Antología de Textos

PREMIO

1. Cualquiera que deje casa o hermanos o hermanas o padre o madre o esposa o hijos o heredades por causa de mi nombre, recibirá cien veces más y poseerá la vida eterna (Mt 19, 29). La enumeración podría ser larga, pero lo que importa no es tanto lo que se deja, sino por qué se deja; importa la relación con Jesús y el empleo de la propia persona en su seguimiento por los diversos caminos en que llama para seguirle. A la generosidad del hombre corresponde sobreabundantemente la generosidad de Dios.

2. Nuestro Señor une frecuentemente la idea del premio en este mundo con la del fin de los tiempos. Así sucede, por ejemplo, en las bienaventuranzas y en las imprecaciones (Lc 6, 20-26). Lo mismo ocurre cuando Jesús promete una buena recompensa a los discípulos que le han seguido y han renunciado a todo por amor a Él: recibirán el céntuplo ahora en este tiempo..., y la vida eterna en el siglo venidero (Mc 10, 29). También cuando asegura a sus seguidores que hallarán el descanso para sus almas, y promete aliviar a los que estén fatigados (Mt 11, 28 ss). Cristo habla de la vida que será dada a los buenos y del castigo eterno a los malos en el Juicio final (Mt 25, 46), y del tesoro amontonado por los buenos en el cielo (Mc 10, 21; Mt 6, 19). Si, con la ayuda de la gracia, somos fieles y llegamos un día al cielo, encontraremos muchas recompensas inesperadas. Ni un vaso de agua fría dado por Cristo quedará sin su recompensa (cfr. Mt 10, 42).
Da alegría servir a un Señor que está pendiente hasta de la más pequeña acción que realizamos por Él.

3. Sin embargo, el premio y el castigo del último día son también una realidad en cierto modo ya presente. Así, S. Juan enseña que los hombres se juzgan a sí mismos según la actitud que toman respecto de Cristo (Jn 8, 24). San Pablo, por su parte, explica cómo el premio divino es ya aquí un desarrollo orgánico de la vida sobrenatural en el que toma parte el hombre (Ga 6, 7-10).
Y aunque el servicio a Dios no se hace por una recompensa, sino por amor, alguna vez vendrá bien considerar lo que Dios nos ha prometido.

Citas de la Sagrada Escritura

Alegraos y regocijaos porque es muy grande la recompensa que os aguarda en los cielos. Mt 5, 12; Mt 10, 41-42
Quien haya dejado casa o hermanos [...] por causa de mi nombre recibirá cien veces más, y poseerá la vida eterna. Mt 19, 29; Mc 10, 30
Cada uno recibirá su salario a la medida de su trabajo. 1Co 3, 8
Es preciso que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba el pago debido a las buenas o las malas acciones que haya hecho mientras estaba revestido de su cuerpo. 2Co 5, 10; Cfr. Rm 2, 5-6
Mi única mira es [...] ir corriendo hasta la meta para ganar el premio que Dios me tiene preparado. Flp 3, 13-14
Bienaventurado aquel que sufre la tentación, porque después que fuere probado recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a los que le aman. St 1, 12
Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. Ap 2, 10
Recompensa a los que tengan fe: Mt 17, . 19,
a los cansados y agobiados que acudan al Señor: Mt 11, 28. y
a los que tornen su yugo y le sigan: Mt 11, 28-30
a quienes pierdan la vida por amor suyo: Mt 10, 39
a los humildes: Mt 18, 4
a quienes hayan socorrido a los necesitados: Mt 25, 34-40; Lc 14, 14
a quienes asistan a sus discípulos: Mt 10, 40-42
a quienes practican y enseñan los mandamientos: Mt 5, l9
a quienes perdonan las ofensas: Mt 6, 14
a quienes piden con perseverancia: Mt 7, 7-11
a quienes padecen persecución: Mt 10, 19-22.
a quienes le sigan: Jn 8, 12; 31-.32; Jn 10, 9
a quienes le confiesen delante de los hombre: Mt 10, 28-33
a quienes son generosos: Lc 6, 38; Lc 16, 9
a quienes son dóciles a sus enseñanzas: Jn 10, 28-29
a quienes perseveren hasta el fin: Mt 24, 13

Dios es "buen pagador"

4279 Siempre son mayores los premios de Dios que los deseos de los santos. (S. Juan Crisóstomo, en Catena Aurea, vol. 1, p. 247).

4280 Dice Jesús: "y cualquiera que deje casa o hermanos o hermanas o padre o madre o esposa o hijos o heredades por causa de mi nombre, recibirá cien veces más y poseerá la vida eterna". -¡A ver si encuentras, en la tierra, quien pague con tanta generosidad! (J. Escrivá de Balaguer, Camino, 670).

4281 ¡Cuánta bondad la de Dios, al recompensar, por toda una eternidad la más insignificante de nuestras obras! (Santo Cura de Ars, Sermón sobre la esperanza).

