a Mi, todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviare (Mt 11, 28). Ese alivio personal y profundo, que constituye la razón ultima de toda nuestra fatiga por los caminos del mundo, lo podemos encontrar –al menos como participación y pregustación– en ese Pan divino que Cristo nos ofrece en la mesa eucarística (JUAN PABLO II, Hom. 9-VII-1980).

2134 No se que trabajos, por grandes que fuesen, se habían de tener, a trueque de tan gran bien para la cristiandad; que aunque muchos no lo advertimos estar Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, como esta en el Santísimo Sacramento en muchas partes, gran consuelo nos habla de ser (SANTA TERESA, Fundaciones, 18, 5).

2135 Así como Jesucristo esta vivo en el cielo rogando siempre por nosotros, así también en el Santísimo Sacramento del altar, continuamente de día y de noche esta haciendo este piadoso oficio de abogado nuestro, ofreciéndose al Eterno Padre como víctima, para alcanzarnos innumerables gracias y misericordias (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 31).

2136 Mas afortunados que aquellos que vivieron mientras estuvo en este mundo, cuando no habitaba mas que en un lugar, cuando debían andarse algunas horas para tener la dicha de verle; hoy le tenemos nosotros en todos los lugares de la tierra, y así ocurrirá, según nos esta prometido, hasta el fin del mundo (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Jueves Santo).

2137 Mas a esta habiale el Señor dado tan viva fe, que cuando oía decir a algunas personas que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro bien en el mundo, veía entre si, pareciéndole que teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que mas se les daba (SANTA TERESA, C. de perfección, 34, 6).

2138 Mas dichosos que los santos del Antiguo Testamento, no solamente poseemos a Dios por la grandeza de su inmensidad, en virtud de la cual se halla en todas partes, sino que le tenemos con nosotros como estuvo en el seno de María durante nueve meses, como estuvo en la cruz. Mas afortunados aun que los primeros cristianos, quienes hacían cincuenta o sesenta leguas de camino para tener la dicha de verle; nosotros le poseemos en cada parroquia, cada parroquia puede gozar a su gusto de tan dulce compañía. ¡Oh, pueblo feliz! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).

Tenemos necesidad de Él

2139 Como seguidores de Cristo no despreciamos las cosas buenas de la tierra, pues sabemos que estas han sido creadas por Dios, que es la fuente de todo bien. Tampoco tratamos de ignorar la necesidad de pan, la gran necesidad de alimento que tantos hombres sufren en todo el mundo, incluso en nuestras tierras [...]. Y sin embargo sigue siendo cierto que "no solo de pan vive el hombre". La persona humana tiene una necesidad que es aun mas profunda, un hambre que es mayor que aquella que el pan puede saciar –es el hambre que posee el corazón humano de la inmensidad de Dios–. Es un hambre que solo puede ser saciada por Aquel que dijo: "Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitare el ultimo día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida" (Jn 20, 22-23).

2140 Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros. Si quieres curar tus heridas, El es medico. Si estas ardiendo de fiebre, El es manantial. Si estas oprimido por la iniquidad, El es justicia. Si tienes necesidad de ayuda, El es vigor. Si temes la muerte, El es la vida. Si deseas el cielo, El es el camino. Si refugio de las tinieblas, El es la luz. Si buscas manjar, El es alimento (SAN AMBROSIO, Sobre la virginidad, 16, 99).

2141 Cristo instituyo este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas figuras y la mas maravillosa de sus obras; y lo dejo a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia (SANTO TOMÁS. Sermón para la fiesta del Cuerpo de Cristo).

2142 Jesús no es una idea ni un sentimiento ni un recuerdo. Jesús es una "persona" viva siempre y presente entre nosotros. Amad a Jesús presente en la Eucaristía [...].Viene a nosotros en la santa comunión y queda presente en el sagrario de nuestras iglesias, porque El es nuestro amigo, amigo de todos, y desea ser especialmente amigo y fortaleza en el camino de vuestra vida de muchachos y jóvenes que tenéis tanta necesidad de confianza y amistad (JUAN PABLO II, Aloc. 8-XI-1978).

