Antología de Textos

GRACIA

1. El mayor tesoro de nuestra vida es tener la gracia, estar en gracia nos hace hijos de Dios: no somos ya extraños, sino de Su familia. Por lo tanto -escribía San Pablo a los primeros cristianos de Efeso-, ya no sois extranjeros y huéspedes, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios (Ef 2, 19).
2. La gracia eleva nuestra naturaleza, haciéndola partícipe de la naturaleza divina. Es semilla de vida eterna, un real anticipo de la gloria futura, del cielo, por ser una participación de la vida íntima de la Santísima Trinidad. "La gracia y la gloria -afirma Santo Tomás- son del mismo género, porque la gracia no es otra cosa que el comienzo de la gloria en nosotros (...), y la gracia que poseemos contiene en germen todo lo que es necesario para la gloria, como la semilla del árbol contiene todo lo necesario para llegar a ser árbol perfecto.
"El don de la gracia excede toda la potencia de la naturaleza humana, porque no es otra cosa que una participación de la naturaleza divina, que es superior a toda otra naturaleza. Es, por consiguiente, absolutamente imposible que una criatura produzca la gracia. El hierro no puede recibir las propiedades del fuego si no se mete en él y en la medida en que se una a él; de modo semejante, solo Dios puede divinizar una criatura admitiéndola a la participación de su divina naturaleza" (SANTO TOMÁS, S.Th. I-II, q. 112, a. 1).
El Espíritu Santo habita en toda alma en gracia y en ella permanece mientras no se le rechace por el pecado mortal. La gracia hace meritorias todas nuestras obras; las eleva al orden sobrenatural, es decir, les confieren un valor sobrenatural que produce un aumento de gracia y de gloria.
La gracia trae consigo la fe, la esperanza y la caridad. Por estas virtudes, el hombre se dirige a Dios y está pronto para recibir con docilidad el influjo del Espíritu Santo, como el hierro candente está pronto para recibir la acción del herrero.
3. La gracia crece en el alma por la oración y los Sacramentos. Toda la vida del cristiano consiste en crecer cada día un poco más en gracia de Dios. Por eso, el cristiano debe recurrir con frecuencia a la Sagrada Comunión y a la Confesión, ofrecer todo su día a Dios, y procurar estar unido íntimamente a El por medio de la oración.
Este tesoro de valor infinito, que es la gracia de Dios en el alma, se puede también perder porque lo llevamos en "vasos frágiles". Pero el amor infinito de Dios nos ha dado también el medio para recuperar ese tesoro si, por el pecado, lo hubiéramos perdido. Este medio es el sacramento de la Penitencia, que hemos de estimar como uno de los mayores bienes que el Señor ha dejado a su Iglesia.

Citas de la Sagrada Escritura

1. Necesidad de la gracia<

No es que nosotros seamos capaces de pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia viene de Dios. 2Co 3, 5
Dios es el que obra en vosotros el querer y el obrar. Flp 2, 13
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos... Sin mi nada podéis hacer. Jn 15, 5
[...] por lo cual os hago saber que nadie, hablando en el espíritu de Dios, puede decir: Anatema sea Jesús, y nadie puede decir: Jesús es el Señor, si no es en el Espíritu Santo. 1Co 12, 3

2. La gracia nos justifica

Y algunos esto erais, pero habéis sido lavados; habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios. 1Co 6, 11
[...] renovaos en el espíritu de vuestra mente. EJ 4, 23
Respondió Jesús y le dijo: En verdad te digo que quien no naciere de arriba no podrá entrar en el reino de Dios. Jn 3, 3

3. La gracia nos hace partícipes de la divina naturaleza

Y nos hizo merced de preciosos y sumos bienes prometidos, para que por ellos os hagáis participes de la divina naturaleza, huyendo de la corrupción que por la concupiscencia existe en el mundo. 2P 1 , 4

4. La gracia nos hace hijos de Dios

Porque los que son movidos por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Que no habéis recibido el espíritu de siervos para recaer en el temor, antes habéis recibido al espíritu de adopción, por el que clamamos: Abba ¡Padre! Rm 8, 14-15
[...] y si hijos, también herederos; herederos de Dios, coherederos de Cristo, supuesto que padezcamos con El para ser con El glorificados. Rm 8, 17

5. La gracia nos hace amigos y hermanos de Cristo

Vosotros, dice el Señor, sois mis amigos si hacéis lo que os mando... Ya no os llamaré siervos, sino amigos. Jn 15, 14-15
A los que son santificados, Jesucristo no desdeñó llamarlos hermanos. Hb 11, 11
Ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre. Jn 20, 17
El es el primogénito entre muchos hermanos. Rm 8, 29

6. Por la gracia somos templos de Dios

¿No sabéis que sois templos de Dios, y que el Espíritu Santo habita en vosotros? 1Co 3, 16
[...] y estableceremos nuestra morada dentro de él. Jn 14, 23

El alma en "estado de gracia"

2728 Nos dice San Agustín: "¿Queréis saber lo que vale vuestra alma? Id, preguntádselo al demonio, él os lo dirá. El demonio tiene en tanto a nuestra alma que, aunque viviésemos cuatro mil años, si después de esos cuatro mil años de tentaciones nos ganase, tendría por muy bien empleado su trabajo" (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre Jesucristo).