4282 Dios quiera abrir vuestros ojos para considerar cuántas mercedes nos hace en lo que el mundo piensa que disfavores, y cuán honrados somos en ser deshonrados por buscar la honra de Dios, y cuán alta honra nos está guardada por el abatimiento presente, y cuán blandos, amorosos y dulces brazos nos tiene Dios abiertos para recibir a los heridos en la guerra por él. (S. JUAN DE AVILA, Carta 58).

4283 Nuestro Padre Dios, cuando acudimos a El con arrepentimiento, saca, de nuestra miseria, riqueza; de nuestra debilidad, fortaleza. ¿Qué nos preparará, si no lo abandonamos, si lo frecuentamos cada día, si le dirigimos palabras de cariño confirmado con nuestras acciones, si le pedimos todo, confiados en su omnipotencia y en su misericordia? Sólo por volver a El su hijo, después de traicionarle, prepara una fiesta, ¿qué nos otorgará, si siempre hemos procurado quedarnos a su lado? (J. Escrivá de Balaguer, Amigos de Dios, 309).

4284 "A los hombres y a los animales, Señor –dice el salmista– aseguráis la salud en proporción a la extensión inmensa de vuestra compasiva bondad" (Sal 36, 7). Si Dios concede a todos, a los buenos y a los malos, a los hombres y a los animales, un don tan precioso, hermanos míos, ¿qué no reservará a aquellos que le son fieles? (S. Agustín, Sermón 255, sobre el "alleluia").

4285 "Se hablará de lo que ha hecho ésta, en memoria suya" (Mt 26, 13). Las victorias de muchos reyes y de grandes capitanes han sido olvidadas en la memoria de los hombres; también la mayor parte de los que fundaron ciudades y redujeron a esclavitud muchas naciones, ni de palabra ni de nombre han sido conocidos; sin embargo, esta mujer que derramó este bálsamo en la casa de cierto leproso, en presencia de doce hombres, es celebrada por todo el orbe, y la memoria de su hecho no se ha borrado, a pesar de tanto tiempo como ha transcurrido. (S. Juan Crisóstomo, en Catena Aurea, vol. III, p. 265).

4286 Son dos horas de vida y grandísimo el premio; y cuando no hubiera ninguno, sino cumplir lo que nos aconsejó el Señor; era grande la paga en imitar en algo a Su Majestad (Santa Teresa, C. de perfección, 2, 7).

4287 Ahora trabajarás un poco, y hallarás después gran descanso y aun perpetua alegría. Si permaneces fiel y diligente en el servir, sin duda será Dios fidelísimo y riquísimo en pagar. (Imitación de Cristo, 1, 25, 1).

4288 Mas he visto claro que no deja Dios sin gran premio, aun en esta vida, porque es así cierto, que (con) una hora de las que el Señor me ha dado de gusto de Sí después acá, me parece quedan pagadas todas las congojas que en sustentarme en la oración mucho tiempo pasé. Tengo para mí que quiere el Señor dar muchas veces al principio, y otras a la postre, estos tormentos y otras muchas tentaciones que se ofrecen, para probar a sus amadores y saber si podrán beber el cáliz y ayudarle a llevar la cruz, antes que ponga en ellos grandes tesoros. (Santa Teresa, Vida, 11, 4).

4289 La esperanza del premio conforta el alma para realizar las buenas obras. (S. Cirilo de Jerusalén, Catequesis 348).

El premio de la caridad

4290 Ahora, hermanos, Cristo pasa hambre, es él quien se digna padecer hambre y sed en la persona de todos los pobres; y lo que reciba aquí en la tierra lo devolverá luego en el cielo. (S. Cesáreo de Arlés, Sermón 25).

4291 Esta es la idea invariable del Señor: que quienes ahora gozan en servir a sus prójimos, sean alimentados después en la mesa sacratísima del Señor con los manjares de la vida eterna. (San Beda, en Catena Aurea, vol. VI, p. 447).

4292 Mas como nada les pusisteis en las manos (a quienes os necesitaban), nada habéis hallado en Mi. (S. Agustín, Sermón 18).

4293 Los hombres pierden todo lo que dejan en este mundo; tan sólo se llevan consigo el premio de su caridad y las limosnas que practicaron, por las cuales recibirán del Señor la recompensa y una digna remuneración. (S. Francisco de Asís, Opúsculos, 1.c., pp. 87-94).

4294 La tierra produce unos frutos de los que ella no ha de gozar sino que están destinados a tu provecho. En cambio, los frutos de beneficiencia que tú produces los recolectas en provecho propio, ya que la recompensa de las buenas obras revierte en el beneficio de los que las hacen. (S. Basilio Magno, Hom. 3, Sobre la caridad).

4295 Un simple vaso de agua fría que des, que nada ha de costarte, aún de tan sencilla obra tiene señalada recompensa. Porque vosotros, que acogéis a mis enviados, yo estoy dispuesto a hacerlo todo. (S. Juan Crisóstomo, Hom. Sobre S. Mateo, 35).

