Catena Áurea

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En aquella hora se llegaron los discípulos a Jesús, diciendo: "¿Quién piensas que es mayor en el reino de los cielos?" Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "En verdad os digo, que si no os volviereis, e hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Cualquiera, pues, que se humillare como este niño, éste es el mayor en el reino de los cielos. Y el que recibiere a un niño tal en mi nombre, a mí recibe. Y el que escandalizare a uno de esto pequeñitos, que en mí creen, mejor le fuera que colgasen a su cuello una piedra de molino de asno, y le anegasen en el profundo de la mar". (vv. 1-6)


San Jerónimo
Después que los discípulos vieron que se había pagado el mismo tributo por Pedro que por el Señor, dedujeron que Pedro era el primero de los apóstoles.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58, 2
Esta idea suscitó en ellos una especie de resentimiento, que da a entender el evangelista cuando dice: "En aquella hora se llegaron los discípulos a Jesús diciendo: ¿Quién piensas que es mayor en el Reino de los Cielos?" Se avergonzaban de confesar la pasión que sufrían y por eso no dicen abiertamente: ¿Por qué honraste más a Pedro que a nosotros? sino que preguntan de una manera general: ¿quién es mayor? Cuando distinguió el Señor a sus tres discípulos a la vez -a Pedro, a Santiago y a Juan- en la transfiguración, no experimentaron lo demás resentimiento alguno; pero cuando ven que uno solo es el honrado, se quejan los otros. Mas debemos considerar, primeramente, que no exigen las cosas de la tierra y además, que depusieron después este movimiento apasionado; pero nosotros no podemos llegar ni hasta sus defectos, porque no preguntamos quién es el mayor en el Reino de los Cielos, sino quién es el mayor en el reino de la tierra.

Orígenes, homilia 5 in Matthaeum
Si dudamos en alguna ocasión y no encontramos la resolución de las dudas, debemos imitar a los discípulos aproximándonos tranquilamente a Jesús, que tiene poder para iluminar los corazones de los hombres y hacerles entender toda clase de cuestión; preguntemos también a los doctores que están colocados al frente de las iglesias. Sabían los discípulos, al hacer esa pregunta, que en el Reino de los Cielos no eran iguales todos los santos; pero deseaban saber de qué manera se llegaba a ser el mayor y por qué camino se descendía a ser el menor. O también, por lo que el Señor les había dicho antes, sabían quién era grande y quién el menor; pero no comprendían quién sería el mayor entre muchos que eran grandes.

San Jerónimo
Mas el Señor, al ver sus pensamientos, quiso curar su deseo de vanagloria, mediante una comparación sumamente humilde. Por eso sigue: "Y llamando Jesús a un niño, etc."

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58, 3
Me parece una cosa muy bien hecha la presentación, en medio de ellos, de un niño inocente.

San Jerónimo
De manera que por su edad fuese el tipo de la inocencia. Por otro lado, el mismo Señor se presentó en medio de ellos como un niño, para demostrarles que no había venido para ser servido, sino para darles ejemplo de humildad. Otros significan por la palabra niño, al Espíritu Santo, a quien puso el Señor en el corazón de sus discípulos, para cambiar su orgullo en humildad. Sigue: "Y dijo: En verdad os digo, que si no os volviereis, e hiciereis como niños, etc." El Señor no mandó a los apóstoles que tuvieran la edad de los niños, sino que tuvieran su inocencia y que obtuvieran por sus esfuerzos lo que aquellos poseían por sus años, de manera que fueran niños en la malicia, pero no en la sabiduría ( 1Cor 14). Es como si dijera: así como este niño, que os propongo como ejemplo, no es tenaz en la cólera, olvida el mal que se le ha hecho, no se deleita en ver una mujer hermosa, no piensa una cosa y dice otra; de esta manera, vosotros, si no tuviereis esa inocencia y esa pureza de alma, no podréis entrar en el Reino de los Cielos.

San Hilario, in Matthaeum, 18
Llamó también niños a todos los creyentes, por su obediencia a la fe; éstos siguen a su padre, aman a su madre, no saben querer el mal, desprecian los cuidados de los afanes de la vida, no son insolentes, no tienen odio, no mienten, creen lo que se les dice y tienen por verdadero lo que oyen. Tal es el sentido literal.

Glosa
Si no os convertís de ese orgullo y de esa indignación en que ahora vivís, y no os hacéis por la virtud tan inocentes y humildes, como son los niños por su edad, no entraréis en el Reino de los Cielos, porque de este modo no se puede entrar. Cualquiera, pues, que se humillare como este niño será el mayor en el Reino de los Cielos.

Remigio
Esto es, en el conocimiento de la gracia, o en la dignidad eclesiástica, o en cierta bienaventuranza eterna.

San Jerónimo
O de otro modo, cualquiera que se humillare como este niño -es decir, el que se humillare a ejemplo mío- entrará en el Reino de los Cielos.

Sigue: "Y el que recibiere a un niño tal, en mi nombre, etc."