2729 Ninguna lengua es suficiente para declarar la grandeza del amor que Jesús tiene a cualquier alma que está en gracia (SAN ALFONSO Mª. DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 2).

2730 Si una vez en la vida tuviésemos la suerte de penetrarnos bien de la belleza y del valor de nuestra alma, ¿no estaríamos dispuestos, como Jesús, a sufrir todos los sacrificios por conservarla? ¡Cuán hermosa, cuán preciosa es un alma a los ojos del mismo Dios! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre Jesucristo).

2731 La fe nos dice que el hombre, en estado de gracia, está endiosado. Somos hombres y mujeres, no ángeles. Seres de carne y hueso, con corazón y con pasiones, con tristezas y con alegrías. Pero la divinización redunda en todo el hombre como un anticipo de la resurrección gloriosa (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 103).

2732 Este estado será el nuestro desde el momento en que, a pesar de vivir en la carne, no obremos ya según la carne, porque hayamos empezado a militar en las filas del Señor. Entonces podremos con toda verdad realizar aquella palabra de San Pablo: Somos ya ciudadanos del cielo (Flp 3, 20) (CASIANO, Colaciones, 3, 7).

2733 Yo –dice el Señor– doy la muerte y la vida, para que estemos convencidos de que estar muertos al pecado y vivos en el espíritu es un verdadero don de Dios (SAN GREGORIO DE NISA Hom. 6, sobre el Eclesiastés).

2734 Dios mismo es la vida del alma, como el alma es la vida del cuerpo (SANTO TOMÁS, Sobre el Cielo, 8, 1. c.).

2735 ¡Oh, si conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en si, cuántos tesoros, cuántos júbilos y delicias! Sin duda emplearían toda su diligencia, afanes y desvelos en buscar penas y aflicciones; andarían todos por el mundo en busca de molestias, enfermedades y tormentos, en vez de aventuras, para conseguir el tesoro inestimable de la gracia. Esta es la mercancía y logro último de la paciencia. Nadie se quejarla de la cruz ni de los trabajos que le caen en suerte, si conociera las balanzas donde se pesan para repartirlos entre los hombres (SANTA ROSA DE LIMA, Escritos. Al médico Castillo, l.c., pp., 54-55).

2736 Puede decirse que, en lo espiritual, hay tanta distancia entre justos y pecadores, como en lo material entre el cielo y la tierra (SAN ACUSTIN, Sobre el Sermón de la Montaña, 2, 17).

2737 Comprometeos a vivir en gracia. Jesús ha nacido en Belén precisamente para esto: para revelarnos la verdad salvífica y para darnos la vida de la gracia. Comprometeos a ser siempre partícipes de la vida divina injertada en nosotros por el Bautismo. Vivir en gracia es dignidad suprema, es alegría inefable, es garantía de paz, es ideal maravilloso y debe ser también preocupación lógica de quien se llama discípulo de Cristo. Por tanto, Navidad significa la presencia de Cristo en el alma mediante la gracia. Y si por debilidad de la naturaleza humana se ha perdido la vida divina a causa del pecado grave, entonces Navidad debe significar el retorno a la gracia mediante la Confesión sacramental, realizada con seriedad de arrepentimiento y de propósitos. Jesús viene también para perdonar; el encuentro personal con Cristo es una conversión, un nuevo nacimiento para asumir totalmente las responsabilidades propias de hombre y de cristiano. (JUAN PABLO II, Roma. Hom. a los universitarios, 18-XII-1979).

2738 Nuestra alma es algo tan grande, que sólo Dios la excede. Un día Dios permitió a Santa Catalina ver un alma. La Santa hallóla tan hermosa que prorrumpió en estas exclamaciones: "Dios mío, si la fe no me enseñase que existe un solo Dios, pensaría que es una divinidad; ¡ya no me extraña, Dios mío, ya no me admira que hayáis muerto por un alma tan bella!" (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre Jesucristo).

2739 [...] para conocer el precio de nuestra alma, no tenemos más que considerar lo que Jesucristo hizo por ella (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre Jesucristo).

2740 Como el mismo Dios habita en el cuerpo de los justos, los cuerpos de los pecadores se llaman sepulcros de muertos, porque el alma está en el cuerpo del pecador y no puede creerse que viva, porque nada hace sobre el cuerpo que pueda llamarse vivo y espiritual (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p . 128).