Espera de Jesús en el Sagrario

2143 Viene a mi memoria una encantadora poesía gallega, una de esas Cántigas de Alfonso X el Sabio. La leyenda de un monje que, en su simplicidad, suplico a Santa María poder contemplar el cielo, aunque fuera por un instante. La Virgen acogió su deseo, y el buen monje fue trasladado al paraíso. Cuando regreso, no reconocía a ninguno de los moradores del monasterio: su oración, que a el le habla parecido brevísima, había durado tres siglos. Tres siglos no son nada, para un corazón amante. Así me explico yo esos dos mil años de espera del Señor en la Eucaristía (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 151).

Desagravio y amor a la Sagrada Eucaristía

2144 Mas Vos, Padre Eterno, ¿como lo consentís? ¿Por que queréis ver cada día a vuestro Hijo en tan ruines manos? Ya que una vez quisisteis y consentisteis lo estuviese, ya veis como le pagaron, como puede vuestra piedad verle hacer injurias cada día? Y ¡cuantas deben hoy hacer a este Santísimo Sacramento! ¡En que manos enemigas le debe ver el Padre! (SANTA TERESA C. de perfección, 33, 3).

2145 ¡Oh, amor tierno y generoso de un Dios para con tan viles criaturas como nosotros, que tan indignos somos de su predilección!, ¡cuanto respeto deberíamos tener a ese grande Sacramento, en el que un Dios hecho hombre se muestra presente cada día en nuestros altares! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Jueves Santo).

2146 Jesucristo dice: donde cada uno tiene su tesoro, allí tiene su corazón. Por eso los santos no estiman ni aman otro tesoro que a Jesucristo; todo su corazón y todo su afecto tienen en el Santísimo Sacramento (SAN ALFONSO M.ª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 6).

Respeto hacia la Sagrada Eucaristía y hacia las cosas destinadas al culto eucarístico

2147 "¡Tratádmelo bien, Tratádmelo bien!", decía, entre lagrimas, un anciano Prelado a los nuevos Sacerdotes que acababa de ordenar.-¡Señor!: ¡Quien me diera voces y autoridad para clamar de este modo al oído y al corazón de muchos cristianos, de muchos! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 531).

2148 Hemos admirado en tu obra su utilidad para todas las Iglesias, para que, enseñados por los testimonios de las Escrituras, aprendan los que lo ignoran con cuanta reverencia deben tomar las cosas santas y ejercer el misterio del altar de Cristo, y que los sagrados carices y los velos santos, y las demás cosas que pertenecen al culto de la Pasión del Señor no carecen de santidad, como cosas vacías y sin sentido, sino que, por su estrecha relación con el cuerpo y la sangre del Señor, deben ser venerados con semejante honor con que es venerado su cuerpo y su sangre (SAN JERÓNIMO, Carta al obispo Teófilo, 114, 2).

2148b El Sagrario (tabernáculo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santísimo sacramento (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1379).

2149 Con cuidado, pues, habiendo tu santificado los ojos por el contacto, recibe el santo cuerpo, cuidando no pierdas algo de el. Porque si algo perdieras, te perjudicas evidentemente en esto como en algo de tu propio organismo. Porque dime: si alguno te diese unas limaduras de oro, ¿no las guardarías con toda diligencia, cuidando no perder nada de ellas, ni sufrir ningún menoscabo? ¿No procuraras, pues, con mucha mas diligencia, que no se te caiga una migaja de lo que es mas precioso que el oro y que las piedras preciosas? (SAN CIRILO DE JERUSALEN, Catequesis Mistagogicas, 21).

2150 El sacramento de la Eucaristía, confiado por el Señor en el tiempo de la cena, y a todos, lo tomamos también en las reuniones de antes del amanecer, y no de la mano de otros, sino de los que presiden [...]. Sufrimos ansiedad si cae al suelo algo de nuestro cáliz o también de nuestro pan (TERTULIANO, De Corona, 3).