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58, 3
Esto equivale a decir: No solamente recibiréis una recompensa si os hiciereis como este niño, sino que si honrareis por mí a todos los que se hacen semejantes a un niño, yo determino para vosotros, como recompensa del honor que les habéis dado, el Reino de los Cielos. Y aun les propone otra cosa mayor, en estas palabras: "A mí recibe".

San Jerónimo
Efectivamente, recibe a Cristo aquel que imita su humildad y su inocencia. Y el Señor añade oportunamente, a fin de que los apóstoles no se atribuyesen a sí mismos el honor que se les había dado, que habían recibido ese honor, no por sus méritos, sino por los de su Maestro.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58, 3
Enseguida sigue: "Mas el que escandalizare, etc.". Lo que equivale a decir: Así como tienen una recompensa los que por mí honran a éstos, así también los que los deshonran deben sufrir los más terribles males. Y no os admiréis de que se llame escándalo al desprecio, porque muchos pusilánimes se escandalizan por los desprecios que se les hacen.

San Jerónimo
Observad que el que se escandaliza es un niño. Porque los mayores no se escandalizan y aunque pudieran tomarse estas palabras en un sentido general y aplicarse a todos los que escandalizan a otro, sin embargo, el enlace de las ideas exige, que puedan aplicarse también a los apóstoles, quienes por la pregunta que hicieron al Señor: ¿Quién sería mayor en el Reino de los Cielos? parecía como que debatían una cuestión de dignidad. Si ellos hubieran continuado en esta lucha, podrían por su escándalo haber perdido a todos los que llamaban a la fe, a causa de que veían a los apóstoles divididos por una cuestión de esa especie.

Orígenes, homilia 5 in Matthaeum
Mas ¿cómo aquel que ha sido convertido y hecho como un niño es también el más pequeño y capaz de ser escandalizado? Podemos resolver este reparo de la manera siguiente: todo el que cree en el Hijo de Dios y conforma su vida con los preceptos evangélicos, está convertido y se hace semejante a un niño. Por el contrario, el que no se convierte de tal manera, que quede hecho como un niño, es imposible que entre en el Reino de los Cielos. En toda reunión de creyentes hay algunos que hace poco tiempo que se han convertido y se esfuerzan por hacerse semejantes a los niños, pero aún no se han hecho niños; éstos son tenidos por pequeños en Cristo y capaces de ser escandalizados.

San Jerónimo
Cuando dice el Señor: "Mejor le fuera que colgasen a su cuello una piedra de molino, etc." Usa el Señor el lenguaje acostumbrado en la provincia, pues era costumbre entre los antiguos judíos, castigar a los mayores criminales arrojándolos al mar atados con una piedra y les convenía más este castigo. Porque es mucho mejor recibir un castigo breve, que el ser reservado para sufrir las penas eternas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58, 3
Era una consecuencia de lo anterior el decir: "A mí no recibe", que era el más amargo de todos los males; pero como ellos eran groseros y no se movían por esto, el Señor, para manifestarles la pena que les está reservada, usa un ejemplo conocido, por eso les dice que les fuera mejor el sufrir este castigo. Porque es mucho más terrible el que les está reservado.

San Hilario, in Matthaeum, 18
En sentido místico, el castigo de la piedra de molino significa el mal de la ceguera, puesto que a los asnos, después de vendarles los ojos, se les hace dar vueltas con la piedra. Y muchas veces se designan con el nombre de asnos a los gentiles porque su misma ignorancia les hace ciegos; mas no a los judíos a quienes la misma ciencia de su ley les traza su camino. A éstos les hubiera sido mejor ser precipitados en el mar llevando al cuello la piedra del asno, es decir, de quedar sumergidos en los trabajos de los gentiles y en las tinieblas del siglo, que el de escandalizar a los apóstoles de Cristo. Porque hubieran tenido menos responsabilidad no conociendo a Cristo, que no habiendo recibido al Señor de los profetas.

San Gregorio Magno, Moralia, 11, 17
O de otro modo, ¿qué otra cosa significa el mar, sino el siglo? ¿y qué la piedra del asno, sino las acciones terrenales, que aprietan el cuello del alma con los deseos insensatos y la hacen girar en el círculo del pecado? Hay ciertamente algunos que abandonan las acciones terrestres, y, despreciando la humildad, se elevan con una fuerza superior a la de su inteligencia hasta los ejercicios contemplativos; no sólo se precipitan en el error, sino que arrastran consigo a los que están débiles en la verdad. Al que escandaliza, pues, a uno de estos pequeñuelos le hubiera sido mejor que le hubieran arrojado al mar con una piedra al cuello. Porque hubiera sido más fácil para esta alma perversa el ocuparse en los negocios del mundo, que el entregarse a los ejercicios de la contemplación con perjuicio de muchos.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1, 24
O de otro modo, el que escandalizare a uno de estos pequeños -esto es, de esos humildes como los que quiere el Señor que sean sus discípulos- o con su desobediencia, o con su resistencia, como dice el apóstol sobre Alejandro ( 2Tim 4, 14.), conviene que se le ate una piedra de asno al cuello y sea arrojado al fondo del mar, es decir, le conviene que la pasión que tiene por los bienes terrenales (a los que están atados los necios y ciegos), le lleve atado con esa carga a la muerte.


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