Las gracias actuales

2741 Toda gracia o don que se nos da en la Trinidad se nos da por el Padre, a través del Hijo, en el Espíritu Santo (SAN ATANASIO, Carta 1, a Serapión).

2742 Uno de los grandes regalos que en esta vida hace Dios a un alma es darle claramente a entender y sentir tan altamente de Dios, que entienda bien claro que no se puede entender ni sentir del todo (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 7, 9).

2743 Es norma general de todas las gracias especiales comunicadas a cualquier criatura racional que, cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio especial o algún estado muy elevado, otorga todos los carismas que son necesarios a aquella persona así elegido, y que la adornan con profusión (SAN BERNARDINO DE SIENA, Sermón 2, 7).

2744 El don de la gracia eleva al hombre para cosas que están por encima de su naturaleza (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-3, q. 171, a. 2 ad 3).

2745 Mirad que lo puede todo y nosotras no podemos nada sino que El nos hace poder (SANTA TERESA, C. de perfección, 16, 10).

2746 El poder de la gracia es mayor que el de la naturaleza (SAN AMBROSIO, Trat. sobre el misterio).

2747 El menor bien de gracia es superior a todo el bien natural del universo (SANTO TOMÁS, S.Th. I-II, q. 113, a. 9).

2748 ¡Qué disparate huir de la luz para andar siempre tropezando! (SANTA TERESA, Vida, 19, 5).

2749 (Y los ladrones desentierran y roban...). Ladrones son los herejes y los demonios, que siempre están dispuestos a quitarnos las gracias espirituales (RABANO MAURO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 385).

2750 Llama a la gracia agua viva (...), y también la llama agua que salta, para indicar su poder y su fuerza. Para entender bien qué significa todo esto, hay que pensar en la sabiduría de Esteban, en la palabra de Pedro, en el ímpetu de San Pablo. Nada pudo contener o menguar su empuje: ni la cólera del pueblo, ni la violencia de los tiranos, ni el ataque de los demonios, ni los asesinatos cotidianos. Como río impetuoso pasaron sobre todo lo que tenían delante (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Juan, 51, 1).

Necesidad de la gracia para hacer el bien

2751 Si de una parte todos estos ejercicios son indispensables para la perfección, de otra son de todo ineficaces para llegar a ella sin el concurso de la gracia (CASIANO, Instituciones, 12, 14).

2752 Ningún pecado, en efecto, hace un hombre que no pueda hacerlo también otro hombre, si quien hizo al hombre no le tiene de su mano (SAN AGUSTÍN, Sermón 99).

2753 Así como no debemos confiar demasiado para que no parezca que ensalzamos nuestro propio poder, tampoco debemos desconfiar, para no tratar de ineficaz la ayuda que Dios nos presta (ORIGENES, Trat. sobre el Evang. de S. Mateo, 33).

2754 Cada día y a todas horas nos es absolutamente necesario el auxilio de la gracia (CASIANO, Colaciones, 3, 22).

2755 Ninguna aflicción corporal, ninguna contrición de corazón es digna de conquistar la castidad del hombre interior. Ni es capaz –por el solo trabajo humano, sin la ayuda de lo alto– de obtener esta sublime virtud de la pureza [...]: el obrar el bien depende de la gracia de Dios (CASIANO, Instituciones, 12, 11).

2756 Es imposible conseguir la victoria contra cualquier pasión si no estamos penetrados de esta idea madre: que nuestra industria y propio trabajo no pueden por si solos obtener el triunfo sobre ella (CASIANO, Colaciones, 5, 13).

2757 El principio de nuestra conversión y de nuestra fe, así como la paciencia en sufrir, son dones de Dios. David, por su parte, abunda en idénticos sentimientos, implorando de la misericordia de Dios dones semejantes: Confirma, oh Señor, lo que has obrado en nosotros (Sal 63, 29). Muestra con ello que la gracia de Dios no ha hecho bastante con habernos otorgado las primicias de nuestra salud; hace falta que su misericordia vaya obrando cada día su plena eclosión mediante esa misma gracia (CASIANO, Colaciones, 3, 14).

2758 También la fortaleza con que resistimos a las tentaciones depende más de la misericordia con que Dios las suaviza que de nuestra propia virtud (CASIANO, Colaciones, 3, 17).

2759 Cada gracia que se da a los hombres procede de una triple causa ordenada: de Dios pasa a Cristo, de Cristo pasa a la Virgen, por la Virgen se nos da a nosotros (SAN BERNARDO, Sermón 6 de la Natividad de la B. Virgen María).

Otros textos sobre la gracia

- Correspondencia a las gracias recibidas Ver nº. 1347-1437; 3233-3236; 5579-5584).
- La gracia santificante y los Sacramentos Ver no. 4739-4744
- La Virgen, Medianera de todas las gracias Ver no. 5443-5461