Catena Áurea
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← Mt 17, 18-20 →
Entonces se acercaron a Jesús los discípulos aparte, y le dijeron: "¿por qué nosotros no le pudimos lanzar?" Jesús les dijo: "Por vuestra poca fe. Porque en verdad os digo, que si tuviereis fe, cuanto un grano de mostaza, diréis a este monte; pásate de aquí a allá, y se pasará: y nada os será imposible: Mas esta casta no se lanza sino por oración y ayuno". (vv. 18-20)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57, 3
Los discípulos habían recibido poder sobre los espíritus impuros, pero como no pudieron curar al endemoniado que se les presentó, parece como que dudaban si habrían perdido la gracia que se les había concedido. Por eso dice: "Entonces se llegaron, etc." Le preguntan aparte, no por vergüenza, sino porque era grande e inefable el objeto de su pregunta.
Sigue: "Jesús les dijo: Por vuestra poca fe".
San Hilario, in Matthaeum, 17
Los apóstoles habían creído, pero su fe aún era imperfecta. Porque mientras Jesús estuvo en el monte, ellos se quedaron con la demás gente y con su contacto aflojaron en la fe.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57, 2
Por donde se ve que algunos apóstoles decayeron algo en la fe, aunque no todos, porque las columnas de la fe -Pedro, Santiago y Juan- no estaban con ellos.
San Jerónimo
Y esto es lo que dice el Señor en otro lugar ( Mt 21, 22). "Todo lo que pidiereis en mi nombre, se os concederá a causa de vuestra creencia". Luego si no recibimos algunas veces, no es por imposibilidad del que da, sino por culpa del que pide.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57, 2
Es necesario, sin embargo, saber, que así como basta muchas veces la fe del que se acerca para recibir el efecto del milagro, así también muchas veces es suficiente la virtud del que hace el milagro, aun cuando no crean aquellos que pidieron se hiciera el milagro. Tal sucedió en el hecho de Cornelio, con aquellos que atrajeron por su propia fe la gracia del Espíritu Santo, mientras que aquel muerto que fue arrojado al sepulcro de Elíseo resucitó por virtud del cuerpo santo ( 2Re 13). Pero entonces aconteció que los discípulos que antes de la cruz tenían disposiciones imperfectas, decayeron algún tanto en la fe y por esta razón se dice que la fe es la causa de los milagros, según las palabras del Señor: "Porque en verdad os digo, que si tuviereis fe, etc."
San Jerónimo
Piensan algunos que una fe, que es comparada con un grano de mostaza, es cosa de poca importancia. Pero oigan lo que dice el apóstol ( 1Cor 13, 2.): "Y si yo tuviese una fe tan grande, de suerte que trasladara los montes". Luego es grande la fe que se compara con un grano de mostaza.
San Gregorio, 1, Moral, praefat., cap. 2, Job
No se conoce la virtud de un grano de mostaza, como no se triture. De esta manera, si la persecución oprime y tritura al hombre santo, bien pronto se ve brillar en él el fervor de su espíritu, que antes se creía débil y despreciable.
Orígenes, homilia 4 in Matthaeum
O también se compara la fe con el grano de mostaza porque es despreciada por los hombres, que suelen mirarla como cosa vil y de escasa importancia. Y así como cuando ha conseguido esta semilla una alma buena, como tierra, entonces se hace un árbol grande. Así, la enfermedad del lunático resulta tan difícil de curar y es tan grande que se compara con un monte. Solamente podrán expulsarla aquellos que teniendo una fe íntegra quisiere sanar dolencias semejantes.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57, 3
Por esta razón hace mención de la traslación de las montañas y pasa más adelante el Señor, diciendo: "Y nada os será imposible".
Rábano
De esta manera la fe hace a nuestra alma capaz de todos los dones celestiales, a fin de que veamos que nos es sumamente fácil alcanzar de nuestro fiel Señor cuanto queramos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57, 3
Mas si dijereis: ¿cuándo trasladaron los apóstoles las montañas? Os diré que hicieron cosas mayores que éstas porque resucitaron a los muertos en muchas ocasiones. Y se dice, que después de los apóstoles, los santos que les son inferiores, trasladaron las montañas en necesidades inminentes. Y no dice el Señor que harían esos portentos, sino que podrían hacerlos y es probable que los hicieran. Sin embargo no están escritos porque no se escribieron todos los milagros que hicieron.
San Jerónimo
La montaña de que aquí se trata, no es una montaña que se ve con los ojos del cuerpo, sino la montaña de que fue trasladado el lunático y de la que dice Jeremías ( Jer 31) que su sombra ha infestado toda la tierra.
Glosa
El sentido es éste: diréis a esta montaña (esto es, al diablo soberbio): pasa de aquí (esto es, del cuerpo donde está) a las profundidades del mar (esto es, al profundo infierno) y pasará; "y nada os será imposible", es decir, no habrá enfermedad que no podáis curar.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 1, 22
O de otro modo, a fin de que los discípulos no se ensoberbeciesen por el poder de hacer milagros, les avisa el Señor que procuren evitar en las curaciones la vanidad humana, significada en este pasaje por una montaña elevada y de hacerlas con la humildad de la fe, figurada en el grano de mostaza.
Rábano
Cuando enseña el Señor a los apóstoles la manera de arrojar al demonio, nos da a todos las reglas de vida que debemos seguir, a saber: que las tentaciones más grandes, bien provengan de los hombres, bien de los espíritus impuros, debemos vencerlas con los ayunos y con las oraciones, remedio único para poder aplacarlas. Por eso se añade: "Mas esta casta no se lanza sino por oración y ayuno".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57, 4
Palabras que se refieren, no sólo a la clase de demonios lunáticos, sino a toda clase de demonios. El ayuno, efectivamente, da mucha sabiduría, hace al hombre semejante a un ángel del cielo y combate a los poderes incorpóreos. Pero también le es necesaria la oración como elemento principal, y el que ora como conviene y ayuna, no necesita más. Porque de esta manera no se hace avaro y está pronto a dar limosna y el que ayuna está ligero, ora con vigilancia, apaga las malas concupiscencias, hace a Dios propicio y humilla el orgullo del alma. Luego el que une la oración con el ayuno, tiene dobles alas y más rapidez que los mismos vientos. No bosteza, ni se duerme durante la oración (como acontece a muchos) sino que está más enardecido que el fuego y es superior a la naturaleza terrestre. Este hombre es consiguientemente el enemigo terrible del demonio. Porque nada hay más poderoso que el hombre, que ora como debe. Y si tienes el cuerpo enfermo para ayunar, no lo tienes, sin embargo, para orar y si no puedes ayunar, puedes abstenerte de los placeres ilícitos y esto no es cosa de escasa importancia, ni muy distante del ayuno.
Orígenes, homilia 4 in Matthaeum
Si necesitamos, pues, alguna vez insistir por la curación de algún mal semejante, no hagamos juramentos al demonio, ni le preguntemos, ni le hablemos como si nos escuchara, sino espantemos a los espíritus malignos con nuestros ayunos y oraciones.
Glosa
O también, esta raza de demonios, esto es, esa movilidad de los placeres carnales, no se vence sino fortaleciendo el espíritu con la oración y dominando la carne con el ayuno.
Remigio
O también, aquí se habla de un ayuno general, por el que nos abstenemos, no solamente de las comidas, sino de todos los placeres carnales y de las pasiones pecaminosas. También debe tomarse la oración en sentido general, que consiste en hacer obras buenas y piadosas. De esta oración dice el apóstol ( 1Tes 5, 17.) "Orad sin intermisión".