Catena Áurea

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"Y dígoos que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado". (vv. 36-37)


San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 42, 2
Una vez puestas las premisas, pasa el Señor a las pruebas, inspirando a los judíos un gran terror, manifestándoles que serán castigados con la última pena los que hubieren delinquido en los pecados anteriores. Por eso dice: "Y os digo que toda palabra ociosa que hablaren los hombres darán cuenta de ella".

San Jerónimo
que quiere decir: si toda palabra ociosa que no edifica a los que la oyen, trae algún peligro al que la dice, y en el día del juicio darán todos cuenta de sus palabras, ¿cuánto más vosotros que calumniáis las obras del Espíritu Santo, y decís que yo lanzo los demonios en nombre de Beelzebub, habréis de dar cuenta de vuestra calumnia?

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 42, 2
Y no dijo: "que vosotros habéis hablado", porque aplicando sus palabras a todo el género humano hace más llevadero su pensamiento. Palabra ociosa es la que contiene una mentira o una calumnia. Algunos extienden su significado a toda palabra inútil, como, por ejemplo, la que promueve una risa inmoderada, o indecente o deshonesta.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 6
O también es palabra ociosa la que no reporta alguna utilidad, o la que se dice sin necesidad. La palabra que no da utilidad alguna ni al que la dice ni al que la escucha, como por ejemplo, cuando en lugar de hablar de cosas serias, hablamos cosas frívolas y nos ocupamos en contar fábulas antiguas. Por lo demás, el que contesta con bufonadas y abre su boca con grandes risotadas para decir alguna cosa deshonesta, éste no será culpable de una palabra ociosa, sino de una palabra criminal.

Remigio
De las palabras anteriores se deducen las siguientes: "Porque serás justificado por tus palabras, y serás condenado por tus palabras". Es indudable que todos serán condenados por las palabras malas que dijeron; pero, sin embargo, no todos serán justificados por las buenas; para esto es preciso que salga de lo íntimo del corazón y de una intención piadosa.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 42, 2
Mirad cómo no es duro este juicio. El juez dará la sentencia, no sobre las cosas malas que dijeron de vosotros, sino sobre lo que vosotros dijisteis: de ahí es que no son los acusados los que deben tener miedo, sino los que acusan, porque a nadie se le obligará el que se acuse a sí mismo de las cosas malas que oyó, sino de las malas que habló.


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