El cielo como premio

4296 A la hora de la tentación piensa en el Amor que en el cielo te aguarda: fomenta la virtud de la esperanza, que no es falta de generosidad. (J. Escrivá de Balaguer, Camino, 139).

4297 La recompensa que se recibe en esta vida presente debe producir en nosotros mayores bríos para aspirar a la recompensa que la sigue, esto es, la patria celestial. (S. Gregorio Magno, Hom. 17 sobre los Evang.).

4298 Prometió la salvación eterna, la vida bienaventurada y sin fin en compañía de los ángeles, la herencia imperecedera, la gloria eterna, la dulzura de la contemplación de su rostro, su templo santo en los cielos y, como consecuencia de la resurrección, la ausencia total del miedo a la muerte. (S. Agustín, Coment. sobre el Salmo 109).

4299 Si las tempestades son llevaderas para los navegantes y las heridas son dulces para los militares por la esperanza de premios transitorios, cuando se sufre por una recompensa eterna no habrá quien sienta la angustia de los peligros. (S. Juan Crisóstomo, en Catena Aurea, vol. 1, p. 438).

4300 "Siervo bueno y fiel, puesto que fuiste fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho: entra en el gozo de tu Señor". Todas las cosas de este mundo, por grandes que parezcan, son pequeñas en comparación de la retribución eterna. (S. Gregorio Magno, Hom. 9 sobre los Evang.).

4301Según las obras de cada uno:
La retribución se hará con medida, por cuanto cada uno recibirá según lo que haya hecho estando unido al cuerpo, como dice el Apóstol. Y en otro lugar parece que se dice de este celemín corporal: Con la medida con que midiereis, os volverán a medir. (S. Agustín, Sobre el Sermón de la Montaña, 1).

4302 Vuestras buenas obras deben ser vuestras inversiones, de las que un día recibiréis considerables intereses. (S. Ignacio de Antioquia, Epístola a S. Policarpo).

4303 Si, pues, es verdad que quien ofrece un vaso de agua no pierde su premio, también lo es que quien sufre la injuria de una palabra leve no quedará privado del premio. (S. Juan Crisóstomo, en Catena Aurea, vol. 1, p. 257).

4304 La paga y el jornal del amor es recibir más amor hasta llegar al colmo del amor. El amor sólo con amor se paga. (S. Juan de La Cruz. Cántico espiritual, 9, 7).

4305 Este amor será la medida de la gloria de que disfrutaremos en el paraíso, ya que ella será proporcionada al amor que hayamos tenido a Dios durante nuestra vida; cuanto más hayamos amado a Dios en este mundo, mayor será la gloria de que gozaremos en el cielo, y más le amaremos también, puesto que la virtud de la caridad nos acompañará durante toda la eternidad y recibirá mayor incremento en el cielo. ¡Qué dicha la de haber amado mucho a Dios en esta vida!, pues así le amaremos también mucho en el paraíso. (Santo Cura de Ars, Sermón sobre el precepto 1º. del decálogo).

El premio y la rectitud de intención

4306 Alma que ama a Dios no ha de pretender ni esperar otra recompensa por sus servicios prestados que la perfección de amar a Dios. (S. Juan de La Cruz, Cántico espiritual, 9, 7).

4307 Las lámparas de las vírgenes fatuas se apagan porque sus obras, que aparecían claras exteriormente a los hombres, quedaron oscurecidas interiormente a la venida del juez. No hallaron retribución de Dios, porque recibieron, por ellas las alabanzas que desearon de los hombres. (S. Gregorio Mango, Hom. 12 sobre los Evang.).

4308 El que dispensa la misericordia la pierde, si no se compadece con un corazón puro; si busca quedar bien, pierde todo el fruto [...]. (S. Ambrosio, Catena Aurea, vol. 1, p. 248).

4309 Jamás llegaremos a comprender el grado de gloria que nos proporcionará en el cielo cada acción buena, si la realizamos solamente por Dios. (Santo Cura de Ars, Sermón sobre la esperanza).

4310 Todo aquel que predica para recibir recompensa de alabanza o de premio, no hay duda de que se priva de la recompensa eterna. (S. Gregorio Magno, Hom. 17 sobre los Evang.).

4311 El mismo Dios en persona es el premio y el término de todas nuestras fatigas. (Santo Tomás, Sobre el Credo, 2, l.c.).

4312 Yo estaré con vosotros [...]. El que en la vida presente permanece con sus escogidos, protegiéndolos, también estará con ellos después que esto haya concluido, premiándolos. (San Beda, en Catena Aurea, vol. III, pp. 432-433).

4313 Como tu premio será el mismo Dios, al que amas desinteresadamente, debes amarle de modo que no dejes de desearlo como el premio que únicamente puede saciarte. (S. Agustín, Coment. sobre el Salmo 134).