2151 Conocéis vosotros, los que soléis asistir a los divinos misterios, como cuando recibís el cuerpo del Señor lo guardáis con toda cautela y veneración, para que no se caiga ni un poco de el, ni desaparezca algo del don consagrado. Pues os creéis reos, y rectamente por cierto, si se pierde algo por negligencia (ORIGENES, Hom. 13, sobre el Exodo).

2152 En el elogio fúnebre de su padre, estando presente San Basilio, menciona como hechos dignos de alabanza: " El haber honrado en silencio las cosas santas, el no haber dado jamas la espalda a la veneranda mesa " (SAN GREGORIO NACIANCENO, Hom. en la muerte de su padre).

2153 También este altar, santo, al que asistimos, es piedra como según su naturaleza, y no se diferencia de las otras piedras con las que se construyen nuestros muros y se adornan los pavimentos. Pero, porque fue consagrado al culto de Dios y recibió la bendición, es mesa santa, altar inmaculado que ya no puede ser tocado por todos, sino solo por los sacerdotes, y por estos con veneración (SAN GREGORIO DE NISA, Hom. sobre el Bautismo del Señor).

2154 ...Y los sagrados cálices y los santos paños, y lo demás que se refiere al culto de la Pasión del Señor [...], por el contacto con el Cuerpo y Sangre del Señor hay que venerarlos con el mismo respeto que su Cuerpo y su Sangre (SAN JERÓNIMO, Epístola 114).

2155 Las partículas del santo cuerpo que caigan al suelo; búsquense cuidadosamente, y si se hallan, ráspese el sitio en que cayo; si es tierra, mézclese con agua y dése a los fieles como medio de alcanzar gracia. Si no se halla, ráspese igualmente el suelo, como hemos dicho. Hágase de la misma manera si se derrama algo de la sagrada sangre. Si el suelo es de piedra, pónganse carbones encendidos sobre el (RABULAS DE EDESA, Carta a Gumelino).

La Sagrada Eucaristía y la vida cristiana

2156 La Sagrada Eucaristía introduce en los hijos de Dios la novedad divina, y debemos responder in novitate sensus (Rm 12, 2), con una renovación de todo nuestro sentir y de todo nuestro obrar. Se nos ha dado un principio nuevo de energía, una raíz poderosa, injertada en el Señor. No podemos volver a la antigua levadura, nosotros que tenemos el Pan de ahora y de siempre (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 155).

2157 Para animar a los católicos a profesar valientemente su fe y a practicar las virtudes cristianas, ningún medio es mas eficaz que el que consiste en alimentar y aumentar la piedad del pueblo hacia aquella admirable prenda de amor, lazo de paz y de unidad, que es el sacramento de la eucaristía (LEON XIII, Breve apost. Providentissimus, 28-XI-1897).

2158 (El sacrificio eucarístico es) fuente y cima de toda la vida cristiana (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 11).

2159 (La Sagrada Eucaristía) es el sacramento de la caridad (SANTO TOMÁS, S.Th. III, q. 73, a. 3).

2160 Todos los otros sacramentos están ordenados a la Eucaristía como a su fin (SANTO TOMÁS, S.Th. III, q. 65, a. 3).

2161 Cuanto mas pura y mas casta sea un alma, tanta mas hambre tiene de este Pan, del cual saca la fuerza-para resistir a toda seducción impura, para unirse mas íntimamente a su Divino Esposo: Quien come mi Carne y bebe mi Sangre, permanece en mi, y yo en el (LEON XIII, Enc. Mirae caritatis, 28-V-1902).

Los Angeles que custodian la Sagrada Eucaristía

2162 Llenos de temor, adoran, glorifican, entonan continuamente los misteriosos himnos de alabanza (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Sobre lo incomprensible).

2163 Se que te doy una alegría copiándote esta oración a los Santos Angeles Custodios de nuestros Sagrarios:
Oh Espíritus Angélicos que custodiáis nuestros Tabernáculos, donde reposa la prenda adorable de la Sagrada Eucaristía, defendedla de las profanaciones y conservadla a nuestro amor (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 569).

2164 Los ángeles rodean al sacerdote. Todo el santuario y el espacio que circunda al altar están ocupados por las potencias celestes para honrar al que esta presente en el altar (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 6, sobre el sacerdocio).